lunes, 22 de enero de 2018

Un Libro de Ética y Axiología




      Está a punto de ser publicado por Potlatch Ediciones, quedando con ello a disposición del público lector, el libro “Ética y revolución integral. Reflexiones para una sociedad convivencial”, con cinco textos, de Jesús Franco Sánchez, Félix Rodrigo Mora, Rafael Rodrigo Navarro y Ricard Vidal Miras más un Prólogo de Heleno Saña, el autor de otro libro sobre esta materia, de lectura necesaria, “Breve tratado de ética”. Mi colaboración tiene como título “El yo y la ética. Manifiesto a la juventud”.

         Da continuidad a mi preocupación por los problemas morales en su vertiente individual, en tanto que ética de la conducta, el estar y el portarse, como saber práctico autoconstruido que orienta al individuo en los actos del vivir, en los cotidianos tanto como en los trascendentes, en los domésticos igual que en los épicos. Concretamente, en la convivencia y la relación con sus iguales, pues tal es la rama de la ética de que el libro se ocupa. Además, se dirige a la juventud, que es quien necesita sobretodo de la moralidad, para afrontar y contrarrestar la imposición desde las instituciones estatales de lo asocial, egocéntrico, descortés, nadificante, tiránico, codicioso, nihilista, debilitador, delegacionista, autodestructivo y perverso, vale decir, amoral e inmoral.

         Además de varios artículos en mi blog, en otros y en revistas, “La democracia y el triunfo del Estado”, mi libro más significativo hasta el momento, tiene como subtítulo “Esbozo de una revolución democrática, axiológica y civilizadora”. Si: axiológica, esto es, en los valores y en los fundamentos morales del existir individual y social. Eso va a tener una significada continuidad en mi intervención en Muro, Mallorca, el 7 de febrero de 2015, de título “Autoconstrucción del yo”, en video.

         La ética individual es medular. De ahí que mi aprecio por el sujeto en tanto que individuo esté en contradicción con los politicismos y determinismos sociológicos de toda laya. De manera natural el ser humano dispone de libertad interior para construirse, para autoelegirse, para ser por sí y no por imposición de los poderes constituidos. Ni siquiera las dictaduras políticas e ideológicas más feroces lograr anular del todo la capacidad innata del ser humano para ser él mismo, determinar soberanamente su interioridad y establecer su conducta, para dotarse de valores opuestos a los disvalores impuestos y realizarse como ser de la libertad, la responsabilidad, la rectitud y la virtud.

Esto es una concepción optimista del ser humano, que resulta convenientemente atemperada por las negatividades interiores al yo y por la presión, cada vez más aterradora, de la maldad social y personal impuesta desde arriba, desde el poder/poderes constituidos, los cuales cada día son más poderosos, por tanto, más inmorales y causantes de inmoralidad.

         Mi contribución al libro citado es una apelación al esfuerzo moral del individuo para autoconstituir un yo entregado al recto obrar. En contra de las cantinelas habituales contra “el ego”, dirigidas a reducir a la persona a un ente de rebaño, dócil, sumiso y pasivo, lo que propongo es un reforzamiento del yo en un quehacer planeada y de por vida, dirigido al cultivo de las cualidades y atributos convivenciales, morales, emocionales, intelectuales y físicos. Se trata de constituir sujetos fuertes, capaces de ser ellos mismos. En esta época desventurada, la de la globalización, la de la creación de macropoderes planetarios cada día más hipertrofiados, el sujeto en tanto que individuo que se niega a ser hecho (en realidad, deshecho) y se hace él mismo es el elemento decisivo para considerar con esperanza el futuro de la humanidad.

         Así es: frente a las dictaduras políticas, económicas, funcionariales, clericales, mediáticas, profesorales y de cualquier naturaleza, se ha de situar el sujeto en la forma de yo que se escoge y se realiza. Con ello el ser nada del orden globalizado resulta superado, emergiendo lo que es hoy más subversivo, el ser humano que lo es.

