domingo, 8 de enero de 2012

EL “ANTIRRACISMO” RELIGIÓN POLITICA (II)




El Partido Panteras Negras no tuvo un programa revolucionario. Deseaba un Estado, negro, un capitalismo negro y, también, un patriarcado negro. Esto es, quería lo que tenía la sociedad blanca dominante, no se proponía superarla, únicamente imitarla. Le movió la envidia hacia los blancos, no el deseo de crear una sociedad mejor y superior. Nunca fueron un partido revolucionario, sólo racista antiblanco. Eso explica lo que uno de sus jefes, Eldridge Cleaver, cuenta en “Alma encadenada”. Sin pesar ni sentimientos de culpa, narra que en su juventud se divertía violando a mujeres blancas. Así de terrible era su racismo, así de inmundo y machista.

Esto era obvio pero casi nadie se atrevía a discrepar, en especial entre las y los blancos, al estar dominados por atroces y autodestructivos sentimientos de culpa y pesar inducidos, que una minoría de varones negros explotaban a placer para su beneficio particular. De los pocos que elevaron la voz contra el reformismo pro-sistema de los Panteras Negras fue T.J. Kaczynski, aunque no tocó el problema de fondo, el racismo antiblanco. Es a remarcar que éste es creído y difundido, sobre todo, por personas blancas, lo que es bastante esclarecedor.

Los Panteras Negras tuvieron un problema bastante grave con la misoginia. Dado que sólo estaban preocupados por una cuestión, el racismo antinegro, todo lo demás lo tomaban tal cual de su entorno político e ideológico, incluida la marginación de la mujer. Hubo muy pocas féminas en sus filas, como es comprensible. Las fotos en que ellos, varones negros, aparecen en poses pseudo-heroicas, con boina, fusil y chaquetón de cuero, lo que les daba un aire de machotes que repele, no ayudó a la integración de las mujeres en la lucha.

El racismo era tan grave en ellos que, al parecer, no admitían que personas blancas formasen parte del Partido.

Si Cleaver hubiese estudiado la historia probablemente habría puesto en cuestión sus perversas convicciones. La caza y esclavitud de personas negras con su posterior traslado a América, que se inició a finales del siglo XV, tiene una doble responsabilidad, blanca, sin duda, pero también negra. Eran las oligarquías africanas las que realizaban la primera parte del negocio, capturar esclavos y esclavas, por medio de operaciones bélicas muy sangrientas e inhumanas, y llevarles a los lugares de embarque en la costa de África occidental subsahariana. Allí estas desventuradas gentes eran vendidas a los negreros europeos, portugueses, españoles, holandeses, ingleses o franceses, por armas, alcohol, telas y baratijas.

Sin esas oligarquías negras la trata de esclavos negros no podría haberse realizado. Hasta bien entrado el siglo XIX los europeos no podían penetrar en África negra, debido a que no soportaban las condiciones medioambientales. Cuando lo intentaban morían todos, como sucedió con varias expediciones portuguesas que se atrevieron a marchar hacia el interior. Por eso la primera parte de la operación la hacían los poderes autóctonos, esto es, individuos negros, que usaban a sus coterráneos como mercancías para lograr abastecerse de los productos que les ofrecían los europeos.

Así pues, la responsabilidad de la esclavitud de las y los negros llevados a América se distribuye, mitad por mitad, entre negros y blancos. Si Cleaver deseaba protestar contra los que, hacía siglos, habían encadenado a sus ancestros tendría que haber dirigido su furia contra los habitantes de África tanto como contra los de Europa. Dicho de otro modo, la cuestión no era de razas sino de poder y de codicia. El victimismo, una vez más, carece de fundamentos en la realidad. Es sobre todo una ideología inducida con fines oscuros.

Quienes comenzaron la trata de esclavos fueron los musulmanes norteafricanos y europeos. Al-Andalus, ya desde el siglo IX, traía regularmente a la península Ibérica grandes contingentes de esclavos negros, una parte de los cuales para servir en el ejército regular andalusí. Se sabe que el famoso califa cordobés Abd al-Rahman III era un racista antinegro furibundo, que se recreaba torturando a las personas que tenían la piel tostada. En la batalla de las Navas de Tolosa, Jaén, en el año 1212, el gran jerarca de los almohades, Al Nasir, dirigió a sus tropas desde una tienda protegida por un multitudinario entramado de esclavos negros encadenados, armados con lanzas y atados a estacas. Este hecho muestra lo habitual que era el uso a gran escala de esclavos subsaharianos por los musulmanes de al-Andalus.

