miércoles, 29 de junio de 2016

DE LA ABSTENCIÓN CONSCIENTE A LA ACCIÓN REVOLUCIONARIA

         El triunfador del 26-J ha sido el bloque abstencionista, formado por quienes no han participado en la farsa electoral organizada por la dictadura política en curso, constitucional, parlamentarista y partitocrática. La abstención, en particular su sector consciente (unas 500.000 personas), ha frustrado la operación estratégica implementada en dichas elecciones. Eso ha agravado la crisis en desarrollo del régimen.

         Quienes hemos propuesto la abstención reflexiva, responsable, moral y consciente, que hace de ella un acto revolucionario anticapitalista, hemos sido los vencedores el 26-J. El artículo, contenido en este blog, “No votar. Lo que más daña al sistema”, publicado en la campaña electoral, ha conectado con la voluntad de cientos de miles de personas

         ¿Cuál era la línea estratégica del poder constituido en tales elecciones? La victoria de Podemos con mayoría relativa, para que formase con el PSOE un gobierno de izquierdas con mayoría absoluta. Esto es lo que necesita desesperadamente el capitalismo español para llevar adelante sus planes económicos y políticos, a imitación de los de Syriza en Grecia. Los medios de comunicación, en particular las cadenas de televisión de la banca y las multinacionales, se han entregado a Unidos Podemos, invirtiendo miles de millones de euros en su publicidad. Pero hete aquí que los acontecimientos han seguido otro rumbo.

         En el 26-J casi el 20% de quienes votaron por IU y Podemos en las generales de hace seis meses se han abstenido[1]. Además, los abstencionistas son los mejores por lo general, los más activos, los más combativos, los más conscientes. Al mismo tiempo, ningún sector social nuevo se ha incorporado. El PP es el ganador, cuando tenía que haber sido el segundo más votado para que ocupase la Moncloa el bloque Podemos-IU-PSOE. A partir de aquí la inestabilidad se apodera del régimen político español.

La cosa ha sido tan risible que quien, según la CIA, es “nuestro hombre en Madrid”, el general Rodríguez, no ha logrado escaño. El general de la OTAN ha quedado fuera del parlamento… Una pena, pues desde él habría mostrado mucho mejor lo que Podemos es, como formación militarista, patriotera, españolista e imperialista. Desde el final del franquismo la izquierda ha sido la fuerza política principal del capital, de la que éste se ha valido para efectuar sus operaciones políticas y económicas decisivas, mientras que la derecha ha hecho comparsa de la izquierda. Ahora, las arduas y difíciles operaciones política que el capital necesita sólo pueden ser efectuadas por la izquierda en el gobierno.

         Pero los banqueros, los estrategas del ministerio de Defensa, el CNI, la CIA y demás buenas piezas no han contado con la efectividad de la campaña que hemos realizado en el último año para poner en evidencia al montaje mediático-político Podemos. Son los libros publicados, los artículos movidos en la Red, las denuncias en la calle, las movilizaciones de los vecinos y los trabajadores, los análisis objetivos de la situación, la propuesta de un proyecto, programa y estrategia de revolución integral, etc. los que han permitido que en momento crítico, el 26-J, más de 1.100.000 personas se haya negado a votar de nuevo al bloque electoral favorito de la patronal, IU-Podemos.

         En estos momentos la situación del régimen de poder es liosa. Se formará un gobierno de la derecha que les es inútil, por lo que será inestable y durará poco tiempo, pero ¿con qué lo sustituirá? La operación Podemos ya ha fracasado, su futuro es la guetización creciente, las reyertas internas, el ridículo… Ha sacado, es cierto, muy buenos resultados en el País Vasco y en Cataluña pero eso no es estable, pues en cuanto intente hacer política operativa ahí sus contradicciones internas estallarán.

         Podemos ha sido el tinglado utilizado por el poder para abortar las corrientes revolucionarias que iban madurando en el 15-M. Y por un tiempo lo ha logrado pero ahora se han vuelto las tornas y están a la defensiva, sumidos en la perplejidad, con la estrategia chafada. Nuestro momento político, el de quienes deseamos la revolución, ha llegado. Somos ya actores decisivos y lo seremos más y más en el futuro.

         Lo previo es que tenemos que ser conscientes de nuestra fuerza. Con muy pocos medios hemos convertido al 26-J en una derrota del bloque capitalista-estatal izquierdista. ¿Por dónde seguir?

         No basta con la abstención consciente y responsable: hay que dar un paso más, asumir el proyecto revolucionario, pensar en términos de transformación total. No es suficiente la lucha por mejoras, hay que proyectar la revolución, el cambio de modelo de sociedad. No basta con las acciones sectoriales, nuestra propuesta debe ser integral. Por el momento, los planes para imponer un programa económico a lo Syriza han fracasado. Tenemos una temporada de respiro que sobre todo hemos de utilizar para organizar la liquidación del actual sistema. Tenemos que ir de la abstención consciente a la revolución en actos.

         La juventud debe quedarse, no emigrar. Vamos a hacer, unidos y desde abajo, un sitio para los jóvenes, para que puedan llevar una vida humana, porque vamos a reventar desde la base el actual sistema. Tenemos que ofrecer esperanza, optimismo y acción. Ya hemos logrado mucho y si somos conscientes de nuestra fuerza podemos lograr muchísimo más. Vamos a imponer de facto las necesidades y aspiraciones de la juventud a banqueros, grandes patronos, militares, jefazos de Bruselas y politicastros de derecha e izquierda. Vamos a mandar de vuelta a casa a los jóvenes seniles y rancios, traidores a su generación, que manejan Podemos.