         Es axial en la ética la categoría de “lucha interior”, de conflicto perpetuo por el cual el yo se automejora con esfuerzo y dolor. Tal lucha existe porque el mal está también dentro de uno pero sobre todo porque al mismo tiempo ahí existe asimismo el bien y la voluntad de bien. Es necesario resaltar lo positivo del sujeto, en un tiempo en que todo se dirige a rebajar, agredir y humillar al yo, cuando el hipercriticismo dominante se propone triturar y nadificar a la persona común, presentándola como una simple suma de negatividades y maldades. Tal es una de las peores consecuencias del “pensamiento crítico”, que refuto en varios de mis libros. Ese ser solamente dañino supuestamente, mera perversidad, sólo puede ser salvado, se nos dice, por las instituciones y sus agentes, por el Estado y sus jaurías… lo que refuerza aún más el actual régimen de dictadura múltiple.

         Una consecuencia de ello es que cada vez valoro más la moralidad popular, la ética con que la gente común ordena y organiza sus vidas. En mi concepción moral pesa mucho el ideario de los filósofos cínicos griegos, de una parte del estoicismo y del cristianismo verdadero pero mi aprecio por el saber popular actual crece y crece. Podría decirse que, decepcionado por una ética de libros y verborrea, me encamino hacía una recuperación de la sabiduría aplicada del individuo de la calle, al que escucho con creciente interés y respeto.

         Eso es más fácil cuando se observa que las y los profesionales de la ética institucional se prostituyen. Por ejemplo, Victoria Camps, catedrática de filosofía moral y política, autora prolífica y senadora por el partido socialista, cuyo quehacer cotidiano se mueve entre la Fundación La Caixa y la Fundación March… No, no, no. En la gran empresa multinacional, una tiranía económica concentrada en progresión, no hay ni puede haber moralidad, sólo inmoralidad. Es ineludible mirar hacia el pueblo.

         Es necesario impugnar y revertir el sujeto asocial de la contemporaneidad, entregado a la realización de la guerra de todos contra todos, haciendo posible un individuo sociable, afectuoso, amigable, servicial, altruista, que lo sea sin renunciar a un yo fuerte y autónomo, singular y propio. Esa es la meta de “Ética y revolución integral”. Éste, en suma, no quiere ser un libro para leer sino para convertir en vida vivida, en hábitos de afectividad y sociabilidad, de virtud y valentía. Porque la ética o es eso, costumbre, o no es nada.

viernes, 5 de enero de 2018

REVOLUCIÓN POPULAR CONTRA EL CLERO MUSULMÁN EN IRÁN


     Los últimos días de 2017 han conocido un alzamiento popular espontaneo contra el teofascismo iraní. En muchas docenas de ciudades y pueblos cientos de miles de manifestantes, entre los que destacan las mujeres sin velo, se han lanzado a desafiar en la calle al totalitarismo sanguinario del régimen iraní de los ayatolas. Han sido atacadas comisarias, cuarteles de la milicia islamofascista, mezquitas, bancos, bases militares, etc. Es a destacar que las protestas han sido particularmente vigorosas en las áreas kurdas, alzadas contra el chovinismo y el centralismo persa-iraní.



         Las consignas más coreadas fueron “Clerigalla musulmana, tenga algo de vergüenza y deje en libertad a Irán” y “El pueblo de Irán es un mendigo mientras los clérigos musulmanes viven como Dios”. La demanda de libertad, como libertad de conciencia, libertad religiosa, libertad de expresión, libertad de manifestación, libertad de indumentaria y libertad para los pueblos sometidos al imperialismo persa (derecho de Autodeterminación), fue la exigencia fundamental de los manifestantes. Asimismo, se protestó contra la pobreza agobiante y creciente que padecen las clases trabajadoras, y contra las intervenciones imperialistas del régimen en el Líbano, Gaza, Siria, etc.



         La represión ha sido aterradora, como corresponde a todo país musulmán, donde la vida de los seres humanos no vale nada. El aparato policial islámico ha originado, hasta el día 3 de enero de 2018, unos 200 muertos (diez veces más de los reconocidos oficialmente) y 10.000 detenidos. De éstos, una parte importante está siendo sometida a torturas terribles y será asesinada sin juicio y sin que los cadáveres lleguen a sus familiares. Los genocidas en el poder están repitiendo lo que hicieron en 2009 y más aún en 1979-1982, cuando la república islámica se impuso a través de un baño de sangre que exterminó a un enorme número, cientos de miles de personas probablemente, en particular trabajadores y campesinos, organizados en asambleas populares revolucionarias, y, también, militantes del Partido Comunista Tudeh y de otros grupos marxistas menores.



