El desplome que está conociendo el PSOE es un episodio más de la
descomposición de la izquierda en todo el mundo. En Grecia. En Venezuela. En Francia. En Brasil. En Cuba. En
Inglaterra. En Bolivia. En Sudáfrica. En Chile. En tantos otros lugares y
países. Está gastada, senil. Ha perdido la conexión con la realidad. Dado que
lleva más de medio siglo repitiendo las viejas enunciaciones y los gastados
dogmas, sin considerar que la realidad ha cambiado, está en una situación de puesta
en evidencia y falta de discurso.
La crisis del PSOE es la
fragmentación, la descomposición de la izquierda en media docena o más de grupos
y partidos, españoles e “independentistas” periféricos. Lo que pierda aquél en
votos tal vez lo ganen Podemos y sus acólitos, IU, etc. pero éstos también
heredarán su vacio programático, su servilismo hacia el orden establecido, su incapacidad
para ofrecer soluciones, su vaciedad reflexiva, cognoscitiva y analítica. Todos
son parte de una corriente política en agonía, que se inicia con el obrerismo
decimonónico, sustantivamente burgués, y continúa con las falsas revoluciones
del siglo XX, la rusa, la china, la cubana, la vietnamita, la argelina, la
bolivariana…
El fenómeno Podemos, la
creación desde las instituciones y los instrumentos mediáticos del capitalismo de
un partido nuevo para seguir manejando y dominando a las clases populares, ha
tenido un auge de dos años para caer luego. Su desenmascaramiento, realizado
por quienes estamos a favor de la revolución, ha sido un éxito colosal. Hoy aquél
es casi nada o nada, hablado estratégicamente, y eso con independencia de los
votos que consiga. Heredará, quizá, electores de un PSOE en decadencia, pero para
perder la escasa credibilidad que le queda. Lo mismo cabe decir de la izquierda
“independentista” que vive y se enriquece gracias al presupuesto del Estado
español. Su estrategia de lograr la “independencia” desde las instituciones se
está saldando en Cataluña con un fracaso risible.
Los “ayuntamientos del cambio”, ¿qué han cambiado?: nada que merezca la
pena ser recordado. Son continuistas con lo realizado por la derecha, adobado
con alguna frase, gesto o pose “radical”. Su ejecutoria prueba la imposibilidad
de lograr algo desde dentro del sistema. Es así porque las instituciones
políticas y económicas españolas se han hecho rígidas, se han fosilizado y ya no
son mudables a mejor o vehículo de logros ni siquiera en asuntos de tercer
orden. Los tiempos del reformismo lucrativo, efectivo, realizable, han pasado.
Ahora, el cambio social
posible, realista, es el que se realiza desde abajo, desde la calle, desde
fuera de las instituciones, desde el exterior del régimen partitocrático. El
cambio que tiene a la revolución como contenido y meta.
Muchos siguen votando izquierda
para sentirse aún antifranquistas. Ello es consecuencia de una colosal
operación de lavado de cerebros, a cargo de los amos del dinero, que necesitan
a la izquierda para asegurar sus capitales. Porque: 1) Franco y los suyos comienzan
la guerra para continuar a un nivel superior las matanzas de trabajadores que
estaba haciendo el gobierno de Frente Popular en 1936, o sea, la izquierda, 2)
la antipopular, torpe, sanguinaria y contrarrevolucionaria actuación de la
izquierda durante la guerra es decisiva para la victoria del fascismo en 1939,
3) en los 40 años de dictadura la izquierda manipula y sabotea las luchas
obreras y populares contra Franco tanto como le fue posible y de muchas manera,
para que no alcanzasen un nivel revolucionario, 4) en descomposición el régimen
de Franco, la izquierda pacta con los franquistas y les ofrece una salida, la
Constitución de 1978. Por tanto, la izquierda ha sido la amiga y valedora de
facto del fascismo en todos los escenarios. Gracias en buena medida a ella el
fascismo español ha emergido, triunfado, gobernado y sobrevivido…
Ahora desfallece el
PSOE. Se desintegra el partido burgués para obreros por excelencia, que ha
defendido los intereses de la patrona y del Estado desde hace más de un siglo.
