Los datos no dejan lugar a dudas, eso que se llama “España” es una de
las sociedades más encanalladas, podridas y repulsivas del planeta.
Una manifestación de ello
es que en 2011 la película más taquillera ha sido “Torrente 4: letal crisis”,
del nunca suficientemente denostado Santiago Segura, con una taquilla de 20
millones de euros. Por si fuera poco, “La piel que habito”, del
progre-franquista Almodóvar, ha quedado en tercer lugar con más de 4. Quizá sea
todavía más desasosegante que el diario EL País dedique un editorial al asunto,
justificando tales hechos con el argumento, previsible en él, de que la
industria cinematográfica española necesita asentarse haciendo películas
rentables…
Todo ello causa en las
personas normales, que ya somos muy pocas, indignación, dolor y desesperación,
pues muestra que la aniquilación de la esencia concreta humana y la edificación
de una infra-sociedad de 44 millones de estómagos ha alcanzado ya cotas
probablemente irreversibles. Pero hay que controlar el ánimo para realizar un
análisis lo más sereno y objetivo posible.
El primer lugar
definamos el problema. La saga fílmica de Santiago Segura consiste en unas
producciones supuestamente de humor que, para empezar, carecen de cualquier
cosa que mueva a la risa, o a la sonrisa, o al menos a un cierto ánimo festivo.
Son pasmosamente aburridas y sin gracia, lúgubres sería quizá el vocablo que
mejor las define. Sólo a sujetos con un sistema anímico profundamente
perturbado les pueden parecer divertidas.
En lo artístico son
bodrios, hechos de cualquier modo, por unos actores penosos y con unos diálogos
que incitan al llanto. Su especialidad es recrearse en todo lo que es
degradado, sucio, sórdido, inferior, repulsivo, torpe, zafio, nauseabundo y
chabacano. Son un gran chorro de mugre, hediondez y heces que se lanza al
espectador o espectadora, con la particularidad de que éstos lo reciben
entusiasmados. La imagen del ser humano que transmiten es exactamente la de un
posthumano en quien los rasgos propios de su anterior condición han
desaparecido.
Esto, por un lado, es
propaganda, publicidad, aleccionamiento. Se le dice al sujeto “así eres y así
debes ser”. Por otro, es una exigencia de unas masas que se han adaptado
perfectamente a su condición de no-humanos y que, sin remordimientos ni
complejos ni deseos de cambio, como es propio del individuo mega-narcisista de
la modernidad, quieren reafirmarse constantemente en su propia tosquedad mental,
barbarie vivencial, miseria moral, horripilancia física y chocarrería verbal.
Los personajes se
definen exclusivamente por sus negatividades y carencias, como sujetos nada, o
menos que nada. Su ser es exactamente no ser.
Sin pensamiento, sin
lenguaje, sin capacidad de afectos, sin habilidades convivenciales, sin
voluntad propia, sin coraje, sin creatividad, siempre serviles con los de
arriba y siempre agresivos con sus iguales, tan malvados como estúpidos, de una
incultura colosal pero vivida sin culpa, visualmente espantosos, previsible y
aburridos, entusiastas de toda injusticia, carentes de vigor físico y psíquico,
ajenos a lo real y sempiternamente atrapados por mensajes y consignas, tan
inespirituales como lo pueda ser un cubo de basura y tan egotistas como un
tiburón hambriento, insensibles a todo lo que no sea su fisiología, inhábiles
para sentir culpa, rectificar o avergonzarse por algo, en fin, inútiles e
incapaces para cualquier actividad humana.
Son personajes a los que
sólo les motiva el dinero. Dinero para conseguir comodidades, goces,
entretenimientos; para, sobre todo, comer y beber, que es casi la única
experiencia que está ya a su alcance. Ni siquiera buscan el dinero como poder
pues están tan maleados por el hedonismo que en sus empequeñecidas mentes sólo
cabe una idea, gozar.
Todas esas horrideces,
no lo olvidemos, son del gusto de millones de personas, que se ven reflejadas
en la pantalla y eso las lleva a dar grititos de satisfacción. No hay duda que
se da una identificación total, ascendente y de naturaleza orgiástica entre los
infraseres de Segura y una buena porción del sujeto medio de nuestra sociedad.
Ahí está el meollo de la cuestión.
Son un retrato perfecto
de la sociedad y al mismo tiempo un modo de mantener y afirmar a ésta en su
espantosa situación, que ya se está haciendo límite e insostenible y que
significa de facto una especie de suicidio colectivo por renuncia a ser.
El segundo paso en el
proceso de análisis ha de ser encontrar las causas históricas, estructurales e ideológicas
de esta tragedia. Hay además que analizar el marco en que se da y las etapas
que ha ido cubriendo. A continuación debemos hacer la pregunta de a quién
beneficia la degradación extrema de la sociedad y la desestructuración total
del sujeto en tanto que persona que es causa-consecuencia de tales films. Ello
nos puede dar la clave del por qué. Finalmente hemos de señalar a quienes son
responsables y culpables de este estado de cosas, instituciones y personas,
sobre todo las primeras
Se equivocan quienes
consideran que los males principales de nuestra sociedad son los de tipo
económico, o ecológico, o social o tecnológico en un sentido restringido. No,
la gran tragedia está precisamente en la destrucción de lo humano, más que en
los 4,5 millones de parados, más que en la devastación general del medio
ambiente, más que en el supuesto impago de las pensiones por falta de fondos.
Los que no opinan así es porque han sido manipulados para ignorar lo humano, de
manera que son parte del problema en vez de sujetos aptos para solucionarlo. No
son mejores que Santiago Segura, pues se han hecho insensibles e indiferentes a
la gran tragedia de nuestro tiempo, la liquidación de lo humano en su totalidad
finita.
(Continuará)
Félix Rodrigo Mora, parece ser quien escribe este artículo, un tipo que parece carente de humor y que no entiende la sátira y el sarcasmo, lo veo incapaz de reírse de sí mismo, criticón y envidioso, y tal vez tan libidinoso y soez en su fuero interno como los personajes del señor Segura.
ResponderEliminarLos actores tenemos que saber mostrar todos los aspectos del ser humano, desde los sentidos más bajos y rastreros a los que podemos llegar como especie hasta lo más elegante y sublime del espíritu, hay mil y un estadíos por los que podemos pasar y tendemos a criticar lo que no aceptamos moralmente, volviéndonos unos moralistas de miércoles que esconden sus propias vergüenzas, y este tipo parece esconder mucho de lo que califica con tanta pasión como lo peor del ser humano hasta el punto de calificarlo "no-humano", debería hacérselo mirar por un profesional de la psique humana ����