domingo, 15 de enero de 2012

LLANTO POR EL CAMARADA KIM (y IV)


Hay un elemento más en la materia considerada, que la burguesía de Occidente hoy utiliza, con enorme éxito y eficacia, los casos de Corea del Norte, o de Cuba, para desacreditar toda idea de revolución y la lucha anticapitalista en su totalidad.
         Ello es así hasta el punto que el principal beneficiado de la existencia de esas experiencias aberrantes y monstruosas es el imperialismo norteamericano y el capitalismo multinacional globalizador. Por eso ambos están interesados, al menos objetivamente, en que se mantengan como tales el mayor tiempo posible.
         En efecto, nadie hoy hace una revolución para acabar adorando de rodillas a los Kim o los Castro de turno, mientras es vigilado día y noche por la policía política. Esto aleja a las mejores personas de la idea de revolución, de cualquier revolución, lo que es una gran desgracia.
         Y no sólo son “los países socialistas” aún subsistentes, sino también la totalidad del ciclo histórico de la Unión Soviética, los disparates sangrientos de los otros “socialismos” del Este europeo (que se comenzaron a venir abajo con la rebelión de los trabajadores en Berlín en 1952 y en Hungría en 1956 contra el comunismo fascista), el caso terrible de Camboya, el no menos patético, en cierto sentido, de Vietnam, ayer vencedor de los EEUU y hoy su aliado, y sobre todo China, donde el Partido Comunista ha creado un “socialismo” que tiene muchos rasgos de régimen esclavista, por la forma despiadada como super-explota a la clase obrera, con docenas de miles de multimillonarios, una devastación medioambiental pavorosa y una política exterior neocolonialista rapaz y ecocida, que expolia sin contemplaciones al Tercer Mundo.
         Pero no sólo son ésos. Los acontecimientos aquí en la guerra civil también están esperando una revisión imparcial. Algunas de sus experiencias, como las colectividades, probablemente estén sobrevaloradas y necesiten de una evaluación más fría y minuciosa, hecha con voluntad de verdad. Eso por no citar acontecimientos similares realmente escalofriantes, como los de naturaleza “antiimperialista”, en particular Argelia pero también Angola, Nicaragua, El Salvador y otros varios.
         El significado de todo ello es que el primer ciclo histórico de una revolución dirigida a superar el capitalismo ha fracasado. O más exactamente, ha producido formaciones sociales más monstruosas aún que aquéllas contra las que las revoluciones se alzaron.
         Así las cosas, la peor estrategia es no reconocer la verdad y reducirse a respaldar lo que fue y lo que todavía queda, sin ninguna perspectiva de futuro. En efecto, es una causa perdida defender lo indefendible, por lo que lo mejor es realizar un balance, aprender las lecciones históricas y condenar sus consecuencias aún hoy existentes con la máxima energía.
         ¿Con qué propósito todo ello? Pues precisamente para encarrilar adecuadamente el segundo ciclo histórico de revoluciones anticapitalistas, que al sustentarse en la experiencia del primero tendrá muchas más posibilidades de ser exitoso.
         Quienes se refugian en la nostalgia de lo que fue, aquellos que no quieren mirar hacia adelante, porque el futuro les provoca espanto e inseguridad, o por pura incapacidad analítica, están sacrificando las revoluciones del futuro a las revoluciones del pasado. Eso es un error descomunal, pues de lo que se trata es de poner éstas al servicio de aquéllas, extrayendo las lecciones pertinentes y poniendo en marcha el segundo ciclo histórico a partir de las enseñanzas así localizadas y sistematizadas.
         Hay que pasar a toda costa a la ofensiva, repudiando esa suicida mentalidad defensiva que consiste en meramente irse defendiendo de las acusaciones que lanza el imperialismo, los Estados y las burguesías. Ganar la ofensiva pasa por aceptar la verdad por dura que sea, aprender de lo acontecido, condenar lo que queda del primer ciclo, o fase, con la máxima energía (por ejemplo, la demencia del PT de Corea y su régimen nazi) y hacer públicas las enseñanzas alcanzadas.
         Una, como se dijo, estriba en la significación del Estado: donde éste opera habrá capitalismo de manera inexorable. La otra está en relación con los errores colosales (al lado de algunos aciertos) de la que ha sido la teoría guía de las revoluciones, en más o en menos según los casos pero de todas, el marxismo. Éste está equivocado en numerosas cuestiones decisivas, y su aplicación ha llevado a los desastres y esperpentos sangrientos que ahora tenemos ante nosotros. De ello se infiere que hay que pensar la historia, el devenir de las sociedades y, por tanto, las revoluciones de un modo nuevo.
         Un tercer elemento es la función del factor humano. Dado el carácter mecanicista, economicista y determinista de la teoría guía, el marxismo, la valía del sujeto era considerada un cero a la izquierda, una nada. Estamos ante un dislate descomunal, que no sólo ha llevado a la deshumanización propia de las formaciones que se dicen anticapitalistas sino que ha contribuido poderosamente al fracaso final de los procesos revolucionarios.
         Ya sabemos tres cosas decisivas, aprendidas en la durísima práctica histórica. Hay otras más que podemos señalar y que se irán señalando. En mi libro “La democracia y el triunfo del Estado” abundan las reflexiones en esta dirección.

4 comentarios:

  1. Estimado Félix,

    Muchas gracias por una entrada tan interesante.

    Cuando dices:

    "Dado el carácter mecanicista, economicista y determinista de la teoría guía, el marxismo, la valía del sujeto era considerada un cero a la izquierda, una nada."
    ¿Acaso no apuntas a que el marxismo es puro capitalismo?

    En función de la respuesta, seguramente surgirán otras preguntas.

    Gracias

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    1. Amigo Emilio:

      En efecto, la concepción marxista del mundo es una variante de la ideología burguesa y así se manifiesta en su práctica.
      Antes de la toma del poder el marxismo, al centrar a las masas en lo económico, las convierte a la ideología burguesa, el economicismo. Después de la toma del poder crea necesariamente una nueva burguesía mucho más agresiva que la precedente, surgida en el interior del partido comunista.
      Ése ha sido el significado histórico del marxismo y la izquierda, convertir a todos al economicismo y regenerar el capitalismo, llevándolo a una etapa superior, de capitalismo de estado perfecto.
      Incluso allí donde no hay toma del poder formal, los partidos socialdemócratas han sido durante mucho tiempo los favoritos del capital. Es el caso del PSOE aquí.
      La ideología de la izquierda es por ello la expresión principal de la adhesión de las masas al capitalismo.
      Un saludo.
      Félix

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  2. Buen artículo.

    Emilio, obviamente no soy Felix pero me tomo la libertad de participar en tu pregunta.
    Pienso que en la parte final del análisis de Felix se puede leer lo que pregunas:
    "Una, como se dijo, estriba en la significación del Estado: donde éste opera habrá capitalismo de manera inexorable."
    Por lo tanto, da igual como se llame la ideología si esta para llevar a cabo sus objetivos precisa de la toma del Estado, necesita poder.

    Saludos.

    PD: yo también espero la respuesta del autor.

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    1. Así es, Ruyé: en la actual etapa histórica donde hay estado hay inexorablemente capitalismo.
      Félix

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