Las
medidas adoptadas por el gobierno de M. Rajoy el 30-12-2011 han manifestado la
falta de fundamentos cognoscitivos de las formulaciones progresistas y de la
izquierda sobre economía. Se suponía que el PP era el representante por
antonomasia de eso que ahora se llama, como expresión de una ignorancia de lo
que es la economía en nuestros días, “los mercados”, y hasta hace poco “las
políticas neoliberales”, pero lo que ha decidido, nada más acceder a las
responsabilidades de gobierno, ha sido tildado de “trasvase de dinero privado
hacia el Estado”.
Dado que el Estado es, según la
mitomanía de la izquierda socialdemócrata, el gran y fundamental bien, así como
la causa necesaria de todo el bien social posible aquí y ahora, tenemos que el
PP es el que está haciendo la política de la izquierda, al robustecer al Estado
con más de 15.000 millones de euros.
La izquierda política intenta
ahora embarullar todo esto, acudiendo a su recurso habitual, la retórica
ignorante, atolondrada y mendaz, pero lo cierto e indudable es que lo primero
que ha hecho el gobierno de la derecha ha sido fortalecer financieramente al
Estado.
En mi libro “El giro
estatolátrico. Repudio experiencial del Estado de bienestar” señalo, con
abundancia de datos y análisis particulares, que vivimos una era en que: 1) El
Estado es el centro de todo, 2) las sociedades se están estatizando más y más a
gran velocidad, 3) el capitalismo hoy no puede vivir, y ni siquiera sobrevivir,
sin el Estado, 4) el Estado es el enemigo principal de quienes desean una
transformación revolucionaria de las relaciones sociales, 5) no puede haber
anticapitalismo si no es poniendo en el primer lugar la lucha contra el Estado,
6) la apología del Estado, por comisión u omisión (olvido), es la forma que
adopta hoy la defensa más inteligente del capital, 7) los estatólatras son los
pro-capitalistas por excelencia, los peores enemigos de las clases
trabajadoras.
Lo realizado por el PP está
otorgando la razón a “El giro estatolátrico”.
Lo que ha hecho el nuevo
gobierno ha sido poner el bien del Estado en primer lugar, y no, aparentemente,
el bien del gran capital. Y digo aparentemente porque dado que el capitalismo
está, en Europa y EEUU, en una fase tambaleante y de decrepitud, necesita
angustiosamente de un Estado hiper-poderoso para poder no sólo medrar sino
incluso para meramente ser y mantenerse.
Así es, las descomunales
transferencias de fondos de los diversos Estados y organismos multiestatales,
como el BCE, a la gran banca y las grandes empresas están siendo tan cuantiosas
y colosales desde el otoño de 2008 (e incluso desde antes), cuando se
desencadenó la crisis económica occidental, que el gran capital requiere
imperiosamente que los Estados sean sólidos, pues si éstos se arruinan, o
meramente decaen, su futuro sería más que problemático.
Por eso los devotos de “lo
público” lo son del capitalismo.
La cosa es tan chispeante que el
diario “El País”, portavoz de la izquierda española, comenta lo realizado por
el gobierno de la derecha, con esta enjundiosa frase, “la reforma fiscal (del
PP) se acerca a posiciones socialdemócratas que el PSOE olvidó”, ¡qué cosas!,
ahora resulta que la derecha es más socialdemócrata que la izquierda, lo que lo
dice casi todo sobre lo que es la izquierda, en sus diversas expresiones, y la
socialdemocracia.
Esa moda de culpar de todo a
“los mercados” deja de lado que: 1) hoy los bancos están en gran medida en
manos de los Estados, pues al haber ido quebrando, o al haber tenido que admitir
cuantiosas subvenciones “públicas” (atención: estatales) para simplemente
sobrevivir, sus acciones son formalmente o de facto en una buena proporción de
los Estados y organismos multiestatales, 2) los mercados reales están hoy más
intervenidos, vigilados y regulados por los Estados que nunca anteriormente, en
particular en EEUU, de manera que nunca ha sido más real la formulación de que no hay mercados sin Estado.
Otra cosa es que quienes desean
crear aquí un régimen nazi como el de Corea del Norte, esto es, estatizado al
cien por cien, aprovechen toda ocasión para vender sus ideas. Pero para el
antifascismo lo estatal es cualitativamente diferente de lo popular, porque
público viene de popular, no de estatal. Sólo lo que el pueblo decide en
asambleas omnisoberanas es popular. Lo otro es estatal: militar, policial,
carcelario, parlamentarista, adoctrinador, fiscal, jerárquico, elitista y
reaccionario, e incluso fascista o cuasi-fascista pues nadie ha sido tan devoto
del Estado como el creador de la teoría fascista, Mussolini.
Quienes continúan identificando
lo estatal con lo público son, además de socialdemócratas, discípulos de facto
de Mussolini. Éste expresó bien lo que todos ellos piensan con la consigna
“Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.
Los adoradores del Estado
incluso citan de vez en cuando a Carlos Marx para intentar ocultar que su guía
y referencia es el fascismo italiano, así como el franquismo. En mi libro antes
citado, expongo con abundancia de citas que Marx no fue un estatólatra, pues
preconizó la destrucción revolucionaria del actual aparato estatal por las
clases trabajadoras. Por tanto remito a la lectora o lector a su capítulo XXI,
de título “El marxismo no es una forma de estatolatría”.
Volviendo al presente, si la
derecha fortalece al Estado y la izquierda también desea hacerlo, y la
izquierda más esencialista también, ¿en qué se diferencian?, ¿podría alguien
explicárnoslo?
La ceguera economicista, creer
que la economía y el dinero son el todo, o el centro de la vida social, es la
concepción del mundo propia de la burguesía. En eso están quienes dicen que el
Estado es “mínimo”, o que se está desintegrando, o algo similar, además de
incurrir en el más grosero de los militarismos y hacer la loa del Estado policial,
no tiene ni idea de lo que está sucediendo pues se limita a “explicar” la
realidad desde la ideología burguesa en vez de investigar aquélla fácticamente.
Si el Estado, ¡a pesar del
apropiarse del 40% del PIB!, no es casi nada, o como mucho una fuerza social
secundaria y en regresión a la que hay que afirmar y apoyar por todos los
medios, ¿qué de malo tiene la política del PP?
De todo ello dimanan dos males,
no comprender nada de la realidad económica actual y realizar una política
reaccionaria, consistente en apoyar al capital por medio de robustecer el
Estado, igual que la derecha española. Ese exactamente fue el contenido y
programa del movimiento antiglobalización, un vulgar delirio estatolátrico
propio del ala “radical” de la socialdemocracia, por tanto pro-capitalista. De
éste se tratará extensamente en otra ocasión, tomando como base documental el
muy inexacto y desacertado libro de Carlos Taibo “Movimientos antiglobalización
¿Qué son? ¿Qué quieren? ¿Qué hacen?”.
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