miércoles, 23 de noviembre de 2016

6 de diciembre de 2016 CONSTITUCIÓN, DICTADURA Y REVOLUCIÓN (Parte Primera)

       Un año más los jerarcas del actual régimen de dictadura se disponen a celebrar el Día de la Constitución española, impuesta por el miedo, la demagogia, el embuste, el soborno y la farsa politiquera en 1978. Han pasado 38 años en los que el pueblo ha sufrido un sistema de privación de las libertades políticas reales, a la vez que se le ha sometido a un violación psíquica continuada para obligarle a creer que tan ignominioso texto político-jurídico establece un sistema de “libertad y democracia”.

         Con ella el pueblo ha sido reducido a una masa no-libre manejada por los altos cuerpos de funcionarios de los Ministerios, los mandos militares y policiales, los poderes mediáticos, los aparatos escolares y universitarios, los políticos profesionales de derecha e izquierda y los capitostes de Bruselas a sueldo de imperialismo alemán.

         Se han celebrado numerosas elecciones, todas paródicas y fraudulentas, pues su esencia está en la conculcación de la más básica de las libertades, la de conciencia, que es la que hace al ser humano sujeto político. Sin libertad de expresión, dado que hoy todo es aleccionamiento, adoctrinamiento y amaestramiento, no pueden formarse en el interior de la persona opiniones políticas auténticas, propias, válidas, de manera que cada acto electoral bajo el régimen actual es el modo como los tiranos y dictadores se hacen legitimar por un pueblo rebajado a plebe.

         Así la libertad política está por conquistar.

         La actual Constitución, igual que todas las que la han precedido, comenzando por la infame primera, la de 1812, e igual que todas las que la seguirán (si ello llega a suceder), legitiman y organizan la dictadura del aparato estatal, en primer lugar del ejército, a la vez que mantienen en una situación cada vez más privilegiada al gran capitalismo, que día a día y en alianza con el Estado  va despojando de sus bienes, propiedades y ahorros a las clases medias y a las clases asalariadas.

         Los hechos prueban que el parlamentarismo, todo parlamentarismo, y todo régimen constitucional, cualquiera de ellos, monárquico o republicano, de derechas o de izquierdas, de ayer, hoy o mañana, es el dominio político de muy reducidas minorías mandantes todopoderosas, estatales y empresariales. El pueblo está privado de cualquier posibilidad de participación política real más allá de la acción combativa en la calle. Por tanto, la sociedad actual se ha de definir en primer lugar como una dictadura, una tiranía, un despotismo. Quienes la califican, por ejemplo, de sociedad de consumo se equivocan, pues el consumo es un hecho secundario al lado del más decisivo, la ausencia de libertad, la opresión, la dominación, el absolutismo estatal y plutocrático.

         El día 6 de diciembre, como todos los años, habrá “jornada de puertas abiertas” en el parlamento de Madrid, institución perversa y prostituida que cumple la función de hoja de parra ocultando la ausencia de libertades reales para la gente popular, el despotismo intolerable de los altos funcionarios, los jefes militares, las estrellas de la industria del espectáculo, los banqueros, los politicastros y los intelectuales a sueldo del poder constituido.

         Hay que denunciar el montaje del 6 de diciembre. Hay que situar el combate por la libertad política en el centro de nuestra actividad. Por la libertad de conciencia. Por la libertad de expresión, igual para todos, y no sólo para, pongamos por caso, los lacayos del statu quo que desde La Sexta se desgañitan defendiendo el actual régimen de dictadura mientras hacen frases demagógicas sobre “derechos sociales”. La libertad es el primer y principal bien, aunque no es un derecho sino una conquista, un logro revolucionario.

         Ahora, en vista del desgaste y repudio que está padeciendo la Constitución de 1978, debido a la resistencia y la denuncia popular, se proponen o sustituirla por otra o reformarla. Para efectuar la primera operación están dispuestos a iniciar incluso un “proceso constituyente”, esto es, una intervención política que redacte, imponga al pueblo y promulgue un nuevo texto constitucional. Éste sólo puede tener un significado, mejorar el actual régimen de dictadura política, hacerlo todavía más insidioso, maquiavélico y totalitario. Desde la Constitución de Cádiz, en 1812, hemos sufrido las promulgadas en 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 (esta republicana) y 1978, en total siete, y todas han sido la misma en esencia, aunque cada vez más refinadamente efectivas en su capacidad para someter, deshumanizar, servir a los ricos y dominar.

         Hagamos, pues, de estos días un tiempo de denuncia y acción combativa, pero sobre todo de lucha por la libertad política. Cada cual según sus posibilidades ha de manifestar su particular rechazo de la vigente tiranía con reivindicación de la libertad para participar en el gobierno político de la sociedad, por sí mismo y no por el procedimiento totalitario de los partidos políticos, de la partitocracia, ilimitadamente codiciosa, venal y corrupta toda ella, la vieja y la nueva, la casta y la neo-casta, la españolista y la “independentista” periférica.
(Continuará)

lunes, 21 de noviembre de 2016

MI INTERVENCIÓN EN “IRUÑA-VELEIA ETA KRISTAUTASUNA/IRUÑA-VELEIA Y EL CRISTIANISMO”

 
        Organizado por Euskeraren Jatorria, el 19 de noviembre de 2016 ha tenido lugar en Vitoria-Gasteiz un ciclo de diez conferencias, además de un debate al final del día, sobre el cristianismo de los primeros siglos, su presencia en la ciudad romano-vascona de Iruña-Veleia y los grafitos, textos y dibujos allí localizados, una parte de ellos en euskera, lo que los convierte en las manifestaciones escritas más antiguas de la lengua milenaria de los vascos.

         Como es sabido, se han encontrado inscripciones y grabados de contenido cristiano del siglo III en adelante en euskera y en latín. Posteriormente, una tan incomprensible como intolerable intervención de las autoridades declaró que lo hallado eran falsificaciones, manteniéndolo judicialmente secuestrado, y además pide pena de cárcel para el equipo que, cuando aparecieron, dirigía los trabajos de excavación en la vieja Veleia. Hoy, ocho años después, aún no ha tenido lugar el juicio pero sí se han realizado, por orden de esas mismas autoridad, sospechosos trabajos de intervenciones expeditivas con maquinaria en el yacimiento...

         Tales cacicadas, una agresión dolorosa e inaceptable a la historia del pueblo vasco y de su lengua, están suscitando una creciente resistencia popular y la actividad de Euskeraren Jatorria, así como de otras asociaciones y personas, lo manifiesta.

         El título de la ponencia escrita que presenté es “Revolución bagauda y arte medieval. Visita guiada al templo de San Prudencio de Armentia”. Mi contribución consistió en guiar una visita a esta magnífica realización del románico de los siglos XII y XIII, situada en lo que es hoy un barrio de Vitoria-Gasteiz, Armentia.

lunes, 14 de noviembre de 2016

LOS SAUD DE ARABIA ENEMIGOS FUNDAMENTALES DE LA LIBERTAD DE LOS PUEBLOS DEL MUNDO

        El rey de España ha cancelado su viaje a Arabia de los Saud. La causa verdadera ha sido el fuerte rechazo que había suscitado por muchos motivos, entre ellos el conocimiento de que los Saud, probablemente la familia más rica del planeta hoy[1], financian las operaciones de terror que lleva adelante el islamofascismo en todo el orbe, también en Europa, lo que es expresión del militarismo, expansionismo e imperialismo musulmán histórico que aquéllos alientan ahora en su propio beneficio. Cuando los Borbón no se han atrevido a visitar a quienes les llevan decenios suministrando fondos hemos ganado una batalla por la libertad.