Fueron los portugueses los primeros europeos que aprendieron, a partir del siglo XIV, de los musulmanes las malas artes de la esclavitud, que en los pueblos libres del norte de la península Ibérica estaban olvidadas desde hacía siglos. Para fomentar la trata, crearon factorías en lugares estratégicos de la costa africana, adonde las elites negras de los territorios próximos les hacían llegar las caravanas de esclavos a permutar por bienes europeos. A continuación aquéllos eran cargados en barcos y llevados a América.

Ciertamente, en el Nuevo Continente eran sometidos a esclavitud por los blancos, lo que es espantoso. Pero no más espantoso que la esclavitud a gran escala impuesta por Roma en su tiempo, cuando millones de personas, blancas, eran encadenadas por las elites romanas, también blancas, sin que ello genere en el presente ninguna forma de victimismo. En al-Andalus los muy activos mercados de esclavos y esclavas de Córdoba, Almería y otras ciudades no traficaban con personas negras, salvo minoritariamente, sino con blancas, en particular con mujeres, cazadas cimitarra en mano en los territorios del norte (Cataluña, Vasconia, León, Galicia, Castilla, Aragón, etc.). Eran mercados para la compra-venta de, en primer lugar y sobre todo, mujeres blancas, destinadas a lugares más que terribles, los harenes islámicos de la cuenca mediterránea. Y esa situación se mantuvo durante siglos, desde el VIII al XIV ó XV, y debió de afectar a cientos de miles, y probablemente millones de féminas.

Sin embargo, todo eso no ha suscitado, ni de lejos, el muy virulento victimismo que en ciertos sectores, negros y blancos, ha ocasionado la trata de esclavos hacia América. Sería interesante saber por qué. Sea como fuere, no parece decente culpar a las personas de lo que hicieron sus antepasados, y menos aún servirse de tales mañas ni para fines políticos ni para el lucro particular.

Las personas negras han sido y son víctimas de otras igualmente negras quizá en la misma proporción que de la gente blanca. Recordemos el caso de hutus y tutsis en los años 90 del siglo XX, en lo que fue una de las mayores carnicerías de la historia de la humanidad, pues casi un millón de personas negras africanas resultaron asesinadas por otras, también negras. En realidad, cosas terribles pasan en lo más profundo del África negra casi a diario, y en ellas el racismo de los blancos tiene poco o nada que ver. Es más bien el racismo de los negros el que suele contar, como en el caso de hutus y tutsis, que se despreciaban racialmente los unos a los otros.
                                                                                                         (Continuará)


19 comentarios:

  1. Enhorabuena Félix por todo tu trabajo, al cual sigo con asiduidad, e intento modestamente darlo a conocer.
    Solamente señalar un hecho erróneo en este articulo. En el haces referencia al racismo de los negros, y pones el genocidio de Ruanda como ejemplo. Pues bien, este racismo de los hutus contra los tutsis lo originó el colonialismo belga. Antes vivian en armonía. Los belgas introdujeron este racismo, al favorecer a la minoria tutsi (mas altos, delgados, piel mas clara, nariz estrecha) y colocarlos en posiciones de poder. En los documentos de identidad q impusieron constaba obligatoriamente su etnia, lo que facilito luego el genocidio. Pero 100 o 150 años no habia racismo. Un saludo.

