Una forma de
avanzar hacia la constitución de un régimen fascista rigurosamente estatal como
el de la dinastía comunista de los KIM en el norte de Corea es promover la
ideología de la estatización plena de la vida social. Eso el PCE-IU lo está
haciendo en todas partes, y también dentro del 15-M, donde sus peones no dejan
de perorar a favor de “lo público”, esto es, del Estado, y en contra de lo
privado, en lo que incluyen a todo lo no estatal, desde la empresa capitalista
privada hasta todas las formas de anticapitalismo autogestionado y autónomo.
Por supuesto,
eso no impide que la banca privada financie al PCE-IU.
Eso está
dañando gravemente el 15-M, haciendo que deje de ser una comunidad popular y
convirtiéndose en una corriente marginal y risible, pues sólo una minoría
ínfima está de acuerdo con tales enloquecimientos, especialmente entre las
nuevas generaciones. Es observable que en las asambleas donde tienen presencia
los defensores del fascismo omni-estatal las personas normales, populares, se
van y no vuelven, es más, escapan despavoridas.
El modelo
coreano no interesa a nadie, más allá de quienes desean ser los dueños de todo
y mandar en todos, los jerarcas del PCE.
Corea del
Norte existe no por sí sino sobre todo por el respaldo que la otorga China,
también gobernada por otro “partido hermano” del PCE, el Partido Comunista de
China, a día de hoy la empresa capitalista estatal-privada más importante del
planeta. De ahí han salido ya casi tantos multimillonarios privados, según los
datos aportados por organismos internacionales de análisis, como del
capitalismo USA.
El caso
chino, igual que antes el soviético-ruso, muestra la línea de evolución del
comunismo fascista en lo económico. En la fase primera se crea un capitalismo
rigurosamente estatal, encastillado dentro del Partido y el Estado, que se
impone a las clases populares por el terror más extremo. Pero en un segundo
momento, va emanando un capitalismo privado, en nada diferente del habitual,
salvo en que está más vinculado al ente estatal, lo que es el caso de China
hoy. Luego viene una tercera fase en la que hay un vuelco, súbito o evolutivo,
en el cual el capitalismo deja de ser principalmente estatal y comunista para
hacerse privado y particular en lo más decisivo, como sucedió en Rusia en 1991.
Estas fases
evolutivas parecen responder a necesidades inherentes del propio capitalismo,
que es bastante más eficiente como régimen de producción en la forma privada/privada-estatal
que en la estatal/estatal-privada.
Por tanto,
sea cual fuere el grado de obcecación de la dinastía Kim, tendrán que seguir
ese camino. Si no lo han hecho ya es porque a China, su dueña entre bambalinas,
le interesa tener un poder ultra-agresivo e hiper-militarizado con el que
asustar a sus rivales imperialistas, una especie de perro guardián a la puerta
de casa que sea ladrador en extremo. Cuando China entre en dificultades graves,
políticas, económicas, diplomáticas o internacionales, los Kim pasarán a mejor
vida. Su historia es bastante parecida a Albania bajo la égida del Partido del
Trabajo de Albania, una formación fascista-comunista pura y dura que se
desintegró en 24 horas en cuanto el “socialismo real” del Este de Europa se
vino abajo en 1989-91.
Indicativo es
asimismo el caso de Cuba, que está ahora transitando la fase segunda, con una
emergencia continuada de formas capitalistas privadas desde el precedente
capitalismo estatal, al mismo tiempo que se mantiene la superestructura
totalitaria y se continúa con la represión de las clases trabajadoras.
Eso quiere
decir que la demagogia “anticapitalista” de la izquierda estatista, en tanto
que discurso político, tiene los días contados. Más pronto que tarde el
capitalismo de Estado que preconiza, allí donde existe, evolucionará hacia capitalismo
privado poniendo a aquélla en evidencia.
En realidad,
lo que ello significa es que, en la actualidad, dado un Estado, se llame como
se llame éste, está dado, tarde o temprano, el capitalismo “de libre empresa”.
Tal es coherente con los inicios del capitalismo, que en contra de la tesis
marxista, no surge de una fase de “acumulación originaria primitiva” sino, lisa
y llanamente, del Estado, de los Estados. Esto lo trato, con buen acopio de
datos, para el caso español, en mi libro “La democracia y el triunfo del
Estado”. El análisis de lo acaecido en Inglaterra, que también se expone en
dicha obra, o en Francia, corrobora esa interpretación.
La
experiencia histórica, por partida doble, nos muestra de manera taxativa que
toda forma de estatismo es pro-capitalismo, y que la construcción de un aparato
estatal comunista es la antesala del desenvolvimiento del capitalismo privado.
La conclusión
a extraer de todo ello es sencilla: únicamente una política y un programa
cuidadosamente antiestatal puede ser, por la fuerza misma de la realidad,
anticapitalista, y la única forma de liquidar el capitalismo es por medio de
una revolución integral de contenido antiestatal, esto es, popular, que cree desde el primer momento formas políticas y
económicas, además de convivenciales, educativas, sanitarias, de ocio, de
autodefensa y de cualquier otra naturaleza, ajenas a toda forma de ente o
aparato estatal.
Ésa es la
gran lección que ha proporcionado lo acaecido desde 1917 hasta hoy. Ése es el
gran reto de nuestro tiempo.
(Continuará)
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