         En una situación de inestabilidad política como es la actual, cuando la principal herramienta del capitalismo, la izquierda, está bastante dañada, se dan condiciones muy buenas para el auge del ideal revolucionario, de las luchas en la calle, de la consecución de logros concretos, que el sistema se verá obligado a otorgar por la situación de debilidad relativa en que se encuentra. Es, por tanto, el momento de hacer grandes planes, pensar estratégicamente y proponerse metas ambiciosas.

         Tenemos que ponernos en movimiento. Quien tenga una revista que la ponga al servicio del ideario revolucionario. Quien se sientan con fuerza que abra un blog, o una página. Aquél que sea más dado a la palabra que se reúna con los amigos y las amigas para tratar del qué y cómo de la idea revolucionaria. Allí donde se pueda desarrollar una o varias reivindicaciones a través de la movilización, la demanda y la lucha, dejando fuera a los partidos políticos, que se haga. Todo lo que sea acción, conciencia, lucha, reflexión, organización, optimismo, creatividad, dinamismo y preparación del cambio integral revolucionario debe hacerse.

Hemos ganado la batalla del 26-J y podemos ganar las próximas.


        


[1] Una causa es la cuestión de la corrupción y la integridad. Por un lado IU “adeuda” a la banca privada varios millones de euros, que nunca ha devuelto y nunca devolverá, porque son donaciones de los banqueros al PCE-IU para que defiendan sus intereses, situación que existe desde antes de la muerte de Franco. IU, además, está implicado en docenas de asuntillos de corrupción, algunos pequeños pero otros grandes, como las tarjetas de Bankia o los ERE de Andalucía. Podemos se ha manchado con varios casos de pequeñas corruptelas, antesala de un enriquecimiento ilícito a gran escala, lo que tendrá lugar en los próximos años. Aspira, además, a aliarse con el PSOE, el partido campeón de la corrupción, el caciquismo, la casta y la vieja política. De manera que “la regeneración democrática”, ¿en qué queda?

jueves, 23 de junio de 2016

REPENSAR LA REVOLUCIÓN LOS BAGAUDAS

En Philondenx (Estado francés) tuvo lugar los días 11 y 12 de junio de 2016 el encuentro “Revolución/Iraultza/Revolució Bagaude”, donde fui ponente al lado de varios amigos y amigas. Las intervenciones y los debates se grabaron en video, de manera que pronto estarán en la Red. No deseo volver sobre lo que allí expuse sino situarlo en el contexto de una reflexión más general, que conecte este asunto, lejano puesto que se refiere a acontecimientos que tuvieron lugar a mediados del siglo V, con los rasgos más decisivos de nuestro tiempo.

Hasta hace muy poco las revoluciones políticas, sociales y económicas dignas de ser citadas eran la francesa de 1789, la rusa de 1917 y las “revoluciones antiimperialistas” posteriores a la II Guerra mundial (china, cubana, argelina, vietnamita, sudafricana, etc.). Todas están ya irremediablemente desprestigiadas, al haber sido causa de totalitarismo, sobre-opresión, deshumanización y mega-capitalismo. A ese bloque se han ido sumando, para algunos, movimientos populistas burgueses como la “revolución bolivariana”, y la nueva forma de fascismo clerical, la “revolución islámica”. Otras, como la “revolución española” de 1936-1937, con las colectivizaciones, etc. han perdido casi toda su anterior credibilidad[1].

         La idea de revolución está hoy muy gravemente manchada y desacreditada.

         Es lógico que así sea, después de todo lo que ha ido sucediendo, pues las revoluciones citadas han creado sociedades incluso más estratificadas y no-libres que las precedentes. En todos los casos, han sustituido el capitalismo por el hiper-capitalismo, con unos resultados económicos deplorables. Se comprende, por tanto, que las personas más reflexivas se resistan de buena fe a la noción de revolución.

         Pero, al mismo, tiempo, la revolución se hace cada día más necesaria, en vista de la evolución mundial y europea. No sólo por la caída sin final que en lo económico padece Europa, y en particular nuestro país, sino por el conjunto de transformaciones horrendas que estamos sufriendo, la mundialización (globalización), la concentración de la propiedad y la riqueza en cada vez menos manos, el crecimiento patológico de los aparatos estatales, la conversión de la persona en ser nada, el ascenso de las nuevas enfermedades físicas ocasionadas por el insano modo de vida que se nos impone, la devastación ambiental con cambio climático, la pérdida de valores y referentes morales, la expansión desde arriba del conflicto interpersonal en todas sus formas de donde está resultando un individuo solitario que se realiza en las dolencias psíquicas, la erosión de las libertades formales y la ausencia creciente de libertades reales, la conversión del sistema educativo en un procedimiento para arrasar el pensamiento creador y la integridad ética del alumnado, la general falsificación de la historia, la constitución de una casta partitocrática de derecha e izquierda que no es nada sin la televisión y que usa sus cargos para enriquecerse, y así sucesivamente.

