sábado, 24 de noviembre de 2012

“ARBRES, NENS I UN CONSELL OBERT”



Tal es el lema que aparece en una camiseta hecha por un grupo de amigos de Cataluña. Es la versión en catalán de la consigna que utilizo a veces, en escritos, grabaciones y actos públicos, “árboles, niños y concejo abierto”.

Antes que nada manifiesto mi agradecimiento ilimitado a tal colectivo de amigas y amigos que han tenido la solicitud de tomar esa idea para la inscripción en la camiseta.

Aquélla recoge las tres cuestiones más decisivas. Los “árboles” son el gran símbolo de la naturaleza prístina e imperecedera, la fuente de la vida y la belleza. Los “niños” expresan el ideal de la humanidad que es creada por el amor unido al ímpetu libidinal genital. El “concejo abierto” es la revolución, el pueblo que se auto-gobierna. Sin árboles feneceremos por el espanto de los suelos degradados, la escasez de agua y los desiertos. Sin niñas y niños no tendremos a quien querer y servir de la forma más pura, más desinteresada, considerando que el servicio por amor otorga la condición de ser humano. Sin concejo abierto seremos esclavos sobremanera miserables y aherrojados.

Por tanto, la expresión une y amalgama energía vital, amor apasionado, rehumanización y revolución integral. Con ella, la vida humana, mezquina y trágica por naturaleza, se hace llevadera, se eleva y dignifica.

El nacionalismo burgués y politicista catalán, que por serlo se hace españolista, sigue ocultando la existencia del comunal y, sobre todo, del concejo abierto en Cataluña. Quienes, bajo su influencia, se ocupan de lo comunal suelen velar que no hay tal sin asamblea vecinal, “olvido” que desnaturaliza la noción misma de bienes comunales.

Hay que acudir a algún texto en castellano, que estudia el concejo abierto en “España”, para conocer algo al respecto[1]. En el libro “Democracia directa municipal, concejos y cabildos abiertos”, Enrique Orduña Rebollo, incluye varios apartados dedicados a Cataluña. Comienza uno diciendo que “la existencia del Concejo Abierto o Asamblea General de Vecinos en Cataluña… era una costumbre muy enraizada en los municipios rurales, e incluso en los de mayor entidad”, aserción que fundamenta con los trabajos de J.M. Font Rius y otros autores. 

Añade que tuvo particular arraigo la institución concejil en los núcleos habitados de las que luego fueron las provincias de Lleida y Girona, esto es, en la Cataluña primera, la que se constituye y forja con la gran revolución de la Alta Edad Media, colectivista, concejil y amorosa, que todavía hoy es el espacio donde los patrimonios comunales de las pequeñas poblaciones siguen siendo más importantes.

Por tanto, el concejo abierto forma parte del alma misma del pueblo catalán, mal que le pese al nacionalismo burgués, hipócrita y politicista, españolista y servil hacia lo anglosajón, hoy tan activo. Una futura Cataluña libre, autodeterminada, soberana, plenamente dueña de su historia, lengua y cultura, tendrá que basarse en la asamblea omni-decisoria, no en estructuras parlamentaristas, partitocráticas y estatales que son siempre tiránicas y que por ello mismo traicionan la esencia misma de lo catalán, que es el amor a la lengua, la tierra y la libertad. Y su vida económica, social y convivencial será una nueva versión de lo comunal y colectivista, que entroncará con la más auténtica, por milenaria, tradición catalana.

Por tanto, plantemos millones de árboles autóctonos, engendremos hijas e hijos y hagamos asambleas todo-soberanas, para realizar en Cataluña la revolución integral. Así, las fuerzas de la vida prevalecerán sobre las de la barbarie, la mentira y la destrucción, y el pueblo catalán, hoy en riesgo inminente de dejar de ser y desaparecer, sobrevivirá y resurgirá.



[1] Es posible que existan estudios que no conozca sobre la materia, pues no es fácil estar al tanto de la bibliografía que va apareciendo. Si alguien sabe de trabajos nuevos sobre el concejo abierto, en Cataluña  y en catalán, me daría una gran alegría si me enviara las referencias. Textos como “Béns comunals als Països Catalans i a l’Europa contemporània”, Joan J. Busqueta i Enric Vicedo, no prestan la atención debida al concejo abierto, a causa de las obsesiones economicistas, productivistas y consumistas que dominan las mentes, para nuestra desgracia, lo que hace que el bienestar fisiológico se valore muy por encima de la libertad.


“LOS OCHO PECADOS CAPITALES DEL ARTE CONTEMPORÁNEO”


“LOS OCHO PECADOS CAPITALES DEL ARTE CONTEMPORÁNEO”
José Javier Esparza – 2008

Este libro forma parte de la ofensiva, por fin activa, contra la miseria estética, servilismo respecto al poder, codicia inmensa, simple idiocia y desmedida maldad del arte contemporáneo institucional. Se suma a los pronunciamientos críticos de Avelina Lésper y a los escritos de Jean Baudrillard, entre otros.

A fuer de sincero, el de Esparza no es un buen libro. No está bien construido, y sus formulaciones son casi todas de baja calidad, en gran medida porque mantiene posiciones tópicas sobre política y porque no ha estudiado la filosofía clásica. Pero esto no impide que diga verdades fundamentales, y que merezca la pena ser leído.

Comencemos con el subtítulo de la obra “Ensayos sobre arte y nihilismo”. Su análisis del nihilismo es el habitual, mondo, plano e insustancial. En la realidad la cosa es diferente: negar es afirmar.  Si “La Nada” es, es y no es la nada. Por tanto, cuando el arte contemporáneo, en su rutinaria provocación, transgresión y subversión “anti-burguesa”, destruye y aniquila, la pregunta más pertinente resulta ser, ¿qué está afirmando, sosteniendo e inculcando cuando “transgrede”?, ¿qué está aseverando cuando arruina y devasta?, ¿qué construye cuando destruye?

Mantener que el arte contemporáneo oficialista es una impostura y una estafa nada tiene de novedoso para quien piense, sienta y se emocione a partir de sí mismo y no desde los mensajes que inculca el poder. Para comenzar resulta desvergonzado sostener que el arte actual, pagado por el Estado y financiado por los multimillonarios de uno y otro sexo, es “anti-sistema”, como aseveran quienes con él se lucran, dado que su origen es el sistema mismo.