         En efecto, el aparato islamofascista nunca se detiene ante nada, máxime tras el pánico que han padecido los clérigos, que les ha llevado a abolir, en los primeros días del levantamiento popular revolucionario, la legislación sobre la obligatoriedad del oprobioso velo islámico para las féminas, creyendo que con ello podrían apaciguar a los manifestantes, lo que no ha sucedido, más bien al contrario, pues tal concesión evidencia la debilidad política del régimen y la fuerza sustantiva de la resistencia popular. El aislamiento social de los ayatolás se ha puesto de manifiesto asimismo en las raquíticas manifestaciones de apoyo al Estado, donde casi únicamente han participado clérigos, es decir, la minoría ultra-privilegiada, mandante y oronda, en un país dominado por la pobreza e incluso el hambre. El pueblo se ha abstenido, lo que está suscitando un enorme temor en la oligarquía musulmana.



         El clero islámico ha constituido en Irán una sociedad aberrante. En ella aproximadamente los dos tercios de los medios de producción y cambio pertenecen al clero, que al mismo tiempo detenta todo el poder político, todo el poder judicial, todo el poder educativo y mediático, todo el poder policial y, por supuesto, todo el poder religioso. Allí el clero musulmán es todo y el pueblo nada.



         Esto ha llevado a un enfrentamiento creciente entre los clérigos omnipoderosos y las mujeres de Irán, que desafían desde hace muchos años, con un valor que llena de admiración, su patibularia misoginia. Al mismo tiempo, el descrédito del islam es formidable, particularmente entre la juventud universitaria que se ha hecho antirreligiosa e incluso atea en una elevada proporción, de ahí los ataques a mezquitas. Alguno de los jefes ayatolás ha tenido que reconocer que las mezquitas están semi-vacías y que el futuro del islam en Irán es problemático: ese es el principal resultado, el esencial logro de la “revolución islámica” en Irán cuarenta años después....



         El régimen clerical-fascista se jacta de que ha aplastado la revolución, con fecha 4 de enero, pero se equivoca una vez más. La matanza realizada puede frenar temporalmente la movilización popular, pero ésta volverá a resurgir, y con mayor fuerza, incorporando a más sectores de la población, hasta que se convierta en una revolución victoriosa que expropie a los clérigos hiper-capitalistas su inmenso poder económico, derribe las perversas estructuras políticas actuales, lleve ante tribunales populares a los jerarcas asesinos, elimine todo rastro de patriarcado o neo-patriarcado y separe radicalmente la religión y la política, estableciendo la libertad de conciencia y la libertad de expresión.



         Lo sucedido es, además, una manifestación de la crisis general del islam hoy, que en todos los países que durante siglos ha dominado encuentra una oposición creciente. Los desmanes del clero islámico están suscitando una resistencia ascendente no sólo en Irán sino también en Arabia de los Saud, Marruecos, Turquía, Egipto y otros varios países. Su naturaleza de estamento hiper-privilegiado que detenta lo esencial del poder económico y que ahoga por la fuerza toda discrepancia y cualquier libertad popular hace que la oposición popular revolucionaria le tenga cada día más como blanco central de su ira y sus luchas. Se va hacia una implosión de las sociedades sometidas al islam en la que el clero saltará por los aires, y eso en todos los países, como ya está sucediendo en Irán.



         Significativamente, la tierra de promisión del islam es Europa. En ello coopera el Vaticano, con el papa Francisco al frente, la izquierda caviar, la izquierda estalinista que lleva año lucrándose con el dinero ensangrentado de los ayatolás, los buenistas del multiculturalismo, el imperialismo alemán heredero del nazismo, la gran banca europea, el aparato militar de la UE y, cómo no, el feminazismo, desde hace mucho entregado al clero islámico. Estas fuerzas manifiestan su “tolerancia” hacia la élite clerical iraní pero no dicen nada a favor de las decenas de miles de jóvenes iraníes, sobre todo mujeres, que ahora, en estos momentos, están siendo torturados y asesinados en las mazmorras de los ayatolás. El papa Francisco está guardando un silencio cruel respecto a la revolución iraní, lo que deja a los asesinos las manos más libres. Éste parece añorar los tiempos en que el Vaticano bendecía al dictador fascista Francisco Franco y se ha buscado una tiranía de sustitución ante la que estar de rodillas, la del clero islámico. De la penosa aventura de suscitar la islamización/fascistización de Europa, la Iglesia, como institución anticristiana, saldrá todavía más desacreditada y disminuida.



