¿Qué
sucede con los neo-nazis y otros fascistas al estilo antiguo, herencia de los
de hace casi un siglo? Lo cierto es que están siendo desplazados por los
musulmanes, que son la nueva fuente de alistamiento para los servicios secretos
europeos, para la red Gladio por ejemplo, en particular desde que tales
servicios tuvieron que ayudar al Estado Islámico a reclutar carne de cañón en
Europa para la guerra de Siria, en 2011-2015. Los neo-nazis de cruz gamada, o
de yugo y flechas, son un apéndice de los servicios secretos, por tanto del
Estado y el gobierno. La dirección de sus organizaciones está copada por policías
y confidentes[1],
de manera que todo lo importante en ellos, desde su estética a su línea
argumental, es conforme a las órdenes recibidas.
En los
países europeos son ahora una fuerza insignificante y sin futuro más allá de
hacer de cuando en cuando de partidas de la porra, salvo en Grecia, donde
Amanecer Dorado tiene una cierta base social. Hay que entender el lugar que
ocupa este partido en la estrategia para controlar y dominar al pueblo griego,
pues mientras Syriza se ocupa de la acción gubernamental los neo-nazis cooperan
con la izquierda “manteniendo el orden” en la calle. Aquella formación es la
excepción que confirma la regla. No es apropiado, por reduccionista,
identificar fascismo con violencia, pues aunque ésta es parte fundamental de
aquél, lo definitorio está en la categoría de “revolución fascista”, en el
proyecto político dirigido a transformar el orden político conforme al ideario
mussoliniano. Hoy no hay ninguna organización que se proponga seria y
creíblemente tal meta, quedado la extrema derecha fascista como elemento
residual entregado al uso esporádico de una violencia de baja intensidad.
El
principal servicio que los nazis y neo-nazis han hecho al orden vigente en los
últimos dos decenios es de tipo propagandístico. Se les impone decir y hacer
aquello que más interesa al poder constituido, en operaciones de
contrainformación de enorme calado en algunos casos. Como se sabe que la
inmensa mayoría de la población está a la contra del fascismo se impone a éste,
desde el poder estatal y gubernamental, determinadas líneas argumentales para
que el publico reaccione contra ellas, situándose donde dicho poder quiere que
esté. Por ejemplo, se les hace estar verbalmente “rechazar” la emigración, a
pesar de que Hitler acarreó a Alemania unos 7 millones de emigrantes para
mantener activa la economía alemana, abastecer al ejército y poder continuar la
guerra. De ese modo, rechazar hoy el hecho aciago de la emigración es
presentado como “nazi”, como “fascista”, por la retórica institucional y por el
activismo callejero financiado desde las instituciones. En todo ello la verdad
queda ninguneada y el sujeto medio, abastecido de ideas por medios de
comunicación uniformemente (totalitariamente) progresistas, burdamente manipulado.
La verdad desnuda es que en el asunto de la emigración, el actual régimen
alemán, “democrático”, está haciendo lo mismo que los nazis, inundar el país de
trabajadores extranjeros.
Pero
donde los neo-nazis han tenido que emplearse a fondo, siguiendo las órdenes de
sus jefes y financiadores, pertenecientes a la policía y los servicios
secretos, es en la cuestión del islam. El proyecto estratégico de islamización
de Europa en el siglo XXI choca con un obstáculo enorme, que Hitler y buena
parte de los jefes nazis eran entusiastas del islam, que muchos nazis se
convirtieron a la religión musulmana y que aquél deseaba islamizar Europa una
vez ganase la guerra. Para ocultar esto se ha ido poniendo en marcha una
compleja y variada batería de medidas y disposiciones. Se eliminan las
referencias favorables del Führer al islam así como sus planes para la
postguerra de varias ediciones de sus obras, aunque no han podido borrarlas de
todas, ni tampoco suprimir los testimonios de algún alto funcionario del Estado
nacional-socialista que conocía tales proyectos.