El arte de nuestros días es el poder, en la forma de estetocracia. Y el poder contemporáneo es el arte oficialista, que se propone, por encima de todo, la destrucción del ser humano, para hacer de él un ente hiper-sometido, una nada apariencial. Es pues un arte contra la libertad, un letal producto para la dominación y la deshumanización, todo ello inducido desde arriba.

Antaño el arte ayudaba a construir al ser humano, elevándolo sobre la miseria de lo rutinario y la vulgaridad de la existencia. Hoy su función es la opuesta, destruir al sujeto y sepultarlo en la nada aterradora de la cotidianidad zoológica, la sinrazón de la vida en las ciudades, el trabajo asalariado, la soledad impuesta desde arriba, la desexualización, la adhesión al parlamentarismo, el consumo de bazofia, la destrucción de la belleza, la inespiritualidad y la vida sin sentido.

Durante años y años hemos padecido la gran engañifa del arte contemporáneo, constatando que sus gurús y santones se hacían tanto más ricos cuanto más “subversivos” afirmaban ser. Hemos visto también la ejecutoria de los papanatas, crédulos e ignorantes, sin sentido estético ni pensamiento digno de tal nombre, simples manos carentes de voluntad propia que aplauden a esos acumuladores de capital que se dicen artistas, gracias a su “subversión” pseudo-estética de la sociedad capitalista…

Esparza utiliza dos términos pertinentes, los de “no arte” y “anti arte”. Con el primero señala lo que diciéndose arte no lo es, con el segundo apunta hacia lo que pareciendo estar en el ámbito de lo artístico se dirige a destruirlo. Entre lo uno y lo otro han demolido y arruinado el arte contemporáneo, creando una sociedad, la primera de la historia, que carece de arte. Esto, muy cierto, es aterrador. En efecto, la emoción de la belleza y elevación de la sublimidad son consustancial al ser humano, y su liquidación institucional ha de concebirse como una expresión obvia del final de lo humano, de su derrumbamiento en lo sub-humano.

Un arte sin emoción ni pasión, sin belleza ni pensamiento, sin grandeza ni sublimidad, pura extravagancia fácil y vanidosa, falta de imaginación y mentecata, ansiosa de beneficios crematísticos, no es tal. Es mera propaganda de la nada y pedestre amaestramiento en el no ser. De ahí el neologismo “extravagarte”, o “arte extravagante”. Tal es el ámbito de la estetocracia, un grupo explotador destinado a alcanzar poder y beneficios, como cualquier otro.

Señala Esparza sus ocho pecados: la enfermedad de lo nuevo, la desaparición del referente visible, el soporte insoportable, el imperio de lo efímero, la tentación del nihilismo, la subversión como orden nuevo, la subjetividad náufraga, el destierro de la belleza. Es una clasificación como otra cualquiera, bienintencionada sin duda pero horra de lo más esencial, el análisis del por qué.

Acierta cuando se refiere al “balbuceo elemental” de aquello con lo que se mercadea, el denominado “objeto artístico”. Cuando más simple y rudimentario sea éste más fácil será de realizar, lo que significa que se abaratan sus costes de producción, con lo que el artista “genial” incrementa sus ganancias…

Desacierta al exculpar a Marcel Duchamp cuando en 1917 (atención los hiper-modernos, ¡de eso hace ya casi un siglo, toda una eternidad!) presentó un urinario como el mayor logro de la estética del siglo XX, con el marbete de “Fontaine”. Tal suceso manifiesta la aniquilación del arte y la desintegración de lo humano a mano de un caradura ansioso de ganancias, Duchamp, aplaudido por todo el mundo burgués, moderno y “radical”.

Sin pretenderlo, Esparza pone en evidencia a las vanguardias artísticas, semillero fecundo de boberías, pantomimas y farsas, al señalar que el jefe del surrealismo, André Breton, teorizó que el acto surrealista por excelencia era salir a la calle con un revólver y disparar contra el primero que pasase[1]. Pero, ¿por qué no, mejor, salir a la calle y disparar sobre sí mismo? Aquí el anti arte se pone en evidencia: es odio a los otros, y no nada relacionado con el arte y la parte sensitiva y emotiva del ser humano, lo que mueve a los estetas-mercaderes.

Tras este repaso introductorio podemos entrar en las causas, que son metas.

Si lo que es vulgar nada, ridículo y repelente, se presenta como arte, y se afirma sin tregua por los aparatos de propaganda que eso es precisamente, el arte de la ultimísima modernidad, el sujeto medio queda desarbolado psíquicamente y es puesto a la defensiva, con la confianza en sí mismo arruinada y dispuesto a creer cualquier cosa, por ejemplo, que el parlamentarismo es democracia. Devastar y arrasar psíquicamente al sujeto es la primera meta de todo el falso arte contemporáneo.

En una sociedad de la fealdad extrema, donde todo es horripilante, desde la ciudad hasta el campo, con basureros, suciedad, escombros y eriales por doquier, no puede haber un arte de la belleza, esto es, un arte auténtico, dado que éste pondría en evidencia al orden actual. El anti-arte, con su culto por el feismo y su imposición totalitaria de lo hórrido, reconcilia al infra-sujeto de la modernidad con su entorno, tan atrozmente desfigurado y degradado, y consigo mismo, no menos devastado por el sistema de dominación. Si A.C. Danto reprocha al arte del pasado “el abuso de la belleza” hoy el anti arte no incurre en tal error, pues no abusa de otra cosa que no sea la fealdad.

El no-arte no puede ser tampoco sublime porque su marco es la sordidez extrema del poder y la ganancia, donde nada importa salvo el mandar y el dominar. Si lo humano ha de ser devastado la sublimidad carece de lugar, en la vida tanto como en el arte. Los seres nada de la contemporaneidad no son sublimes porque no son nada. Y si son algo, son asombrosamente pedestres, ramplones, degradados y sórdidos, que es como los desea, y los construye en serie, el sistema de poder en vigor.

Convertido el artista y la artista en un tirano todopoderoso por la propaganda del poder, está en condiciones de imponer que cualquier cosa que él o ella hagan es arte, y que esa cosa tiene que ser tomada como tal y pagada como tal. Ese artista-dios es un déspota de un poder ilimitado, poder otorgado desde arriba, despotismo institucional, pues él o ella por si mismos no son nada, sólo bufones ridículos.

Con su tramposo alboroto sobre “lo nuevo” están haciendo olvidar que eso es justamente lo viejo. Con la algarabía han logrado que el arte no evolucione, que se mantenga, inmóvil y congelado, en la misma situación en que fue dejado por las vanguardias artísticas, con sus Manifiestos, ese ejemplo de no-pensamiento, torpeza, frivolidad y mediocridad[2].