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    1. Estimado amigo:
      Muchas gracias por tu generosidad y apoyo que te agradezco infinito.
      Sin duda el colonialismo belga (belga, no blanco, como dice el racismo anti-blanco en ascenso) tuvo una responsabilidad en la gran atrocidad que cometieron los hutus contra los tutsis y que culminó con la matanza de casi un millón de los primeros, personas negras, por los segundos, también personas negras.
      Pero otra parte de la responsabilidad corresponde a los hutus, que lejos de romper con la herencia colonial la hicieron suya de la peor manera posible. Ellos son co-responsables de esa atrocidad racista que fue el genocidio tutsi.
      Negar la responsabilidad de los hutus, gente negra, es una forma a lamentar de racismo, pues se les está tratando como a niños irresponsables de sus actos, o como seres no-humanos, en vez de como hombres y mujeres con libre albedrío, al mismo nivel que los pueblos blancos o los de cualquier otra raza.
      Exculpar a los hutus es, repito, una forma de racismo, pues si el color de la piel no tiene importancia ¿por qué no les hemos de considerar responsables junto con los colonialistas blancos?
      Hay que poner fin al paternalismo neo-racista que trata a la gente negra como inferiores y menores de edad, como “niños buenos” incapaces de cualquier acción reprobable.
      Las personas negras no son ni mejores ni peores que las de las otras razas y toda política de exculpación por sistema de aquéllas es racismo del más repulsivo.
      Hoy África está llena de atrocidades en las que gente negra mata a gente negra. A veces como herencia del colonialismo y a menudo como consecuencia de conflictos políticos, económicos y sociales constituidos mucho después del final del colonialismo. Para comprenderlos hay que dejar a un lado el etnicismo y el racismo en todas sus formas. Creer que sólo hay un racismo, el de los blancos, es ser racista, pues eso asigna un comportamiento político a un determinado color de piel. El racismo negro está hoy más en ascenso que el blanco, en buena medida promovido por gente blanca y poderes blancos.
      Por ejemplo, es intolerable que no se denuncien las agresiones que padecen en muchos países africanos lesbianas y homosexuales sólo porque quienes practican la homofobia son negros. Aquí el racismo negro y anti-blanco se manifiesta con claridad.
      Señalo que la persona considerada como el genocida vivo más importante, incluso por encima de Pol Pot, es Paul Kagame, presidente de Ruanda y hombre negro, condenado por genocidio en varios países debido a su actuación en la matanza de tutsis.
      A pesar de ello, Zapatero, en sus tiempos de presidente del gobierno del PSOE, le recibió en Madrid en julio de 2010, lo que pone en evidencia la catadura real de la izquierda española, que se sirve sin pudor del racismo anti-blanco para cumplir sus fines políticos, al servicio del capitalismo y el ente estatal. Dado que Kagame es negro puede matar a quien quiera, es lo que nos vienen a decir los racistas anti-blancos, por ejemplo, a casi un millón de personas negras… La cosa es atroz.
      Quienes nos indignamos y protestamos por la visita de este genocida negro a España ¿somos quizá racistas? No, lo son aquellos que permiten a una persona realizar impunemente todo tipo de atrocidades siempre que su piel no sea blanca. Ahora, cuando el capitalismo está dejando de ser blanco y occidental, tal política es financiada por los poderes ascendentes a escala mundial, no blancos, para conseguir una impunidad para sus actos barbáricos y genocidas, como ya hizo en la II Guerra Mundial el imperialismo japonés, que se manifestó como un orden racista, fascista y militarista no-blanco y anti-blanco en Asia.
      Con afecto.
      Félix

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    2. Estimado amigo:
      Muchas gracias por tu generosidad y apoyo que te agradezco infinito.
      Sin duda el colonialismo belga (belga, no blanco, como dice el racismo anti-blanco en ascenso) tuvo una responsabilidad en la gran atrocidad que cometieron los hutus contra los tutsis y que culminó con la matanza de casi un millón de los primeros, personas negras, por los segundos, también personas negras.
      Pero otra parte de la responsabilidad corresponde a los hutus, que lejos de romper con la herencia colonial la hicieron suya de la peor manera posible. Ellos son co-responsables de esa atrocidad racista que fue el genocidio tutsi.
      Negar la responsabilidad de los hutus, gente negra, es una forma a lamentar de racismo, pues se les está tratando como a niños irresponsables de sus actos, o como seres no-humanos, en vez de como hombres y mujeres con libre albedrío, al mismo nivel que los pueblos blancos o los de cualquier otra raza.
      Exculpar a los hutus es, repito, una forma de racismo, pues si el color de la piel no tiene importancia ¿por qué no les hemos de considerar responsables junto con los colonialistas blancos?
      Hay que poner fin al paternalismo neo-racista que trata a la gente negra como inferiores y menores de edad, como “niños buenos” incapaces de cualquier acción reprobable.
      Las personas negras no son ni mejores ni peores que las de las otras razas y toda política de exculpación por sistema de aquéllas es racismo del más repulsivo.
      Hoy África está llena de atrocidades en las que gente negra mata a gente negra. A veces como herencia del colonialismo y a menudo como consecuencia de conflictos políticos, económicos y sociales constituidos mucho después del final del colonialismo. Para comprenderlos hay que dejar a un lado el etnicismo y el racismo en todas sus formas. Creer que sólo hay un racismo, el de los blancos, es ser racista, pues eso asigna un comportamiento político a un determinado color de piel. El racismo negro está hoy más en ascenso que el blanco, en buena medida promovido por gente blanca y poderes blancos.
      Por ejemplo, es intolerable que no se denuncien las agresiones que padecen en muchos países africanos lesbianas y homosexuales sólo porque quienes practican la homofobia son negros. Aquí el racismo negro y anti-blanco se manifiesta con claridad.
      Señalo que la persona considerada como el genocida vivo más importante, incluso por encima de Pol Pot, es Paul Kagame, presidente de Ruanda y hombre negro, condenado por genocidio en varios países debido a su actuación en la matanza de tutsis.
      A pesar de ello, Zapatero, en sus tiempos de presidente del gobierno del PSOE, le recibió en Madrid en julio de 2010, lo que pone en evidencia la catadura real de la izquierda española, que se sirve sin pudor del racismo anti-blanco para cumplir sus fines políticos, al servicio del capitalismo y el ente estatal. Dado que Kagame es negro puede matar a quien quiera, es lo que nos vienen a decir los racistas anti-blancos, por ejemplo, a casi un millón de personas negras… La cosa es atroz.
      Quienes nos indignamos y protestamos por la visita de este genocida negro a España ¿somos quizá racistas? No, lo son aquellos que permiten a una persona realizar impunemente todo tipo de atrocidades siempre que su piel no sea blanca. Ahora, cuando el capitalismo está dejando de ser blanco y occidental, tal política es financiada por los poderes ascendentes a escala mundial, no blancos, para conseguir una impunidad para sus actos barbáricos y genocidas, como ya hizo en la II Guerra Mundial el imperialismo japonés, que se manifestó como un orden racista, fascista y militarista no-blanco y anti-blanco en Asia.
      Con afecto.
      Félix