Pero,
sobre todo, se prohíbe hablar de este asunto, de manera que nadie se atreve a
llevar a los medios de comunicación tal cuestión, a pesar de estar
perfectamente documentada. Incluso se suele ocultar que en el ejército del
partido nazi, las Waffen SS, hubo tres divisiones formadas por musulmanes,
atendidas espiritualmente por sus ulemas, las cuales combatieron a los
partisanos comunistas del este europeo con un derroche de encarnizamiento. Ello
es comprensible, dado que Heinrich Himmler, jefe de las SS y máximo verdugo del
III Reich, era un lector apasionado del Corán. Esta camaradería combatiente
entre nazis y musulmanes ya se había dado en la guerra civil española, 1936-1939,
entre la Legión Cóndor y las tropas islámicas de Franco, que formaron el tándem
resolutivo fundamental que derrotó a la Segunda República española en los
campos de batalla.
Para
remachar el clavo, la versión institucional tilda de “odio racista” al
supuestamente sentido por los actuales neo-nazis prefabricados hacia los
emigrantes musulmanes, ocultando que en el año 1942 los teóricos raciales del
nacional-socialismo declararon que “la raza árabe” era asimismo “raza superior”
equiparable a la “raza aria”. Así pues, un nazi de convicciones, un seguidor
consciente de Adolfo Hitler, no puede despreciar racialmente a los árabes, más
bien al contrario. Pero como esto no interesaba que se supiera se concibió una
pseudo-versión según la cual el “racismo”, sólo o en compañía de la
“xenofobia”, tiene que ser el elemento ideológico motor de la resistencia a la
emigración. Para ello, quienes manejan en la sombra a los neo-nazis actuales
les convierten en racistas anti-árabes en sus proclamas y panfletos, a fin de
provocar la reacción deseada en la opinión pública europea, intencionadamente
hecha hiper-sensible a la cuestión del racismo, no así a la de, por ejemplo, el
capitalismo.
De
ese modo, los servicios secretos han ido creando un movimiento neo-nazi tan
peculiar que en la cuestión de la religión musulmana mantiene formulaciones diametralmente
opuestas a las de Hitler: donde éste manifiesta admiración aquél expresa
“odio”, por supuesto un odio prefabricado. Lo cierto es que nadie puede
llamarse nazi con coherencia y ser “islamófobo”, del mismo modo que nadie puede
declarase cristiano y ser hostil a los apóstoles que acompañaron a Cristo.
Algo
muy similar, la manipulación de la verdad histórica para que sea útil a la
política actual, se hizo con la guerra civil española. Había que ocultar que La
Falange era apasionada del islam, sobre todo su sector más nacional-socialista,
el proveniente de las JONS de Ramiro Ledesma Ramos, y que Franco también lo era,
y Mussolini. Había que velar el hecho más concluyente, que sin la masiva
recluta (100.000 combatientes) de musulmanes para servir en el ejército de
Franco, que se llevó a efecto contando con la aprobación del clero islámico
marroquí y valiéndose de su colaboración, aquél habría sido derrotado a los
pocos meses de iniciar la guerra. En la cuestión de al-Andalus todos los
fascistas (de derecha y de izquierdas) y los progresistas islamófilos repiten
los argumentos exaltadores del pseudo-historiador Ignacio Olagüe, afín a las
JONS, es decir, nazi. Los libros de Olagüe, mera chatarra historiográfica sin
valor cognoscitivo, universalmente repudiados por los historiadores, han sido
reeditados por la izquierda. Es esta una de las ocasiones en que más nítida
parece la identidad esencial de todos los fascismo, el nazi y el de la izquierda.