Hace sonreír que prácticamente todo el remedo de arte que hoy se hace se refiera a modelos, teorías y experiencias de hace casi un siglo, sin que exista apenas nada de creativo e innovador, de actual y adecuado al siglo XXI. El conservadurismo de quienes pretenden provocarnos y escandalizarnos remedando ocurrencias de hace 80 años, mil veces escenificadas y ya del todo agotadas, es risible.

Los “genios” estetocráticos contemporáneos gritan al sujeto común, “¡Arrodíllate ante lo que es nada, ante lo que no contiene ni un ápice de belleza ni sublimidad, no comprendes y no te suscita ninguna emoción!”. Caer genuflexo ante la nada porque unos matones al servicio del poder te lo ordenen es mucho más que la peor de las humillaciones, es hacer mofa de la persona en tanto que ser humano y desear aniquilar su sensibilidad, dignidad, inteligencia y autoconfianza. Es destruir a éste de la forma más rápida y eficaz posible.

En efecto, la destrucción de lo humano para crear sujetos hiper-serviles por del todo deshumanizados es la clave del arte contemporáneo. En esa tarea el arte es destruido, como es lógico. Sin arte y sin sujeto, ¿qué queda?, pues las elites del poder aún más poderosas. De ahí que inviertan en pseudo-arte cantidades fabulosas.

Probablemente, el gran error del libro de Esparza es que parte de una idea “obvia”, que la sociedad actual es una más, “normal”, como otras. Pero no es así, y ese juicio le impide inteligir el problema de la inexistencia de arte (salvo como creación extramuros y semi-clandestina) hoy. Las minorías con poder de la sociedad actual están lanzadas a construir una hiper-dictadura que necesita no sólo oprimir al máximo al individuo sino aniquilarlo como ser humano: ahí es donde se explica la función y naturaleza concreta de lo que hoy, sólo para entendernos, llamamos arte.

El actual orden destruye para construir, destruye al sujeto y aniquila al arte para construir un mega-poder jamás existente anteriormente.

Recuperar la belleza, sentir la grandeza de lo sublime, volver a conseguir que la emoción forme parte de la vida real de los seres humanos exige estetizar la vida toda, creando la sociedad de la belleza y la emoción estética. Ello demanda rehacernos, reconstruirnos, llegar a ser. No hay arte porque ya no somos seres humanos. Volverlo a ser, contra las fuerzas que nos arrojan al infierno de la nada, es la tarea de nuestro tiempo. Quienes creen que pueden hacerlo acogiendo a la causa del mal, y esperan lograr fama y numerario actuando a la sombra del poder, del Estado, son los peores enemigos del arte y de lo humano.

Ciertamente, el análisis de cómo construir, rehacer y reconstruir lo destruido en el último siglo en este terreno es el más decisivo. Por eso es también el más difícil. Ocupará todo un periodo histórico salir del pozo negro en que nos han metido (también, en el que nos hemos dejado meter). No tenemos mucho que ofrecer en esto, por el momento.

En este terreno transgredir a los transgresores, provocar a los provocadores y subvertir a los subversores sigue siendo tarea de importancia. El no arte denota una no sociedad, y un no ser humano. Y el anti arte manifiesta la aniquilación de la totalidad. Ser constructivos es pensar en términos de creación y regeneración.

En efecto, se ha de dedicar un tiempo a denunciar la impostura del falso arte en activo pero eso es, en definitiva, una actividad secundaria, además de cada día más fácil de realizar. Lo decisivo es pasar a crear, a rehacer, a ir estableciendo las bases para un renacimiento de la belleza, de la grandeza, de la emoción, de la idealidad, de lo humano en sí y por sí con todos sus atributos, los de naturaleza espiritual y trascendente en primer lugar.



[1] Un libro tópico sobre estos asuntos es “El arte como revuelta. Escritos sobre las vanguardias (1912-1933)”, Carl Einstein. Lo decisivo debe ser el arte como arte, el arte que es, y sólo desde la afirmación de su esencia puede, en un segundo momento, ser subversivo. El uso de palabritas cargadas de un aroma “radical” sirve para triturar el arte, pues la meta primera de éste no es promover ninguna “revuelta” sino ser. Si el arte se subordina a la política deja de ser arte, y la política se hace un monodiscurso totalitario, al hacerse el todo cuando es sólo parte. Por lo demás, ¿a qué se refieren ese autor? Su “radicalidad” es mera socialdemocracia, una sórdida apología de un nuevo capitalismo íntimamente fusionado con el Estado, conforme a la peor de todas las utopías, la de un mega-consumo, que es la que expresa el ideario marxista y que ha creado realidades sociales tan atroces como, por ejemplo, la URSS, China o Corea del Norte, un hiper-capitalismo estatista todavía peor que el actual.
[2] En la desolada falta de creatividad que manifiestan quienes se dicen “radicales”, siempre empeñados en copiar dogmáticamente textos del pasado, y siempre incapaces de tener ideas propias, nuevas y actuales sobre cualquier asunto, destaca la adhesión al dadaísmo, quizá el primer “ismo” pseudo-estético del siglo XX. Por eso son muchos los que se aferran, ¡todavía! a “El Avant Dada. El club Dadá de Berlín”, de R. Huelsenbeck, tomándolo como la Biblia del “arte anti-burgués”. La verborrea supuestamente “subversiva” de aquél es nada, porque lo que expone, primero, niega y destruye al arte y al sujeto, y segundo, tiene bastantes puntos en común con el fascismo, como con agudeza expone R. Griffin en “Modernismo y fascismo”.


PELIGRA LO QUE AÚN QUEDA DE COMUNAL


El denominado “Anteproyecto de Ley para la Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local”, emitido por el consejo de Ministros del gobierno del PP el 1/7/2012, de hacerse ley aplicable, pondrá en marcha, muy probablemente, un nuevo proceso desamortizador, por el cual una parte decisiva del patrimonio comunal de los pueblos sería apropiado por el Estado (por su expresión local, los Ayuntamientos) y luego, vendido a particulares. En esa operación habría dos ganadores, el ente estatal y los empresarios, y un perdedor, el pueblo llano.