         Arabia es hoy propiedad de una familia, los Saud, que han añadido su nombre al del país para manifestar que es su pertenencia, algo portentoso, pues aquélla es del pueblo árabe y no de unos grandes capitalistas que prosperan a la sombra del imperialismo occidental. Es como si nuestro país se llamase España Borbónica…

         El régimen político saudí es una teocracia gran-burguesa y empresarial multinacional. En él no existe ninguna libertad, ni verdadera ni formal. No hay en absoluto libertad de conciencia, pues todos son obligados a ser musulmanes. La libertad de expresión es cero, igual que la de asociación y reunión. Las prerrogativas individuales naturales no son respetadas, siendo un Estado policial terrorista. Soporta una completa ausencia, por tanto, de libertad política (el árabe medio está excluido de cualquier participación, siquiera sea nominal, en la vida política) y libertad civil. Padece el peor patriarcado de la historia de la humanidad. No existen las más elementales garantías procesales, y la gente es caprichosamente encarcelada, torturada y ejecutada, estando a merced de la terrorífica policía religiosa musulmana. Nadie puede oponerse a la familia Saud ni a las injusticias del régimen teofascista. El clero islámico lo domina todo, no habiendo ni tan sólo alguna división de poderes. Las demás religiones están prohibidas a la vez que los ateos y agnósticos son asesinados. Lo mismo los homosexuales, siendo incluso más perseguida la libertad erótica heterosexual. La numerosa población inmigrante es sometida a un régimen de desprecio racista y violencia cotidiana. Su política exterior se fundamenta en dos componentes, comprar a todos con los petrodólares y alentar las peores formas de violencia religiosa. A la vez, la familia Saud (unas 10.000 personas), lleva una vida de bacanal, dentro y fuera de Arabia, con consumo habitual de alcohol, drogas, manejo de prostitutas, etc. Lo más significativo es que hasta hace muy poco las potencias occidentales habían establecido la prohibición de criticar a los Saud y discrepar del islam. Ahora ya no, o mucho menos…

         Se dice que es “una monarquía absoluta” pero ¡qué más quisiera el pueblo árabe que fuera así! Tampoco es un régimen “medieval”, entre otros motivos porque existe sólo desde 1932 cuando fue creado por los ingleses, que hicieron de los Saud, unos bandoleros del desierto, sus representantes en Arabia. Además, sus miembros han estudiado en universidades occidentales, acumulan numerosos títulos y diplomas, utilizan la tecnología más vanguardista, hablan en inglés entre ellos y nada en absoluto tienen de “medievales”, salvo en lo folklórico. Es un régimen neo-fascista ultra-moderno, tecnocrático, empresarial, bancario y productivista, de base clerical y religiosa, que resulta jurídica y políticamente indiferenciable del de Franco, salvo en que es más brutal, oscurantista, arbitrario y opresivo. Su fundamento es el mega-capitalismo financiero surgido del petróleo. Los Saud disponen ya de varios fondos de inversiones situados entre los más grandes del planeta y están preparando otro más, éste con dos billones de dólares de capital, que será, con mucho, el mayor existente, lo que les convertirá en fuerza empresarial decisiva a nivel mundial. Así, islam y capitalismo mundializado se unifican.

Comencemos por el principio. El 14 de febrero de 1945 en el barco de guerra de EEUU “USS Quincy” se entrevistan el rey de Arabia, Abdul Aziz, una criatura del colonialismo inglés, y el presidente estadounidense F. D. Roosevelt. No se hizo una declaración sobre lo acordado pero se puede conocer a partir de los hechos posteriores. En esa fase final de la II Guerra Mundial la preocupación cardinal del imperialismo yanki era impedir la oleada de revoluciones y probables triunfos del comunismo que se anunciaban en la ya inminente derrota de las potencias del Eje, Alemania, Italia y Japón. Para asegurar el dominio occidental en los países de religión musulmana, donde había entonces poderosos partidos comunistas y organizaciones antiimperialistas, los EEUU entregaron a los Saud el poder económico inmenso que otorga el petróleo (aunque compartido con las compañías occidentales) a cambio de que actuasen como fuerza anti-revolucionaria pro-occidental con su religión como fundamento. Tal es el origen del emporio actual de los petrodólares.

Los estadounidenses conocían cabalmente los muchos servicios que habían proporcionado el clero musulmán y el islam a Occidente desde hacía siglos. Sabían que Franco había ganado la guerra civil sobre todo gracias a la oligarquía musulmana clerical norteafricana y buscaban relanzar esta estrategia[2], expandiéndola por todo el planeta, con fines anticomunistas y neo-fascistas. De esa manera, los Saud, que eran unos reyezuelos insignificantes, gracias al petróleo se hicieron una potencia mundial que usaron, entre otras muchas metas liberticidas, para sostener al franquismo en el plano internacional. Su función era reorganizar la religión musulmana, sacarla de su estado de postración y semi-liquidación para convertirla en una fuerza de choque en la “guerra fría”, haciendo que se sometiera en todo lo importante a EEUU. De ese modo el islam se hizo religión oficiosa, o de facto, del imperialismo occidental.

Durante un tiempo, debido a que el precio del petróleo era bajo, el poder de los Saud, por tanto, del clero musulmán a escala planetaria, fue reducido. Esto cambió en 1973, cuando aprovecharon la guerra entre los Estados árabes y la entidad sionista para elevarlo bruscamente, agitando demagógicas consignas, enteramente falsas, “antiimperialistas” y “antisionistas”. La causa real estribaba en que para esa fecha EEUU era derrotado en Vietnam, esto es, estaba perdiendo la guerra global contra la Unión Soviética, lo que exigía otorgar más fondos a los aliados-subordinados musulmanes para que los usaran con fines anticomunistas. De ahí resultó la acción conjunta en Afganistán a partir de 1979, que asestó el golpe de gracia al imperialismo soviético, ya previamente agonizante. Para entonces el islam había proporcionado a Occidente servicios decisivos, como la represión genocida del comunismo en Indonesia en los años 60 del siglo pasado, y luego, en 1979-1982 sobre todo, las aterradoras matanzas de trabajadores comunistas y revolucionarios que efectuó en Irán la “revolución islámica”, por citar sólo los dos casos más conocidos pues hubo muchos más.

Vencedor en Afganistán, el bloque islam-EEUU entró en una fase nueva. Por un lado estaba la descomunal acumulación de capital monetario que había tenido lugar en Arabia y otros mini-Estados próximos, lo que hacía pensable un nuevo imperio mundial del islam, esta vez financiero. Por otro lado, en parte supuesta y en parte real, decadencia y desintegración de EEUU, lo que llevaba a algunos prebostes saudíes a acariciar la fantasía de que podrían derrotarlo, igual que habían hecho con el imperialismo comunista en Afganistán, elevándose a la categoría de primera potencia planetaria.

De ahí resulta el 11-S, en 2001. Al parecer, no fue la totalidad de la clase alta de Arabia, de los Saud, sino una parte de ella la que planea y realiza el ataque, un acto aventurero pasmoso por el cual probablemente los Saud terminen derrocados a unos pocos años vista.  Habían llegado a tener muchísimo poder con los cientos de miles de millones de dólares y con la pretendida adhesión de los 1.500 millones de musulmanes existentes (aunque éstos se han manifestado siempre cautos y refractarios, pues se saben carne de cañón de sus dominadores teócratas, de manera que las llamadas a la “guerra santa” sólo han sido respondidas por minorías insignificantes), y se creyeron dueños de la situación.