         Dolorosa es ver que las generaciones de menos 40 años no logran, en una buena proporción, encontrar empleos medianamente remuneradores, por lo que dependen de sus padres y abuelos, sin posibilidades de vivir por sí mismos y tener hijos. Cuando este sector piensa en el futuro se estremece, con razón: sin empleos, sin autonomía, sin pensiones, sin hijos, sin proyecto de vida…

         Lo expuesto establece la necesidad de cambios fundamentales, y no meramente en lo secundario y lo sectorial, que vayan a la raíz del problema sin quedarse en sus manifestaciones superficiales. Cambios que no se propongan únicamente lograr “mejoras” bajo el actual orden sino ir estableciendo las bases para su sustitución. Cambios que sean en el todo de los problemas, que afecten al conjunto de la vida colectiva, la persona y el sistema de valores, de ahí que han de ser totales, integrales. Cambios que deben venir exclusivamente de la base popular y no de la presencia o participación en las instituciones.

         Para ello conviene buscar ejemplos de revoluciones en el pasado, que nos proporciones enseñanzas[2], aunque sin olvidar nunca las diferencias en las condiciones de lugar y tiempo. Tal es la revolución bagauda.

         Acaecida al final del orden romano, en las Galias y en Hispania, fue una sucesión de levantamientos armados populares. Iniciada al sur de los Pirineos hacia el año 443 su momento culminante fue el 449, cuando toman Tarazona (Zaragoza), dando muerte a la guarnición visigoda y al obispo. Posteriormente, en el 454, se supone que fueron aniquilados, pero algunos indicios y, sobre todo, el análisis histórico, parecen probar que se replegaron a los Pirineos y allí crearon un nuevo orden social, que perduró durante siglos.

         Probablemente, lo hicieron en la comarca de Sobrarbe, dando lugar a un mito, el Derecho de Sobrarbe[3], legislación universalmente admirada en el Medioevo, aunque de ésta nada directo nos ha llegado, salvo alguna falsificación posterior. De ella proviene el Derecho pirenaico, propio del pueblo de Euskal Herria.

         Las transformaciones revolucionarias que los bagaudas impulsan son: 1) el gobierno por asambleas, en el batzarre o concejo abierto, juntas populares que se solían reunir bajo enormes árboles, 2) los terrenos y otros medios de producción, pecuarios y artesanales, se hacen comunales, 3) el trabajo libre y asociado comunitario en pro del bien común, auzolan en euskera, 4) la autonomía, mismidad y soberanía de la persona, 5) concepción de una sociedad enteramente convivencial, en la que el amor de unos a otros sea el elemento motor, sin ente estatal ni propiedad privada concentrada.

         Los bagaudas son la parte fundamental de los inicios de la revolución de la Alta Edad Media. Ésta arranca con ellos, extendiéndose por todo el norte peninsular, en lucha contra los godos, los francos y los musulmanes andalusíes, las tres potencias anti-revolucionarias de esos siglos. Hicieron una revolución positiva, que contrasta con las revoluciones perniciosas, indeseables, antes citadas.

         De gran significación fue la presencia del cenobitismo cristiano revolucionaria en el movimiento bagauda[4], cuestión mantenida durante siglos por la historia oral. El único autor contemporáneo que defiende la justicia y razón de los alzados en armas es Salviano de Marsella (390-460, aproximadamente), en “De Gubernatione Dei”. Salviano estaba integrado en el monasterio de Lerins, cenobio que sostenía la versión verdadera del cristianismo, en oposición al aparato clerical a las órdenes del papado. Su obra es una denuncia objetiva del sádico Estado romano y de la crueldad de los terratenientes esclavistas. Expone que los bagaudas estaban luchando para regenerar la sociedad, también en el sentido moral.

         El significado contemporáneo, para el siglo XXI, de todo ello se irá estableciendo en el futuro inmediato. Mientras, es necesario recordar las revoluciones del pasado que no sean dañosas e insanas como las hasta hace poco tan irracionalmente idolatradas, y que además triunfaron, creando sociedad estables y activas durante siglos. Porque, a fin de cuentas, la historia es maestra de la vida.


[1]  El video “¡Qué trabaje Federica!” (por Federica Montseny, jefa de CNT y ministra de la II república española en la guerra civil) es una contribución a aclarar lo que sucedió durante 1936-1937. En ese tiempo, la gran mayoría de los procesos supuestamente colectivizadores en la industria, la agricultura y los servicios, fueron la vía para constituir un nuevo capitalismo, vinculado al Estado burgués republicano, del que formaron parte como funcionarios civiles, policiales y militares, decenas de miles de anarcosindicalistas, devenidos una facción de la nueva burguesía antifranquista. Mi libro “Investigación sobre la II república española, 1936-1939”, examina esta cuestión, mostrando sus bases políticas, ideológicas, teóricas y organizativas.
[2] La primera vez que hablé en público sobre el movimiento revolucionario de los bagaudas fue en una charla en Capdesaso (Huesca) organizada por Rurales Enredados, la sección campesina del 15-M, el 7 de abril de 2012. El acto, de temática agraria, estuvo muy concurrido. La casi totalidad de la asistencia era la primera vez que escuchaban tratar sobre esta materia. Me animó a hacerlo que la zona había sido el área de combate de los bagaudas, como expresión de respeto y admiración hacia ellos.
[3] En este blog, “Los Fueros de Sobrarbe y los orígenes del pueblo aragonés”.
[4] Mi intervención en Philondenx tuvo por título “El movimiento bagauda y el monacato, o cenobitismo, cristiano revolucionario”.

martes, 14 de junio de 2016

NO VOTAR LO QUE MÁS DAÑA AL SISTEMA

        Nuevas elecciones. Nuevo baño de mentiras, burlas y bellaquerías. La masa, envilecida por el sistema de dominación, es empujada cual rebaño hacia las urnas, para “escoger” entre lo igual y lo igual. El ser nada o sujeto nadificado, crédulo e irracional, imagina que votar a tal o a cual, y pelearse con sus iguales que votan a las otras marcas comerciales/electorales, es decisivo para mejorar su vida.

