El quehacer especulativo de Ramón Espinar,
jerarca de Podemos que se embolsó una jugosa plusvalía con una operación de
compraventa, realizada a la sombra de su padre, significado personaje de la hiper-corrupta
casta partitocrática socialista, permite una reflexión sobre qué es la
izquierda en tanto que nueva burguesía, o burguesía de Estado.
Las
jefas y los jefes de la izquierda operan como un grupo de presión que, igual
que cualquier otro en el capitalismo, busca maximizar sus ingresos. Para ello
vende a los poderes estatales y empresariales un servicio político muy ansiado
por éstos, el control de las masas, la garantía de la paz social, el poder
llevar adelante políticas que la derecha no está en condiciones de imponer, en
suma, la evitación de la revolución. Por eso el Estado permite a la izquierda
una notable suma de actividades legales, alegales e ilegales que son el pago
por los decisivos auxilios que aquélla ha prestado y presta al capitalismo.
La
operación especulativa de Ramón Espìnar no ha conculcado ninguna ley, no es
corrupción. Eso sí, muestra la oceánica hipocresía de los prebostes de Podemos,
su capacidad de decir una cosa y hacer otra y, sobre todo, su descomunal avidez
por el dinero. Estudiamos su peculiar modo de acumulación de capital. Espinar
ha dado un “pelotazo” porque una cooperativa de vivienda de CCOO recibió suelo
gratis de un ayuntamiento de izquierda, créditos en excelentes condiciones (¿se
devolvieron?) de una caja de ahorros en cuyo consejo de administración está la
izquierda, bonificaciones, etc. Luego, el 15% de los pisos se los quedó la cooperativa
para entregárselo en condiciones de fábula a su gente. Algunos de los bonzos izquierdistas
premiados con viviendas las reservan para su uso pero otros, como Espinar (y alguna
jefa de Podemos), consuman una acción especulativa que les deja un interesante beneficio.
Dar
pisos para premiar los servicios prestados y ganar lealtades lo hizo Franco a
través sobre todo de los sindicatos verticales, mientras que en el parlamentarismo
se hace por medio de los sindicatos amarillos de la izquierda, CCOO, UGT, etc.
Nada ha cambiado. Las actuales cooperativas de viviendas de la izquierda
sindical son empresas estatal-privadas donde sus jefes y cuadros medios se
enriquecen, creando en algún caso emporios empresariales. Esto lo lleva
haciendo desde su legalización en 1977 el PCE-CCOO, o sea, IU, y el PSOE-UGT, y
hora se dispone a hacerlo Podemos. En determinados ayuntamientos que controlan
están entregando viviendas a los suyos mientras se los niegan a los de otras
tendencias o a las personas apolíticas. Así, su “anticapitalismo” se eleva a procedimiento
para hacerse ellos mismos capitalistas exitosos…
Pero
especular con viviendas estatalmente promovidas no es la fuente principal de los
ingresos legales e ilegales de los mandamases de la izquierda. Las ONGs dan
mucho más beneficio. En el caso de Espinar hijo se rumorea que dónde ha
accedido a muchos más fondos es en una ONG que lleva con un colega desde hace
mucho, la cual recibe del Estado cientos de miles de euros. Es difícil
encontrar un alto mando de Podemos que no haya estado o esté en una ONG, con lo
que ello significa, fuertes recursos dinerarios privatizados… en sus bolsillos.
Ahora
bien, lo decisivo para la izquierda son las cajas de ahorro. Ha sido su mayor
fuente de acumulación de capital, legal, alegal e ilegal. Primero porque
reciben emolumentos muy saneados, luego por la suma de negocios, autocréditos, prebendas
y enchufismo que les permiten. Después por la corrupción. De las cajas la izquierda,
igual que la derecha, ha extraído dinero a manos llenas, y el caso más
llamativo es el de Caja Castilla-La Mancha. Estuvo dirigida por altos jefes del
PSOE, siendo intervenida por el Estado en 2009 a causa de un déficit de 9.000
millones de euros. Sólo en 2008 perdió 1.000 millones. Estudiemos esto. En ese
año la crisis económica apenas se había manifestado en España de manera que no
fue la causa. En 2008 era la apoteosis del gobierno Zapatero, cuya base
sociológica era toda la izquierda política, social y cultural. En 2015 salió la
sentencia que condenó a dos directivos de Caja Castilla-La Mancha a sendas
penas de 2 años de cárcel, que no tenían que cumplir, y a una multa ridícula. A
la pregunta de a dónde había ido el dinero desaparecido no se respondió. No se
han publicado las listas de quienes solicitaron créditos sin avales ni de las supuestas
operaciones inversoras fallidas ni de nada…
¿Cuál
pudo ser la realidad de los hechos? El gobierno Zapatero necesitaba premiar a
quienes le habían ayudado a llegar al poder del gobierno en 2004 por medio de
una operación que bordeó el golpe de Estado. Tenía que compensar económicamente
a los jefes y cuadros del PCE-IU, anarquismo de Estado, movimientos sociales
(religiones políticas), pacifismo, feminismo, “independentismo” españolista,
Sindicato de Estudiantes, racismo antiblanco, ecologismo, islamofilia
fascistizante, intelectuales y artistas progresistas, etc., esto es, a las
mismas corrientes que hoy sostienen a Podemos, además de a su propia gente, los
socialistas de todo el país. Así que eligieron una entidad bancaria que
controlaban íntegramente en un territorio que era su feudo electoral y
comenzaron la operación de remunerar los servicios políticos efectuados con
sumas de dinero entregadas sin aval ni control. Eso debió comenzar a hacerse ya
en 2005, a los pocos meses de acceder Zapatero al gobierno, de manera que para
2008 dicha caja estaba en la quiebra y al año siguiente la interviene el Estado,
reflotándola con una enorme inyección de fondos. Como el ente estatal, lo mismo
que la derecha, sabe muy bien que necesita de la izquierda para hacer viable al
sistema político actual, toda la operación se aceptó y la sentencia judicial
dio el definitivo carpetazo al asunto.