Sobre
esto hay un libro excelente, editado hace muchos años, “El colonialismo español en Marruecos”, Miguel Martín, 1973, que narra
una buena parte de tales asuntos con veracidad, y que ha sido refrendado por
varios estudios posteriores. Martín posee una credibilidad política impecable,
pues fue un antifranquista que publicó su obra en el exilio, en Francia, en la
editorial de la resistencia al franquismo, Ruedo Ibérico. Pero en vano. Su obra
ha sido ninguneada universalmente. Incluso cuando se cita en la bibliografía de
algún libro no se recoge lo que prueba documentalmente, que el clero islámico
norteafricano se alió con Franco y la Falange sobre la base de decisivas
coincidencias doctrinales. Esto ha sido borrado de la memoria de todos. Nadie
se atreve a desafiar la prohibición de exponer la verdad en esta materia.
La
pregunta es ¿por qué? Pues para poder ganar la batalla de la propaganda y la
desinformación previa a la instauración en Europa de un régimen de dictadura fascista-musulmana
en el presente siglo, un régimen como el de Arabia, Irán, Turquía o, en el “mejor”
de los casos, Argelia o Marruecos, lo que equivale para el caso de España, a
volver al franquismo, al fascismo castizo y español, aunque esta vez con otra
religión de Estado. Si el islam aparece históricamente como lo que fue, un aliado
y amigo del nazi-fascismo, la operación queda al descubierto, resultando gravemente
dañada, pero si se crea un movimiento “neo-nazi” tan peculiar que es
“islamófobo” se capitaliza el muy extendido sentimiento antifascista europeo en
beneficio del islam, con lo que la vía hacia la fascistización de Europa queda
expedita. Así debe ser, pues ésa es una necesidad cardinal para el gran
capitalismo europeo en un momento tan difícil como éste, a fin de manejar a las
masas con eficacia y, también, para preparar el choque global con China, el
rival imperialista por antonomasia.
La
estrategia de la desinformación y la manipulación se atreve a todo, como
demuestra el caso de A. Brievik, el noruego que asesinó a 77 personas en julio
de 2011, supuestamente para protestar contra la islamización de Europa, lo que
“demuestra” según la prensa progresista que la extrema derecha y el nazismo son
visceralmente anti-islámicos, y que quienes se oponen a la islamización son asesinos
y terroristas fascistas. El estudio de los hechos lleva a otras conclusiones. Brievik
es un enfermo mental sin convicciones políticas estables que, probablemente,
cometió aquella matanza instigado desde la sombra por alguno de los muchos
servicios policiales o de la inteligencia militar que manejan estos asuntos.
Hay un documento en el que, pretendidamente, explica por qué lo hizo y un
avispado periodista, al examinarlo, concluyó que había sido escrito por al
menos dos personas, lo que hace de él la obra de un equipo, ¿formado por quien
y al servicio de quien? Así las cosas, y teniendo en cuenta las muchas
incoherencias y contradicciones del caso, “alguien” en las alturas dio la orden
de dar carpetazo al asunto que quedó olvidado. Pero la opinión pública europea
recibió el mensaje: manifestarse crítico o simplemente distanciado con el islam
y ejercer en este asunto el derecho a la libertad de expresión es ser un
criminal nazi como Brievik… a pesar de que éste, en algún texto, se diga
admirador de Churchill, el estadista inglés que fue adversario indesmayable del
nazismo.
Más
allá de conspiraciones y trapisondas lo indudable es que el análisis imparcial
de los regímenes políticos que el fascismo y el islam preconizan e imponen concluye
que son muy parecidos, realidad indudable que empujó a Franco en brazos del clero
islámico, y viceversa, y que llevó a Hitler a ser un islamófilo. No son escasos
los estudiosos de teoría política que señalan que “el islam es incompatible con la democracia”, aunque teniendo cuidado
de que tal verdad, evidente, no trascienda. Ese juicio no se hace respecto del
budismo, o del hinduismo, o de otras religiones pero sí del islam. Por tanto,
cuando se observa la enorme cantidad de medidas y disposiciones para instaurar
la religión musulmana en Europa, y cuando se conoce que en un solo año, 2016,
Alemania ha incorporado a más de un millón de musulmanes, se siente mucha
inquietud por el futuro de la libertad en el viejo continente.