Pasarán los meses y los hechos demostrarán una vez más que todo es una pantomima cruel y que el sistema de dominación permanece idéntico a sí mismo, pues el poder reside en el Estado y el capital, no en el gobierno, los partidos y el parlamento, que son derivaciones irrelevantes de aquéllos, sin poder real por sí. Se permite la elección (no-libre) de los elementos accesorios y formales del sistema pero no la del poder verdadero, que queda siempre en manos de las élites funcionariales, militares y empresariales.

         ¿Quiénes ganan? Los políticos profesionales, que se llena los bolsillos. Todos, los de derechas y los de izquierda, los españolistas y los “independentistas”. De manera legal e ilegal harán su agosto desde los cargos institucionales. ¿Quién pierde? El pueblo, los pueblos. Se vote a quien se vote es igual, pues todos los partidos son iguales, pero se otorga apoyo al sistema de dominación. No.

         Votar es validar al sistema, es integrase en su lógica perversa, es hacerse parte de él. Abstenerse es golpear donde más duele, poner en evidencia el montaje politiquero en curso, la parodia de una dictadura que, cada cierto tiempo, se sirve de comicios no-libres, potestativamente irrelevantes y mediáticamente manipulados para presentarse como lo que no es, una democracia, y ocultar lo que es, una dictadura.

         Desde luego, la contradicción no está entre la derecha y la izquierda, pues la una y la otra son lo mismo, igualmente institucionales, al servicio del capital, embusteras, parasitarias, inmorales, inciviles, corrompidas. Hay que salir de ahí para situarse en la verdadera contradicción, la que opone a la reacción (dentro de la cual está la izquierda al mismo nivel que la derecha) y la revolución. Reacción/revolución es real mientras que derecha/izquierda es irreal.

         La derecha nos ha triturado desde 2011, del mismo modo a cómo la izquierda nos maltrató en 2004-2011. La derecha ha mantenido todas las leyes y normas de la izquierda, lo que prueba la identidad izquierda-derecha. Ahora parece que toca que gane la izquierda, que será continuista con lo realizado por la derecha. Es el viejo mecanismo del turno de los partidos, que se alternan para manifestar una “pluralidad” y “libertad” inexistentes. Si gana la izquierda hay que celebrarlo, pues de forma similar a cómo ha sucedido en Grecia su demagogia y locuacidad se desmoronarán en poco tiempo.

         Ahora, la clase mandante necesita reestructurar a fondo el sistema productivo, en la dirección de establecer una economía similar a la china, con largas jornadas de trabajo, salarios reducidos y derechos sociales mínimos. Para eso necesita de la izquierda en el poder, pues la izquierda es el mejor instrumento del capital, la herramienta principal de la clase empresarial, como se ha mostrado desde el final del franquismo, cuando el capitalismo se ha servido de la izquierda para resolver sus problemas más acuciantes, políticos, sociales y económicos.

         Si el modelo a implantar es el chino la vía será la griega. Lo que el partido Syriza, el referente para la izquierda española hasta ayer mismo, está haciendo en Grecia hará aquí la izquierda, en realidad ya lo está haciendo en los ayuntamientos donde tiene poder.

         La respuesta ha de ser: 1) no votar, cuando menos votos logren tendrán menos legitimidad y les será más difícil realizar los duros y numerosos “ajustes” que necesitan, 2) si gana la izquierda, que en lo de los recortes sociales es la fuerza más agresiva y resolutiva, hay que contestar con la huelga general en cuanto se den las condiciones, igual que ya han hecho en tres ocasiones los trabajadores griegos.

         Lo uno y lo otro son prácticas anti-sistema, revolucionarias. La política partidista es sucia, es cieno, es mugre, es inmoralidad, y quien incluso de buena fe participe en ella, se mancha y degrada, y daña al bien general. La meta es reconstruir al pueblo, lo que sólo puede hacerse como realidad social ajena y opuesta a las instituciones, a todas ellas. Hay que estar fuera del poder, único modo de no envilecerse con él, ponerse a su servicio y hacerse parte de él. Desde fuera hay que trabajar para que el populacho se haga pueblo y para que el pueblo haga la revolución. Una revolución cuya primera realización será establecer la libertad política, derogando la dictadura parlamentarista y partitocrática para establecer un régimen de gobierno libre, por asambleas populares, con libertad de conciencia (que hoy no existe) y libertad civil (que tampoco existe).

         Así pues, la revolución tiene como contenido y meta derrocar la actual tiranía y realizar la libertad.
        

jueves, 9 de junio de 2016

PELEAR POR EL COMUNAL

        En el país quedan todavía unos 3,5 millones de has de comunal, con un valor monetario de unos 21.000 millones de euros, aunque una parte decisiva de él está gestionada, a menudo ilegal, o alegalmente,  por los ayuntamientos, las diputaciones, los entes autonómicos y diversas instancias del gobierno central. Es esta una situación a la que hay que poner fin. Hay que devolver el comunal a sus únicos propietarios, los vecinos, concejilmente organizados, de cada población.