Al
lado de lo de Caja Castilla-La Mancha, la operación de las tarjetas “black” de
Caja Madrid, asunto en el que está el padre de Ramón Espinar (la fiscalía le
pide cuatro años de cárcel), es cosa secundaria. En ella se lucraron teoréticos
del Partido Comunista, ahora Izquierda Unida, además de sindicalistas, socialistas,
etc., junto con un buen número de prebostes de la derecha, entre ellos Rodrigo
Rato, orientalista notorio y devoto del yoga. Todas las cajas de ahorro (y hay
varias docenas) han sido abundosa fuente de recursos monetarios para la
izquierda y sus gentes, lo mismo que para la derecha. ¿Cuánto se han embolsado
los jefes de la izquierda proveniente de ésas desde 1977 hasta 2016? Sería
interesante hacer el cálculo, pero parece que el total se eleva a muchas
decenas de miles de millones de euros.
Antes
de continuar hay que advertir que las enormes sumas que todos los años llegan a
las cuentas bancarias de los dirigentes, ellas y ellos, de la izquierda,
provienen en definitiva del acuerdo firmado entre ésta, sobre todo el Partido
Comunista, y el régimen franquista en 1977, según el cual el bloque de la
izquierda garantiza la continuidad del franquismo, reconvertido al
parlamentarismo, a cambio de la legalización del PCE (y de su sección catalana,
el PSUC), así como de su satélite sindical, CCOO. La legalización era dinero,
dinero y más dinero, proveniente del aparato estatal. Pero no sólo dinero, también
una vida “libre de explotación” para muchos, los liberados sindicales (¿son
300.000 o “sólo” la mitad?), los numerosos empleos bien retribuidos en los
sindicatos, con horarios de 9,30 a 1,30 y una hora para el piscolabis de media
mañana, etc. Además de un notable flujo monetario, con ese gran chanchullo que
han sido los “cursos de formación”, en los que de manera ilegal se han
evaporado miles de millones y de manera legal bastantes más, que han ido a
parar ¿a dónde?, ¿a quién?
No
menos lucrativos son los cargos en las comunidades autónomas, diputaciones
provinciales, diputaciones forales y ayuntamientos con sus plantillas atestadas
de funcionarios y neo-funcionarios provenientes de los partidos políticos. Con
los negocios correspondientes: compra de insumos a los amigos a precios
“especiales”, servicios auxiliares para la recogida de basura, actividades
culturales con grupos y actuantes afines, recalificación de terrenos a tanto el
metro cuadrado, permisos de obra al 3%, etc., todo ello con horarios de trabajo
como los de los sindicatos.
Zapatero
pagó los servicios prestados al movimiento feminista, a las feministas y a los
feministos (perdón por la broma), con la Ley de Violencia de Género de 2005,
que en su supuesto objetivo, evitar los asesinatos de mujeres, está siendo no
sólo nula sino contraproducente pero en lo de otorgar empleos bien pagados a
activistas, fanáticas/os y feminazis ha funcionado de maravilla. Ya se habla de
la “industria del género”, de la que se benefician, ¿cuántos?, ¿30.000
personas?, ¿más? Así se ha montado una Sección Femenina bis, que está siendo mantenida
con las cuantiosas inversiones del PP y de la UE.