La respuesta de EEUU a esta rencilla entre hermanos enemigos fue inicialmente cobarde y lenta. Al publicar el informe oficial sobre los actos de terror del 11-S declara secretas las páginas en que se describe la responsabilidad de los Saud en la matanza. Con todo, EEUU comprende que tiene por aliado a un grupo extremadamente violento y fanático, y que ha de irle restando poder económico, político y estratégico. Para ello organiza la guerra contra Irak en 2003, derrocando a los suníes en el poder y poniendo a los chiíes, en lo que es una confluencia con Irán, el adversario secular de Arabia, haciéndose además con el control directo del petróleo de este país. Pero sobre todo, se encamina a desmontar el descomunal poder de los Saud en el terreno monetario. Para ello logra la autosuficiencia petrolera, se sirve del crudo iraquí, promueve en todo el mundo las energías renovables, el carbón, los biocombustibles, las nucleares, etc., de manera que los Saud ven caer el precio del petróleo, y con él sus ingresos. Para 2015 tiene por primera vez una fuerte deuda estatal, lo que se repetirá en 2016. Los EEUU les han organizado una guerra en Yemen al azuzar en secreto a los chiíes huthíes, que les está causando muchos gastos extra, además de bastante bajas: es su venganza por el 11-S. Finalmente, suscribe una alianza global con Irán, que ha provocado gran inquietud entre los Saud. Su Estado de bienestar cada vez tiene menos recursos y el descontento crece en el interior de Arabia por lo que, probablemente, el destino de los Saud será similar al de Gadafi. Con su desplome el islam padecerá una crisis colosal, inmensa. Lo dice el refrán: quien a hierro mata a hierro muere. El 11-S fue más que un grave desacierto del análisis estratégico, una locura de gentes endiosadas… que están ahora pagando. Y lo que queda por venir.

Es ahí donde debe situarse la suspensión de la visita de Felipe VI a los Saud[3]. Tras años y años de estar todos de rodillas delante de ellos, se produce un cambio de tendencia. Incluso los jefes de la izquierda española se han lanzado a criticar a los Saud, algo impensable hace sólo un quinquenio, y que se explica porque ya no les llegan los petrodólares con los que fueron comprados -literalmente- en el pasado. Igual acontece con los intelectuales progresistas, entregados a la sempiterna loa del islam y de al Ándalus para atrapar las bonificaciones de los saudíes[4], que ahora de manera súbita descubren que ésas no llegan, y que además la línea de EEUU está cambiando en esta cuestión…

Un asunto que tiene asimismo significación estratégica es el del ciudadano árabe Raif Badawi, condenado en 2014 a recibir mil latigazos (o sea, a morir a golpes de rebenque), acusado de haber “insultado al Islam”. Pero los Saud no se han atrevido a ejecutar el total de la sentencia, aunque mantienen a Badawi encarcelado, lo que es un signo de debilidad. Aquél, en su libro “1.000 latigazos porque me atreví a hablar libremente”, consuma una inculpación formidable del clero islámico, al que considera responsable de la situación de tiranía extrema que padece el pueblo árabe. En torno a este asunto, y a otros, se está constituyendo una oposición al teofascismo saudí que en su momento ocasionará un vuelco político.

La actual posición de EEUU y la UE sobre Arabia de los Saud es todavía ambigua, aunque evoluciona hacia un creciente distanciamiento. Aún sigue pesando mucho el pacto suscrito entre EEUU y el islam en el “USS Quincy”, si bien la violencia extrema de su aliado, y su descomunal codicia financiera e inversora, les distancia. El imperialismo de Occidente sigue necesitando al islam, del que los Saud son la cabeza visible, para tres grandes tareas estratégicas: 1) controlar a las masas en los países donde es la religión del Estado, 2) islamizar a la UE, como la forma más efectiva de llevarla hacia políticas de extrema derecha, 3) competir con China en el plano global, tarea que Occidente no puede efectuar únicamente con sus propias fuerzas. Por tanto, no se decide a romper del todo, al menos por el momento, aunque sí a rebajar los humos a su compadre. Si la arrogancia e insania extremas de los Saud continúan es probable que Occidente prescinda de ellos, pues son sólo su instrumento, promoviendo un cambio de régimen en Arabia. En esto contará mucho la acción popular mundial, de movilización y denuncia contra el teofascismo, sus publicistas locales (por ejemplo, los devotos de al Ándalus), sus inversiones y, sobre todo, sus agentes del terror. Durante años Amnistía Internacional ha denunciado en solitario las violaciones atroces de los derechos individuales y colectivos que han estado cometiendo los Saud pero ahora hay cada vez más voces críticas.

La respuesta del clan de los Saud a la ofensiva económica de EEUU, que alcanzará su cénit en los próximos años, cuando el petróleo iraní llegue en grandes cantidades a los mercados, ha sido el programa “Visión Saudí 2030”, dirigido a reorganizar su economía en las nuevas circunstancias. Pero sus resultados probablemente sean escasos. La economía de Arabia es la de un país exportador de materias primas, crudo y gas, con un enorme sector financiero y un muy débil aparato productivo, industrial y agrícola. En su contra tiene la completa falta de libertad, que ha originado una degradación enorme de la calidad media de las personas[5], así como el descomunal peso del fanatismo religioso, todo lo cual es difícilmente compatible con un proyecto económico exitoso, como denuncia Badawi. Además, gasta enormes sumas en propagar por todo el mundo la religión musulmana, edificar mezquitas, pagar conversiones, etc., dispendios que ya no puede mantener al nivel que en el pasado[6]. Es, asimismo, un régimen militarista.

En 2011 sus gastos militares fueron el 9,3% del PNB, muy por encima de los de Estados Unidos, 3,8%, Rusia, 4,1%, o Alemania, 1,4%. Sólo es superado por Omán, otro de los Estados musulmanes sustentado en los petrodólares, que alcanza el 11,3%. Dado que el islam otorga a la violencia una función desmedida en la vida social, se comprende que el aparato militar y policial de los países islámicos sea más que excesivo, lo cual contribuye a dañar su economía y a empobrecer a sus clases populares. Si aquel proyecto, “Visión Saudí 2030”, no da los resultados esperados los Saud estarán en una situación delicada. A ello contribuye bastante la asombrosamente desigual distribución de la riqueza que hay en Arabia, con una minoría riquísima, los Saud y sus patrocinados, y unas masas que sobreviven con limosnas del Estado.

Esto es un rasgo estructural de todos los países de religión musulmana, en los que existe un abismo enorme, al parecer el mayor del planeta, entre pudientes y trabajadores, entre ricos y pobres, estado de cosas que impide que el clero islámico tenga credibilidad suficiente, máxime allí donde no hay recursos petroleros ni, por tanto, beneficencia estatal “redistribuidora”, lo que le obliga a usar la violencia diaria contra sus poblaciones como principal herramienta de acción política, por ejemplo, obligando a la gente a palos y a estacazos a entrar en las mezquitas, hecho habitual en Arabia. Esa limitada capacidad movilizadora de la clerecía musulmana ha sido observada por Occidente, hoy un tanto decepcionado. La llegada de D. Trump a la presidencia de EEUU será, seguramente, la ocasión para introducir virajes estratégicos de importancia en la relación con los Saud y el islam.

