La expectación, en la forma de temor y ansiedad
en algunas personas pero en muchas otras expresada como entusiasmo y esperanza,
es formidable. Todos sabemos, o intuimos, que la primera potencia mundial está
dando un giro a su estrategia, lo que afectará al planeta en su totalidad,
también a Europa. Por el momento, la situación está confusa y plagada de
interrogantes, también porque en las alturas del poder USA, al parecer, todavía
no se ha logrado definir con la suficiente extensión y detalle la nueva línea
de intervención estratégica.
¿Cómo
podemos saber qué hará Donald Trump? Éste no es más que un instrumento de los
poderes efectivamente mandantes, del aparato estatal sobre todo, de manera que
sus características personales son un factor subalterno, del mismo modo que lo
que ha expuesto en la campaña electoral es sin credibilidad, pues todos los
políticos mienten y engañan a su electorado, diciéndole lo que desea oír.
Tampoco podemos conocer la línea que va a seguir a través del análisis de los
documentos estratégicos básicos que manejan las elites del poder USA, pues son
secretos y por tanto no asequibles a la gente común. Nótese que el orden actual
es totalitario, no-democrático, dictatorial, y la información realmente
decisiva jamás llega al pueblo.
Así
las cosas, tenemos que servirnos de tres elementos, el análisis de la
situación, para localizar las contradicciones y necesidades objetivas del
sistema de dominación estadounidense; lo que se vaya filtrando y llegue a la
opinión pública, que será poco, y lo que realice en la práctica el
gobierno-Estado presidido nominalmente por Trump. De todo ello lo más
importante, cognoscitivamente, es lo primero.
Sí
estamos, no obstante, en condiciones de fijar algunos componentes iniciales, determinantes
e indudables, sobre la situación.
Primero.
La extensión y profundidad de la crisis de la formación social EEUU es ya tan
enorme que de no reaccionar ahora acabará perdiendo, a medio plazo, su estatuto
como primera potencia mundial[1]. G. Packer
lo expone con claridad, no exenta de concesiones melodramáticas que no afectan
al meollo de la cuestión, en “El
desmoronamiento. Treinta años de declive americano”. Esa es la expresión
exacta, desmoronamiento.
Segundo.
La gran depresión de 2008/2014 ha sido sobre todo de Occidente, de EEUU y la
UE, siendo mucho menos afectadas otras economías, la china casi nada. Ahora hay
una bonanza relativa y transitoria, pero cuando retorne un nuevo repunte del
caos económico -lo que sucederá en unos pocos años- Occidente puede hasta
desintegrarse. Aquella crisis debilitó e incluso destruyó la confianza en el
sistema de cientos de millones de personas en EEUU y la UE, creando en ellas un
estado de ánimo más favorable a la admisión del ideario revolucionario. Lo por
venir lo hará más aún. Desacreditó sobre todo a la política e ideología
imperantes en esos años, la progresista, y a sus portavoces y políticos
profesionales.
Tercero.
El agotamiento, no sólo objetivo sino también subjetivo, del progresismo, en
todas sus formas, es enorme y probablemente irreversible, hasta el punto de no
servir a la clase dominante ni como fuente de ideas e inspiración de las medidas
a adoptar ni como ideología para el manejo y aleccionamiento de las masas. De
ahí su enorme crisis.
Cuarto.
La ilusión Trump, populista, hoy no es menos irrazonable y descabellada que la
ilusión Obama, progresista, hace ocho años, por lo que será ásperamente negada
por la realidad en poco tiempo, igual que lo fue la “obamamanía”. Primero
porque los poderhabientes USA no están en condiciones de resolver (aunque sí de
tratar e incluso paliar o reconducir, hasta cierto punto) los muchos y muy
graves problemas de la hora presente, y segundo porque las medidas que van a ir
tomando en los próximos años serán agobiantes para la gente de la calle, en lo
económico, lo represivo, lo cultural, lo militar, lo policial, etc. El ideario
revolucionario ha de distanciarse igualmente del progresismo que del populismo,
de la izquierda que de la derecha, avanzando en oposición a ambas, situando en
el pueblo, y sólo en él, su meta y sentido.