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    3. Estimado amigo:
      Muchas gracias por tu generosidad y apoyo que te agradezco infinito.
      Sin duda el colonialismo belga (belga, no blanco, como dice el racismo anti-blanco en ascenso) tuvo una responsabilidad en la gran atrocidad que cometieron los hutus contra los tutsis y que culminó con la matanza de casi un millón de los primeros, personas negras, por los segundos, también personas negras.
      Pero otra parte de la responsabilidad corresponde a los hutus, que lejos de romper con la herencia colonial la hicieron suya de la peor manera posible. Ellos son co-responsables de esa atrocidad racista que fue el genocidio tutsi.
      Negar la responsabilidad de los hutus, gente negra, es una forma a lamentar de racismo, pues se les está tratando como a niños irresponsables de sus actos, o como seres no-humanos, en vez de como hombres y mujeres con libre albedrío, al mismo nivel que los pueblos blancos o los de cualquier otra raza.
      Exculpar a los hutus es, repito, una forma de racismo, pues si el color de la piel no tiene importancia ¿por qué no les hemos de considerar responsables junto con los colonialistas blancos?
      Hay que poner fin al paternalismo neo-racista que trata a la gente negra como inferiores y menores de edad, como “niños buenos” incapaces de cualquier acción reprobable.
      Las personas negras no son ni mejores ni peores que las de las otras razas y toda política de exculpación por sistema de aquéllas es racismo del más repulsivo.
      Hoy África está llena de atrocidades en las que gente negra mata a gente negra. A veces como herencia del colonialismo y a menudo como consecuencia de conflictos políticos, económicos y sociales constituidos mucho después del final del colonialismo. Para comprenderlos hay que dejar a un lado el etnicismo y el racismo en todas sus formas. Creer que sólo hay un racismo, el de los blancos, es ser racista, pues eso asigna un comportamiento político a un determinado color de piel. El racismo negro está hoy más en ascenso que el blanco, en buena medida promovido por gente blanca y poderes blancos.
      Por ejemplo, es intolerable que no se denuncien las agresiones que padecen en muchos países africanos lesbianas y homosexuales sólo porque quienes practican la homofobia son negros. Aquí el racismo negro y anti-blanco se manifiesta con claridad.
      Señalo que la persona considerada como el genocida vivo más importante, incluso por encima de Pol Pot, es Paul Kagame, presidente de Ruanda y hombre negro, condenado por genocidio en varios países debido a su actuación en la matanza de tutsis.
      A pesar de ello, Zapatero, en sus tiempos de presidente del gobierno del PSOE, le recibió en Madrid en julio de 2010, lo que pone en evidencia la catadura real de la izquierda española, que se sirve sin pudor del racismo anti-blanco para cumplir sus fines políticos, al servicio del capitalismo y el ente estatal. Dado que Kagame es negro puede matar a quien quiera, es lo que nos vienen a decir los racistas anti-blancos, por ejemplo, a casi un millón de personas negras… La cosa es atroz.
      Quienes nos indignamos y protestamos por la visita de este genocida negro a España ¿somos quizá racistas? No, lo son aquellos que permiten a una persona realizar impunemente todo tipo de atrocidades siempre que su piel no sea blanca. Ahora, cuando el capitalismo está dejando de ser blanco y occidental, tal política es financiada por los poderes ascendentes a escala mundial, no blancos, para conseguir una impunidad para sus actos barbáricos y genocidas, como ya hizo en la II Guerra Mundial el imperialismo japonés, que se manifestó como un orden racista, fascista y militarista no-blanco y anti-blanco en Asia.
      Con afecto.
      Félix