El
ímpetu “antiimperialista” de la izquierda se manifiesta también en la forma de
más y más fondos entrando en sus bolsillos. Hoy el racismo antiblanco es
necesario para el capitalismo globalizado y la izquierda, cuya concepción
ideológica básica ha sido siempre racista, es su principal centro emisor. Las
embajadas de los países “antiimperialistas” (Cuba, Venezuela, Bolivia, etc.)
entregan fondos a la izquierda. Gracias a ello un intelectual orgánico de
Podemos ha logrado amasar una bonita suma de casi medio millón de euros. Asunto
aparte son los teofascismo petroleros musulmanes, Iran y sobre todo Arabia de
los Saud. Esta última ha estado subsidiando a todos, a los grupos neonazis, la
familia Borbón, los intelectuales e historiadores enamorados de al Ándalus, las
mezquitas fascistas y, por supuesto, a los gerifaltes de la izquierda. De ello
mucho podría hablar Julio Anguita, el “ético” y “moral” jefe comunista. En el
caso de Podemos su dependencia financiera del Iran totalitario es conocida. De
los petrodólares resulta un entusiasmo izquierdista por el islam, que nos
obliga a elegir, como futuro régimen y
sistema de gobierno para los pueblos europeos, entre el del EI, el de Arabia de
los Saud, el de la “revolución islámica” de Iran o el de la Turquía de Recep T.
Erdogan, que es toda la variedad política que permite la religión musulmana. O sea,
entre el nazismo más criminal y la extrema derecha.
Están,
también, las subvenciones estatales a los partidos políticos, nada desdeñables,
sin olvidar las Fundaciones institucionales y las empresas del capitalismo de
Estado (varios miles), que al mismo tiempo que explotan sin contemplaciones a
sus trabajadores sirven para que los jefes de la izquierda (y de la derecha)
coloquen muy ventajosamente a sus camaradas, familiares y amigos, en general
para cobrar sin trabajar. No hay que olvidar tampoco a la gran empresa privada,
con sus Fundaciones, por ejemplo la Rockefeller, tan generosa con el feminismo
y “las políticas de género”, ni a multimillonarios benefactores como George
Soros, habitual financiador de grupos, corrientes, tendencias y sujetos de la
izquierda más “audaz”.
Si
nos adentramos en el terreno de la ilegalidad explícita está el caso de la
familia Pujol Ferrusola en Cataluña, tendenciosamente presentada por el poder
mediático. No se trata solamente de que un grupo familiar se haya quedado con,
probablemente, miles de millones de euros a través de formas muy vulgares de
venalidad y corrupción, sino que en la operación ha intervenido,
necesariamente, el cogollo de la clase política catalana, toda ella, la
izquierda igual que la derecha. Por tanto, no puede entenderse el ascenso de la
CUP, el chico de los recados del “independentismo” catalán españolista, sin esa
colosal riada de dinero, ni tampoco la hipócrita fatuidad de ERC, el partido
español para catalanes por antonomasia. En la corrupción política se suele
operar mitad y mitad, en un reparto equitativo entre quien lo efectúa, que se
lo embolsa para sí, y la formación política y sindical que lo ampara. Lo mismo
cabe decir de los ERE de Andalucía, que lejos de ser obra exclusiva de los dirigentes
del PSOE ha sido una operación en comandita, con todas las jefaturas de la
izquierda participando, IU en primera fila. Luego está la corrupción de baja
intensidad, que es infinita y que tiene en los ayuntamientos su espacio
privilegiado, aunque también se manifiesta en la universidad.
El
soborno legal de los políticos y la corrupción ilegal son inherentes al
sistema. Nada más ingenuo, o más bufo, o más bobo, que pretender un régimen de
dictadura partitocrática sin corrupción. En la política institucional todos son
corruptos, todos. Unos llegan a ella porque la consideran un comedero fácil e
impune, y otros se hacen corruptos al poco de llegar. Sólo un 1% son gente
honrada, y estos dimiten de sus cargos y salen huyendo más temprano que tarde.
Por tanto, la meta realista no es limpiar al actual sistema de corrupción, lo que
es absolutamente imposible, sino crear un orden político en que la corrupción
no pueda darse, en la que no haya políticos profesionales, ni cargos
remunerados ni, por tanto, aparato de estado y gobierno. La revolución es la
meta, no un mentirosamente utópico orden actual sin corrupción. Podemos lo
prometió y ya vemos lo qué está haciendo, que es todo lo que se puede hacer
dentro del sistema. En su oposición a la casta ha creado ya la neo-casta, más
ansiosa aún si cabe de dinero y poder que aquélla. La diferencia entre una y
otra es lo que va entre Ramón Espinar padre, del PSOE, y Ramón Espinar hijo, de
Podemos. En un par de años los poderes del Estado y la patronal harán llegar al
gobierno a este partido y desde él dejará en mantillas a los muy movidos años
de Felipe González y Alfonso Guerra.