Se hará a través de la liquidación de las llamadas “entidades locales menores”, sobre todo las Juntas Vecinales. Una vez incorporadas aquéllas a los municipios más grandes, poblacionalmente, de cada comarca, el comunal de las citadas pasará a ser propiedad de los Ayuntamientos. En un segundo momento sería enajenado y privatizado, con el fin de enjugar el déficit del Estado.

Esto es una aplicación de lo que ya enuncié en mi artículo “Defender el comunal contra un nuevo proceso privatizador”[1], que ahora, por desgracia se hace más y más real, además de más y más próximo.

Se están dando las primeras movilizaciones contra dicho Anteproyecto, y en varias provincias se han constituido ya plataformas y agrupaciones para llevar adelante la resistencia al nuevo asalto del Estado al patrimonio, modo de vida y cosmovisión del pueblo. Todo ello, como es lógico, debe ser apoyado con la mayor energía, clarividencia y firmeza.

Conviene añadir algunas reflexiones.

Quienes lo reducen todo a dinero se equivocan. Por ejemplo, en la provincia de León los montes comunales de las entidades locales menores son 512.000 hectáreas, cuyo precio de mercado se elevaría a unos 2.200 millones de euros. Eso sería una notable pérdida para la gente rural, en efecto, pero la cuestión decisiva no reside en ello. Lo que se pretende, sobre todo, es extinguir los últimos restos de los patrimonios colectivos fruto de la revolución civilizadora de la Alta Edad Media, que servían de asiento material a un modo de vida comunitario y colectivista, fraternal y de ayuda mutua, fundamentado en el afecto y en el amor.

El economicismo en boga, que todo lo reduce a una obsesiva reivindicación de “bienestar” material, que no tiene más meta que capturar el máximo de dinero para ampliar el consumo, comete la felonía de cuantificar el comunal con mentalidad simplificante y codiciosa, reduciéndolo a su precio de mercado. Pero en este caso el abismo entre valor y precio es insondable, siendo el primero incalculable y el segundo sólo indicativo.

No se trata de defender el comunal para “vivir mejor” sino como expresión tangible de que se puede, y debe, ser y vivir de otra manera, con consumo mínimo de bienes materiales y maximización de las satisfacciones espirituales, con la asamblea como elemento de gobierno y la mutua asistencia como norma de vida.

Dado que no hay comunal sin concejo, junta o asamblea que lo gobierne, lo primero es ocuparse de que estas formas colectivas sean soberanas, por tanto, libres de la injerencias del Estado, auto-gobernadas, existentes y operantes en sí y por sí. El Estado, que es quien va a destruir lo que queda de comunal, tiene que ser contenido y ahuyentado, mientras no tengamos fuerzas para hacerlo desaparecer.

Porque no aspiramos a vivir “mejor” bajo el actual orden sino a construir una nueva sociedad, un nuevo ser humano y un nuevo sistema de valores.

Dice Daniel L. Ortiz Díaz que en el mundo comunal y concejil de nuestro pasado inmediato lo que mantenía unidas a las personas eran los “vínculos de amor[2].

Ese es el meollo mismo de lo comunal, y no el consumo ni el bienestar. Es el amor de unos a otros, en tanto que esfuerzo y servicio desinteresados, el que da sentido al comunal y al concejo abierto, y quienes hablan de dinero simplemente falsifican nuestra historia y además nos prostituyen.

No tratar de otra cosa que no sea dinero es la quintaesencia de lo burgués, y nos deshumaniza y envilece de manera superlativa, también cuando el dinero aparece como reivindicación. Presentar al Estado como “redentor” de las clases populares es la atrocidad mayor, pues ahora las 3,5 millones de has que quedan en “España” de comunal van a ser destruidas, en su totalidad y en su mayoría, por el artefacto estatal, ese ídolo detestable ante el cual está de rodillas toda la izquierda.

El comunal no es propiedad colectiva si no renuncia a toda propiedad particular. No es avidez de bienes tangibles sino repudio de ellos. No es medio para satisfacer deseos sino una forma de no tener más deseo que el servicio desinteresado. No es servil adoración por el ente estatal sino impulso hacia el autogobierno. Sobran pues los arrastrapancartas de siempre que desde la codicia y el consumismo, el epicureísmo, el totalitarismo y la estatolatría, viene ahora a “defender” el comunal.

Por tanto las luchas en defensa de los patrimonios comunales tienen que tener como una de sus metas una reconversión interior al espíritu de comunalidad, vale decir, a la sociabilidad, al afecto hacia el otro, a la renuncia al egotismo, a la negación del consumismo, el materialismo vulgar y el hedonismo. Hacernos mejores por el desinterés, la virtud y el esfuerzo resultan ser precondición y meta al mismo tiempo de lo comunal, ¿lo haremos?

Porque el comunal, para ser, demanda un nuevo ser humano.

Sin revolución interior, sin sujetos de calidad autoconstruida, la revolución integral no es hacedera. Y sin ella no puede haber sociedad comunal y colectivista.

Los seres humanos son lo más decisivo. Ellos son fin y todo lo demás es medio. Tan perentoria verdad es el meollo mismo de los bienes comunales y la sociedad comunal.



[1] Publicado en “Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas”, nº 4, enero 2011. Expreso mi agradecimiento a quienes han considerado este texto como la primera denuncia de la atrocidad que ahora se pretende realizar por el gobierno derechista de Madrid e incluso lo utilizan como material de estudio para las luchas que son y serán.
[2] En “El valle de Iguña”, 2004, Cantabria. Esta obra, escrita en 1918, no se publicó hasta casi un siglo después. Tal es la censura y exclusión a que está sometido casi cualquier texto sobre el mundo rural popular tradicional, en este caso el cántabro.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

LAS RELIGIONES POLITICAS FUNDAMENTO DEL PODER LEGISLATIVO EN EEUU


El Congreso de EEUU surgido de las recientes elecciones, que entrará en funciones en enero de 2013, pone en evidencia lo que son las religiones políticas como componente ya sustantivo y fundamental del poder estatal y partitocrático en EEUU. De ahora en adelante los que siguen teniendo opiniones ingenuas, anticuadas, rancias y tópicas sobre el neo-racismo, el feminismo y la homosexualidad/lesbianismo, las tres grandes religiones políticas fomentadas e impuestas por el Estado/Estados desde hace decenios, podrán cambiar de parecer al observar que el Partido Demócrata, que tiene la mayoría de los escaños en el parlamento yanqui, se asienta en ellas.