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    4. Estimado amigo:
      Muchas gracias por tu generosidad y apoyo que te agradezco infinito.
      Sin duda el colonialismo belga (belga, no blanco, como dice el racismo anti-blanco en ascenso) tuvo una responsabilidad en la gran atrocidad que cometieron los hutus contra los tutsis y que culminó con la matanza de casi un millón de los primeros, personas negras, por los segundos, también personas negras.
      Pero otra parte de la responsabilidad corresponde a los hutus, que lejos de romper con la herencia colonial la hicieron suya de la peor manera posible. Ellos son co-responsables de esa atrocidad racista que fue el genocidio tutsi.
      Negar la responsabilidad de los hutus, gente negra, es una forma a lamentar de racismo, pues se les está tratando como a niños irresponsables de sus actos, o como seres no-humanos, en vez de como hombres y mujeres con libre albedrío, al mismo nivel que los pueblos blancos o los de cualquier otra raza.
      Exculpar a los hutus es, repito, una forma de racismo, pues si el color de la piel no tiene importancia ¿por qué no les hemos de considerar responsables junto con los colonialistas blancos?
      Hay que poner fin al paternalismo neo-racista que trata a la gente negra como inferiores y menores de edad, como “niños buenos” incapaces de cualquier acción reprobable.
      Las personas negras no son ni mejores ni peores que las de las otras razas y toda política de exculpación por sistema de aquéllas es racismo del más repulsivo.
      Hoy África está llena de atrocidades en las que gente negra mata a gente negra. A veces como herencia del colonialismo y a menudo como consecuencia de conflictos políticos, económicos y sociales constituidos mucho después del final del colonialismo. Para comprenderlos hay que dejar a un lado el etnicismo y el racismo en todas sus formas. Creer que sólo hay un racismo, el de los blancos, es ser racista, pues eso asigna un comportamiento político a un determinado color de piel. El racismo negro está hoy más en ascenso que el blanco, en buena medida promovido por gente blanca y poderes blancos.
      Por ejemplo, es intolerable que no se denuncien las agresiones que padecen en muchos países africanos lesbianas y homosexuales sólo porque quienes practican la homofobia son negros. Aquí el racismo negro y anti-blanco se manifiesta con claridad.
      Señalo que la persona considerada como el genocida vivo más importante, incluso por encima de Pol Pot, es Paul Kagame, presidente de Ruanda y hombre negro, condenado por genocidio en varios países debido a su actuación en la matanza de tutsis.
      A pesar de ello, Zapatero, en sus tiempos de presidente del gobierno del PSOE, le recibió en Madrid en julio de 2010, lo que pone en evidencia la catadura real de la izquierda española, que se sirve sin pudor del racismo anti-blanco para cumplir sus fines políticos, al servicio del capitalismo y el ente estatal. Dado que Kagame es negro puede matar a quien quiera, es lo que nos vienen a decir los racistas anti-blancos, por ejemplo, a casi un millón de personas negras… La cosa es atroz.
      Quienes nos indignamos y protestamos por la visita de este genocida negro a España ¿somos quizá racistas? No, lo son aquellos que permiten a una persona realizar impunemente todo tipo de atrocidades siempre que su piel no sea blanca. Ahora, cuando el capitalismo está dejando de ser blanco y occidental, tal política es financiada por los poderes ascendentes a escala mundial, no blancos, para conseguir una impunidad para sus actos barbáricos y genocidas, como ya hizo en la II Guerra Mundial el imperialismo japonés, que se manifestó como un orden racista, fascista y militarista no-blanco y anti-blanco en Asia.
      Con afecto.
      Félix

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    5. El tutsi Paul Kagame (y no hutu), del EPR, ¿responsable de la matanza de tutsis? ¡Lo que hay que leer!