En política exterior el islam le viene muy bien a EEUU y sus colegas europeos para realizar determinadas estrategias regionales. Es el caso del Estado Islámico de Irak y Siria, hijo de ellos dos y los Saud. Sus objetivos fueron frustrar con el fascismo islámico la revolución popular en Siria, atacar la lucha de los kurdos por su emancipación, golpear al régimen de al Asad para forzar a su protector, Irán, a ceder (como así ha sido) y desgastar a su rival, Rusia, en una conflagración regional. En consecuencia, los planificadores estratégicos de EEUU no se deciden a desprenderse de los Saud, sin los cuales no pueden manejar lo bastante al islam según sus necesidades.

No obstante, los indicios de que está ganando adeptos la opción de replantearse el acuerdo ente Occidente y el islam de 1945 son cada vez más numerosos, estado de ánimo que también se manifiesta como oposición creciente, no sólo popular sino entre las elites gobernantes, a la islamización de Europa. Los prebostes de la vieja escuela, Henry Kissinger por ejemplo, persisten en otorgar al islam el rango de potencia planetaria, en su libro “Orden mundial”, pero los planificadores más jóvenes no encuentran motivos para ser tan generosos, teniendo en cuenta los, con todo, reducidos resultados ofrecidos por el aliado así como su extrema agresividad, maquiavelismo y codicia.

Lo que hagan las elites de unos y otros no es cosa nuestra pero sí lo que hagan las clases populares. Éstas tienen que redoblar la lucha por la libertad para todos, en primer lugar por la libertad de conciencia y la libertad de expresión, sin restricciones penales (aunque manteniendo los apropiados límites morales autoimpuestos) y conforme al principio de que “la palabra no delinque”. El teofascismo no podrá resistir a la libertad de expresión. Su extremismo represivo y violento es una prueba de ello, una consecuencia más de su enorme debilidad argumental.


[1] Craig Unger, en el bien documentado “Los Bush y los Saud. La relación secreta entre las dos dinastías más poderosas del mundo”, aduce que los jerarcas saudíes son la familia “más rica del mundo”. Forman un conglomerado empresarial que se fundamenta en el petróleo, se sirve de la religión islámica, exporta capitales a todos los países y utiliza el terror religioso para ampliar su estatuto como potencia neo-imperialista, ganar  espacios de influencia, chantajear a sus competidores, asegurarse áreas de inversión de sus capitales, etc. Muestra que los Bush, en contra de lo que exponen gentes crónicamente mal informadas, estuvieron empresarialmente subordinados al gran capitalismo musulmán, del que ya dependían cuando ocuparon la presidencia de EEUU.
[2] Hay unas fundamentales declaraciones de Abd el-Krim, el héroe de la lucha contra el colonialismo español y francés en Marruecos en los años 20 del siglo pasado, derrotado en 1926 por la acción militar conjunta de esas dos potencias. Arguye que “la principal razón de mi fracaso se debió al fanatismo religioso”. Citado en “Los árabes. Del imperio otomano a la actualidad”, Eugene Rogan. En efecto, fueron el clero islámico y las cofradías musulmanas las que se aliaron con el imperialismo español y francés, provocando su derrota. Esas mismas fuerzas religiosas se unieron luego a Franco para proporcionarle los 100.000 combatientes musulmanes que permitieron al fascismo español ganar la guerra civil. Puesto que los partidarios de Abd el-Krim rechazaron, como es de sentido común, la recluta de 1936-1939 a favor del franquismo fueron perseguidos y a veces asesinados por el tándem clero islámico-falangistas. La clerecía musulmana en Marruecos fue, por tanto, una fuerza entregada a traicionar la lucha de su propio pueblo por la libertad, contra el colonialismo, haciéndose un elemento determinante de la presencia e influencia de Occidente. Y así sigue en todas partes, con alguna escasa excepción, aunque lo disimule con inflamada retórica “antioccidental”. Para la alianza entre el islam y los falangistas en Marruecos  en los años 30 del pasado siglo consultar el capítulo sobre el colonialismo español en mi libro  “Investigación sobre la II república española, 1931-1936”.


[3] Un anuncio del cambio de los tiempos es que la revista Política Exterior, próxima al Ministerio de Asuntos Exteriores de España, publicase un virulento alegato contra el régimen saudí, “Petróleo y derechos humanos en el reino”, J. Martín, julio-agosto 2015, algo imposible hace unos pocos años. Más grave es aún que los familiares de los asesinados el 11-S  hayan presentado un pleito al gobierno de Arabia que incluye el pago de indemnizaciones billonarias, asunto que en su desenvolvimiento situará todavía más a la defensiva a los Saud. El flujo notable de estudios y libros que van desmontado los embustes y fabulaciones islamófilas sobre al Ándalus, que se  está dado desde hace muy poco, es otra expresión del creciente enfrentamiento estratégico entre los antiguos colegas.

[4] En el pasado inmediato Arabia Saudí financiaba a todas las fuerzas políticas, intelectuales y culturales en un enfebrecido proyecto de comprar y corromper a todos. La izquierda, desfondada la Unión Soviética en 1989, pasó a subsistir del maná saudí, entre otros muchos. Éste llegaba también a los nazis autóctonos, como exponen Xavier Casals en “Neonazis en España” y Antonio Salas en “Diario de un skin. Un topo en el movimiento neonazi español”. Dado que Hitler fue un apasionado del islam se comprende que los Saud inviertan copiosas sumas en mantener al movimiento neonazi, pero es más difícil de inteligir que la izquierda, hoy cerradamente islamófila, acepte petrodólares cuando el islam ha sido pieza principal en la estrategia mundial que llevó a la derrota final del comunismo. Sólo el ilimitado afán de medrar y lucrarse de sus actuales jefes y jefas puede explicarlo.

[5] Un dato entre cientos que mide esa trituración planificada del sujeto, político-religiosa, en Arabia dominada por los Saud es que el porcentaje de diabéticos es el mayor del planeta, el 20% (España tiene el 7,7%), lo que manifiesta una degeneración física de la población que es expresión somática de su enorme degradación espiritual, por causa, como expone Badawi, del poder omnímodo y sin control del clero musulmán.

[6] Según Juan Rosell en “¿Y después del petróleo, qué?”, en 2000-2006 los Saud han recibido 750.000 millones dólares, una cantidad impresionante, de la que quizá un tercio ha sido gastada en promover el islam por todo el planeta. Esto está teniendo una manifestación inesperada, hacer a esa religión mucho más dependiente del dinero que de la conversión interior. Por eso su indudable avance en los últimos decenios probablemente no se pueda mantener ni proporcione resultados duraderos. Tantos gastos en religiosidad, además, han dificultado la modernización económica de Arabia, que sigue sin poseer una estructura industrial mínimamente efectiva, por lo que depende de las exportaciones desde Occidente, sobre todo en armamento, del que es el principal cliente de EEUU y uno de los principales de España.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Trump Vencedor LAS ELECCIONES EN EEUU Y EL FUTURO

          Contra todo pronóstico el chabacano Donald Trump ha derrotado a la feminista Hillary Clinton, Con ello se pone fin a la hegemonía de las religiones políticas, a la dictadura ideológica progre e izquierdista que se impuso a EEUU y a todo el planeta en los años 60 del pasado siglo. Esto es un importante cambio, tendencialmente positivo.