Con
todo, ahora mismo se detecta un momento de confusión y vacilación en las
posiciones de las minorías mandantes europeas en relación con el islam. Ya no
hay una voluntad tan decidida como hace unos años de realizar la completa
islamización. Por un lado está la firme y creciente resistencia de los pueblos europeos,
que puede elevarse a un alzamiento masivo e incluso a una guerra civil si la
clase patronal, la izquierda caviar y el aparato estatal continúan con esa
política, lo que daría al traste con las posibilidades del imperialismo europeo
para ser alguien en el mundo. Por otra parte, el clero islámico ha demostrado
en los hechos tener mucha menos influencia de lo que parecía, de manera que ha
perdido bastantes puntos en la valoración que de él tienen los poderosos de
Europa.
En efecto,
en los países musulmanes crece un movimiento de rechazo y descontento hacia
dicho clero, potente en Arabia pero también fuerte en Irán, donde una parte
significativa de la juventud está rompiendo con la dictadura de los ayatolás e
incluso pasándose al ateísmo. Esto empuja a los teofascistas iraníes, tracistas
del concepto “revolución islámica”
(que antes no existía en el islam y que es una concreción de la mussoliniana “revolución fascista”, o de la
falangista “revolución
nacional-sindicalista”, de la nazi “revolución
nacional-socialista”), hacia una crisis colosal de su sistema político,
ferozmente liberticida y antipopular. En Turquía la reacción de la base de la
sociedad al fascismo de Erdogan, apoyado bajo cuerda por Alemania, puede ser
muy virulenta y desembocar en una revolución popular a medio plazo.
¿Se
opondrá a la islamización desde arriba la nueva derecha populista europea, que
la prensa y las televisiones califican obsesivamente de “islamófoba”? No, no lo
hará más que con medidas cosméticas y simbólicas. Trump tampoco irá más allá. El motivo es que las clases mandantes de
Europa necesitan fascistizar, y para ello el islam es hoy el procedimiento
mejor y más rápido. Eso es en gran medida así porque la izquierda está entregada
a la tarea de implantar un sistema de tiranía total, lo que es coherente con su
naturaleza concreta, pues sueña con un hiper-capitalismo en el que la libertad
se extinga. Ya que no puede reproducir aquí el régimen de Corea del Norte fantasea
con copiar el de Arabia o Irán, rotunda y explícitamente capitalista, o el de Erdogan,
con el que estableció lazos de intimidad en tiempos de Zapatero, cuando el
sainete (en el que hubo tantísimo dinero para sus figurantes) de “la alianza de civilizaciones”. Ahora, subordinándose
al islam reputa que puede obtener lo único que desean sus jefes y jefas, más
poder y más dinero pero, en realidad, se está adentrando en un terreno de lo
más espinoso e impredecible, de manera que su futuro, ya bastante oscuro por
muchas causas, va a quedar aún más gravemente comprometido.
Los
nuevos partidos populistas no pueden resolver una contradicción cardinal,
declararse en contra de la imposición autoritaria del credo musulmán al mismo
tiempo que dependen de las fuerzas básicas que desean realizarla, las clases
altas europeas, los ricos y poderosos del viejo continente. Por eso quienes
están dentro del sistema no se opondrán, salvo que lo demande un cambio estratégico
de aquéllas. Muy diferente es el enfoque revolucionario, que repudia la marcha
hacia el fascismo porque lo rechaza en todas sus variantes y, al mismo tiempo,
a las fuerzas clasistas y oligárquicas que lo promueven.