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    6. Paul Kagame siendo tutsi y del Frente Patriótico Ruandés, ¿es responsable de la matanza de tutsis? ¡Sorprendente!

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  2. Independientemente de la responsabilidad de los colonizadores, no hay que olvidar la propia responsabilidad de los colonizados; si realmente antes vivían en armonía, es CULPA SUYA dejarse engañar por los colonizadores. Si yo mato a mi hermano porque alguien le procura ventajas que a mi no, ¿quién tiene más culpa?

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    1. Saludos Alex:
      Estoy muy de acuerdo contigo. La responsabilidad de los colonizados es enorme y no se les puede presentar como meras víctimas, según hacen el paternalismo neo-racista de la izquierda, el progresismo y las ONGs.
      A menudo los pueblos colonizados tenían órdenes políticos ultraopresivos y conquistadores, p.e., el imperio inca que llevaba siglos aplastando a otros pueblos y cometiendo genocidios antes de la llegada de los conquistadores españoles, lo que no justifica en absoluto su acción.
      El mito paternalista y asistencial del "buen salvaje" tiene que desaparecer, porque es un insulto para los pueblos colonizados, que son presentados como una masa de sujetos infantiles a los que los "bondadosos" de Occidente otorgan "ayudas".
      Por cierto, el "turismo revolucionario" es una agresión a los pueblos del Tercer Mundo perpetrada por los "anti-imperialistas" oficiales.
      Toda la izquierda es neo-racista. Es incapaz de considerar en pie de igualdad a los pueblos de otras razas y culturas.
      Con afecto.
      Félix

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  3. ¡Qué tiene que ver el colonialismo con la estupidez racista de otros!, para que vuestro gurú del Rodrigo Mora arremeta contra los Panteras Negras. Se tiene que ser un perfecto gran ignorante para decir que esta organización política fuese racista y misógina (como pone el maestro).
    Si seguís a este gurú de pacotilla, demostráis que soís unos grandísimos estúpidoss e ignorantes.

    ¡A la mierda el supuesto monacato revolucionario!

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  4. Vuelvo a reintertarlo, no sé lo que habrá pasado con el comentario anterior...

    Y este texto destila un odio racial hacía los negros. Que entre ellos se maten ¿les hace peores que los blancos? Recordemos las dos guerras mundiales en las que se mataron entre blancos. O la esclavitud antigua y medieval, ¿de dónde creeís que viene la palabra «esclavo»? Del latín no. ¿Y tales esclavos de origen europeo oriental cómo los obtuvieron los árabes? Pues, de la misma forma que obtuvieron los blancos esclavos negros para el Nuevo Mundo, de otros blancos que secuestraban y apresaban a otros blancos, y los vendían en puertos del Mediterráneo para los esclavistas musulmanes.

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  5. Don Pio Rodrigo Mora.....se te ve el plumero cosa mala....cada día somos más los que nos damos cuenta....

    PD: a ver si leemos algo del movimiento contestatario norteamericano y hablamos con propiedad....

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  6. Eldridge Cleaver no es un buen representante de los Panteras Negras. En su libro de 1969, Alma encadenada, reconocía que cuando era un jóven delincuente solía violar a chicas blancas, lo que le hace completamente despreciable, pero lo confesaba. también reconocía que abandonó también las ideas racistas antiblancas. Aunque odiase, como todos los demás miembros del partido, su rechazo, e incluso odio, a la sociedad blanca, no eran supremacistas negros.

    El Partido de los Panteras Negras, no era una organización perfecta, virtuosa y hasta completamente revolucionaria (aunque su discurso fuese muy radical), cometieron muchos errores, y muy graves, además de tener muchos defectos. Pero para nada era racista y, ni mucho menos, misógina.

    Eldridge Cleaver fue expulsado del partido en 1971, cuando estaba en el exilio. A mediados de la década de los 70, en el sur de Francia, tuvo «su caída de caballo», una revelación mísitica. Se convirtió en un «born again» (cristiano renacido) y renego de sus ideas radciales anteriores. Es más, ingresó o apoyó al Partido Repúblicano de Ronald Reegan en los años 80, el mismo partido que persiguió, encarceló y asesinó a muchos de su ex compañeros.

    Si se quiere criticar el victimismo de los negros, que desconocen que parte de sus males no son por culpa sólamente de los blancos, sobra el ejemplo de los Panteras Negras. Porque racistas negros los hubo y los hay, pero no esta organización. Años después, surgió otro Nuevo Partido de los Panteras Negras al que los antiguos militantes del primero sí que les consideran de racistas.