         En la campaña electoral ha sido llamativa la colosal masa de injurias, calumnias y manipulaciones periodísticas de sus formulaciones que ha padecido Trump, junto con el ilimitado apoyo a Clinton de “los mercados”, es decir, del gran capital, la industria del entretenimiento (Hollywood en bloque, cada día más senil y putrefacto), el poder mediático y el poder militar. Con la candidata ha estado, en efecto, el actual conglomerado de la reacción, constituido por el progresismo, el gran capitalismo mundializador, el aparato militar-policial, el feminismo, la izquierda, los intelectuales (o lo que de ellos sobrevive), los poderes mediáticos, los valedores de la islamización/fascistización de Occidente y el racismo negro. En España destaca la toma de posición a su favor de PRISA (muy subsidiada por el gobierno del PP) que, con su habitual estilo impositivo, ha titulado con “Un sí a Clinton” el editorial de El País en el día electoral. El diario La Vanguardia aún siendo menos explícito que su colega madrileño coincide en la consigna, lo mismo que las televisiones. Cuando han conocido la victoria de Trump se han lanzado a hacer textos y proclamas melodramáticas e incluso apocalípticas, más aptos para hacer reír que para hacer pensar.

         ¿Qué ha hecho Trump para tener enfrente a toda la caverna, él que es un reaccionario notorio? Lo que no le perdonan es que haya puesto sobre la mesa la política exterminacionista realizada contra los blancos pobres, mujeres y hombres, que está ejecutando desde hace mucho el bloque progresista-feminista-racista pro-negro. Trump quería vencer como fuera y supuso que apoyándose en dicho sector social, que puede alcanzar los 150 millones de personas, tendría asegurada la Casa Blanca, como así ha sido. Dado que la política del Estado de EEUU era exterminar a dicho grupo en silencio, como ha hecho con los pueblos indígenas, la no homologada y oportunista estrategia política de aquél le ha ganado el odio de las elites.

         No se puede ignorar que el poder, el poder del Estado sobre todo, es abstracto, por ser meramente poder, sin adherirse a una raza, un sexo, una ideología o una religión. Todo eso es adjetivo, mientras que el poder, como capacidad de mandar y hacerse obedecer, es sustantivo. Por eso se va sirviendo de diversos instrumentos, ayer unos y hoy otros, los que mejor le cuadran en cada momento, sin quedarse adherido a ninguno en concreto. Ayer fueron los varones blancos y hoy una combinación de feministas ricas, negros ricos y gentes ricas de otras etnias, además de varones y mujeres blancos no menos ricos y poderosos. Los recién llegados, de los que el aristócrata negro Obama es ejemplo, ocupan ya puestos decisivos del poder, e irán a más en los próximos años, pues Trump hará lo que le ordene el poder real, sobre todo el Estado, lo mismo que habría hecho Clinton, de ganar.

         El asunto viene de lejos. Ya son varios decenios de apalear y atormentar al grupo social perdedor, los blancos pobres, en realidad la clase trabajadora tradicional, con los conocidos sambenitos aniquiladores, “racistas”, “machistas”, “xenófobos”, “islamófobos”, “homófobos”, “fascistas”…, repetidos por todos los medios de comunicación (y por la jauría activista, financiada desde el Estado y la patronal) un número enorme de veces cada día. Esta operación de linchamiento, de una crueldad escalofriante, tiene una naturaleza exterminacionista, como se prueba en que el índice de suicidios de los blancos sea hasta 3 veces superior al de los negros. Y en sus dramáticos índices de alcoholismo, drogadicción tabaquismo, bulimia, medicalización, etc., que hace que su esperanza de vida se esté desplomando. No hay nada nuevo en esto, pues es una repetición, actualizada y perfeccionada, de lo realizado con los pueblos indios de EEUU desde finales del siglo XIX. Si a eso se une la destrucción de sus condiciones de vida, en este caso, la industria levantada en 1940-1970, todo lo que está aconteciendo se explica bastante bien. El elemento agente de la aniquilación, de los genocidios, es en ambos casos el mismo, el progresismo burgués y sus derivaciones sexistas y racistas.

         Pero ese gran sector social malquisto, desechado y condenado por el nuevo poder estatal USA se resiste, poco pero algo,  a ser exterminado lo que llamó la atención de un aventurero de la política llamado Donald Trump. Por eso en estas elecciones se enfrentaron una feminista, que ha dedicado su vida profesional como abogada a servir a la gran empresa, y un multimillonario, ambos deplorables.

         Significativo es el muy endeble tirón electoral de Hillary Clinton, la primera mujer candidata a presidenta de EEUU. No se debe sólo a la inquietante y desagradable estructura de su personalidad sino, en primer lugar, a la formidable erosión y desenmascaramiento que está sufriendo el feminismo en todos los países. Su dependencia del gran capital, sometimiento a los aparatos militares, emergencia por doquier de féminas malévolas con poder (Ángela Merkel, etc.) y agresividad totalitaria (de ahí el remoquete de feminazis) le han puesto en evidencia. Pero sobre todo su letalidad para las mujeres de las clases modestas, que perciben una ideología del poder, ajena y hostil, que las agrede, las violenta, busca destruirlas en tanto que féminas con mismidad y autonomía. Por eso ya nadie, o casi nadie, acude a unas elecciones enarbolando las gastadas y aborrecidas consignas del feminismo, dado que esto quita votos, en particular de las mujeres, sobre todo de las jóvenes. Por eso Clinton ha ocultado su condición de feminista aunque aún así ha perdido, porque el voto mayoritario de las mujeres no ha estado con ella.

         Tras todo ello hay una reorganización del poder del bloque gran capital-Estado en EEUU para culminar la globalización. Ésta no es, en lo principal, un asunto económico sino una expansión descomunal de todos los poderes, estatales y empresariales, de unos pocos países, sobre todo EEUU, a costa de todos los pueblos del planeta. Éstos ven triturados sus componentes identificatorios y definitorios, para quedar reducidos a una gran muchedumbre del todo aculturada y muy degradada, mera mano de obra super-dócil y sumisa. Las clases asalariadas de la fase anterior no se adecuan bien a la mundialización, de manera que se necesita una mano de obra nueva, impulsada por fuertes sentimientos victimistas y revanchistas, dispuesta a darlo todo para conseguir acceder al consumo, al dinero, también al poder político. De ahí que esté en marcha en EEUU una operación de sustitución étnica, que envía al cementerio al viejo proletariado blanco industrial y de servicios, mujeres y varones, para sustituirlo por una clase asalariada renovada, hecha de inmigrantes, más ambiciosa y vigorosa, que crea que el horror de la globalización es un “avance”, algo “positivo”, para sus condiciones de existencia.

         Igual que los pueblos indios de Norteamérica fueron exterminados porque no se adaptaron al capitalismo manchesteriano del siglo XIX, los trabajadores blancos de EEUU, ellos y ellas, están siendo diezmados y aniquilados porque no se adecuan al capitalismo mundializado del siglo XXI.

         En “El desmoronamiento. Treinta años de declive americano” George Packer estudia el caso del rapero Jay Z, incluyendo una buena cantidad de textos de sus canciones y declaraciones. Alarma al leerlo el culto empecinado y fanático, obsesivo y absoluto, que ese sujeto, un varón negro, tiene por el dinero y los negocios. Lo mismo su esposa, la también negra Beyoncé. Esto hace de ellos una de las parejas más opulenta de EEUU. Con tales individuos el capitalismo yanki tiene un futuro prodigioso, pues son dos maniacos del numerario y la ganancia, del capitalismo más salvaje. Como era de esperar son racistas antiblancos. Dicho racismo mide su firmísima voluntad de hacerse con todo el dinero, con todo el poder, con todo el capital. En ello siguen la vieja consigna racista y supremacista de los Panteras Negras, “Poder Negro”, que enuncia la limpieza étnica de los otros, los que no son negros, para apropiarse de sus bienes y propiedades. Eso ahora está siendo realizado en EEUU.

         Cambian las etnias y los sexos en el poder, pero el capitalismo permanece. Y el Estado. Sobre todo el Estado.

