jueves, 4 de abril de 2013

14 de abril: LA REPÚBLICA DEL MÁUSER


        
Un año más la izquierda procapitalista, y una parte cada vez mayor de la derecha y la extrema derecha, aprovechan el 14 de abril para “vender” las maravillas, dones y milagros que nos traerá un régimen republicano, burgués y estatal por supuesto, en el cual la banca, el gran capital, el ejército, la pedantocracia, los poderes mediáticos y, cómo no, los partidos políticos, tendrían todo el poder, mientras que el pueblo/pueblos no tendría ninguno poder real.
       
Dicen que la forma republicana de dictadura y dominación es una “democracia”…, pero bajo el régimen parlamentario y partitocrático no puede haberla, porque todas las decisiones las toman los partidos, la banca, el parlamento, el ejército y las multinacionales. ¿Existe hoy democracia en Francia?, ¿en Portugal?, ¿en Italia?, ¿en Irlanda?, ¿en Grecia?
       
Esos países soportan una dictadura de las elites políticas y económicas que adopta la forma de república. Todos son capitalistas y padecen una crisis igual o peor que la nuestra. En todos el pueblo/pueblos es expoliado, vejado, humillado y nulificado.
       
Por tanto, ni monarquía ni república burguesa, revolución integral y gobierno por asambleas.
       
Empero, sea cual sea el ideal político de cada quien lo que no es de recibo, en lo intelectual y en lo moral, es el engaño. Porque, ¿es posible llamar “democracia” a la II república española del 14 de abril de 1931? No, puesto que fue tan represiva y policiaca que realizó constantes matanzas de obreros, campesinos, mujeres, etc.
       
Las clases modestas salían a la calle y allí estaba la guardia civil (o la guardia de asalto, republicana al ciento por ciento y autora de algunas de las más terribles carnicerías, la de Casas Viejas en 1933) con su fusil, el máuser. Disparaba y quedaban tendidos en el suelo, muertos, heridos y mutilados, un buen número de personas.
       
Sucedió en Sevilla, Pasaia, Barcelona, Arnedo, La Aguilera, Zalamea de la Serena, Épila, La Puebla de Don Fadrique, Linares, Gijón, Figols, Letur, Cieza, Albalate de Cinca, Rairiz de Veiga, Hermigua, Tallo, Xátiva, Bustillo del Monte, Archidona, Corral de Almaguer, Fabero, Tineo, Palacios de Goda, Castellar de Santiago, Herrera de Pisuerga, Parla, Terrassa, Figueres, Gallarta, Madrid, Puertollano, Casas Viejas y muchas más poblaciones, en el bienio republicano y socialista, 1931-1933. Luego la II república realizó la represión de la insurrección asturiana -trayendo tropas musulmanas mercenarias de Marruecos- con cientos de muertos. A continuación, el gobierno de Frente Popular, una coalición entre los republicanos burgueses y la izquierda procapitalista, perpetró la quizá peor de todas las carnicerías que tuvieron lugar bajo la bandera tricolor, roja-amarilla-morada, la de Yeste (Albacete) en mayo de 1936, no siendo, ni mucho menos, la única de ese periodo.
       
Si la república del Frente Popular fue “popular”, ¿cómo explicar la épica huelga general que hicieron los trabajadores de la construcción en Madrid, desde el 1 de junio de 1936 al 19 de julio? Eran 85.000, con el apoyo de toda la clase obrera, que resistieron a la represión republicana e hicieron retroceder a la patronal.
       
Todo eso manifiesta que la del 14 de abril fue la república del capital, el ejército, la guardia civil, los terratenientes, el colonialismo y racismo en Marruecos, el patriarcado más refinado, y sobre todo la república del terror, con 2 muertos y media docena de heridos por bala a diario. Fue LA REPÚBLICA DEL MÁUSER.
       