La
revolución integral popular no sólo es antifascista sino que se propone
liquidar el capitalismo y finiquitar el Estado, los dos generadores de todas
las formas de fascismo, ayer y hoy. Una de sus metas es establecer un orden con
libertad de conciencia, lo que supone libertad de cultos y libertad para tener
la religión que se desee, incluido el islam, o no tener ninguna, sin
imposiciones ni prohibiciones. Es legítimo lo que surge del interior de la
persona, lo que proviene de un ejercicio libre e informado de la voluntad
individual, pero no lo es aquello que resulta del despotismo, del
aleccionamiento, de la coacción, de la falta de respeto por los otros, de la
intolerancia y la violencia. Ninguna religión puede imponerse, el islam tampoco,
como ninguna religión puede perseguirse, tampoco el islam. Al mismo tiempo, los
actos liberticidas, seculares o religiosos, tienen que tener una poderosa y
severa respuesta popular.
La
libertad de expresión, de la que es parte sustantiva la libertad de crítica, la
libertad para diferir y disentir, es un derecho natural de cada ser humano. Las
Constituciones liberales lo reconocen, en la forma de derecho formal, esto es,
huero y hueco para la gente común. Pero, aún así, está recogido y afirmado
positivamente. Pero ahora la libertad de disentir del islam ya apenas existe en
Occidente. Son cada vez más numerosas las personas que por manifestarse
contrarias o simplemente ajenas son encausadas, multadas, detenidas y también encarceladas,
y eso en varios países de la Unión Europea. Hay listas de conculcaciones policiales
y judiciales de la libertad de expresión en esta materia cuya lectura conmueve.
Esto equivale a imponer uno de los principios de la “sharía”, o ley coránica, que es el cuerpo jurídico del Estado
islámico fascista, a saber, que todo lo relacionado con dicha religión es
intocable, de manera que el disentir, por poco que sea, es incurrir en “blasfemia”.
La negación
jurídico-legal de los derechos naturales de la persona para favorecer a la
religión musulmana es una prueba (hay otras muchas) de que el Estado/Estados en
Europa está islamizándose, ya que da un trato de favor a esa religión, lo que
se dirige a una meta obvia, convertir al islam a la población, acallando la disidencia
y la pluralidad por medio de la represión. El europeo medio no lo sabe -por el
momento- pero lo cierto es que aquél es ya religión de Estado en la UE y que
vivimos bajo la dictadura político-religiosa de la ley islámica, aunque por el
momento aplicada parcialmente. Y cada vez más. En lo tocante a la libertad de
expresión lo apropiado es que nadie debe ser favorecido ni nadie ha de ser
reprimido. Todos deben tener libertad para ejercer ese derecho conforme a como
les dicte su conciencia, de manera que ha de haber la misma libertad de difundir
el islam (libertad que debe ser defendida contra quienes lo nieguen, aunque hoy
en la UE nadie con alguna significación propugna esto) que de rechazarlo. Pero
no es así: para lo primero la libertad es total, para lo segundo apenas existe.
La pregunta es, ¿por qué?
Todo
ello significa que la retórica de las Constituciones europeas está siendo
subvertida. Ya no hay libertad ni igualdad de los individuos, ni existe una
misma ley para todos, ni se garantiza la libertad religiosa, ni hay libertad de
expresión, ni tampoco es real la protección judicial de los derechos y
libertades. En suma, el Estado de derecho y el gobierno conforme a la ley se
están desvaneciendo. Que todo ello esté siendo conculcado con impunidad muestra
que vivimos una etapa de transición del parlamentarismo al fascismo, en
concreto al fascismo religioso. Y esto está sucediendo en Europa ahora. No
puede ponerse en duda que la persecución legal, policial y judicial, de la
“islamofobia” es instaurar una forma de inquisición religiosa que premia a un
determinado credo y castiga a quienes discrepan de él, o meramente no se
adhieren a él. La pregunta, de nuevo, es ¿por qué?, y, ¿qué finalidad tiene
todo ello?, y, ¿adónde nos lleva?
Otra interrogación
más es por qué no hay libertad para debatir en público, en un ambiente sereno y
respetuoso con todas las partes, la relación entre el islam y el nazismo, y
entre el islam y el franquismo. Esta cuestión no puede seguir siendo ocultada.