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  7. En este artículo tacha a los Panteras Negras como racistas con el único dato de un solo personaje del grupo; y no contento con esto, tacha a los negros de racistas y, aunque creo que sin querer, comete el mismo error de hechar la culpa a los negrs de ahora de las atrocidades de otrs negros de hace tiempo (algo que ve muy negativo si lo hacen personas negras de los blancos). Pero lo mejor, lo que hace que solo se vean contradiciones en su dircurso es, que cuando habla de negros, condena a tods por uno; pero, si es sobre fascismos o filionazis, usted defiende todo lo contrario y dice que si hay que dialogar con ellos (Usted sería como el Zapatero que tanto critica al visitar las asociaciones de Toledo o Zaragoza, por ejemplo). Por si acaso no se ha dado cuenta de que su discruso ha cambiado tanto en solo 1 año, te pongo aquí la carta pública (nada de datos personales, ni calumnias, ni insultos, ni amenazas, ni publicidad, ni apología del fascismo, racismo, machismo o crueldad... No puedo asegurar que su artículo cumpla lo anterior...):

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  8. 23 mayo 2013
    Con motivo de los sucesos del día 22 de mayo he recibido notas de amigos y amigas que ahora deseo contestar.
    Es mi intención ir a exponer mis ideas a cualquier lugar y ante cualquier público que me lo solicite. Esto lo tengo por un deber. Lo he hecho y lo seguiré haciendo.
    Existen colectivos que sin ser fascistas tienen en su interior a gente que lo es, o que lee textos nazis. Pero la mayoría de los componentes de estos grupos son personas muy confusas que la política de la izquierda, corrupta y reaccionaria, empuja hacia la derecha extrema. Atraer a estas personas al ideario revolucionario exige disputarselos a la extrema derecha, y eso se hace también yendo a sus espacios, a exponer, argumentar y debatir.
    Tengo experiencias muy positivas al respecto, con algún caso de abandono de los grupos nazis a partir de la lectura de mis textos, con petición de perdón, etc. Por tanto, seguiré en esta labor.
    Sin duda, es más cómodo (y menos peligroso) quedarse en el gueto "radical", sectario, epicúreo, elitista y marginal, intercambiando panfletos y email con los colegas. Pero esa no es la manera de hacer la revolución.
    Como expongo en "De la intervención política" ganar a las clases populares para la revolución exige librar un sinfín de batallas de las ideas con las diversas corrientes reaccionarias, desde la izquierda al fascismo y sin olvidar al anarquismo de Estado y el feminismo neo-patriarcal. En esto estoy y en eso voy a seguir, sin encerrarme en ningún gueto para sujetos"selectos", ajenos a la realidad y no menos ajenos a las clases populares.
    Mi exposición del día 22 se grabó en audio, quien desee lo puede escuchar. En ella desarrollo mis criticas de siempre al capitalismo, al Estado y al fascismo, concretado en la figura de Mussolini, que ha sido y es el guía teórico del fascismo español. La idea de revolución social integral es la central. Su título no deja lugar a dudas: "Alternativas al capitalismo". Yo lucho no sólo contra el fascismo sino también contra el capitalismo, otros se oponen simplemente al fascismo para defender el parlamentarismo y el capitalismo, por ejemplo IU, el anarcoestatismo y varios más.
    ...