Hay
cinco componentes de la cosmovisión e ideología de la izquierda que explican la
naturaleza sustantivamente venal, monetizada, prostituida y codiciosa de sus
jefes y sus jefas. Uno es el hedonismo, del que se jactan, y puesto que tal hoy
en concreto se manifiesta como consumo y dilapidación, necesitan mucho dinero
para mantenerlo. Llama la atención que las enormes sumas de fondos que desde
muy variados orígenes llegan a los jefes izquierdistas casi nunca culminan en proyectos
inversores productivos, yendo al goce, al consumo. La conclusión es que la
izquierda promueve un tipo de capitalismo del todo parasitario, incapaz de
crear valor, meramente despilfarrador, lo que concuerda con el capitalismo de
Estado, que siempre tiene tras de sí al aparato tributario y no depende del
propio beneficio, por tanto, del propio esfuerzo. Su hedonismo les lastra y
limita definitivamente, haciéndose algo así como una nueva aristocracia, aunque
cutre y sin gracia ninguna, al estilo de la del Antiguo Régimen. Está, unido a
esto, su odio al trabajo, no sólo al trabajo asalariado (que no quieren para ellos
pero sí para los otros, sus explotados, servidores y criados) sino a todo
esfuerzo creador, pues la vida ha de ser, según sus abracadabrantes manuales de
uso, un divertirse y disfrutar y gozar. En consecuencia, necesitan de otros que
trabajen para ellos, haciéndose así explotadores puros y cancerberos temibles.
Su
tercer rasgo definitorio es la inmoralidad. Se mofan de la moral, a la que
tildan de “burguesa”, cuando no de “clerical”, lo que les permite obrar y
actuar desde un maquiavelismo confeso, funcional a veces y disfuncional las
más. Por tanto, al carecer de criterios morales y de un sistema de valores con
el que orientar sus vidas no tienen otra referencia que la voluntad de poder,
que en términos económicos les induce una codicia inextinguible, lo que les
lleva a servir sin titubear a quien les pague, el Estado, la patronal, el
fascismo musulmán, el gran capital estatal-privado chavista, Soros, etc. En sus
actividades políticas la inmoralidad, que justifican doctrinalmente (o, mejor,
justificaban, pues la izquierda, en su decadencia actual, ya no tiene un cuerpo
doctrinal ni intelectuales capaces de crearlo), les hace corruptos compulsivos,
saqueadores frenéticos de los fondos estatales… que se dejan saquear a gusto
para tener a tales demagogos activistas a su servicio.
El
cuarto elemento definitorio es su culto por el dinero. Los jerarcas de la
izquierda no hablan de otra cuestión que no sea dinero. Todo se resuelve con
dinero. Dinero es lo que prometen a la plebe embrutecida que les vota y nada
fuera del dinero tiene valor ni eficacia. Son más burgueses y más capitalistas
que la misma burguesía y el mismo capitalismo realmente existente, y su meta es
crear la sociedad mega-capitalista perfecta, o sea, el infierno realizado. El
quinto es su odio a la revolución, de la que son los enemigos más feroces.
Están siendo cubiertos literalmente de dinero por el sistema para, en primer
lugar, combatir la revolución. Eso ya lo comprendió Orwell, que vio en los
partidos comunistas la expresión del peor totalitarismo, indistinguible del
nazi-fascista-falangista, la fuerza anti-revolucionaria por excelencia. Para
eso ha sido creado Podemos por los poderes fácticos, para impedir que el auge
de la acción popular que se inició con el 15-M pudiera llegar a crear problemas
graves al sistema de dominación. Para eso permite y también alienta que los
Espinar de turno efectúen lucrativos “pelotazos”.
Ellos,
los jerarcas masculinos y femeninos de la izquierda, se ensañan con los
revolucionarios, con quienes trabajamos para una sociedad sin ente estatal ni
clase empresarial, con libertad, democracia verdadera, gobierno por asambleas,
moralidad, valores, autorrealización del individuo, espiritualidad y recuperación
de la naturaleza, con universalismo, integración de todas las razas, todos los
sexos y todas las tendencias sexuales (pero no todas las clases sociales) en un
todo afectuoso aunque complejo, al que llamamos pueblo.
Ellos
son nuestros perseguidores: censuras, calumnias, exclusión, amenazas y lo que
vendrá. Dado que no tienen argumentos, porque el ansia de dinero domina sus
mentes al ciento por cierto, no pueden hacer otra cosa. Saben que en un debate
abierto no tienen nada que hacer, que su espacio son los programas
aleccionadores y exclusivistas de la telebasura y, en consecuencia, allí se
refugian. Pero lo cierto es que día tras día pierden credibilidad, apoyos…
mientras la idea e ideal de revolución lo ganan. Ellos son el pasado mientras
que la revolución es el futuro.
Intervención de Félix Rodrigo Mora: 1h04m025s
Respuesta de Ramón Espinar: 1h14m35s
Intervención de Félix:
Respuesta de Ramón Espinar: