En el pasado, y hasta hoy mismo, la transformación de la sociedad se
ha hecho de acuerdo a modelos importados, a teorías urdidas fuera, a
experiencias de otros lugares. Con efectos a deplorar. Primero fue la
revolución francesa, en realidad una anti-revolución estatolátrica,
centralista, capitalista, patriarcal, urbana, militarista, antipopular, deshumanizadora,
adoctrinadora, anticomunal y bastantes cuestiones aciagas más. Luego fue la
revolución rusa de 1917, que es una continuación actualizada de la revolución
francesa, si bien todavía más insistente con el Estado y más hiper-capitalista.
Tomando a la primera de ellas como guía se hizo aquí
la revolución liberal, con la Constitución de 1812, impuesta a los pueblos de
la península Ibérica por medio de un baño de sangre continuado, que duró todo
el siglo XIX y parte del XX. Adoptando la segunda como referencia se creó el
Partido Comunista, que combatió a la revolución popular en ascenso desde las
filas del Frente Popular, en la primavera de 1936; aplastó la acción e
iniciativa popular en la guerra civil, con lo que contribuyó poderosamente a la
victoria de Franco; manipuló la guerrilla rural antifranquista, se puso al
servicio del Estado en la Transición y hoy hace lo imposible para defender el
vigente régimen de dictadura constitucional, parlamentarista y partitocrática,
al ser uno de los principales valedores de la Constitución de 1978. El Partido
Comunista y luego las organizaciones generadas desde él han sido y son elemento
decisivo para la continuidad y desarrollo del sistema capitalista.
Después de la II Guerra Mundial vinieron las
“revoluciones antiimperialistas”. Lo que era meramente un cambio en la forma de
dominación, del colonialismo al neo-colonialismo, y un paso del dominio de unas
potencias imperialistas al de otras, ha sido presentado como acontecimiento de
un incalculable poder emancipador… hasta que la experiencia ha mostrado que no
es así. Pero algunos continúan asidos a la idea misma de un “antiimperialismo”
sin revolución popular, en el que las elites y las oligarquías de los países
supuestamente emancipados son el todo, mientras que el pueblo es relegado a
masa pasiva, dócil y meramente coral que aplaude el perverso hacer de los
jerarcas.
El caso de Argelia es paradigmático. En 1954-1962
libra una guerra contra la potencia colonial, Francia, que lleva a la
independencia formal del país, bajo la dirección del FLN (Frente de Liberación
Nacional) un partido único totalitario, clerical, capitalista, patriarcal, frenéticamente
antipopular y contrario a cualquier transformación revolucionaria. En realidad,
el FLN no ganó la guerra (fue derrotado en la batalla de Argel, determinante,
en 1956-1957), pero la presión de EEUU sobre Francia, y las negociaciones
secretas entre los jefes de aquél y el gobierno francés hicieron que en 1962
fuera declarada la “independencia”. Todo resultó ser un astuto cambio en la
forma de dominación, con lo esencial de los intereses de Francia salvaguardados
por el FLN y con apertura a la nueva potencia emergente, el imperialismo yanki.
Los Acuerdos de Evián, que abrieron camino al
ascenso del FLN al poder absoluto en 1962, exponen que “el Estado argelino ejercerá su entera y plena soberanía en el interior
y el exterior”, esto es, el Estado -que era el FLN convertido en aparato
estatal- no el pueblo. De ese modo es negada la soberanía popular y se entrega
todo el poder formal a una organización despótica, clasista hasta el delirio, explotadora,
dependiente de las diversas potencias imperialistas occidentales y cruelmente
represiva.
Proclamada la “independencia” en 1963, el FLN expresa
estar a favor de “un solo país, Argelia,
una sola religión, el islam, y una sola lengua, el árabe”, lo que lleva a
chocar con el pueblo bereber, que en Kabilia se alza en armas en 1963, para
defender su lengua y cultura contra la arabización forzada. Temporalmente
vencido, vuelve a levantarse en 1980 y varias veces más, exigiendo el derecho
de Autodeterminación, hasta el presente.
El gobierno del FLN se enzarza, al poco de su
existencia, en una reyerta con Marruecos, por las minas de hierro de Gara
Yebilet, lo que además es pretexto para armarse y promover el militarismo. Efectúa
una “reforma agraria” que refuerza el poder de los terratenientes y de la gran
burguesía comercial (en particular la gran burguesía de Estado) en el campo, lo
que lleva a la ruina de la agricultura, que ya no será nunca capaz de alimentar
al país (así se fue al garete la soberanía alimentaria), y a la emigración
masiva a las ciudades y al extranjero. A partir de 1965 impulsa un proceso de
industrialización que llevará a un endeudamiento colosal del país y a la
constitución de una industria asombrosamente ineficiente, que deja sin utilizar
una parte decisiva de su capacidad productiva y que resultará luego semi-abandonada.
Finalmente, crea una economía exportadora, la mejor para el imperialismo,
sustentada en dos elementos, el gas y la mano de obra (la exportación de seres
humanos es el gran negocio del FLN, por delante de los productos petrolíferos),
teniendo que importar todo lo demás, al ser incapaz el país de producir apenas nada.
Las elites del FLN llevan, tras 1962, una existencia
fastuosa. Confinadas en los exquisitos barrios para los muy ricos de las
grandes ciudades viven una existencia de cuento de hadas, entregadas a un
consumo de lujo frenético, a un despilfarro de recursos colosal. No hay
capricho ni extravagancia ni vicio que no practiquen, bendecidos por el clero
islámico y protegidos por un enorme aparato represivo. Tal es el meollo del “socialismo islámico” que proclaman.
Mientras, las condiciones de vida de las clases
populares empeoran con rapidez. Las masas, desarraigadas y empobrecidas, odian
a los jerarcas del FLN, porque comparan su miserable existencia con la fastuosa
e hiper-consumista de aquéllos. Así pues, estallan revueltas y más revueltas,
cada una de ellas aplastada con un baño de sangre, cientos de muertos a tiros y
miles de heridos, torturados y detenidos. En los años 80 eso sucede una y otra
vez, erosionando el prestigio del FLN y del régimen. La solución que urden
éstos es reforzar prodigiosamente la función del islam como elemento de dominio
político y sumisión social. Así pues, importan clérigos de otros países, y
dedican una parte creciente del presupuesto estatal a nuevas escuelas
coránicas, levantar mezquitas, etc.
La muy reforzada casta clerical, deseosa de lograr
todo el poder para sí, promueve la fundación de un nuevo partido, el FIS
(Frente Islámico de Salvación). Tras él está también el imperialismo saudí, ávido
de convertir Argelia en un espacio donde invertir una parte de la descomunal
masa monetaria lograda con la venta de petróleo. El choque entre el ejército
argelino y el clero islámico, que es también entre el imperialismo occidental y
las monarquías petroleras musulmanas, se hace máximo en 1992, cuando aquél
declara ilegal al FIS. Éste inicia la acción violenta, lo que lleva a una
guerra civil que persiste hasta 2008. En ella pierden la vida 200.000 personas,
en un ambiente de terrorífica crueldad, ocasionada por el ejército (también
musulmán, pues la legislación estatal incorpora la ley islámica) y el
islamofascismo. Atrapada entre esos dos fuerzas hiper-brutales la gente común
padece una atroz carnicería, necesaria e imprescindible para el poder constituido
con el fin de rebajar la tensión social. Aún así, en 2011 hay nuevas protestas
populares, reprimidas con la ferocidad habitual. En el presente el FLN continúa
siendo la fuerza hegemónica del Estado, el guardián del imperialismo y el
adalid del orden capitalista.
Pasemos a las conclusiones, tres sobre todo.
Las “revoluciones antiimperialistas” son una estafa
inmensa, la máscara de que se ha servido el neocolonialismo para imponer un
nuevo sistema mundial, el actual. Para que sean realmente revoluciones y
verdaderamente antiimperialistas tienen que ser populares, realizadas y
dirigidas por las gente común, y su meta ha de ser un régimen de autogobierno
político y autogestión económica, con libertad de conciencia y libertad de
expresión para toda la población, en un sistema pluralista con respeto para la
persona, con ausencia de elites mandates, ni políticas ni económicas, con todo
el poder para el pueblo autoorganizado. Sin una revolución total no hay ni
puede haber emancipación del imperialismo.
Los sectores progresistas, intelectuales y de
izquierda que dieron respaldo al FLN, y que se negaron a ver lo obvio, su totalitarismo,
tren de vida mega-despilfarrador, brutalidad represiva, clericalismo, misoginia,
hipocresía y servilismo respecto al imperialismo, son co-responsables del
trágico destino de Argelia desde 1962. Lo hicieron también porque los
capitostes del FLN fueron pródigos en la entrega de fondos, regalos, viajes
pagados, cooperación diplomática, etc. con aquéllos que les lisonjeaban en el
exterior, lo que equivale a decir que éstos se dejaron comprar, se dejaron
corromper. Quienes lo hicieron de buena fe deben dar explicaciones.
Allí donde se tomó a “la revolución argelina” como
modelo a imitar las tradiciones, experiencias e instituciones emancipadoras
propias fueron dejadas de lado, cuando no algo peor. A la vez que se jaleaban
consigas supuestamente nacionalistas e independentistas se copiaba
irracionalmente un modelo ajeno a la historia y a la realidad social
contemporánea del país, en lo que era de facto un ataque a la propia identidad.
El fracaso práctico de todo ello ha sido abrumador. Ahora se trata de construir
el futuro en continuidad creativa e innovadora con el pasado, desarrollando lo
propio conforme a las condiciones del siglo XXI, uniendo tradición con
revolución y buscando en la sabiduría popular, ajena a teoréticas, experimentos
e invenciones más que dudosas, la solución a los grandes problemas de nuestro
tiempo.
Hola, solo puntualizar que el termino bereber es despectivo para ellos, viene de "barbaros", desde el imperio romano. Son Amazigh.
ResponderEliminarGracias Felix por tu esfuerzo buscando la verdad, aunque no lo comparto todo, si, claramente, lo fundamental: el amor que nos falta a todos los niveles. Aqui es donde el estado cabalgando sobre el capitalismo nos ha terminado de deshumanizar.
Apertas. Juanra.
Con respecto a tu primer parrafo:
ResponderEliminarUn pueblo que no se expande, queda a merced de los pueblos que si se expanden. Y el grande se acaba comiendo al chico.
Francia se quedó atrasada en la carrera por el liderazgo. Era necesaria una revolución para que retomaran la carrera. Y la hicieron.
El resto de tu comentario es igual que tu primer parrafo. No tienes en cuenta que vivir en un mundo de recursos limitados es un privilegio, no un derecho. Y tampoco tienes en cuenta que el mundo funciona desde siempre tal y como se describe en el diálogo de los melios.
Me parece contradictorio defender el tradicionalismo y al mismo tiempo estar en contra del patriarcado. El concepto de "revolución mundial" que propones me parece trotskysta y el de "revolución integral" utópico. ¿No crees que ya ha habido suficientes millones de muertos desde 1789 al poner en práctica el idealismo ilustrado? En todo caso el proceso realmente revolucionario que propones sería sólo aplicable a Occidente. El resto es pedir peras al olmo. Además las sociedades tradicionales islámicas como que muy anti patriarcales no eran.
ResponderEliminarA Pérez-Reverte le sorprende cómo es que le dejan escribir con tanta libertad. Yo lo entiendo. Reverte es un enérgico defensor de la Ilustración, la Revolución Francesa, la Constitución de Cádiz y de las desamortizaciones liberales del s.XIX. Jacobino declarado, defiende citando a Rousseau que se "obligue a ser "libre" a quien no quiera serlo", justificando las masacres contra el carlismo. Como buen ilustrado, aplica la palabra medieval en sentido despectivo y ha declarado que el islam y el Talmud forman parte de la cultura europea.
ResponderEliminarOtras declaraciones de Reverte: "Éste era un país tan miserable, tan cobarde, tan inculto, que cuando recibió una constitución avanzadísima, concebida en el papel por gente de bien y que le daba libertad, en vez de levantarse en su apoyo, se unce al carro del despotismo y secunda a Fernando VII en la persecución del espíritu liberal."
"Entre los jacobinos no hay nacionalismos posibles, sino un país solidario y a marcar el paso; y el que no quiera ser libre, lo va a ser a garrotazos."
Por no hablar del infame artículo "Adiós Manolo", un insulto al pueblo español.
¿ que te parece la situación de caos social y étnico en Francia,amén de la extensa movilización social contra el desbordado desgobierno socialista?, hay peligro de guerra civil religiosa y/o inter étnica y de estallido social sin precedentes?..
ResponderEliminarUn cordial saludo Felix
Alex de Alicante
pd: muy interesante lo de Argelia, me he propuesto estudiar algún pais ...