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  9. Algunos siguen la estrategia antifascista del izquierdismo, que consiste en denuncias en la prensa y denuncias legales, al mismo tiempo que se alimenta bajo cuerda a los grupos facistas, que le son necesarios a la izquierda para aparecer como menos reaccionaria,corrupta, agente del capital, inmoral y totalitaria.
    No es eso lo mío: yo aspiro a arrebatar al fascismo, por medio de la palabra y al razonamiento, todos los prosélitos que pueda, introduciendo una cuña entre la minoría fascista irreductible y la gente confusa y desorientada que se deja engatusar, o que meramente presta oídos a la demagogia fascista.
    Lo hago así porque he estudiado experiencias históricas, como la del Requeté aquí en la guerra civil, que movilizó a mucha gente a favor de Franco por los errores colosales del republicanismo burgués, el nacionalismo vasco, la izquierda estatalista, una buena parte del anarquismo y el anticlericalismo burgués. Algo parecido pasó en Alemania, donde los desaciertos y desmanes de socialdemócratas y comunistas permitieron a Hitler ganarse masas enormes de la población, incluido un sector grande del proletariado.
    Por supuesto, si nazis y fascistas se desmandan en la calle hay que hacerles frente pero mientras se pueda hay que llegar a los grupos e individuos que son objeto de proselitismo y atracción por parte de las minorías nazis.
    La estrategia izquierdista de lucha antifascista está equivocada. Hoy en Francia el Frente Nacional existe con la fuerza que tiene por los errores y maldades de la izquierda, que al negarse al combate de ideas, o al tener ideas sobre muchos asuntos extraordinariamente reaccionarias e incluso delirantes, deja a amplios sectores de la población a merced de la retórica de la extrema derecha.
    El izquierdismo produce fascismo. Encerrarse en el gueto también.
    La tarea principal del gueto "radical" es defender y popularizar las religiones políticas. Es decir, servir al Estado.
    Rechazo a quienes han aprovechado estos hechos para cargar contra mí, acusándome de cosas delirantes, ellas y ellos, que están de rodillas delante del fascio-feminismo, el islamofascismo y el racismo antiblanco (que ha mitificado a un cuasi-fascista negro como Obama), que hacen la apología del Estado de bienestar (impuesto por una ley fascista, la de 1963) y "olvidan" la idea de revolución, que aspiran a cobrar del Ministerio de Igualdad admitiendo a grupos feministas financiados por dicho Ministerio (hoy en manos de la derecha española, el PP, heredera sociológica del franquismo), que todo lo esperan del Estado y nada de las clases populares, que sueñan con hacerse neo-funcionarios y que manifiestan ser unos socialdemóctas que se disfrazan de "radicales", o de "comunistas", o de "anarquistas".
    Sus infundios y calumnias no me pueden manchar, también porque yo acumulo más agresiones fascistas que todas ellas y ellos juntos.
    Tengo 16 libros publicados, cientos de audios y videos colgados, otros tantos articulos. Si desean hacerme una crítica (que yo, con mucho gusto, colgaré en mi página en cuanto me la envíen) ¿por que no parten de los contenidos de mis textos y no de chismorreos, o de interpretaciones arbitrarias y malévolas de hecho singulares? La falta de ética en sus comportamientos, en especial en la forma como me tratan, dice bastante sobre lo que son, burgueses amorales y sin escrúpulos, cuya meta última es vivir del Estado, explotando desde él al pueblo.Por ejemplo, no respetan la libertad de expresión, sólo buscan imponer sus ideas sin permitir que las opuestas se manifiesten y se valen de la calumnia, la coacción, la amenaza y la mentira porque carecen de argumentos.
    ...

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  10. A quienes van de buena fe, les propongo los siguientes puntos para la reflexión, el análisis y el debate.
    1) La estrategia antifascista hoy a la luz de las experiencias históricas y desde la realidad actual.
    2) La cuestión del gueto. El problema de la lucha prolongada de ideas y la fusión con las clases populares para hacer la revolución.
    3) El asunto de la ética. Necesitamos un debate sobre moralidad. Para ello propongo el estudio de "La moral anarquista" de P. Kropotkin y "Breve tratado de ética" de Heleno Saña.
    4) Nuevos y viejos fascismos. Análisis de los nuevos fascismos, o religiones políticas: fascio-feminismo SCUM y estatolátrico, racismo antiblanco, islamofascismo y otros, en relación con los fascismo clásicos, creados en los años 20 y 30 del siglo pasado. Por una estrategia común contra los nuevos y viejos fascismos.
    Cordialmente Félix R. Mora

    Pd Propia para usted, F.R. Mora: Espero que reflexione profundamente y mire los datos (TODOS los datos) de la hª para explicarla o intentar definirla (lo que usted quiera); porque su discurso empieza a tener ese caracter de tendencia academicista donde prevalece la primacía de la hipótesis sobre el total de los datos existentes y sus revelaciones (y para eso, por desgracia, ya nos toca aguantar a la Academia).

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  11. vaya, ahora me entero de que el genocidio en Ruanda fue una cuestión racial. Hutus y Tutsis son de la misma etnia banyaruanda, que yo sepa, la diferenciación no viene de cuestiones raciales sino de diferencias sociales y de modelo social. El conflicto ya se presento con la primera monarquia siglo XVI y el colonialismo no hizo mas que jugar su juego. Un indicador de que o era una cuestión racial es que los interamwes ( milicia Hutus ) asesinaron tambien hutus. Que se produzca un genocidio no quiere decir que detrás haya un problema racial, o de supremacismo, sino una contienda civil.

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