El reciente fallecimiento del jefe del
Partido de los Trabajadores de Corea, Kim Jong-IL, el “Querido Líder”, ha tenido repercusiones por estos
pagos. La Juventud Comunista de Andalucía ha hecho pública una nota
necrológica, y “Gara”, portavoz de la hoy amansada izquierda abertzale, insertó
otra.
Podría ser una chifladura de minorías
casposas y anacrónicas, y tal vez se trate de eso, pero existen otras
posibilidades más inquietantes.
Aunque procura disimularlo por el
momento, el Partido Comunista de España (PCE), matriz de IU (Izquierda Unida),
es “partido hermano” del PT de Corea, de manera que la iniciativa de los
jóvenes comunistas andaluces probablemente cuente con la callada anuencia de
sus mayores, Cayo Lara y demás. Así éstos pueden jugar a dos barajas.
El orden político y social de Corea
del Norte es estremecedor, y sólo comparable con el franquismo de los años 40
del siglo pasado. Las todopoderosas elites políticas, militares, policiales,
aleccionadoras y la burguesía de Estado, que tienen el poder absoluto en el
país, someten a las clases trabajadoras a un régimen de terror, deshumanización
y hambre.
Todo el poder lo ejerce el Partido, sin
ninguna posibilidad de autogobierno popular por medio de asambleas, las decisiones
económicas las toma la burguesía estatal, íntimamente fusionada con el Partido
y la policía política vigilia a la población, con decenas de miles de
prisioneros políticos y de conciencia. Además, un sistema de adoctrinamiento de
un poder descomunal homogeneíza a las mentes, o a lo que quede de ellas.
En el norte de Corea sólo cuenta el
Partido, el ejército, la policía y la clase empresarial estatal. El pueblo y el
individuo están totalmente anulados, y la persona allí es nada. La destrucción
medioambiental es colosal, lo mismo que la incultura y el embrutecimiento de
las masas.
El PCE es hoy parlamentarista y
socialdemócrata, tácticamente, pero en el fondo de su programa está la idea de
un “socialismo” como el de Corea del Norte, con él ejerciendo un poder total
sobre el pueblo. Si se le presentase una coyuntura histórica favorable crearía
un régimen fascista como el del camarada Kim y su oronda dinastía.
El rechazo del capitalismo por su parte
se ha de comprender como paso previo a la construcción de un super-capitalismo
despiadadamente explotador con el cual el PCE sería el propietario total y
absoluto de todos los medios de producción y cambio de lo que llaman España,
convirtiéndose así en burguesía de Estado, al mismo tiempo que en aparato estatal,
en primer lugar ejército y policía. Sería una concentración de poder
descomunal, justamente la que hoy existe en Corea del Norte.
Eso exigiría realizar detenciones
masivas, abrir campos de concentración y ejecutar a un gran número de
disidentes, de manera similar a como se ha hecho y hace en Corea del Norte.
Basta con leer sus publicaciones
internas para captar esos hechos. Además, en la guerra civil hizo todo lo que
pudo a fin de hegemonizar absolutamente el bando republicano, para lo cual
acudió a los asesinatos de masas, igual que el régimen de los Kim en Corea.
Mató a católicos, a anarquistas, al desventurado Andreu Nin (después de
torturarle de una manera despiadada) y a otros muchos militantes del POUM, a
disidentes de sus propias filas y a todo el que discrepaba. Hizo la mayor
matanza de la guerra civil, la que tuvo lugar en el otoño de 1936 en pueblos al
noreste de Madrid, con miles de cadáveres, peor que la peor de las ejecutadas
por Franco, y no fue aún más grave porque CNT detuvo la carnicería.
Su entusiasmo ha estado y está, aunque
ahora soterrado por razones tácticas, con ese “socialismo” al estilo del PT de
Corea. Dicen que sólo los borrachos, los locos y los niños dicen la verdad,
pues ahora han sido los “niños”, andaluces por más señas, del PCE quienes han
hecho honor al proverbio.
Los Partidos Comunistas que se
enfrentaron al nazismo, al fascismo y al franquismo no lo hicieron por defender
un ideal de emancipación y libertad. Su retórica a favor del proletariado era y
es sólo eso, retórica. Lo que preconizaban era un fascismo opuesto a aquéllos
por propio y peculiar. Del mismo modo que Stalin luchó contra Hitler en 1941-45
en defensa de sus propios campos de concentración, asesinatos en masa y
sobreexplotación de los trabajadores, el PCE se opuso al franquismo en defensa
de un sistema político igual que el de Franco en esencia, si bien con cháchara
y banderas diferentes.
Si juzgamos a los Partidos Comunistas
por lo que han hecho y hacen, y no por su doctrina y fraseología, sólo podemos
concluir una cuestión, que son formaciones fascistas.
El PCE se enfrentó contra Franco para
imponer su particular concepción del fascismo, de tal modo que entre fascistas
de uno y otro tipo andaba el juego, aunque, dadas las circunstancias, cuando
llegó el final del régimen del generalito de El Ferrol, tuvo que admitir
tácticamente la defensa del parlamentarismo, como una etapa intermedia, o de
transición, hacia su verdadera meta estratégica, un orden como el de Corea del
Norte aquí realizado, con todo el poder de prohibir y ordenar monopolizado por
él.
(Continuará)
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