Él y el resto de la izquierda crearon el actual régimen de dictadura
parlamentarista y partitocrática, regido por la actual Constitución de 1978,
que en lo principal es su criatura político-jurídica. Luego, el PSOE en el
gobierno funda el GAL, un grupo terrorista de Estado financiado por los
servicios secretos que perpetra docenas de asesinatos, a la vez que las fuerzas
policiales a sus órdenes convierten la tortura en mera rutina.
En lo económico la izquierda daña el tejido
productivo del país, sobre todo a la industria, siguiendo las instrucciones del
imperialismo alemán que financió al PSOE muchos años, haciéndonos un país de
camareros, prostitutas, profesores, policías, funcionarios y parados, con una
demografía de pesadilla. Promueve la concentración y acumulación de capital
para constituir la empresa multinacional española, la manifestación superior del
capitalismo, haciendo que la riqueza se vaya concentrando en cada vez menos
manos. Impulsa el crecimiento del aparato estatal (desde las muchas policías a
los altos cuerpos de funcionarios sin olvidar la creciente militarización)
haciéndonos rehenes de un poder totalitario que nos sangra con impuestos cada
día más crecidos, al cual denominan Estado de bienestar. Ha sido el partido por
excelencia de la corrupción y el enriquecimiento particular saqueando las arcas
estatales, para lo que ha creado un nuevo régimen caciquil gigantesco, sustentado
en la compra masiva de votos, sobre todo en Andalucía.
El PSOE, la izquierda, ha impulsado la
alcoholización, el consumo de drogas, el hedonismo más casposo, la
aculturación, inmoralidad y pérdida de valores, la brutalización de la vida
social, el enfrentamiento de todos con todos, la zafiedad e irracionalidad
generalizadas, las religiones políticas y la intolerancia, el nuevo patriarcado
neo-misógino de la Ley de Violencia de Género, la genuflexión ante el fascismo
musulmán, la vida de consumo, el falseamiento de nuestra historia, la
destrucción medioambiental creciente, el racismo antiblanco, el Estado policial,
la desespiritualización multitudinaria, el inmenso negocio de la inmigración,
la laminación de la libertad de conciencia y del respeto por la persona. Un
partido para el que únicamente cuenta el dinero y el estómago. Una fuerza
hostil desde siempre a lo esencial de una vida civilizada, hermanada, libre y
específicamente humana.
La izquierda, durante sus muchos años de permanencia
en el gobierno tras el final del franquismo, ha promovido con especial ahínco la
desestructuración planeada de la persona, la conversión del ser humano en ser
nada, en criatura múltiplemente nadificada para ser dominada superlativamente. Ello
con el fin de alcanzar el objetivo estratégico número uno de la izquierda, imponer
un mega-Estado y un super-capitalismo con ella en la cúspide del poder.
La derecha es espeluznante, sin duda, pero no puede
ser resistida y combatida desde la izquierda, porque ésta es igual que la
derecha, igual en todo menos en la verborrea y las consignas mentirosas. Hay
que enfrentarse a ella desde el proyecto de revolución.
El descrédito y desplome
del PSOE, de la izquierda toda en realidad, ocasiona un vacío político que
puede ser llenado por el proyecto y programa, el ideal y la idea de revolución.
La quiebra del instrumento político más eficaz del
actual sistema de dominación nos aproxima a una situación nueva y esperanzadora.
El orden constituido, una vez en ruinas el PSOE y fallida la operación Podemos
y sus afines, no dispone de ningún instrumento político para el control de las
clases populares, y no está en condiciones de dotarse de uno a corto o medio
plazo. Por tanto, nos adentramos en un escenario político bastante favorable
para el ascenso y multiplicación de las fuerzas del cambio revolucionario
social y personal, al mismo tiempo político, moral, axiológico y convivencial,
hecho desde la libertad y la pluralidad, concebido como emergencia generosa y épica
de todas las fuerzas y potencias positivas de la sociedad y de cada ser humano.
Estar con y por
la revolución, no con la izquierda ni con la derecha, es el signo
distintivo de nuestro tiempo.