Quienes ahora desean cambiar la monarquía por la III república y modificar las formas políticas y la bandera para que todo siga igual y la revolución no avance deberían, al menos, ser honrados y decir la verdad sobre la II república, ese régimen de la sangre, las torturas y otras formas cotidianas de violencia institucional.
       
Por ejemplo, Julio Anguita es republicano (burgués) y se las da de “ético”. Bien, necesitamos de la ética a fin de crear una sociedad moral, que para serlo ha de ser una sociedad contra el capitalismo, siempre inmoral, y no a favor de él como preconiza Anguita. Pero si sus intenciones son honradas, ¿por qué no dice la verdad sobre la II república?, ¿por qué oculta que fue una máquina de matar, que fue LA REPÚBLICA DEL MÁUSER?
       
Si Julio u otros lo ocultan o niegan hagamos un gran debate público, ¿se atreverá el republicanismo burgués y estatolátrico a debatir con los datos encima de la mesa? Probablemente no porque perderían y porque su mundo es el de la mentira y la demagogia, pero debemos intentarlo.
       
Sea cual sea la posición de cada cual ante la política actual hay que poner fin al mito ultra-reaccionario de la II república, a la miserable charanga ultramontana y chabacana, la nueva España negra que cada 14 de abril saca a la calle la bandera tricolor, que sirvió para asesinar a miles de personas. La verdad emancipa, y pocas verdades nos son ahora tan necesarias como las referidas a nuestro pasado. Porque verdad y revolución son uno y lo mismo.
       
Por tanto: exijamos un debate abierto, público, popular y de masas. Reivindiquemos una gran controversia con fundamento sobre qué fue la II república. Cuando una parte cada vez mayor del gran capital y del aparato estatal español están planeando sustituir la monarquía borbónica por la III república, eso es imprescindible.
       
No aceptemos que los políticos profesionales nos dominen con la mentira. La verdad ha de estar por encima de todo, y muy por delante de la política. 

martes, 2 de abril de 2013

BOLIVIA: EL SURGIMIENTO DE UNA NUEVA BURGUESÍA INDÍGENA



Bajo este título es publicada la esclarecedora entrevista efectuada al investigador Diego Ayo, por el periódico Pukara de La Paz, en la que pone al descubierto los perversos mecanismos utilizados por la nueva élite en el poder en Bolivia para desarrollar plenamente un capitalismo populista de corte indigenista. Denuncia Diego Ayo en su investigación que la llamada Revolución Democrática prometida por Evo y los suyos tiene como objetivo estratégico alcanzar una especie de Estado de bienestar a lo indígena, con la utilización de consignas tan patéticas y pancistas del tipo “vivir bien” en el “socialismo comunitario”.

Lo que denuncia Diego Ayo es un proyecto estratégico -puesto ya en marcha- para desarrollar una auténtica neo-revolución burguesa dirigida por las nuevas élites “indigenistas”. Ya lo advirtió Evo desde el principio de su mandato “ya tenemos el poder político, ahora hay que buscar el poder económico”. Poner en marcha este proyecto, en un país neocolonizado por el imperialismo, sin una articulación de clases “adecuada” para la “modernización en curso” requiere promover una salvaje “acumulación originaria del capital”, aprovechando la coyuntura económica favorable, la expoliación de los recursos naturales, como el gas, y promoviendo un capitalismo especulativo, gansteril y brutalmente explotador de las clases trabajadoras.

Realmente, la estrategia de poder iniciada por la élite indigenista que encabeza Evo, es un  episodio más de los ya conocidos en las múltiples experiencias históricas, como sucedió en Cuba con Fidel y Venezuela con Chávez. Se trata únicamente, desde el ejercicio del poder del Estado, y la plena connivencia del ejército, desarrollar una casta burguesa nativa, para cuyo sostenimiento se recurrirá a una fuerte burocratización y militarización del Estado, con la profusa utilización de variados discursos revolucionaristas, incluidas las referencias a Bolívar, Fidel, Chávez y hasta El Ché. Sin embargo, lo investigado por Diego Ayo nos descubre una realidad bastante diferente a lo que se argumenta por los voceros del poder actual: existe una decisión política de formar una nueva élite del poder en Bolivia, una nueva burguesía indígena, pero burguesía, capitalismo y Estado al fin.