         Los negros (algunos) y las mujeres (no muchas) están constituyendo lo que podría denominarse un nuevo capitalismo motivado, en el que la búsqueda furiosa, sin frenos morales o ideológicos, de la ganancia máxima tiene razones extraeconómicas. Desde hace tiempo se les ha explicado que para liberarse del racismo blanco (muy real hasta hace unos decenios y hoy aún existente, aunque débil) tienen que tener poder, que acumular capital, que ser muy ricos, que ascender en las instituciones del Estado, sobre todo en el ejército. Lo mismo se ha dicho a las mujeres desde el feminismo, de manera que mujeres y negros se han convertido en los sostenedores del nuevo capitalismo, por supuesto junto con una buena porción de varones blancos, muchos todavía pero ya insuficientes para continuar la concentración y acumulación de capital en las condiciones actuales.

         Así las cosas los negros pobres cada vez se consideran menos concernidos por el racismo antiblanco de los Jay Z-Beyoncé y similares. Ellos comparten las condiciones de vida de la “basura blanca” y contemplan con prevención las operaciones del nuevo racismo antiblanco militante, por ejemplo “Blacks Lives Matter”, también porque cada vez más los patronos que les exprimen y oprimen son… negros. Y los policías que les apalean, les torturan y asesinan son… negros. Y los politicastros que les engañan y manipulan son… negros. Y los generales que les llaman a matar y morir por “los Estados Unidos de Norteamérica” son… negros.

         En efecto, cada vez hay en EEUU más policías negros y más militares negros de extrema derecha. Estamos entrando en la era del fascismo negro. Jay Z, por ejemplo. Es tan reaccionario y sin escrúpulos que en unos futuros Estados Unidos Nacional-Socialistas de Norteamérica podría desempeñar el cargo que en el Tercer Reich alemán tuvo Joseph Goebbels. Como Caudillo podría figurar el espadón negro Colin Powell, en la actualidad la máxima autoridad militar de facto en EEUU.

         Igual sucede con las mujeres (y varones) feministas. Éstas y éstos tienen el inconveniente de que el conflicto interno a las mujeres, entre explotadoras y explotadas, opresoras y oprimidas, ricas y pobres, con poder y sin poder, se está expandiendo a buen ritmo. Cada día son más las féminas ofendidas, agredidas, maltratadas, violadas, humilladas, golpeadas y así sucesivamente (e incluso asesinadas) por sus jefas, o por las mandamases de las empresas, o por lesbianas sádicas, o por mujeres policías ansiosas de ascender, o por féminas generales del ejército con muchas estrellas, o simplemente por otras mujeres. La suposición de que existen “las mujeres”, todas víctimas y todas desvalidas, ya no es real (no lo ha sido nunca), y esta verdad fáctica está triturando al feminismo. Por eso Hillary Clinton ha sido incapaz de conectar con las mujeres, que la consideran con realismo como una oligarca neo-patriarcal con muchísimo dinero, muchísimo poder y nada que ver con los millones de mujeres que trabajan por cuatro dólares la hora, blancas, negras, asiáticas, latinas, etc.

         En conclusión, la ideología y política que el poder constituido ha utilizado para manejar a las masas en EEUU desde hace más de medio siglo han entrado en quiebra. Se ha puesto en evidencia en los hechos. El cuarteto progresismo, izquierdismo, feminismo y racismo antiblanco ya no es políticamente resolutivo, pues experiencialmente ha mostrado ser una mixtura del Pentágono y Wall Street, y porque está realizando un proyecto de exterminio de quizá 150 millones de personas, sólo porque son trabajadores, pobres y mayoritariamente blancos. A eso se suma que la mundialización demanda un tipo nuevo de mano de obra, dócil por desesperada, que ha de ser impuesto desalojando a la precedente. En tales condiciones, el desarrollo de una concepción revolucionaria del mundo, que deje de lado todos los racismos y todos los sexismos, que apunte al problema clave, la concentración extrema del poder político y económico en cada vez menos manos, será más realizable, como también lo será su difusión.

domingo, 6 de noviembre de 2016

SOBRE LA NATURALEZA DE NUESTROS PERSEGUIDORES

       El quehacer especulativo de Ramón Espinar, jerarca de Podemos que se embolsó una jugosa plusvalía con una operación de compraventa, realizada a la sombra de su padre, significado personaje de la hiper-corrupta casta partitocrática socialista, permite una reflexión sobre qué es la izquierda en tanto que nueva burguesía, o burguesía de Estado.

         Las jefas y los jefes de la izquierda operan como un grupo de presión que, igual que cualquier otro en el capitalismo, busca maximizar sus ingresos. Para ello vende a los poderes estatales y empresariales un servicio político muy ansiado por éstos, el control de las masas, la garantía de la paz social, el poder llevar adelante políticas que la derecha no está en condiciones de imponer, en suma, la evitación de la revolución. Por eso el Estado permite a la izquierda una notable suma de actividades legales, alegales e ilegales que son el pago por los decisivos auxilios que aquélla ha prestado y presta al capitalismo.

         La operación especulativa de Ramón Espìnar no ha conculcado ninguna ley, no es corrupción. Eso sí, muestra la oceánica hipocresía de los prebostes de Podemos, su capacidad de decir una cosa y hacer otra y, sobre todo, su descomunal avidez por el dinero. Estudiamos su peculiar modo de acumulación de capital. Espinar ha dado un “pelotazo” porque una cooperativa de vivienda de CCOO recibió suelo gratis de un ayuntamiento de izquierda, créditos en excelentes condiciones (¿se devolvieron?) de una caja de ahorros en cuyo consejo de administración está la izquierda, bonificaciones, etc. Luego, el 15% de los pisos se los quedó la cooperativa para entregárselo en condiciones de fábula a su gente. Algunos de los bonzos izquierdistas premiados con viviendas las reservan para su uso pero otros, como Espinar (y alguna jefa de Podemos), consuman una acción especulativa que les deja un interesante beneficio.

         Dar pisos para premiar los servicios prestados y ganar lealtades lo hizo Franco a través sobre todo de los sindicatos verticales, mientras que en el parlamentarismo se hace por medio de los sindicatos amarillos de la izquierda, CCOO, UGT, etc. Nada ha cambiado. Las actuales cooperativas de viviendas de la izquierda sindical son empresas estatal-privadas donde sus jefes y cuadros medios se enriquecen, creando en algún caso emporios empresariales. Esto lo lleva haciendo desde su legalización en 1977 el PCE-CCOO, o sea, IU, y el PSOE-UGT, y hora se dispone a hacerlo Podemos. En determinados ayuntamientos que controlan están entregando viviendas a los suyos mientras se los niegan a los de otras tendencias o a las personas apolíticas. Así, su “anticapitalismo” se eleva a procedimiento para hacerse ellos mismos capitalistas exitosos…

         Pero especular con viviendas estatalmente promovidas no es la fuente principal de los ingresos legales e ilegales de los mandamases de la izquierda. Las ONGs dan mucho más beneficio. En el caso de Espinar hijo se rumorea que dónde ha accedido a muchos más fondos es en una ONG que lleva con un colega desde hace mucho, la cual recibe del Estado cientos de miles de euros. Es difícil encontrar un alto mando de Podemos que no haya estado o esté en una ONG, con lo que ello significa, fuertes recursos dinerarios privatizados… en sus bolsillos.