         ¿Qué decir de los jefes y jefas de la izquierda “radical” española en su relación con el totalitarismo iraní? El régimen de los ayatolás no sólo se impuso matando en masa a la militancia del partido Comunista pro-soviético, así como de grupos maoístas, guevaristas y anarquistas, en 1979-1982, sino que ahora los portavoces de los clérigos asesinos culpan del levantamiento popular a una organización marxista clandestina, los Muyahidin del Pueblo de Irán. No es cierto que este grupo haya dirigido el levantamiento, que ha sido espontáneo y apartidista, pero sí lo es que está en la acción clandestina anticlerical desde hace mucho, aunque como fuerza marginal, lo que suscita respeto y solidaridad.



De modo que los jefes y jefas de la izquierda estalinista están dando respaldo a quienes llevan decenios asesinando a sus correligionarios en Irán…. Y todo por dinero. De ahí que ahora estén llenando Internet de calumnias contra los revolucionarios iraníes, esos titanes dignos de encomio y admiración, que con su sacrificio heroico están cambiando el destino del mundo. En efecto, su épico obrar está frustrando la islamización/fascistización de Europa, y con ella de todo el planeta. Algunos de quienes les calumnian e insultan se dicen “anticapitalistas” pero niegan el contenido anticapitalista y revolucionario del magno alzamiento popular en Irán. Ciertamente, quienes están con los ayatolás están con el capitalismo, es más, con su forma más perversa, tosca y demente, la propia del clero musulmán.



El bocazas y demagogo de Donald Trump ha intentado sacar rédito político de los acontecimientos en Irán, diciendo que “apoya” el levantamiento popular en Irán, lo que es una mentira más de las suyas. No hay que olvidar que en sus orígenes la república musulmana de Irán fue una creación de Occidente, sobre todo de EEUU y Francia, para impedir el triunfo en ese país del Partido Comunista afín a la Unión Soviética, hecho que muestra lo obvio, que el islam es un instrumento político del imperialismo occidental. Sólo en una fase posterior surgieron algunas diferencias entre los clérigos y los EEUU por el reparto de poder en el área. Trump siente tanto pánico como los jefes musulmanes al triunfo de una revolución popular en la zona. Y si ésta avanza le veremos colaborar, a él y al sionismo, con los ayatolás, como en el pasado. Trump, además, ha mentido y traicionado desvergonzadamente a sus electores, a los que prometió “mano dura” con el fascismo islámico, que en los hechos se ha convertido en un interminable besuqueo con los clérigos totalitarios. Es un agente más de la islamización de Occidente, operación cada día más debilitada y disminuida, gracias a la colosal resistencia popular que está encontrando.



No menos disparatada es la posición de la corriente conspiranoica ante los acontecimientos revolucionarios de Irán, que condena como una maquinación del sionismo y EEUU. De nuevo se equivocan, víctimas de su folletinesca puerilidad, que les obliga a ver por todas partes grupos secretos complotando en las alturas, sin aceptar lo obvio, que el pueblo, los pueblos, existen y que de vez en cuando se alzan en rebelión y también en revolución. Su negativa a considerar que es el pueblo, la gente común, el agente principal de los acontecimientos políticos y sociales y no las organizaciones secretas va unida a su incapacidad para pensar en términos de revolución. Por eso han ido de apoyar a Trump, ese payaso ultra-reaccionario, a respaldar a Putin, un déspota militarista que continúa la política imperialista rusa de los zares y los bolcheviques. En su infantilismo, los conspiranoicos admiten también a Bashar el Assad, un asesino en masa al que sólo la fenomenal majadería de Occidente, al crear y financiar al Estado Islámico en Siria, ha salvado de ser derrocado y castigado por sus crímenes. Él es amigo íntimo de los ayatolás iraníes, y eso lo dice todo. La conspiranoía se está convirtiendo en una forma de extrema derecha entre otras, como manifiesta en su postura ante Irán.



La posición de los revolucionarios se resume en dos palabras: pueblo y revolución. Pueblo que se levanta y alza, revolución que se hace y realiza. Eso es todo y en todos los países.