Si se dice que estamos en una “sociedad libre” donde todo asunto encuentra su
oportunidad para ser públicamente examinado y estas materias, que preocupan
mucho a los europeos, tienen que ser puestas sobre la mesa, en la prensa, en
las televisiones, en la Red, en los libros, en las calles, en todas partes.
Pero no, es imposible, al menos por ahora. El afán de manipular y aleccionar
prevalece sobre el principio de la libre controversia y la deliberación sin
trabas.
El desasosiego
que crea el conjeturar que la UE puede terminar con un sistema legal como el de
Arabia bajo la familia Saud es enorme. Dramático es el futuro de los ateos y
agnósticos, el 20-25% de la población de Europa, para los cuales la
islamización equivale a una condena a muerte. No mejor les irá a los
homosexuales. Y, desde luego, los etiquetados de “islamófobos” por el aparato
inquisitorial ya en activo lo tendrán todavía peor. Pero las perdedoras netas
en esta mutación histórica serán las mujeres europeas.
El
proceso de fascistización con imposición del islam a los pueblos de Europa es
la realización del proyecto estratégico de Adolfo Hitler en las condiciones
actuales. Sólo se diferencia en que el Führer quería primero fascistizar y
luego islamizar, de manera que lo segundo fuera la culminación de lo primero,
su broche de oro, mientras que hoy lo que se está haciendo es un avance
paralelo de la fascistización y la islamización. Y todo está aconteciendo de
acuerdo a un plan o proyecto bien elaborado, de una complejidad enorme, que
tiene en cuenta numerosos aspectos y elementos. ¿Existe un centro director, con
poder para realizar esta difícil y delicada tarea? Todo indica que sí. Por lo
que podemos deducir desde los hechos su cabeza está, esta vez también, en
Alemania (aunque otros datos parecen situarla en Inglaterra…) teniendo en cada
país de la UE una sucursal. Tal equipo de trabajo, o comité dirigente, se puso
bastante al descubierto al reclutar a musulmanes europeos para el Estado
Islámico de Irak y Siria, miles de personas que fueron enviadas a combatir en
la guerra de Siria conforme a los intereses estratégicos de los EUA,
Inglaterra, Alemania y Francia. En ese equipo o comité de dirección, muy
probablemente, trabajen estrechamente unidos altos funcionarios de diversos
ministerios, economistas ligados al Banco Central Europeo (por tanto, al euro),
historiadores, juristas, representantes de la gran patronal, jefes de la
izquierda y militares. La dirección, de eso no hay duda, está en manos de los
militares. Porque el ejército, los ejércitos, han sido siempre, y siempre
serán, el partido fascista por excelencia. Como se manifestó en 1936. Fin
[1] Esto quedó en evidencia en el caso del NPD alemán, una formación
neo-nazi con unos 6.000 afiliados, que al ser investigada por el poder judicial
se comprobó que una buena parte de su dirección estaba formada por “personal infiltrado de los servicios de
inteligencia alemana”. Esa es la norma en todos los casos.
Estoy de acuerdo contigo,Félix,es cierto que hoy en día no se puede criticar el Islam,¡pero no porque lo defienda el Estado!Aunque también,sino porque los mejores defensores son los mismos fascistas islamistas,que se dedican a cargarse a todo el que ose levantar la voz contra esa religión.Todos tenemos a los perroflautas,a los pseudoanarquistas de estado todo el dia clamando contra la religión católica,¿que pueden temer de ellos,que un obispo gordo(como suelen estar todos)les golpeen con la biblia?Son unos cobardes y estoy completamente de acuerdo contigo en eso.Esta gente tan criminal,los dos grupos referidos anteriormente estan sirviendo de caballo de troya para introducir el orientalismo,del mismo modo que se quiere introducir la homosexualidad completa en la población con las políticas de género.Hay que combatir a ellos los primeros.Los que profesen la religión islámica deberían ponerse de parte de la libertad y tanto defender que ellos puedan profesar su credo como que no sea financiado por el poder(sea del tipo que sea,privado o estatal)y también deben aceptar que su religión pueda ser criticada,al igual que lo es la cristiana,¿Acaso merece mas una que otra?Pero seamos realistas y sinceros,Félix,esto no va a suceder,sabemos que el ser humano defiende lo suyo o lo que le interesa y se olvida de lo demás,y no podemos esperar que cada ciudadano sea un ejemplo del mismo Sócrates o Diógenes de Sínope.Quiero decir,que a la postre,vamos a quedar un grupo muy reducido luchando contra,en primer lugar los poderosos que quieren imponerlo,en segundo lugar los grupúsculos de libertarios(?)qué risa tia Felisa,en tercer lugar por las mismas gentes que provienen de los paises islámicos y que profesan esa religión y en cuarto lugar,el 99 por ciento del resto de la población que solo hace lo que le dice el poder porque es más cómodo y se vive mejor(en algunos casos,claro)Es una batalla desigual,eso está muy claro.También pudiera ser que las élites vieran ineficaz este plan en vista de lo que ha pasado en Siria.Es otra posibilidad.En cualquier caso,esto no va a pasar en dos días,llevaría,por lo menos, 3 generaciones.
ResponderEliminarY a ver si de una vez por todas,los conspiranoicos se dedican a poner el foco sobre otro tema,por ejemplo el Islam,no sobre la religión católica.Dicen que los católicos son unos radicales y tal,¿pero es tan difícil ver que los que se matan como soldados de dios son los musulmanes para intentar imponer su religión a la fuerza?¿Pueden encontrar un caso de gente que se halla inmolado de la misma manera entre los católicos?Es que ya se niega lo evidente,que los católicos,con todo,son gente que acepta la crítica y no te pasa a cuchillo sarraceno(aunque no les guste la crítica,por supuesto)pero los islámicos es distinto.Ellos no aceptan ni tan siquiera la crítica,ni muchos menos la burla,etc.
ResponderEliminarQue acaben ya con la conspiracion del Vaticano y pongan el foco sobre otro sitio y no se conviertan en propagadores de teorias absurdas.
¿Has oído hablar de la Gran Croacia?
EliminarEn el documental de historia Apocalipsis, la segunda guerra mundial, en uno de sus capítulos, narra y aparecen las imágenes, de las SS Bosnias, que firmo Himler a hombro con los clérigos islámicos de Bosnia
ResponderEliminarLa iglesia católica es la puta de Babilònia. Esta iglesia católica ha hecho muchas barbaridades con su intolerancia, ha acumulado poder y conocimiento, hacen rituales satánicos junto a las élites políticas europeas y norteamericanas. Y los jesuitas son el brazo armado del Vaticano y los que, de facto, lo controlan. Ved declaraciones del ex-sacerdote jesuita Alberto Rivera y el libro de "La historia secreta de los jesuitas" de Edmond París.
ResponderEliminarAdemás, fue la iglesia católica romana la que contribuyó a la creación de la religión islámica y de su profeta Mahoma, para controlar a los pueblos árabes y después tomar el control de Jerusalén, aunque les salió mal el plan.
Desmontando el judaísmo y el cristianismo como religiones organizadas, es una de las maneras de conocer nuestra historia oculta y dejarnos de burdos mitos inventados por los poderosos para seguir dominando a las clases populares. No niego la espiritualidad de mucha gente, y de grandes místicos en las 3 religiones. E incluso en el Islam, gracias a la rama sufí de esta religión, tan diferente del resto. Pero la verdad es que estas religiones son una farsa basadas en mitos, que ha hecho creer a los judíos como "el pueblo elegido por Dios".
La espiritualidad verdadera se encuentra dentro de uno mismo a través de la meditación y el silencio, no del exterior a través de dogmas y doctrinas. En mi caso hago meditación a través de mantras del tantra-Yoga. Y no es aculturador, porque también reivindico la cultura popular hispánica.
(Anandamurti catalán)