         Ahora bien, lo decisivo para la izquierda son las cajas de ahorro. Ha sido su mayor fuente de acumulación de capital, legal, alegal e ilegal. Primero porque reciben emolumentos muy saneados, luego por la suma de negocios, autocréditos, prebendas y enchufismo que les permiten. Después por la corrupción. De las cajas la izquierda, igual que la derecha, ha extraído dinero a manos llenas, y el caso más llamativo es el de Caja Castilla-La Mancha. Estuvo dirigida por altos jefes del PSOE, siendo intervenida por el Estado en 2009 a causa de un déficit de 9.000 millones de euros. Sólo en 2008 perdió 1.000 millones. Estudiemos esto. En ese año la crisis económica apenas se había manifestado en España de manera que no fue la causa. En 2008 era la apoteosis del gobierno Zapatero, cuya base sociológica era toda la izquierda política, social y cultural. En 2015 salió la sentencia que condenó a dos directivos de Caja Castilla-La Mancha a sendas penas de 2 años de cárcel, que no tenían que cumplir, y a una multa ridícula. A la pregunta de a dónde había ido el dinero desaparecido no se respondió. No se han publicado las listas de quienes solicitaron créditos sin avales ni de las supuestas operaciones inversoras fallidas ni de nada…

         ¿Cuál pudo ser la realidad de los hechos? El gobierno Zapatero necesitaba premiar a quienes le habían ayudado a llegar al poder del gobierno en 2004 por medio de una operación que bordeó el golpe de Estado. Tenía que compensar económicamente a los jefes y cuadros del PCE-IU, anarquismo de Estado, movimientos sociales (religiones políticas), pacifismo, feminismo, “independentismo” españolista, Sindicato de Estudiantes, racismo antiblanco, ecologismo, islamofilia fascistizante, intelectuales y artistas progresistas, etc., esto es, a las mismas corrientes que hoy sostienen a Podemos, además de a su propia gente, los socialistas de todo el país. Así que eligieron una entidad bancaria que controlaban íntegramente en un territorio que era su feudo electoral y comenzaron la operación de remunerar los servicios políticos efectuados con sumas de dinero entregadas sin aval ni control. Eso debió comenzar a hacerse ya en 2005, a los pocos meses de acceder Zapatero al gobierno, de manera que para 2008 dicha caja estaba en la quiebra y al año siguiente la interviene el Estado, reflotándola con una enorme inyección de fondos. Como el ente estatal, lo mismo que la derecha, sabe muy bien que necesita de la izquierda para hacer viable al sistema político actual, toda la operación se aceptó y la sentencia judicial dio el definitivo carpetazo al asunto.

         Al lado de lo de Caja Castilla-La Mancha, la operación de las tarjetas “black” de Caja Madrid, asunto en el que está el padre de Ramón Espinar (la fiscalía le pide cuatro años de cárcel), es cosa secundaria. En ella se lucraron teoréticos del Partido Comunista, ahora Izquierda Unida, además de sindicalistas, socialistas, etc., junto con un buen número de prebostes de la derecha, entre ellos Rodrigo Rato, orientalista notorio y devoto del yoga. Todas las cajas de ahorro (y hay varias docenas) han sido abundosa fuente de recursos monetarios para la izquierda y sus gentes, lo mismo que para la derecha. ¿Cuánto se han embolsado los jefes de la izquierda proveniente de ésas desde 1977 hasta 2016? Sería interesante hacer el cálculo, pero parece que el total se eleva a muchas decenas de miles de millones de euros.

         Antes de continuar hay que advertir que las enormes sumas que todos los años llegan a las cuentas bancarias de los dirigentes, ellas y ellos, de la izquierda, provienen en definitiva del acuerdo firmado entre ésta, sobre todo el Partido Comunista, y el régimen franquista en 1977, según el cual el bloque de la izquierda garantiza la continuidad del franquismo, reconvertido al parlamentarismo, a cambio de la legalización del PCE (y de su sección catalana, el PSUC), así como de su satélite sindical, CCOO. La legalización era dinero, dinero y más dinero, proveniente del aparato estatal. Pero no sólo dinero, también una vida “libre de explotación” para muchos, los liberados sindicales (¿son 300.000 o “sólo” la mitad?), los numerosos empleos bien retribuidos en los sindicatos, con horarios de 9,30 a 1,30 y una hora para el piscolabis de media mañana, etc. Además de un notable flujo monetario, con ese gran chanchullo que han sido los “cursos de formación”, en los que de manera ilegal se han evaporado miles de millones y de manera legal bastantes más, que han ido a parar ¿a dónde?, ¿a quién?

         No menos lucrativos son los cargos en las comunidades autónomas, diputaciones provinciales, diputaciones forales y ayuntamientos con sus plantillas atestadas de funcionarios y neo-funcionarios provenientes de los partidos políticos. Con los negocios correspondientes: compra de insumos a los amigos a precios “especiales”, servicios auxiliares para la recogida de basura, actividades culturales con grupos y actuantes afines, recalificación de terrenos a tanto el metro cuadrado, permisos de obra al 3%, etc., todo ello con horarios de trabajo como los de los sindicatos.

         Zapatero pagó los servicios prestados al movimiento feminista, a las feministas y a los feministos (perdón por la broma), con la Ley de Violencia de Género de 2005, que en su supuesto objetivo, evitar los asesinatos de mujeres, está siendo no sólo nula sino contraproducente pero en lo de otorgar empleos bien pagados a activistas, fanáticas/os y feminazis ha funcionado de maravilla. Ya se habla de la “industria del género”, de la que se benefician, ¿cuántos?, ¿30.000 personas?, ¿más? Así se ha montado una Sección Femenina bis, que está siendo mantenida con las cuantiosas inversiones del PP y de la UE.

         El ímpetu “antiimperialista” de la izquierda se manifiesta también en la forma de más y más fondos entrando en sus bolsillos. Hoy el racismo antiblanco es necesario para el capitalismo globalizado y la izquierda, cuya concepción ideológica básica ha sido siempre racista, es su principal centro emisor. Las embajadas de los países “antiimperialistas” (Cuba, Venezuela, Bolivia, etc.) entregan fondos a la izquierda. Gracias a ello un intelectual orgánico de Podemos ha logrado amasar una bonita suma de casi medio millón de euros. Asunto aparte son los teofascismo petroleros musulmanes, Iran y sobre todo Arabia de los Saud. Esta última ha estado subsidiando a todos, a los grupos neonazis, la familia Borbón, los intelectuales e historiadores enamorados de al Ándalus, las mezquitas fascistas y, por supuesto, a los gerifaltes de la izquierda. De ello mucho podría hablar Julio Anguita, el “ético” y “moral” jefe comunista. En el caso de Podemos su dependencia financiera del Iran totalitario es conocida. De los petrodólares resulta un entusiasmo izquierdista por el islam, que nos obliga a elegir, como futuro régimen y sistema de gobierno para los pueblos europeos, entre el del EI, el de Arabia de los Saud, el de la “revolución islámica” de Iran o el de la Turquía de Recep T. Erdogan, que es toda la variedad política que permite la religión musulmana. O sea, entre el nazismo más criminal y la extrema derecha.

         Están, también, las subvenciones estatales a los partidos políticos, nada desdeñables, sin olvidar las Fundaciones institucionales y las empresas del capitalismo de Estado (varios miles), que al mismo tiempo que explotan sin contemplaciones a sus trabajadores sirven para que los jefes de la izquierda (y de la derecha) coloquen muy ventajosamente a sus camaradas, familiares y amigos, en general para cobrar sin trabajar. No hay que olvidar tampoco a la gran empresa privada, con sus Fundaciones, por ejemplo la Rockefeller, tan generosa con el feminismo y “las políticas de género”, ni a multimillonarios benefactores como George Soros, habitual financiador de grupos, corrientes, tendencias y sujetos de la izquierda más “audaz”.