         El expolio de los comunes de los pueblos, que no sólo eran tierras sino otros muchos medios de producción y vida (molinos, corralizas, fraguas, mesones, casas, hornos, etc.) fue cosa del Estado, que se embolsó colosales cantidades de numerario, ya desde los siglos XVI-XVIII, y tuvo como beneficiaría a la gran burguesía urbana, que compró tales propiedades, previamente apropiadas ilegítima y fraudulentamente por el Estado, declaradas “bienes nacionales” y vendidas en subasta pública.

         Eso se hizo con la legislación de la monarquía “absoluta”, la ley de 1770 y la de 1827[1], y la del Estado liberal, sobre todo la de 1813 y 1855. La no aceptación y lucha de los pueblos se ha mantenido hasta hoy. Bajo la II república se presentaron miles de reclamaciones de devolución del comunal expoliado[2], que no fueron atendidas por la república burguesa-estatolátrica. Así las cosas, en la primavera de 1936 fluyó un colosal movimiento de recuperación de las tierras sustraídas a los vecinos, contestado por el gobierno de Frente Popular con matanzas como la de Yeste (Albacete).

         Ahora se dan buenas condiciones, objetivas y subjetivas, para generalizar la acción por la recuperación de los bienes comunales, para que éstos reviertan a los pueblos. Necesitamos tierras, y los medios de producción que estén en ellas, no sólo para reducir la pobreza y el desempleo rural sino también para atraer a nuevos pobladores, a gentes que hastiadas de la ciudad desean emprender una nueva vida en el campo. Hay que unir el movimiento de abandono de las ciudades con el de recuperación del comunal, a los neo-rurales con la pelea por la tierra y los demás recursos.

         Los fundamentos de una estrategia, en 21 puntos, pueden ser los que siguen.

Uno. Hay que usar los procedimientos jurídicos, no hay otra, con las correspondientes reclamaciones, etc., pero sin confiar en ellos ni empantanarse en pleitos interminables y caros, que difícilmente tienen resultados.

Dos. Lo resolutivo es la acción movilizadora, la agitación, la denuncia y la presencia en la calle. La lucha popular.

Tres. La base de la acción ha de ser local y el ámbito de la pelea comarcal. Al mismo tiempo, hay que constituir un movimiento que opere en todo el país, pues son leyes aplicadas en todo el Estado español las cuasi destructoras del comunal.

         Cuatro. La labor ha de ser vecinal y nada más, sin partidos y sin depender de las instituciones, tampoco de los ayuntamientos. Ha de ser algo sólo de personas, de vecinos o simpatizantes del movimiento avecindados en otros municipios.

         Cinco. Es necesario reunir información en cada pueblo y en cada comarca sobre el comunal y sus usos, derecho consuetudinario, prácticas de ayuda mutua, trabajo comunitario (hacendera, auzolan…) y experiencias asamblearias populares, concejos abiertos, batzarres, juntas vecinales, etc. La información puede lograrse escuchando a los mayores, en documentación conservada, en libros y estudios, etc.

         Seis. Dado que la población rural está muy envejecida, los nuevos pobladores, las gentes que han ido, o desean ir, de la ciudad al campo, que por lo general son jóvenes, resultan ser de primera importancia para recuperar el comunal.

         Siete. Para empezar, fijar en cada población una o varias fincas a reclamar de inmediato, escogiendo aquellas que reúnan condiciones óptimas: poseer buena información sobre su naturaleza antaño comunal, ser apropiada para proporcionar aprovechamientos de los que sea posible subsistir, etc. En ellas hay que centrar el inicio de la acción recuperadora. A escala comarcal se puede establecer un catálogo de fincas y otros bienes a reclamar, y luego popularizar dicho catálogo.

         Ocho. Si los predios antaño comunales están ahora de facto privatizados por los aparatos administrativos estatales (por ejemplo, por los ayuntamientos) se debe exigir que cese esa situación para que queden como bienes exclusivos de la asamblea o junta local de vecinos. Si son propiedad privada hay que reclamarlos igualmente, recomendando a sus actuales propietarios que demanden al Estado la devolución del dinero equivalente por el que se los vendió. Si son comunal auténtico, poseído por el concejo, hay que defender que sigua así[3]. No es aceptable que los ayuntamientos gestionen los fundos comunales y luego entreguen derramas en dinero, o suertes de leña, etc., a cada vecino, pues lo propio es que sean los vecinos organizados en concejo quienes se encarguen de todo el manejo.

         Nueve. Recuperar las expresiones asamblearias tradicionales en cada localidad es precondición de que el esfuerzo en pro del comunal sea exitoso. Eso incluye, además, rehacer todo el tejido convivencial, local y comarcal, para que los vecinos se reencuentren y pongan en pie hermanadamente a fin de recuperar lo que les pertenece.

         Diez. No hay ni puede haber comunal sin espíritu de comunalidad. Éste debe ser definido para nuestro tiempo. En el pasado estuvo formado por afecto de unos a otros, responsabilidad, moralidad natural, espíritu de mutuo servicio, desprendimiento y generosidad, gusto por el trabajo bien hecho, primacía de los valores y los bienes espirituales, virtud cívica, calidad autoconstruida del individuo, respeto por la persona, inteligencia experiencial, creatividad vivencial y audacia operante.

         Once. En las aldeas abandonadas hay que oponerse a que su comunal sea gestionado por los entes estatales. Se ha de crear una junta comarcal, formada por portavoces de las asambleas de los lugares habitados, para hacerse cargo hasta que dichas aldeas tengan nuevos pobladores.

         Doce.  Hay que hacer actos informativos, jornadas de estudio, encuentros para intercambiar experiencias, etc. Se deben usar todos los medios para dar a conocer la cuestión, en su aspecto convivencial histórico, jurídico, económico, moral, práctico, ambiental, etc. Sería magnífico que surgieran personas y colectivos que se hicieran cargo de impulsar esta tarea. Hay que elaborar una lista de libros y una relación de autores que tratan este asunto con objetividad y verdad, para constituir en base a ellos grupos de estudio, locales y comarcales, que serían al mismo tiempo grupos de acción.

         Trece. La participación de las mujeres en la acción práctica para la liberación del comunal, y más aún, para reconstruir el sistema de valores que constituye el espíritu de comunalidad, es decisiva. Lo mismo cabe exponer de la juventud. Se ha de contar con los inmigrantes.

         Catorce. La población urbana debe ser informada de esta cuestión, para sacarla de su habitual desconocimiento e incomprensión hacia el presente y pasado de lo rural, haciéndola partícipe en la acción recuperadora, y ofreciéndola la oportunidad de abandonar las megalópolis para empezar una vida nueva en el campo.

         Quince. El comunal ha de ser gestionado por los concejos vecinales según los procedimientos ancestrales, como un bien de uso y no una fuente de ganancias monetarias, para suministrar los elementos básicos de subsistencia a los vecinos, lo que incluye parcelas en usufructo para construir sus casas, etc., con un manejo integral de las tierras, los montes, las aguas, los pastos, las canteras, las instalaciones ganaderas, los obradores artesanos, los elementos de servicios, etc. Las tierras de labor pueden trabajarse colectivamente, o bien repartirse en parcelas familiares o individuales para su uso por un determinado número de años (suertes), o usarse un sistema mixto. Eso sólo puede decidirlo cada concejo.

         Dieciséis. Demanda un esfuerzo reflexivo notable adecuar, actualizar, las normas del derecho consuetudinario tradicional a la sociedad, la mentalidad y al sujeto actual. Pero puede hacerse, es más, de la ajustada realización de esta tarea depende el éxito del proyecto a largo plazo. Porque estamos en el siglo XXI y eso es primordial.

         Diecisiete. Se trata de empezar reclamando, y luego poniendo el pie en ellas, las fincas y otros bienes más accesibles, en el sentido expuesto en el punto ocho. Pero la meta ha de ser rehacer, en las condiciones del siglo XXI, todo el entramado comunitario, colectivista y concejil existente, por ejemplo, al inicio de la aplicación de la ley de 1770, cuando muy probablemente el 75% de los medios de producción agropecuarios, silvícolas, mineros y artesanos eran propiedad vecinal, o bien propiedad familiar vinculada a ella.

         Dieciocho. El concejo abierto se ha de ir paso a paso convirtiendo en una institución gubernativa, capaz de promulgar normas legales, actuar como asamblea judicial y hacer cumplir las resoluciones. En ella ha de realizarse la soberanía del municipio, la autoorganización democrática de la sociedad, de abajo a arriba. Los seis principios de la vida concejil se han de recuperar: cargos sólo anuales, mandato imperativo, designación asamblearia de los responsables de tareas, ausencia de retribución económica, toma de decisiones por mayoría y organización a escala comarcal, e incluso más allá. El concejo, no obstante, ejercerá una función y presencia la menor posible, para no coartar la iniciativa individual y favorecer la soberanía de la persona. Tiene que ser también competencia del concejo ordenar la vida económica local, y la comarcal a partir de ella.

         Diecinueve. Se ha de ser consciente que la lucha por recuperar el comunal es una acción en sí misma revolucionaria, pues ello sólo es posible con la subversión integral de lo existente, creando nuevas relaciones humanas globales, nuevas instituciones, un nuevo sujeto y una renovada escala de valores.

         Veinte. Hay que tener siempre en cuenta que la sociedad concejil y comunal fue, en primer lugar, un orden convivencial, donde el bien número uno era perfeccionar la convivencia, la relación, el afecto mutuo entre los vecinos. Sin todo ello no puede existir. Quienes consideren el comunal como, principalmente, fuente de bienes materiales se equivocan, pues su primordial sentido y objetivo es proporcionar un bien inmaterial, espiritual, el amor mutuo.

         Veintiuno. La estrategia de recuperación y transformación integral debe hacerse por fases, o etapas. Una primera podría ser de establecimiento de las bases de la acción, tal como han sido explicadas. La segunda consistiría en llevar a la opinión pública el asunto, de la forma más amplia y múltiple posible. La tercera, o decisiva, a realizar cuando se dieran determinadas condiciones propicias, sería el momento de lanzar la liberación masiva y coordinada de las tierras otrora comunales. Cada una de estas fases ha de tener su tiempo y duración, por determinar en concreto, siempre con subordinación a la situación en cada localidad y comarca.

         Una observación final, compendiadora de lo expuesto, es que el comunal es una forma de existencia, un estilo de vida y una cosmovisión, al mismo tiempo social y personal, y sólo secundariamente una suma de bienes y recursos productivos. Es la concreción económica de un modo de concebir la relación entre los seres humanos, con la convivencia y el mutuo afecto como factor número uno. Por eso en la sociedad actual, del desamor, la opresión, la codicia, el egotismo, a deshumanización y la voluntad de poder, el comunal no es posible. En ella, entregada a la locura y maldad de la “guerra de todos contra todos”, y donde el ser humano “es lobo” para el ser humano, lo que existe, y lo único que puede existir, es la propiedad privada concentrada, estatal o individual, tanto da. Sin una conversión interior, espiritual y en actos al mismo tiempo, de cada uno y cada una a la cosmovisión colectivista, el comunal no puede darse.
        


[1] Por aplicación de la Real Orden de 27-8-1827 fue privatizado el comunal de los Montes de Toledo, entre otros. Alejandro Nieto, en “Bienes comunales de los Montes de Toledo II” expone los pormenores del pleito que lleva ya años en curso, que le ha sido encargado por los vecinos de la zona, determinados a recuperar lo que les fue robado por el Estado.

[2] En mi libro “Investigación sobre la II república española, 1931-1936” se estudia esta cuestión.
[3] En 2010 se formula una propuesta de desamortización (privatización) de todo el comunal, diz que para enjugar la deuda estatal. Puede ejecutarse en cualquier momento.

miércoles, 1 de junio de 2016

Modelos Foráneos Tóxicos

        En el pasado, y hasta hoy mismo, la transformación de la sociedad se ha hecho de acuerdo a modelos importados, a teorías urdidas fuera, a experiencias de otros lugares. Con efectos a deplorar. Primero fue la revolución francesa, en realidad una anti-revolución estatolátrica, centralista, capitalista, patriarcal, urbana, militarista, antipopular, deshumanizadora, adoctrinadora, anticomunal y bastantes cuestiones aciagas más. Luego fue la revolución rusa de 1917, que es una continuación actualizada de la revolución francesa, si bien todavía más insistente con el Estado y más hiper-capitalista.

Tomando a la primera de ellas como guía se hizo aquí la revolución liberal, con la Constitución de 1812, impuesta a los pueblos de la península Ibérica por medio de un baño de sangre continuado, que duró todo el siglo XIX y parte del XX. Adoptando la segunda como referencia se creó el Partido Comunista, que combatió a la revolución popular en ascenso desde las filas del Frente Popular, en la primavera de 1936; aplastó la acción e iniciativa popular en la guerra civil, con lo que contribuyó poderosamente a la victoria de Franco; manipuló la guerrilla rural antifranquista, se puso al servicio del Estado en la Transición y hoy hace lo imposible para defender el vigente régimen de dictadura constitucional, parlamentarista y partitocrática, al ser uno de los principales valedores de la Constitución de 1978. El Partido Comunista y luego las organizaciones generadas desde él han sido y son elemento decisivo para la continuidad y desarrollo del sistema capitalista.

Después de la II Guerra Mundial vinieron las “revoluciones antiimperialistas”. Lo que era meramente un cambio en la forma de dominación, del colonialismo al neo-colonialismo, y un paso del dominio de unas potencias imperialistas al de otras, ha sido presentado como acontecimiento de un incalculable poder emancipador… hasta que la experiencia ha mostrado que no es así. Pero algunos continúan asidos a la idea misma de un “antiimperialismo” sin revolución popular, en el que las elites y las oligarquías de los países supuestamente emancipados son el todo, mientras que el pueblo es relegado a masa pasiva, dócil y meramente coral que aplaude el perverso hacer de los jerarcas.

El caso de Argelia es paradigmático. En 1954-1962 libra una guerra contra la potencia colonial, Francia, que lleva a la independencia formal del país, bajo la dirección del FLN (Frente de Liberación Nacional) un partido único totalitario, clerical, capitalista, patriarcal, frenéticamente antipopular y contrario a cualquier transformación revolucionaria. En realidad, el FLN no ganó la guerra (fue derrotado en la batalla de Argel, determinante, en 1956-1957), pero la presión de EEUU sobre Francia, y las negociaciones secretas entre los jefes de aquél y el gobierno francés hicieron que en 1962 fuera declarada la “independencia”. Todo resultó ser un astuto cambio en la forma de dominación, con lo esencial de los intereses de Francia salvaguardados por el FLN y con apertura a la nueva potencia emergente, el imperialismo yanki.

Los Acuerdos de Evián, que abrieron camino al ascenso del FLN al poder absoluto en 1962, exponen que “el Estado argelino ejercerá su entera y plena soberanía en el interior y el exterior”, esto es, el Estado -que era el FLN convertido en aparato estatal- no el pueblo. De ese modo es negada la soberanía popular y se entrega todo el poder formal a una organización despótica, clasista hasta el delirio, explotadora, dependiente de las diversas potencias imperialistas occidentales y cruelmente represiva.

Proclamada la “independencia” en 1963, el FLN expresa estar a favor de “un solo país, Argelia, una sola religión, el islam, y una sola lengua, el árabe”, lo que lleva a chocar con el pueblo bereber, que en Kabilia se alza en armas en 1963, para defender su lengua y cultura contra la arabización forzada. Temporalmente vencido, vuelve a levantarse en 1980 y varias veces más, exigiendo el derecho de Autodeterminación, hasta el presente.

El gobierno del FLN se enzarza, al poco de su existencia, en una reyerta con Marruecos, por las minas de hierro de Gara Yebilet, lo que además es pretexto para armarse y promover el militarismo. Efectúa una “reforma agraria” que refuerza el poder de los terratenientes y de la gran burguesía comercial (en particular la gran burguesía de Estado) en el campo, lo que lleva a la ruina de la agricultura, que ya no será nunca capaz de alimentar al país (así se fue al garete la soberanía alimentaria), y a la emigración masiva a las ciudades y al extranjero. A partir de 1965 impulsa un proceso de industrialización que llevará a un endeudamiento colosal del país y a la constitución de una industria asombrosamente ineficiente, que deja sin utilizar una parte decisiva de su capacidad productiva y que resultará luego semi-abandonada. Finalmente, crea una economía exportadora, la mejor para el imperialismo, sustentada en dos elementos, el gas y la mano de obra (la exportación de seres humanos es el gran negocio del FLN, por delante de los productos petrolíferos), teniendo que importar todo lo demás, al ser incapaz el país de producir apenas nada.

Las elites del FLN llevan, tras 1962, una existencia fastuosa. Confinadas en los exquisitos barrios para los muy ricos de las grandes ciudades viven una existencia de cuento de hadas, entregadas a un consumo de lujo frenético, a un despilfarro de recursos colosal. No hay capricho ni extravagancia ni vicio que no practiquen, bendecidos por el clero islámico y protegidos por un enorme aparato represivo. Tal es el meollo del “socialismo islámico” que proclaman.

Mientras, las condiciones de vida de las clases populares empeoran con rapidez. Las masas, desarraigadas y empobrecidas, odian a los jerarcas del FLN, porque comparan su miserable existencia con la fastuosa e hiper-consumista de aquéllos. Así pues, estallan revueltas y más revueltas, cada una de ellas aplastada con un baño de sangre, cientos de muertos a tiros y miles de heridos, torturados y detenidos. En los años 80 eso sucede una y otra vez, erosionando el prestigio del FLN y del régimen. La solución que urden éstos es reforzar prodigiosamente la función del islam como elemento de dominio político y sumisión social. Así pues, importan clérigos de otros países, y dedican una parte creciente del presupuesto estatal a nuevas escuelas coránicas, levantar mezquitas, etc.

La muy reforzada casta clerical, deseosa de lograr todo el poder para sí, promueve la fundación de un nuevo partido, el FIS (Frente Islámico de Salvación). Tras él está también el imperialismo saudí, ávido de convertir Argelia en un espacio donde invertir una parte de la descomunal masa monetaria lograda con la venta de petróleo. El choque entre el ejército argelino y el clero islámico, que es también entre el imperialismo occidental y las monarquías petroleras musulmanas, se hace máximo en 1992, cuando aquél declara ilegal al FIS. Éste inicia la acción violenta, lo que lleva a una guerra civil que persiste hasta 2008. En ella pierden la vida 200.000 personas, en un ambiente de terrorífica crueldad, ocasionada por el ejército (también musulmán, pues la legislación estatal incorpora la ley islámica) y el islamofascismo. Atrapada entre esos dos fuerzas hiper-brutales la gente común padece una atroz carnicería, necesaria e imprescindible para el poder constituido con el fin de rebajar la tensión social. Aún así, en 2011 hay nuevas protestas populares, reprimidas con la ferocidad habitual. En el presente el FLN continúa siendo la fuerza hegemónica del Estado, el guardián del imperialismo y el adalid del orden capitalista.

Pasemos a las conclusiones, tres sobre todo.

Las “revoluciones antiimperialistas” son una estafa inmensa, la máscara de que se ha servido el neocolonialismo para imponer un nuevo sistema mundial, el actual. Para que sean realmente revoluciones y verdaderamente antiimperialistas tienen que ser populares, realizadas y dirigidas por las gente común, y su meta ha de ser un régimen de autogobierno político y autogestión económica, con libertad de conciencia y libertad de expresión para toda la población, en un sistema pluralista con respeto para la persona, con ausencia de elites mandates, ni políticas ni económicas, con todo el poder para el pueblo autoorganizado. Sin una revolución total no hay ni puede haber emancipación del imperialismo.

Los sectores progresistas, intelectuales y de izquierda que dieron respaldo al FLN, y que se negaron a ver lo obvio, su totalitarismo, tren de vida mega-despilfarrador, brutalidad represiva, clericalismo, misoginia, hipocresía y servilismo respecto al imperialismo, son co-responsables del trágico destino de Argelia desde 1962. Lo hicieron también porque los capitostes del FLN fueron pródigos en la entrega de fondos, regalos, viajes pagados, cooperación diplomática, etc. con aquéllos que les lisonjeaban en el exterior, lo que equivale a decir que éstos se dejaron comprar, se dejaron corromper. Quienes lo hicieron de buena fe deben dar explicaciones.

Allí donde se tomó a “la revolución argelina” como modelo a imitar las tradiciones, experiencias e instituciones emancipadoras propias fueron dejadas de lado, cuando no algo peor. A la vez que se jaleaban consigas supuestamente nacionalistas e independentistas se copiaba irracionalmente un modelo ajeno a la historia y a la realidad social contemporánea del país, en lo que era de facto un ataque a la propia identidad. El fracaso práctico de todo ello ha sido abrumador. Ahora se trata de construir el futuro en continuidad creativa e innovadora con el pasado, desarrollando lo propio conforme a las condiciones del siglo XXI, uniendo tradición con revolución y buscando en la sabiduría popular, ajena a teoréticas, experimentos e invenciones más que dudosas, la solución a los grandes problemas de nuestro tiempo.