En el momento de
escribir estas líneas el número de personas asesinadas en Siria por el régimen
¿antiimperialista? de Bachar el Asad es de unas seis mil, desde marzo de 2011,
cuando comenzaron las grandes manifestaciones populares. Pero, teniendo en
cuenta, que aquél es anti-occidental, al ser un aliado del régimen fascista
islámico de Irán, parece que hay ciertos “antiimperialistas” que le dan
respaldo y muchísimos más que callan, pues sus absurdos planteamientos les han
colocado en una situación sin salida, es más, les están poniendo en evidencia.
Si todo lo que se oponga,
o parezca oponerse, al imperialismo estadounidense es apoyable, por atroz y
terrible que sea su naturaleza y ejecutoria, estamos obligados a, por ejemplo,
dar respaldo a la Alemania nazi, que combatió a EEUU desde 1941 a 1945. También a la Italia fascista, que lo hizo en
fechas similares. Esto es, cualquiera que por las razones que sean se enfrente
a esa gran potencia recibirá el respaldo de las y los profesionales de “la
liberación de los pueblos”. Esto es penoso para los pueblos, por supuesto, pero
excelente para el imperialismo USA, al quedar sus enemigos identificados con
los peores dictadores y genocidas.
Ello significa, lisa y
llanamente, hacerse portavoces a escala planetaria de, a menudo, las peores
formas de reacción, patriarcado, capitalismo, dictadura estatal, despotismo
clerical y fascismo. Y es, asimismo, quedar a merced de cualquier demagogo que,
aupado a una tribuna, perore contra Occidente proponiendo cosas mucho más
reaccionarias y mucho peores que las occidentales, lo que sucede todos los
días. Chomsky, por ejemplo, eso (y otras muchas bellaquerías) lo hace de
maravilla.
En Siria es verdad que las
manifestaciones populares, en su sentido político, no son trigo limpio, como no
lo fueron las de la ”primavera árabe”
tan imprudentemente loada hace sólo unos meses por los
“antiimperialistas” de oficio como hoy súbitamente olvidadas, sin que los entusiastas
de la cosa, como hacen siempre, se hayan molestado en dar explicaciones. En
Siria hay, en el seno del movimiento popular, una fuerte posición alentada,
cuando no directamente financiada, por EEUU y sus aliados más firmes y estables
(entre ellos dos países musulmanes claves, Turquía y Arabia Saudí), pero
también una sana y sincera voluntad popular de librar al país de la feroz
dictadura de la minoría que hoy controla el gobierno.
En consecuencia, hay que
apoyar no al “antiimperialismo” sangriento y ultraopresivo de Bachar el Asad y
sus verdugos, ni a aquellas facciones que se manifiestan en la calle para
ganarse los muy piadosos subsidios que les otorga Arabia Saudí, siempre
generosa en la distribución del dinero que gana con el petróleo, o la bendición
del islamismo “democrático” (parlamentarista) de Turquía, o simplemente los
dólares del Tío Sam, sino al pueblo que de un modo u otro, con más o menos
claridad y consecuencia, lucha por la libertad.
Hay, por tanto, tres
fuerzas enfrentadas entre sí dentro de Siria, y no dos. Una vez derrocado el
actual régimen, lo que sucederá seguramente, quedarán dos, y si el pueblo no se
espabila será sometido a nuevas formas de opresión. Igual que en Túnez y
Egipto, donde la alianza entre el ejército y el islamismo político, a las órdenes
del gran capital local y del imperialismo occidental, ha frustrado las
esperanzas populares. Por cierto, quienes dijeron que el islam era
“antiimperialista” por “antioccidental”, (¿Arabia Saudí también?, ¿Turquía
también?), ¿cómo explican lo que ésta sucediendo en esos países?
Similar es el caso de
Irán. Para empezar el régimen fascista de los clérigos islámicos llegó al poder
en 1979 con el apoyo entusiasta de EEUU, que tenía dos buenos motivos, al
menos, para ello, 1) arrasar a sangre y fuego la revolución popular en marcha
en esa fecha, tras la caída del régimen anterior; 2) detener la expansión de la
Unión Soviética en la zona. Eso lo hizo a la perfección, especialmente el punto
uno, para lo cual mató a una enorme cantidad de gente popular, y también de
integrantes de grupos y partidos izquierdistas, desde comunistas pro-soviéticos
a tercermundistas y guevaristas.
A continuación se
enfrentó con EEUU, entonces en un momento de notable debilidad estratégica,
tras su derrota en Vietnam en 1975. Lo hizo porque la clerigalla islámica es
meramente la voz del gran capital estatal-privado iraní que había engordado
muchísimo con la venta de petróleo (es curioso que una buena parte del
“antiimperialismo” de pacotilla de hoy día se dé en países productores de crudo).
Se había producido previamente una acumulación de capital tal que llevó a los
poderes económicos y políticos de Irán a atreverse a echar un pulso a
Occidente, en un contexto de enfrentamiento atroz con la potencia islámica
rival en la zona, Arabia Saudí, que sigue clamando por arrasar a sangre y fuego
el régimen de los ayatolás, y que es el más firme aliado de EEUU a la vez que
el bastión del islam más ortodoxo.
Irán hoy está en una
situación delicada, su régimen. Dadas las muchísimas atrocidades que han
realizado los clérigos islámicos iraníes (sólo recordaré dos, la lapidación habitual
de mujeres y el ahorcamiento masivo de homosexuales), cuyo despotismo y
perversidad no tiene límites, se encuentra enfrentado a todo el pueblo, que se
ha venido manifestando en la calle con particular vigor en los últimos años.
Para salir del paso ha ideado dos estrategias de legitimación. Una es dar
“apoyo” a la causa palestina contra el Estado sionista, recurso recurrente de
todos los tiranos de los países árabes. La otra es “desafiar” a EEUU con la
cuestión de la energía nuclear, los misiles y las maniobras militares navales.
En ello no hay nada novedoso, todos los regímenes de la historia, cuando se
hallan sin base de masas, recurren a esas artimañas.
Y en eso estamos por el
momento. Lo decisivo es comprender que el conflicto Irán-EEUU no es entre
buenos y malos, dado que los dos son malos. Hay, por tanto, que denunciar a
ambos, poniendo en evidencia lo pérfido de sus intenciones, con el deseo de que
el pueblo de Irán logre librarse de los unos y los otros.
Todo esto ha de situarse
en el marco más amplio del conflicto global USA-China, pues esta última, y Rusia
también, dan respaldo al totalitario régimen de Irán y al criminal gobierno
sirio, con el fin de desgastar a su rival. Esto embrolla aún más las cosas.
Siria estaba antes de las primeras manifestaciones, como cualquier dictadura europea, con un pueblo dormido y sumiso, y no es lógico que ese rentable estado de "paz" se vea alterado por matanzas, porque haya algunas manifestaciones. Siria a pasado de la cómoda actividad represiva leve (la que es común a todos los países "pacíficos") a una actividad represiva que desgasta seriamente la legitimidad de su Estado, y el motivo no pueden ser unas "simples manifestaciones".
ResponderEliminarMás bien yo pienso que la OTAN ha entrado en Siria A SACO, como hizo en Libia, como parte de un plan de desgaste de China.
Concuerdo en que hay 3 bandos pero en mi opinión el pueblo debiera distanciarse claramente del bando que sirve a las potencias extranjeras, ya que hemos visto de lo que son capaces, con sus mercenarios de Al Qaeda.