Otra cuestión importante es la que se refiere al papel del Estado como auténtico impulsor de esta estrategia neocapitalista, populista y burocrática, con el “adorno” indigenista como fórmula para vestir este tipo de proyecto para así hacerlos más viables en el seno del pueblo. En esta escenificación se alcanzan realmente niveles estrambóticos, como la promoción de las ceremonias religiosas indígenas, al tiempo que se promueve una “revolución espiritual” cuya eje central es precisamente el individualismo liberal más cutre, con la excusa de “combatir la superstición”.

La importancia de la función del Estado como aparato vertebrador de un proyecto estratégico neocapitalista populista se evidencia en las iniciativas tendentes a la configuración de las élites de poder futuras. Para ello se utiliza abrumadoramente el sistema educativo, y en particular, la universidad. Como nos dice Diego Ayo, la mayoría de las carreras universitarias han sido copadas por estudiantes de extracción aymara, dice textualmente: “los indígenas que guiarán al país serán, por decirlo de algún modo, indígenas “ilustrados”, seguramente legitimando su actividad con un discurso proclive a defender lo indígena”.

Finalmente, otra cuestión decisiva es la que se refiere a la pomposa propaganda del llamado Estado plurinacional de Bolivia. Diego Ayo, con su investigación titulada “El Estado Empresarial Autonómico como motor del capitalismo político en Bolivia. Continuidades y rupturas con la Participación Popular como partera de nuevas élites”, pone al descubierto la verdadera naturaleza de este proyecto de Estado. La instrumentalización del Estado para llevar a efecto la planificación integral de la economía capitalista y la consecuente organización territorial del Estado, lo define Diego Ayo como “capitalismo político”. Ese Estado “plurinacional”, local y autonómico, juega un doble papel, el económico y el político. En la vertiente económica se rentabiliza mejor la explotación nacional de los recursos, favoreciendo el crecimiento de las élites burguesas indigenistas, y en lo político, se estructura un poder de ámbito “territorial” que da la apariencia adecuada de resolución del problema “étnico-local”. Los instrumentos políticos del Estado han consistido en el impulso de un conjunto de leyes y normas reglamentarias iniciadas con la Ley de la Municipalidad, la Ley del Diálogo Nacional, Ley de Hidrocarburos, y finalmente, en 2009 la Ley Marco de Autonomías y Descentralización. Sin embargo, la realidad muestra la verdadera naturaleza especulativa y monopolista de la estrategia económica que reside tras estas normas. La cuestión de fondo es el peso masivo de la explotación del gas y cómo repercute en el conjunto de la economía. Se favorecen las importaciones, el comercio y los servicios. Desde una perspectiva “capitalista-nacional” ¿Dónde queda la productividad? Respecto de la participación local en la economía, sólo palabras puesto que, conforme a los datos que aporta Diego Ayo, el 99% de las empresas no pertenecen a los propios municipios. Se puede hablar por tanto de una auténtica fuga de capitales locales. El resultado es una economía capitalista desarticulada, neocolonial, con el fomento del consumismo en el ámbito local, favoreciendo el crecimiento vertiginoso del número de empresas que los grupos asociados al poder ponen en marcha: en 2005 no habían más de 5000 empresas y hoy pasan de 60 mil.

En definitiva, el ejemplo de “revolución democrática” de Evo Morales y las nuevas élites de poder “indígena” en Bolivia, con su demagógica y absurda consigna de “vivir bien” en el “socialismo comunitario” no es más que la careta tras la cual se esconde la verdadera estrategia de consolidación de nuevas redes de explotación y opresión del pueblo boliviano en el marco de estructuras de poder clásicas.