         Si nos adentramos en el terreno de la ilegalidad explícita está el caso de la familia Pujol Ferrusola en Cataluña, tendenciosamente presentada por el poder mediático. No se trata solamente de que un grupo familiar se haya quedado con, probablemente, miles de millones de euros a través de formas muy vulgares de venalidad y corrupción, sino que en la operación ha intervenido, necesariamente, el cogollo de la clase política catalana, toda ella, la izquierda igual que la derecha. Por tanto, no puede entenderse el ascenso de la CUP, el chico de los recados del “independentismo” catalán españolista, sin esa colosal riada de dinero, ni tampoco la hipócrita fatuidad de ERC, el partido español para catalanes por antonomasia. En la corrupción política se suele operar mitad y mitad, en un reparto equitativo entre quien lo efectúa, que se lo embolsa para sí, y la formación política y sindical que lo ampara. Lo mismo cabe decir de los ERE de Andalucía, que lejos de ser obra exclusiva de los dirigentes del PSOE ha sido una operación en comandita, con todas las jefaturas de la izquierda participando, IU en primera fila. Luego está la corrupción de baja intensidad, que es infinita y que tiene en los ayuntamientos su espacio privilegiado, aunque también se manifiesta en la universidad.

         El soborno legal de los políticos y la corrupción ilegal son inherentes al sistema. Nada más ingenuo, o más bufo, o más bobo, que pretender un régimen de dictadura partitocrática sin corrupción. En la política institucional todos son corruptos, todos. Unos llegan a ella porque la consideran un comedero fácil e impune, y otros se hacen corruptos al poco de llegar. Sólo un 1% son gente honrada, y estos dimiten de sus cargos y salen huyendo más temprano que tarde. Por tanto, la meta realista no es limpiar al actual sistema de corrupción, lo que es absolutamente imposible, sino crear un orden político en que la corrupción no pueda darse, en la que no haya políticos profesionales, ni cargos remunerados ni, por tanto, aparato de estado y gobierno. La revolución es la meta, no un mentirosamente utópico orden actual sin corrupción. Podemos lo prometió y ya vemos lo qué está haciendo, que es todo lo que se puede hacer dentro del sistema. En su oposición a la casta ha creado ya la neo-casta, más ansiosa aún si cabe de dinero y poder que aquélla. La diferencia entre una y otra es lo que va entre Ramón Espinar padre, del PSOE, y Ramón Espinar hijo, de Podemos. En un par de años los poderes del Estado y la patronal harán llegar al gobierno a este partido y desde él dejará en mantillas a los muy movidos años de Felipe González y Alfonso Guerra.

         Hay cinco componentes de la cosmovisión e ideología de la izquierda que explican la naturaleza sustantivamente venal, monetizada, prostituida y codiciosa de sus jefes y sus jefas. Uno es el hedonismo, del que se jactan, y puesto que tal hoy en concreto se manifiesta como consumo y dilapidación, necesitan mucho dinero para mantenerlo. Llama la atención que las enormes sumas de fondos que desde muy variados orígenes llegan a los jefes izquierdistas casi nunca culminan en proyectos inversores productivos, yendo al goce, al consumo. La conclusión es que la izquierda promueve un tipo de capitalismo del todo parasitario, incapaz de crear valor, meramente despilfarrador, lo que concuerda con el capitalismo de Estado, que siempre tiene tras de sí al aparato tributario y no depende del propio beneficio, por tanto, del propio esfuerzo. Su hedonismo les lastra y limita definitivamente, haciéndose algo así como una nueva aristocracia, aunque cutre y sin gracia ninguna, al estilo de la del Antiguo Régimen. Está, unido a esto, su odio al trabajo, no sólo al trabajo asalariado (que no quieren para ellos pero sí para los otros, sus explotados, servidores y criados) sino a todo esfuerzo creador, pues la vida ha de ser, según sus abracadabrantes manuales de uso, un divertirse y disfrutar y gozar. En consecuencia, necesitan de otros que trabajen para ellos, haciéndose así explotadores puros y cancerberos temibles.

         Su tercer rasgo definitorio es la inmoralidad. Se mofan de la moral, a la que tildan de “burguesa”, cuando no de “clerical”, lo que les permite obrar y actuar desde un maquiavelismo confeso, funcional a veces y disfuncional las más. Por tanto, al carecer de criterios morales y de un sistema de valores con el que orientar sus vidas no tienen otra referencia que la voluntad de poder, que en términos económicos les induce una codicia inextinguible, lo que les lleva a servir sin titubear a quien les pague, el Estado, la patronal, el fascismo musulmán, el gran capital estatal-privado chavista, Soros, etc. En sus actividades políticas la inmoralidad, que justifican doctrinalmente (o, mejor, justificaban, pues la izquierda, en su decadencia actual, ya no tiene un cuerpo doctrinal ni intelectuales capaces de crearlo), les hace corruptos compulsivos, saqueadores frenéticos de los fondos estatales… que se dejan saquear a gusto para tener a tales demagogos activistas a su servicio.

         El cuarto elemento definitorio es su culto por el dinero. Los jerarcas de la izquierda no hablan de otra cuestión que no sea dinero. Todo se resuelve con dinero. Dinero es lo que prometen a la plebe embrutecida que les vota y nada fuera del dinero tiene valor ni eficacia. Son más burgueses y más capitalistas que la misma burguesía y el mismo capitalismo realmente existente, y su meta es crear la sociedad mega-capitalista perfecta, o sea, el infierno realizado. El quinto es su odio a la revolución, de la que son los enemigos más feroces. Están siendo cubiertos literalmente de dinero por el sistema para, en primer lugar, combatir la revolución. Eso ya lo comprendió Orwell, que vio en los partidos comunistas la expresión del peor totalitarismo, indistinguible del nazi-fascista-falangista, la fuerza anti-revolucionaria por excelencia. Para eso ha sido creado Podemos por los poderes fácticos, para impedir que el auge de la acción popular que se inició con el 15-M pudiera llegar a crear problemas graves al sistema de dominación. Para eso permite y también alienta que los Espinar de turno efectúen lucrativos “pelotazos”.

         Ellos, los jerarcas masculinos y femeninos de la izquierda, se ensañan con los revolucionarios, con quienes trabajamos para una sociedad sin ente estatal ni clase empresarial, con libertad, democracia verdadera, gobierno por asambleas, moralidad, valores, autorrealización del individuo, espiritualidad y recuperación de la naturaleza, con universalismo, integración de todas las razas, todos los sexos y todas las tendencias sexuales (pero no todas las clases sociales) en un todo afectuoso aunque complejo, al que llamamos pueblo.

         Ellos son nuestros perseguidores: censuras, calumnias, exclusión, amenazas y lo que vendrá. Dado que no tienen argumentos, porque el ansia de dinero domina sus mentes al ciento por cierto, no pueden hacer otra cosa. Saben que en un debate abierto no tienen nada que hacer, que su espacio son los programas aleccionadores y exclusivistas de la telebasura y, en consecuencia, allí se refugian. Pero lo cierto es que día tras día pierden credibilidad, apoyos… mientras la idea e ideal de revolución lo ganan. Ellos son el pasado mientras que la revolución es el futuro.

Intervención de Félix Rodrigo Mora: 1h04m025s
 
Respuesta de Ramón Espinar: 1h14m35s
 
Intervención de Félix:
 
Respuesta de Ramón Espinar: