“A la Revolución
–escuela de heroísmo,
espiritualidad y humanismo-
debemos darlo todo”
F. Martí Ibáñez
En los últimos cinco años se han ido estableciendo
coincidencias entre diversas personas y colectivos[1]
en el modo de concebir y practicar cuestiones de primera importancia. Llegado
un momento, a algunos amigos y amigas les pareció necesario reunirnos y
conocernos. Ese es el origen del Encuentro.
Al él están convocados quienes conocen y comparte en
líneas generales las formulaciones contenidas en mis libros, artículos, audios,
videos, etc., así como en los de otros autores, asociaciones y personas
partidarias de una decisiva alteración cualitativa, al mismo tiempo social, personal
y axiológica, a la que nos estamos habituando a denominar revolución integral.
El Encuentro nace con voluntad universalista,
estando abierto a todas las personas, con independencia de su sexo, raza,
credo, afiliación, orientación sexual, ideología, etc. Dado que no busca
constituir una organización (menos aún un partido, una secta o un gueto), sino impulsar
y dar forma a una corriente de ideas y a una suma de actuaciones coincidentes
en líneas generales, no excluye a nadie[2].
Eso sí, se espera de cada asistente un compromiso (al menos parcial) con el
cuerpo de ideas que une a los convocantes.
REFLEXIÓN PRELIMINAR
Lo más importante es que nos conozcamos quienes
estamos dispersos, pongamos en común análisis y experiencias, inquietudes y proyectos,
reflexionemos sobre los problemas de nuestro tiempo y establezcamos fórmulas
individuales y colectivas, sustentadas en la cooperación y ayuda mutua, para la
intervención en la sociedad, la popularización de las comunes ideas e ideales y
la auto-mejora individual.
El Encuentro ha de ser, ante todo, una reunión activa
y transformadora de amigos y amigas.
Su cimiento ha de ser el compromiso personal y la
voluntad íntima de esfuerzo y entrega. Cada asistente ha de acudir motivado desde
el interior de sí con la intención de contribuir tanto como pueda por sí, sin
delegar en lo colectivo ni en otras personas, sin dejarse reducir a una
situación de espera, pasividad y dependencia.
Por su propia naturaleza el ideario de revolución
integral necesita de un sujeto autónomo y autosuficiente, que reflexiona y
actúa desde el interior del yo. La creatividad, iniciativa y libre aceptación
de responsabilidades es primordial en él. Dicho sujeto autónomo
auto-constituido no alcanza, cierto es, a formarse de un día para otro dado que
es tarea ardua y difícil, pero tiene que ser meta cardinal. Ahora bien, que
nadie se agobie o dañe por exigirse demasiado. El autoconocimiento es
integrante notorio de nuestro ideario, y cada cual debe evaluar con objetividad
su situación en este momento, así como el estado de su vida interior y
compromisos prácticos.
La ausencia de personalismos tiene que caracterizar
el Encuentro. La meta no es seguir, como sucede en todos los partidos políticos,
la actividad cultural institucional o el espiritualismo de supermercado, a un
“líder” o gurú, sino contribuir a desarrollar personas autosuficientes con vida
interior independiente y juicio propio, capaces de pensar, planear y ejecutar
por sí mismas, por libre albedrío, todo tipo de empresas y actuaciones en pos
de la idea total-revolucionaria. La igualdad básica entre todas las personas no
está en contradicción con la natural e inevitable desigualdad en experiencia y
conocimientos entre unos individuos y otros, pero nunca admitiremos que la
mayor acumulación de saberes se convierta en poder personal o de un pequeño
grupo institucionalizado.
Una de las metas del Encuentro, de las más
importantes, es que sirva y sea útil personalmente a quienes a él asistamos,
que no quede como un acontecimiento banal en nuestras vidas, que se eleve a la
condición de momento cenital. Eso será un paso hacia lograr nuestro objetivo
estratégico, revertir en personas de calidad autocreada a los seres nada que el
actual sistema produce en serie.
El Encuentro carece de ideología o teoría guía. Nos
une la realidad y la experiencia global reflexionadas y nada más, en la
convicción de que la verdad concreta es la adecuación entre lo pensado y la
realidad, no lo deducido desde un cuerpo doctrinal o teorético. Empero, quien
sea adepto a una ideología o fe será bien recibido, dado que el pluralismo,
sobre la base de las ideas e ideales básicos compartidos, es parte constitutiva
de nuestras convicciones. Además, la revolución integral es un gran movimiento
múltiple y diverso que ha de resultar de la base misma de la sociedad tal cual
es ésta, en su heterogeneidad sustantiva.
El Encuentro tiene un antes y un después. Su antes
es ahora, cuando tenemos que ir produciendo reflexiones y planes de acción, experiencias
y realizaciones. Su después empezará una vez terminado, en un tiempo ilimitado en
que seguiremos trabajando, pensado, actuando, asumiendo compromisos, efectuando
lo que en aquél no habrá seguramente tiempo para tratar, o sólo podrá hacerse
de un modo inicial.
Hay que considerar con frío realismo lo que estamos
en condiciones de hacer y lograr, en todos los sentidos. Conocemos lo exiguo de
las fuerzas con que contamos, lo escasamente desarrollado de nuestras
formulaciones y experiencias, las muchas insuficiencias y errores que nos
limitan y atenazan. Al mismo tiempo, los problemas a los que intentamos aportar
remedios, a la par reflexivos y transformadores, son asombrosamente complejos.
Somos parte de una sociedad considerablemente degradada, en la que habita un
sujeto deliberadamente nulificado.
Conviene insistir en el carácter excepcionalmente
negativo y destructivo de la formación social contemporánea. En ella están siendo
minados los fundamentos de lo humano y de la vida toda. En el pasado las crisis
sociales no ponían en cuestión los elementos más básicos de la existencia, pero
hoy sí. Pensemos en el declive demográfico, que ha creado la
sociedad-geriátrico; en el no-pensamiento universalizado; en la aculturación
extrema de las clases populares y del individuo; en la desintegración física y corporal
de la persona; en la reducción del individuo a marioneta del ente estatal; en
el colapso del pensamiento creador; en la degradación del ser humano a ser
nada; en la aridificación de los suelos agrícolas, la reducción de los bosques
y el retroceso de la biodiversidad; en el habitual preferir el bienestar a la
libertad; en la pérdida casi total del sentido ético y trascendente; en la
absolutización del culto por el dinero; en el auge continuado de mega-poderes
despóticos, empresariales e institucionales… Son tan graves y tan numerosas las
disfunciones que estamos ante una sociedad aberrante. Y lo que es peor, ante un
sujeto medio no menos aberrante.
En esta situación el obrar transformador es particularmente
complejo y difícil. Por eso hemos de acudir a medidas extraordinarias, que
únicamente una voluntad firme de deliberar, pensar y crear lo nuevo puede
determinar. Por otro lado, lo dramático del momento histórico ofrece la
posibilidad de idear, planear y cumplir cambios fundamentales, que tengan un
significado cardinal en la historia de la humanidad, concebida como experiencia
unitaria. Ese es el meollo mismo de la revolución que llamamos integral.
Al mismo tiempo, es constatable que la evolución de
la realidad nos es favorable en muchos elementos y asuntos concretos, habiendo
nuestro proyecto salido ya airoso de pruebas experienciales difíciles. Dado que
el avance de un sistema de formulaciones y prácticas depende en primer lugar de
su adecuación al devenir de lo real, podemos mirar con prudente optimismo el
futuro, pues mientras nos mantengamos en el terreno de la verdad concreta-finita
y la objetividad seguiremos desarrollándonos.
Uno de los objetivos del Encuentro es pergeñar,
aunque probablemente sin lograr terminar todavía, un análisis estratégico de la
situación presente, en sus facetas más decisivas. Es ese análisis el que nos ha
de señalar qué hacer y cómo hacerlo. En parte está hecho ya, pero hay que
desarrollarlo mucho más, para sistematizarlo y deducir de él un plan
vertebrador de actuación.
Mi criterio es que no tenemos que constituir una
organización sino una corriente de ideas, abierta y en desarrollo, adecuada
para encauzar y multiplicar las iniciativas individuales y grupales que ya
existen o se vayan constituyendo en el futuro, siempre que tengan como centro y
meta la transformación total suficiente de la sociedad y el individuo, la
revolución integral. Del Encuentro, en lo orgánico, sólo debe salir alguna entidad
de coordinación y facilitación. Todo ha de quedar a la iniciativa personal y de
los grupos que se formen, y a las relaciones que libremente establezcan entre
ellos.
Así las cosas, ¿para qué el Encuentro? Pues para: 1)
conocernos, 2) convivir un tiempo, creando vínculos de afecto y colaboración,
3) reflexionar sobre los asuntos decisivos, 4) señalar las tareas que sería
necesario realizar y establecer los procedimientos de intervención, 5) saber lo
que están haciendo, o reflexionando, o desean hacer, o creen que debe hacerse,
quienes asistan, 6) proponer o aceptar compromisos individuales para tareas
específicas, 7) integrarse en equipos de estudio, trabajo o reflexión que se
puedan formar o que existan ya, 8) mantenerse conectados, en estado de
semi-organización, tras él.
El Encuentro tiene también otra significación. Realizarlo
es levantar una bandera, mostrar una meta y efectuar una llamada. En oposición
a quienes creen que sólo es posible el reformismo, las “soluciones”
institucionales, siempre politiqueras y monetizadas, el vivir “mejor” bajo el
actual régimen de dictadura y deshumanización, aquél comunica que la revolución
es fundamental finalidad, idea, proyecto e ideal.
Cuando la categoría de revolución es desacreditada
por quienes siguen respaldando las revoluciones perniciosas del pasado
(francesa, rusa, la saga de las “antiimperialistas”, etc.), y cuando lo que
domina es una mentalidad socialdemócrata centrada en la demanda de más dinero,
más servicios estatales, más medicina alopática, más escuela aniquiladora del
pensamiento creador, más derechos formales y más consumo, con olvido de la
parte específicamente humana, la inmaterial, nos proponemos pensar, proyectar e
ir realizando una revolución total, que afecta a la economía y a los valores, a
la política y a la ética, a la estética y a la erótica, al trabajo y a la
espiritualidad, a la educación y a la diversión, al campo y a la ciudad, a la
sociedad y al individuo. Una revolución que, por serlo, se hace afirmando al
pueblo y negando a las instituciones estatales.
La revolución integral es consciente del declive, al
parecer irremediable, de las sociedades europeas. Devastadas de manera múltiple
y horriblemente decadentes carecen de futuro, de modo que la larga era de
estabilidad y tranquilidad que siguió en Europa a la II guerra mundial está
llegando a su final[3].
Esto afirmará el ideario revolucionario a partir de la experiencia a la vez que
minará los argumentos y actuaciones de los falsos radicales y los demagogos reformistas
centrados en minucias y cuestiones secundarias, modo de dar respaldo al actual
sistema de dominación y al capitalismo.
El Encuentro busca lo cualitativo, dejando lo
cuantitativo a los políticos profesionales y a los mercaderes de palabras. La
experiencia histórica evidencia que las grandes metamorfosis positivas de la
vida social las efectúan minorías, y que sólo en una fase muy avanzada, final,
se suman las multitudes. La calidad de las formulaciones y propuestas es lo importante
junto con la calidad de las personas, no el número.
¿Cómo actuar? En contra de quienes consideran que el
cambio social y personal proviene del
forcejeo por imponer y realizar los propios intereses corporativos, a menudo
egoístas, lo cierto es que aquél, para ser verdadero, debe provenir de metas
desinteresadas y sublimes, de ideas e ideales, de valores compartidos y designios
trascendentes, de la recuperación de la virtud individual y la virtud cívica. Sólo
sobre esa base tienen legitimidad, pertinencia y operatividad las necesarias
transformaciones económicas y políticas. Actuar de otro modo es, como ha
mostrado la experiencia en numerosas ocasiones, sustituir un capitalismo por
otro, o hiper-capitalismo, y un Estado por otro, o mega-Estado.
En consecuencia, hay que construir y dar a conocer ideas
e ideales, con la condición de que sean suficientemente objetivos. Para eso
tenemos que poner fin al silencio de los buenos, pasando de espectadores a
actuantes. Hay que acudir a todos los medios e instrumentos para hacer circular
formulaciones transformadoras y revolucionarias. Tenemos que dar y ganar la
batalla de las ideas, haciendo retroceder paso a paso a los voceros del statu
quo, explícitos y “alternativos”.
Eso es muchísimo más importante que librar las
luchas reivindicativas parciales hoy posibles (quienes hacen de ello lo
principal son reformistas, o como mucho rebeldes, no revolucionarios), que los proyectos
más o menos “sociales”, que cualquier otra actividad. Construir y formular, lanzar
y difundir ideas no es tarea que se pueda delegar en alguna persona, o en un
pequeño grupo. Todas y todos han de hacerla, con materiales ajenos, si así lo
desean, pero también con elaboraciones y textos propios, de creación personal y
colectiva. Éstos se han de referir a las cuestiones fundamentales de nuestro
tiempo.
Cada cual ha de valerse de lo que tenga a mano
(además de imaginar y producir nuevas herramientas) para librar su batalla de
las ideas como parte de la iniciativa global. No hace falta escribir un grueso
volumen, basta con algunas líneas, o algunas palabras, si se dirigen a lo más
decisivo. Hay que hacerlo con un panfleto, un folleto, una revista, un audio,
un video. Con un poema u otra obra artística. Con un libro. Con una blog o una
página, personales o compartidos. Con la conversación privada y la intervención
en actos públicos. También, con la meditación y el silencio. Con el testimonio
de la propia vida. Las ideas e ideales inducen comportamientos y ocasionan
transformación social y personal. De ellas saldrá la revolución si ellas son
revolucionarias.
Difundir ideas e ideales exige tenerlos,
construirlos. La creación de unas y otros se hace, por tanto, cuestión
determinante. Al respecto existe ya una cierta obra realizada pero lo por hacer
sigue siendo mucho…
El 15-M, en su lado positivo, se hizo irrelevante
porque no supo ofrecer un plan o proyecto de regeneración integral de la
sociedad. Pasados los primeros meses de euforia se derrumbó en metas
reformistas, al no alcanzar a proponer un ideario de cambio interno y externo
completo-finito y radical. Al carecer de ideas e ideales mínimamente pensados y
sistematizados fue víctima de su propia banalidad. Nosotros ahora buscamos
remediar aquel defecto, creando y popularizando lo que faltó en el 15-M, un
discurso de transformación total realizado al margen de ideologías y creencias,
que vaya a la raíz de lo real para el siglo XXI y que pueda unir a la mayoría
de las personas conscientes, pensantes, de las clases populares a partir de la
experiencia, logro intermedio necesario para a continuación alterar
cualitativamente el orden constituido. Donde el 15-M fracasó nos proponemos
vencer. Vencer por verdad, por virtud y por calidad autoconstruida de la
persona.
La revolución sólo es posible como emergencia de la
base de la sociedad, como fluir de la creatividad e iniciativa independientes de
múltiples sectores y de un gran número de personas. En tanto que corriente de
ideas, hacemos una contribución entre otras al cambio, por lo que éste sólo en
parte depende de nosotros. Debemos buscar y alentar todo lo positivo que se
haga con independencia de quien lo haga. También, para aprender de ello.
Conviene repetir que la idea de mutación
revolucionaria total no es politicista ni economicista, pues se propone
promover un cambio sustantivo en las conciencias, en los valores, en los
comportamientos. Una transformación o conversión interior de las personas. Un
flujo de la vida inmaterial y de los atributos espirituales. Si el sujeto no se
hace cualitativamente mejor es imposible el cambio político, social y
económico. Éste, a su vez, está para permitir a la persona su auto-mejora en lo
espiritual y corporal. Por eso una fuerza agente de la revolución integral es
el testimonio personal. La política es sólo parte, igual que la economía,
mientras que el ser humano es totalidad.
Las revoluciones del pasado olvidaron al sujeto. No
incurriremos en ese error, porque sin una revolución en el interior del yo no
puede lograrse la revolucionarización de la sociedad. O si ésta tiene lugar por
un avatar del proceso histórico, pronto degenera, originando una nueva
burguesía y un nuevo ente estatal. Lo expuesto se manifestó con meridiana
claridad aquí en 1936-1939, bajo la II república y en la guerra civil.
Hacer la gran transformación que proponemos no es
una tarea meramente intelectual. En aquélla la vida psíquica se implica y realiza
al completo. Lo emotivo, volitivo, pasional y afectivo, todo lo que son las
potencias o atributos anímicos del ser humano, tiene su sitio. Es, en primer
lugar, una revolución convivencial que se alza contra la obligación que no es
impuesta desde arriba de desdeñar, zaherir y aborrecer a nuestros semejantes.
Usando la terminología clásica se puede decir que valoramos las virtudes
morales tanto como las intelectuales. En la presente formación social, la de la
tristeza, la soledad, la depresión, el egotismo, la insatisfacción amorosa y la
falta de vida relacional, la revolución integral se ha de proponer crear un
orden humano, en el que la afectividad en actos sea sólida, fundamentada y
cotidiana.
PROPUESTA DE PROGRAMA
Me atrevo ahora a establecer una relación de
materias que deberían tratarse, al nivel que las tengamos: como intención o
recomendación, para comenzar a hacerlo, ya iniciadas, medio trabajadas o supuestamente
terminadas. Es muy probable que una parte de ellas no puedan ser estudiadas en
el Encuentro de mayo, lo que significa que se pospondrán para más adelante.
Uno. Avanzar en el análisis de nuestro tiempo en sus
causas agentes primeras y más fundamentales, formulando un esbozo de
estrategia. De ésta se ha de deducir un plan de actuación para los próximos dos
años.
Dos. En relación con lo anterior está contestar a la
pregunta decisiva: en las condiciones presentes ¿cuál es nuestra función en la
sociedad?, ¿por qué y para qué existimos?, ¿cuál es nuestra misión?, ¿qué nos
corresponde cumplir y hacer?
Tres. Construir una diatriba bien trabada contra el
trabajo asalariado, para contribuir a crear un nuevo trabajo productivo y
creador, propio de seres humanos libres y responsables, en una economía
autogestionada.
Cuatro. Recuperación de la cultura popular, en tanto
que saberes y habilidades múltiples de las gentes modestas, para salir del
actual estado de aculturación, anomia y caos vivencial. Si el pueblo no es
pueblo, si no existe por sí, diferenciado del Estado, no pude ser libre y ni
siquiera alcanza a ser.
Cinco. Estudio creador de los clásicos de la cultura
occidental en relación con la resolución de las grandes cuestiones del presente.
Ideas para su promoción. Poner a aquéllos al servicio del magno proyecto de
crear una nueva cultura popular.
Seis. Crítica de la ciudad. Hacia un poblamiento más
racional del territorio, con descongestión de las ciudades. Estudio de experiencias
de nueva ruralidad, a fin de alcanzar una interpretación sobre la experiencia en
este terreno en los últimos 30 años ofreciendo una formulación útil para quienes
deseen escapar de las megalópolis.
Siete. La juventud y los estudiantes en la
estrategia de revolución integral. Hacia una proposición educativa superadora
de lo existente, estatal o privada. Desarrollo de una línea de acción para
vincular a la juventud con la revolución.
Ocho. Información sobre mi libro “Revolución en la Alta Edad Media hispana”,
todavía no terminado, en relación con la revolución hoy. Se trata de buscar en
el pasado ejemplos de transformación total-integral que hoy resulten
inspiradores[4].
Nueve. Las lenguas oprimidas en la península Ibérica
(principalmente, catalán, euskara y gallego) en la hora de la mundialización. Hacia
una estrategia de afirmación logrando la iniciativa comunicativa revolucionaria.
Diez. Revolución convivencial en el marco de la
revolución integral, y como parte cardinal de ella. Las formas de la
afectividad y su futuro. Recuperación de la vida afectiva, pasional y amorosa para
satisfacer las necesidades emocionales de los seres humanos, haciendo de ello
un estilo de vida.
Once. El significado y función de la lucha
reivindicativa y sindical en el presente. En pos de una estrategia para la
acción reivindicativa en tanto que parte secundaria pero no desdeñable del
proyecto de revolución. Desautorización del reformismo por legitimar al sistema
y devastar a la persona.
Doce. La agricultura, la cuestión medioambiental.
Estrategias para una acción netamente diferenciada de las agriculturas
organizadas desde el Estado/Estados (UE) y del ecologismo institucionalizado y
subvencionado.
Trece. Cooperativismo y otras formas de autoorganización
aquí y ahora en el marco de la idea de revolución total suficiente. En un
momento en que el Estado de Bienestar está dejando a más y más gentes “abandonados a su suerte” hay que ir
hacia relaciones y estructuras autoconstruidas para garantizar las necesidades
básicas.
Catorce. Biopolítica, crisis demográfica y
natalidad. Maternidad[5]/paternidad
libre y amorosa. Erotismo y sexualidad más allá de la coerción y el
adoctrinamiento.
Quince. El ser humano en su estado natural tiene
necesidades espirituales apremiantes que la sociedad actual, al reducir a aquél
a mano de obra asalariada y a criatura perteneciente al Estado, niega y
reprime. Por tanto, el Encuentro tiene que abrir una fase de acción
revolucionaria en pro de una espiritualidad intensa, cotidiana y liberadora.
Dieciséis. Presentación de los libros que se estén
realizando, o que se deseen hacer, a cargo de sus autores o promotores. Lo
mismo con revistas, videos, blog o cualquier otra herramienta comunicativa. Esto
es de gran significación.
Diecisiete. Investigación de los fundamentos
económicos de la formación social peninsular y de la UE. Aunque la exageración
del factor económico, el economicismo, es un error hay que prestar bastante
atención a la economía y a su evolución, realizando análisis económicos
regularmente.
Dieciocho. La lucha antifascista en el presente. La
cuestión del islamofascismo como parte de la estrategia mundial de una porción
sustantiva de la anti-revolución mundial, EEUU, la UE y las petromonarquías capitalistas
e imperialistas musulmanas.
Diecinueve. En un momento de caída continuada de la
salud y el vigor corporal es urgente ofrecer una respuesta a la medicina
institucional, estatal-privada, cada día más peligrosa y dañina.
Veinte. La cuestión del Estado sigue siendo central.
Hemos avanzado bastante en su estudio pero se necesita una obra de síntesis
hecha desde la politología más exigente. En ella la relación de
interdependencia entre el ente estatal y la clase empresarial capitalista ha de
ser parte fundamental.
Veintiuno. La emigración, su comprensión global como
parte de la estrategia de la gran empresa multinacional y del sistema de Estado/Estados
hoy vigente para expandirse en un orden mundializado.
Veintidós. Cuando la sociedad y el ser humano están
sufriendo modificaciones nunca antes vistas (por lo general muy a peor) su
conocimiento exacto resulta imprescindible. En consecuencia, es necesaria una
investigación sobre epistemología compleja, que parta de la centralidad del
bloque realidad-experiencia-verdad y ofrezca orientaciones efectivas para la
labor reflexiva y cognoscitiva.
Veintitrés. La libertad será siempre motivo de
reflexión para la humanidad, pero hoy más porque la acción institucional se
dirige a extinguirla. La magnificación del bienestar como meta contra la
libertad (aunque avanzamos hacia una situación sin libertad ni bienestar) hace
urgente una enunciación actualizada de aquella categoría en sus más importantes
expresiones, no solo la libertad política sino también la libertad de conciencia,
la libertad civil, la libertad interior y la libertad de acción, entre otras.
Veinticuatro. La mujer y la revolución. Sin las
mujeres nada puede llegar a ser, tampoco la gran mutación mejorante que la
decadencia en progresión de las sociedades europeas hace necesaria.
Veinticinco. Si nos ocupamos del trabajo tenemos que
hacerlo de la fiesta. No puede haber vida humana buena sin festividad y
diversión, pero hoy el orden vigente las ha transformado en modos de
embrutecimiento y en un negocio. Recuperar la fiesta popular es tarea necesaria.
Veintiséis. Construir una sociedad ética, sustentada
en valores universales determinados desde las condiciones naturales de la
existencia humana, es una tarea necesaria, también como rechazo del amoralismo
burgués vigente.
Hay más puntos, que otras personas probablemente
vayan señalando, de manera que los que se traten en el Encuentro serán una
síntesis de los contenidos de las diversas propuestas. Asimismo, los enumerados
arriba están expuestos en un estilo simplemente indicativo, que probablemente
necesite ser modificado, mejorado.
Para finalizar: no se olvide que el Encuentro tiene
que ser una forma concreta de realizar la autogestión del saber y el conocimiento.
[1] Son, principalmente, Amigos y Amigas de Félix
Rodrigo. Grupo de debate-acción; Amigos de Félix Rodrigo Mora y Textos para la
Revolución Integral.
[2] La información sobre el Encuentro puede
demandarse en revolucionintegralgrupo@gmail.com
[3] Se acaba de publicar en castellano el libro “El desmoronamiento. Treinta años de
declive americano”, de George Packer, cuyo original apareció en 2013. No es
una obra sensacionalista más sobre la decadencia de EEUU sino un texto que
proporciona una información extensa aunque poco sistematizada. Este tipo de
libros, desde que Paul Kennedy editó el suyo hace más de tres decenios, suelen
ofrecer un análisis unilateral, falto de dialéctica, al no investigar los
vectores de fuerza a la vez que los componentes de debilidad en dicha
superpotencia. Pero, con todo, la caída de Occidente es innegable. Europa está
más desportillada incluso que EEUU, con unos agentes causales de disfuncionalidad
y declive tan numerosos como intensos. En efecto, las que con mayor rapidez se
están desmoronando son las sociedades europeas, comenzando por sus raquíticas
tasas de natalidad, tara que EEUU no padece. Eso abre un periodo potencialmente
revolucionario, que hay que saber pensar, planear y realizar desde hoy. En dos
o tres lustros todo esto será visible incluso para los más miopes. Así las
cosas el proyecto, programa e ideario de revolución integral es apto para ser
una esperanza y una guía, espiritual y práctica, para un gran número de
personas en el tiempo que se avecina, que será lúgubre, oscuro y doloroso,
aunque extremadamente estimulante y lleno de oportunidades transformadoras, al
mismo tiempo. Merece la pena reproducir lo que expone la solapa del libro de
Packer, “(EEUU) es una superpotencia a
punto de derrumbarse, con élites que ya no son élites, instituciones que ya no
funcionan y la gente corriente abandonada a su suerte”, juicios que son,
considerando el momento presente, exagerados y sesgados pero que resultan
ciertos si se proyectan hacia adelante unos años. En tales condiciones la
inadecuación e irracionalidad de las propuestas reformistas es obvia.
[4] Si la revolución de la Alta Edad Media
extinguió de facto el trabajo esclavo y el régimen esclavista en los
territorios en que tuvo lugar, la revolución integral del siglo XXI tiene que
liquidar el trabajo asalariado y el régimen salarial, lo que equivale a poner
fin a la existencia de la burguesía como clase.
[5] Ningún otro asunto manifiesta con tanta
claridad la sinrazón y perfidia de la actual formación social como la persecución
que padece desde hace decenios la maternidad, lo que es la peor expresión de
misoginia hoy. Nuestro proyecto se ha de dirigir a salvaguardar las expresiones
más fundamentales de lo humano y de la vida humana, en las que la maternidad
ocupa un lugar central. Ya hace años que acuñé el lema “Árboles, niños y concejo abierto”, para restaurar la naturaleza,
dotarnos de futuro y realizar una revolución política. Defender y promover lo
más básico debe ser nuestra misión. Eso significa pelear para que el ser humano
deje de ser una nada, para que triunfe la amistad y el afecto, para que el
trabajo sea un modo de realización y no de aniquilación de la persona, para que
el acto de pensar pero no el de ser adoctrinado-nulificado se convierta en
fundamento del sistema educativo, para que el pueblo sea pueblo y no populacho
manejado por el Estado de Bienestar, para que los valores de verdad, bien moral,
libertad, convivencia, esfuerzo, magnanimidad, responsabilidad y virtud
organicen nuestras vidas… En ese marco, la acción en pro una maternidad libre,
respetada, socialmente multi-apoyada y motivo de alegría para todas y todos
debe ser llevada hasta el final, contra las fuerzas institucionales
neo-misóginas que la reprimen con una ferocidad y pertinacia que sobrecogen.