Sus integrantes, conviene repetirlo, forman la mayoría de las y los parlamentarios, mientras que los viejos reaccionarios, blancos y varones heterosexuales pertenecientes sobre todo al derrotado Partido Republicano, son ya minoría. Esto es: los nuevos reaccionarios, los neo-racistas (racistas anti-blancos devotos del “Mesías negro”, Obama), feministas y gays, son ya el fundamento del poder legislativo del capital-Estado en EEUU[1].

Eso significa que entramos en una etapa política nueva, en la que el sistema de dominación se está sirviendo desembozadamente de las religiones políticas para reforzar y actualizar el régimen de dictadura de la clase empresarial y los organismos estatales. Esa etapa será también la del desenmascaramiento y puesta en evidencia de las religiones políticas, tras decenios de auge permanente.

De ahora en adelante podremos ver qué hacen feministas, neo-racistas y gays. Cuando legislen a favor del capital se desenmascararán; cuando lo hagan a favor del ejército, se descubrirán; en las ocasiones que apoyen a la máquina de guerra yanqui se mostrarán como lo que son, el instrumento político del Estado-capital en un periodo de crisis global del sistema de dominación de éste. Hay que considerar que pertenecen al Partido Demócrata, el más agresivo y militarista, aunque siempre de manera hipócrita y solapada. Y eso marcará sus actividades.

Por supuesto, las feministas que están en el parlamento USA no son la voz de las mujeres, y ni siquiera la de todo el movimiento feminista, sino las agentes políticos del capitalismo estadounidense para imponer a las féminas de todas las razas y orientaciones sexuales los intereses de los amos de los medios de producción y del dinero en ese país. Del mismo modo los homosexuales y lesbianas que están en el Partido Demócrata no son la voz del colectivo gay sino el instrumento de que se vale el poder constituido para atraer a éste a apoyar al sistema, a enrolarse en el ejército y a convertirse en inquisidores de las y los heterosexuales. Lo cierto es que éstos y aquéllos se han de unir para resistir al enemigo común y realizar la revolución integral.

Tampoco son la voz del pueblo negro, hispano, asiático o indígena los paniaguados y explotadores que con la etiqueta de “representantes de las minorías raciales” se sientan en los escaños del congreso. Son sólo una pandilla de racistas anti-blancos que usan la demagogia étnica para lograr votos, llevar a negros e hispanos a enrolarse en el ejército imperialista USA y azuzar a unas razas contra otras.

Una de las tareas, probablemente la principal, que el sistema de dominación ha encargado a los “representantes” de las “minorías raciales”[2], a las feministas y a los gays, es dividir más y mejor al pueblo, hasta destruirlo como realidad en sí subversiva y anti-sistema, enfrentando a unas partes contra otras. La división por sexos, razas y orientación sexual es un instrumento primordial para lograr que los explotados y oprimidos lo sigan siendo, y que los explotadores y opresores logren su sueño dorado, una masa popular tan dividida y enfrentada entre sí que deje de ser una amenaza para multimillonarios, jefes del ejército, jerarcas universitarios, estetócratas, banqueros y oligarcas de toda laya.

En efecto, la meta número uno de las religiones políticas es enfrentar y dividir, pues su lema es el viejo adagio “divide y vencerás”. La respuesta a ello es la unidad del pueblo sobre la base de insistir en la identidad de las metas fundamentales de éste, en la igualdad entre sus partes, sobre la base de asumir derechos y deberes por todos los sectores, para lograr un amplio frente de lucha contra el capital y el Estado. Dentro del pueblo hay diferencias pero no contradicciones antagónicas.

La denuncia del feminismo androfóbico, estatolátrico y pro-capitalista del “antirracismo” neo-racista y del sector del movimiento gay que cobra del Estado y demoniza a los y las heterosexuales es la vía hacia la derrota final de las religiones política, como se hace en el libro que se acaba de publicar, “Feminicidio o auto-construcción de la mujer” [3], la cual ahora está más próxima que nunca.

Sin el desenmascaramiento de las religiones políticas no puede haber revolución integral. Pero la maduración de la revolución integral liquidará a las religiones políticas como decisivo instrumento, fanático e intolerante, del poder constituido.

Las personas no son, en primer lugar y ante todo, ni hombres ni mujeres, ni de esta raza o la otra, ni hetero u homo, sino seres humanos con una identidad fundamental entre ellos. Negar por medio de artimañas racistas, sexistas o de otro tipo que antes que otra cosa las personas son seres humanos es además trabajar para el proceso de deshumanización en curso. Tal es otra de las metas de las religiones políticas.

Frente a la división, el mutuo odio y la fragmentación hemos de proponer el universalismo, la primacía de la principalidad de lo humano y la coincidencia fundamental de metas en el seno del pueblo. Es curioso que dentro del ejército de EEUU no haya diferencias por raza, sexo o sexualidad. En él hay unidad total pero en los medios populares los agentes del Estado buscan azuzar todas las desigualdades y ahondar todos los enfrentamientos…

Lo que se observa en el congreso de USA se da igualmente en toda la sociedad, con un capitalismo multirracial, un feminismo a las órdenes de las grandes multinacionales y un movimiento gay que sólo vive para amasar dinero y capturar privilegios. Así las cosas, es de esperar que al menos las y los voceros de las  “minorías oprimidas” dejen de usar el victimismo como muy rentable procedimiento para enriquecerse y lograr privilegios. Pero siguen en sus trece: están en el poder y al mismo tiempo se declaran “victimas”. Pero si ellos son el poder, una parte de las varias que integran el poder constituido, ¿cómo pueden ser victimas al mismo tiempo? No, no son víctimas sino, ahora, verdugos y victimarios.

Asimismo, es necesario levantar, frente al feminismo feminicida, la meta de la liberación integral de las mujeres contra el neo-patriarcado que hace de la fémina un aflictivo ser-nada sólo apto para el mega-degradado trabajo asalariado del siglo XXI y para enrolarse en el ejército. Ahora, cuando el feminismo aparece ya con toda claridad como instrumento y parte del poder constituido, es el momento de que las mujeres se movilicen contra el neo-patriarcado y el sexismo de todos los tipos, machista y feminista. Sin las mujeres no hay revolución integral posible, no hay, por tanto, emancipación universal del género humano. Mujeres y varones unidos, sin que cuente lo más mínimo las diferencias étnicas y las preferencias sexuales, todas y todos fraternalmente unidos contra las instituciones y los poderes que nos están destruyendo como seres humanos y convirtiendo en hiper-siervos.



[1] Para los datos, “Los blancos son minoría entre los demócratas”, Yolanda Monge, “El País”, 9-11-2012. El texto usa de algunas malas prácticas, como calificar de “mujeres” a las que meramente son feministas, pues en el congreso lo que cuentan no es el sexo sino la posición política.
[2] Muy pronto mayorías, ya que demográficamente la etnia blanca será minoritaria en unos años, por tanto susceptible de ser discriminada y perseguida.
[3] María Prado Esteban y Félix R. Mora (Madrid, Aldarull, 2012)

EL CAPITALISMO DE EEUU PREFIERE AL HOMBRE NEGRO OBAMA FRENTE AL HOMBRE BLANCO ROMNEY



Las recientes elecciones presidenciales en EEUU han enseñado mucho sobre cómo está en ese país la cuestión racial.

Obama ha ganado porque tiene el apoyo del capitalismo de EEUU, además del respaldo del Estado, en particular del ejército. Eso se ha manifestado en que las donaciones millonarias que ha recibido para financiar su campaña han sido bastante superiores a las que han llegado a la caja de su rival blanco, lo que ya sucedió hace cuatro años. Obama, además, ha triunfado en ocho de los diez distritos electorales con renta por persona más elevada, lo que indica que las elites empresariales, negras y blancas, han votado en masa por el candidato “de color”. Crear un capitalismo negro ha sido y es la meta real, hoy ya alcanzada, de casi todos los movimientos contra el racismo, comenzando por el Partido Panteras Negras.

En suma, el sistema capitalista manifiesta con hechos que un presidente negro es el que mejor representa y defiende sus intereses.

Al mismo tiempo, de estas elecciones ha salido un Congreso en que los varones blancos son minoría, por primera vez en la historia de EEUU. A esto se une que 2011 fue el primer año en que nacieron más personas no blancas que blancas. Desde luego, ese Congreso en el que los hombres blancos son minoritarios gestionará los intereses del capitalismo USA tan bien o mejor que los anteriores, en los que aquéllos estaban en mayoría. Dicho de otro modo, también en EEUU el capitalismo se está desplazando desde los blancos a las otras etnias, haciéndose capitalismo negro, hispano, indígena, asiático-americano, etc.

Hoy, como se dijo, existe una burguesía negra muy poderosa, que está en todas las ramas de la producción y los negocios, siendo de esa etnia una parte sustantiva de los nuevos multimillonarios de EEUU. Su número, poder y riqueza crecen además de manera rápida. Tales explotan indistintamente a blancos y a negros.

Pero no es sólo el capitalismo el que prefiere al hombre negro Obama. Las asociaciones para la defensa de la libertad política y civil en EEUU han aportado datos mostrando que la instauración del Estado policial ha progresado más con Obama que con su predecesor, el “fascista” Bush. Pero las protestas en la calle han sido muy inferiores, cuando no inexistentes. Casi todos calificaron de “fascista” a Bush pero nadie hace lo mismo con Obama, pues el tabú racista de que un negro no puede ser “fascista”, ni represor, ni imperialista, ni en realidad nada malo o negativo, se mantiene intacto.

Que Obama sea juzgado (en este caso muy favorablemente) por el color de su piel y no por sus actos manifiesta hasta qué punto es poderoso y activo el racismo en EEUU y en todo el mundo, ahora en la forma de racismo anti-blanco. Un negro puede hacer cosas que un blanco no podría, pues al primero se le tolera casi todo: así de contundente es el nuevo racismo. Eso se comprobó en la agresión a Libia, en 2011, acción de guerra injusta que apenas suscitó protestas en la calle, en buena medida debido a que era ordenada por un hombre negro, Obama. De haberla realizado un hombre blanco las calles habrían ardido, lo que pone en evidencia a quién beneficia el racismo pro-negro. Si Bush intervino en Irak y Afganistán, Obama, además de mantener tales operaciones (sobre todo la segunda), agredió a Libia, Yemen y, de forma encubierta, a Siria. Pero, se ha de repetir, no hay movilizaciones contra tales guerras…

Por eso los cuerpos policiales en EEUU tienen cada vez más mujeres y hombres negros, etnia que está en ellos sobre-representada, pues éstos reprimen a la gente de todas las razas, también a los negros, con mucha más eficacia que los blancos, al ser juzgados favorablemente por el color de su piel.

De seguir tal tendencia, se avanza hacia un Estado policial en el cual las personas de raza negra desempeñarán una función decisiva en la represión de las clases populares de todas las razas, incluida la suya, conforme a los intereses del capitalismo de EEUU. Hoy cada vez más se observa en ese país que son policías negros, hombres y cada vez más féminas, los que reprimen a trabajadores, estudiantes, mujeres, etc. negros. En unos pocos años esto se hará tan generalizado y evidente que el discurso “antirracista” mantenido hasta el presente se hará indefendible por obsoleto y reaccionario. En tal situación ya sólo habrá personas a un lado y al otro de las barricadas, sin que importe el color de su piel, con negros combativos y negros reaccionarios. Eso cerrará un ciclo histórico, el iniciado con la abolición de la esclavitud y el inicio de la lucha contra el racismo, que al final ha degenerado en la emergencia de un nuevo racismo, el anti-blanco.

Lo mismo puede decirse del ejército, reorganizado y dotado de doctrina militar tras su derrota en Vietnam por un hombre negro, el general Colin Powell. La presencia y peso de mandos y oficiales negros en la máquina bélica del imperialismo norteamericano es ya importante, y es además creciente.

Todos esto manifiesta que el racismo anti-blanco que practican, propagandizan e imponen las ONGs, la izquierda, el progresismo y toda la “radicalidad” en general es idéntico al racismo político que ahora preconiza el gran capital de EEUU, según el cual le es hoy mucho más útil servirse de personas negras para engañar al pueblo con la politiquería, reprimirle con la policía e intimidarle con el ejército.

A quienes de buena fe creen en el racismo anti-blanco y por tanto otorgan privilegios a la gente negra, sean del tipo que sean, o la victimizan, o la tienen por sujetos de derechos pero no de deberes, u opinan que deben ser “compensados” por unos pretendidos o reales sufrimientos del pasado, o creen que forman la nueva “raza superior”, se les ha de invitar a que actualicen sus ideas a la luz de la situación del presente, muy diferente a la de los años 50 a 70 del siglo pasado. Los primordiales cambios introducidos por Stanley R. Resor, máxima autoridad política y administrativa del ejército de EEUU entre 1965 y 1971, no pueden ser olvidados, pero el “anti-racismo” neo-racista en boga ignora todo esto, pretendiendo que las cosas son como antes de 1965, que nada ha cambiado, ¡incluso si el presidente de EEUU es negro en una segunda reelección! Se ha de insistir: quienes deseen tener una posición apropiada, objetiva, en esta cuestión deben actualizar su información, estudiando cómo es ahora la situación, no como era en el pasado.

En efecto, en las actuales condiciones las elites del poder de EEUU se están valiendo del racismo anti-blanco, o pro-negro, para cumplir sus fines estratégicos, políticos, económicos y militares. Es necesario, pues, comprender los enormes cambios que se están dando en EEUU (y en todo el mundo) en esta cuestión. Abordar la realidad de hoy con ideas o formulaciones de hace medio siglo, conviene decirlo una vez más, no es apropiado, pero es lo que hacen muchos, que al denunciar el “racismo”, esto es, sólo el racismo anti-negro y no todas las formas de racismo, en realidad llevan el agua al molino del capitalismo, el militarismo y el imperialismo de EEUU.

En EEUU lejos de amainar el racismo es hoy más poderoso que antaño, si bien se ha hecho complejo y variado. El Estado clasifica hoy más que nunca a las personas por su raza, de tal manera que la calificación racial está por encima de la categoría decisiva, la de ser humano. Con un furor como jamás anteriormente se juzga a las personas por el color de su piel en vez de por sus actos, adoctrinando a la población para que mire desfavorablemente a los blancos, supuestamente “racistas”, y favorablemente a los negros, pretendidamente “antirracistas”. De ahí ha salido el fenómeno Obama, que está proporcionando éxitos y beneficios impresionantes al gran capital yanqui.

El asunto es tan obvio que también el gran capital español ha apostado por Obama, como ha puesto de manifiesto la prensa económica más leída, al presentar a aquél como más conveniente para los intereses de los grandes empresarios de aquí, mientras se distanciaba de Romney, a menudo rechazado simplemente por ser blanco, igual que su rival es preferido simplemente por ser negro. Esto hace que la izquierda “anti-racista” coincida, una vez más, con las propuestas de la clase empresarial.

La solución es denunciar el racismo en todas sus formas, y no solamente en una, proponiendo que lo decisivo es la categoría de ser humano y preconizando que las personas sean valoradas por sus actos, y no por el color de su piel, ni para bien ni para mal. Nadie puede ser excluido por su raza y nadie puede ser premiado o privilegiado por su raza. Toda forma de otorgar privilegios por la etnia es racismo. Toda desigualdad ligada al color de la piel es racismo, de manera que la discriminación positiva es igualmente racismo. Y quienes niegan que el racismo anti-blanco sea la forma superior y más peligrosa de racismo en la hora presente, como muestra el caso de Obama, o es que no comprenden lo que está sucediendo, o es que son agentes financiados por el Estado-capital (por ejemplo, casi todas las ONGs), o es que son unos racistas encallecidos.

Todos los racistas pero sobre todo los anti-blancos están, además, preparando una maniobra de enorme significación para el sistema de dominación, a saber, un gran enfrentamiento civil entre razas, para con él dividir al pueblo de forma duradera, debilitándolo de forma estructural, por tanto estratégica. Tal operación culminará cuando la crisis del orden constituido alcance proporciones descomunales, y contribuirá de manera decisiva a su superación conforme a los intereses de las poderhabientes.

Todos los que se dedican a dividir al pueblo, sea con el “anti-racismo”, sea con “las cuestiones de género”, sea como la “orientación sexual”, son los agentes más destacados del capitalismo, y por eso son ahora los mejor pagados. En todos los países el Estado, los poderes mediáticos, las universidades y las Fundaciones de las grandes empresas destinan sumas fabulosas a mantener a los y las agentes del enfrentamiento y la división.

EL DECLIVE DE LOS FUNDAMENTOS POLÍTICOS E IDEOLÓGICOS DEL RÉGIMEN DE DOMINACIÓN. REFLEXIONES SOBRE LA CRISIS DEL PSOE Y “EL PAÍS”


Vivimos una portentosa edad en que los pilares del sistema de dictadura y dominación constituido con la autoliquidación del franquismo, en 1974-1978, se están desplomando.

El PSOE es un barco a la deriva, después de la insanía del zapaterismo, sumo sacerdote de las religiones políticas y genio maligno de la ingeniera social, con la asistencia de toda la izquierda “anticapitalista”, el feminismo y el anarquismo de Estado. Y el diario que fue la Biblia de la progresía y la izquierda pro-capitalista está en una situación tan cochambrosa que hasta sus trabajadores hacen huelga en contra de la otrora todopoderosa Dirección. Ya nada es lo que fue.

La coyunda entre progresismo (de “El País”) e izquierdismo (del PSOE) que ha dado tantísimos días de gloria al capitalismo español se está acabando por senectud al parecer irremediable de ambos cónyuges.

Las causas de tales acontecimientos, que tienen una significación histórica y que deben ser objeto de un estudio bastante cuidadoso, son el agotamiento del orden político establecido con la Constitución de 1978, cuyo fundamento era la izquierda, el PCE tanto como el PSOE, en una situación de crisis global en desarrollo. Durante años el capitalismo español ha medrado gracias a la izquierda, que se ha mantenido en el gobierno la mayoría del tiempo, y que ha impregnado con sus ideas manipulativas, destructivas y nihilistas a toda la sociedad, haciendo de ella esa cosa penosa y embrutecida, inerme e hiper-servil, que ahora tenemos ante nuestro ojos.
La ideología  y prácticas progresistas (de “El País”) e izquierdistas (del PSOE y sus peones) ha devastado al pueblo, constituyendo lo que alguien ha llamado la sociedad aberrante, esto es, un orden en el que lo humano, los fundamentos de la vida civilizada e incluso lo más básico para la pervivencia de la sociedad y el individuo han sido sustantivamente alterados, devastados y fanáticamente destruidos.

Lo que ha acontecido con la alianza entre progresismo y socialdemocracia no puede circunscribirse al ámbito de lo político, lo económico o lo social. Es verdad que cuando el PSOE abandonó el gobierno dejó 5,3 millones de parados. No menos cierto es que fueron los gobiernos izquierdistas de Felipe González los que culminaron la construcción de la empresa multinacional española en los años 80 del siglo pasado, tarea que había comenzado el franquismo. Nadie niega que el actual gobierno del PSOE-IU en Andalucía, dejando a un lado sus piruetas demagógicas, repite punto por punto la política del gobierno del PP, de la derecha española, en Madrid. Pero eso, con ser muy grave, no es lo esencial.

La cosmovisión de la izquierda, junto con las numerosas operaciones de ingeniería social que se desprenden de ella, ha triturado al individuo y arrasado con todo lo que hace de la sociedad una comunidad humana viable. Ese sujeto anulado de múltiples modos, ese ser-nada que para nada vale, ahora es un peso muerto que impide la regeneración de la vida colectiva. Esta sociedad, cargada de vicios, aberraciones, disfuncionalidades y perversiones de un modo que estremece, ya no es viable, ya no tiene futuro, salvo como gran rebaño subhumano totalmente sometido a las elites del poder.

En mi libro “Crisis y utopía en el siglo XXI” señalo que las tres grandes crisis de nuestro tiempo, muy por delante de la actual crisis económica, son la de la libertad, la de la esencia concreta humana y la de la civilización. Pues bien, las tres han sido llevadas al extremo por el par “El País”-PSOE. De ello ha resultado un quebrantamiento de lo humano como no se ha dado en ningún periodo de nuestra historia.

La perfidia de los editoriales de “El País”, pontificando desde arriba sobre todo lo divino y lo humano, e imponiendo de manera totalitaria creencias y conductas desde el poder aterrador que le otorgaba ser el diario por antonomasia del capitalismo y de los aparatos gubernamentales, sólo tienen parangón con las campañas de propaganda del PSOE en el gobierno, acompañadas siempre de operaciones de ingeniería social destinadas a convertirnos en mera basura con apariencia humana, en seres sin inteligencia, sociabilidad, sensibilidad, sentido moral, capacidad de lucha, generosidad, mismidad, dignidad y disposición para el esfuerzo y el servicio. En criaturas hiper-aptas, en definitiva, para ser ilimitadamente manejados por el poder, las cuales ya ni siquiera sirven para la lucha reivindicativa más simple.

Pero todo ello se está acabando. Su credibilidad es cada vez menor, dado que el giro de los acontecimientos está refutando sus dogmas, trágalas y sinrazones más esenciales. Tras casi 40 años de dictadura política e ideológica omnímoda el dúo que ha sido el centro de la nueva reacción y los nuevos reaccionarios se encuentra en fase de desintegración.

Eso abre perspectivas de mucho interés para el relanzamiento de la vida social civilizada y para la recuperación integral del ser humano.

El desplome de la perversa pareja permitirá, como posibilidad al menos, pasar a la ofensiva -en todos los ámbitos- a quienes deseamos la restauración de lo humano, el retorno a una vida asentada en valores y la realización del magno programa de la revolución integral, para lograr una sociedad sin Estado ni capitalismo.

Es un buen momento, pues, para tomar la iniciativa. El sistema de dominación conoce una situación de debilidad relativa. Sus instrumentos políticos e ideológicos están en retirada y reflujo, y lo que por el momento tiene como alternativa de sustitución es más que insuficiente, e incluso bufo. Hace sonreír el conocer que lo que sistema tiene como alternativa de sustitución es a Julio Anguita, un caduco político profesional que no comprende casi nada de lo que hoy está sucediendo, que vive mentalmente en el pasado (en el periodo de la Transición) y que se limita a agitar, con furor decimonónico, la bandera republicana… en una sociedad a la que el republicanismo burgués no puede aportar nada de positivo y sí muchísimo de negativo, de represivo, demagógico, continuista y deshumanizador, como sucedió en 1873-74 con la I República y en 1931-36 con la II República.

El nihilismo y destructividad, la locura y maldad del progresismo y del izquierdismo ha sido tanta y tan poderosa que lo ha devastado todo, incluso sus propias capacidades de regeneración. Con su hedonismo, egotismo, pragmatismo, odio al igual, satanización del pensamiento independiente y creador, prédica del peor de los servilismos, frivolidad, zafiedad, victimismo patológico, desprecio por lo humano y por la persona real-concreta, ciego culto por el dinero y ansia atroz de poder ha hecho muy difícil e incluso imposible que en las nuevas generaciones destaquen personalidades capaces de dar continuidad al proyecto socialdemócrata y progresista.

Al destruir con tantísimo odio y enseñamiento a la sociedad y al individuo se han destruido a sí mismos.

En efecto: han convertido al país en un erial hórrido, donde no hay nada que pueda ser catalogado como pensamiento, reflexión, proyectos o propuestas de nuevos idearios. Por tanto, no hay nadie que tenga el nivel mínimo suficiente requerido para regenerar una sociedad muerta y ya en fase de putrefacción, a la que le esperan días muy difíciles y amargos. Estamos dominados por una gerontocracia igual que la del final del franquismo pero con un cuerpo social y unos individuos todavía más degradados y devastados.

En una sociedad de seres nada la nadificación global es el problema.

Por el lado de las fuerzas de la regeneración, la restauración, la civilización y la revolución lo más urgente es comprender que entramos en una era de inestabilidad y debilidad relativa del poder constituido, no sólo ni principalmente por la crisis económica (aunque ésta influye, cómo no) sino también y sobre todo por la crisis política, de ideas, de creencias, de modos de vida y de valores.

El sistema carece de propuestas compartidas, no tiene políticos preparados, le falta intelectuales, no dispone de un sistema de fines y metas que organice al cuerpo social, no hay ni partidos ni sindicatos ni organizaciones creíbles, la universidad no posee credibilidad y además el régimen parlamentario instaurado por la demagogia y el uso de la fuerza en 1978 hace aguas. Dado que todo lo han destruido en su perturbada carrera hacia la nada (hacia el poder total en realidad) ahora se encuentra solos, además de en plena desintegración.

Estas circunstancias, que no parece que vayan a cambiar en pocos años, sumadas a lo que significa la crisis económica en sí y como colapso de un sistema de vida y un orden de creencias, son bastante buenas para el desarrollo de un programa de regeneración integral de la sociedad y el individuo.

Para aprovecharlas se necesita: 1) establecer una estrategia, 2) forjar las ideas, metas e ideales capaces de vertebrar a los sectores más conscientes del cuerpo social, 3) establecer un proyecto para la autoconstrucción del sujeto, que ha de ser rehumanización, superando la devastación existente.

Porque en las circunstancias actuales la calidad del sujeto es clave. Eso fue lo que sobre todo destruyeron el par progresista-izquierdista cuya decadencia ahora analizamos.