Quinto.
Occidente se adentra, o mejor dicho, se precipita, en una fase de
inestabilidad, caos, confusión, cambios radicales, complejidad e
impredecibilidad. Trump es un cavernícola vesánico (tanto como lo son la atroz
feminista Hillary Clinton y el atildado inútil Obama) pero quienes le apoyan
son el sector más sano de la sociedad, aquel que se ha mantenido relativamente
apartado del régimen ideológico y político de que se ha servido el capitalismo
en el último medio siglo, el bloque progresista exterminacionista. La
contradicción entre la gente ingenua y bienintencionada que le sigue, o le
vota, y el oligárquico gobierno Trump se irá haciendo más y más tensa en los
años venideros, hasta explosionar.
Sexto.
Dado que la estabilidad que ha conocido Occidente en los últimos decenios se
está convirtiendo en su contrario, habrá más oportunidades para las corrientes,
ideas y tendencias revolucionarias, reducidas a casi nada por la presión aterradora
de la izquierda y la progresía, que han sido el enemigo principal (financiado
desde el poder) de la revolución popular civilizatoria en el último medio siglo.
Por tanto, una percepción esperanzada e incluso entusiasta del futuro es la
apropiada, salvo para los que desean meramente vivir “mejor”, consumiendo más bajo
el actual orden, que se verán enfrentados a crecientes restricciones, cargas,
obligaciones y escaseces. El tiempo de la sociedad de consumo es cosa del
pasado y en el futuro lo que se anuncia es un orden de penuria y carestía
materiales.
Séptimo.
La situación es tan volátil y embrollada que se está produciendo una fractura,
una grieta, un conflicto, en el seno de las elites mandantes, una parte de las
cuales desea continuar con el progresismo y otra parte, ahora ya mayoritaria,
quiere liquidar todo eso y poner rumbo hacia un nuevo escenario. Esta lucha en
el seno de las minorías mandates tiránicas favorece a las fuerzas de la
revolución, al caotizar y debilitar el desempeño político, mediático y de otros
tipos del poder constituido
Octavo.
El sistema de dominación tiene que hacer ahora frente a sus propias
disfuncionalidades, contradicciones, cortoplacismos y costes ocultos.
Disposiciones que tomó hace, por ejemplo, cincuenta años le han servido muy
bien durante decenios pero ahora, dos generaciones después, demandan que se
satisfagan los daños estructurales, a menudo enormes, que han ido creando en el
sistema mismo. Éste opera sacrificando el futuro al presente y ahora ha llegado
el momento en que el futuro se hace presente, de manera que ya no puede seguir
con esa línea de acción.
¿Cuáles
son las disfunciones principales del imperio EEUU?, ¿cuáles son sus causas?
La
primera de todas es el derrumbe del sujeto medio, de su calidad, funcionalidad
y valía. Si no se comprende esto no se puede entender todo lo demás. El
desplome de la persona realmente existente significa que ya escasea la gente
preparada para atender a las necesidades del Estado, servir en el ejército y la
policía y ser mano de obra competente y productiva, y que disminuirá aún más en
el futuro. El individuo nadificado -fabricado desde arriba- lo es ya tanto,
tantísimo, que su existencia como criatura dudosamente humana, en realidad post-humana,
entra en oposición con las necesidades estratégicas fundamentales del orden
constituido.
La
desintegración del individuo se expresa en todo: enfermedades físicas,
drogadicción, disfunciones psíquicas, falta de potencial reproductor, torpeza e
inutilidad general, estulticia de masas, asocialidad egocentrada extrema, sobremortalidad,
despilfarro a gran escala, irresponsabilidad y amoralidad casi universales, etc.
Se espera, con aprensión, una caída drástica de la esperanza media de vida.
Eso, en sí mismo y más aún en relación con otros factores, desencadenaría el
caos en la sociedad. Sería una repetición de experiencias históricas muy lúgubres,
como la crisis del siglo III en Roma, o la crisis del siglo XIV en Europa
occidental, verdaderas catástrofes las dos en las que desapareció por muerte
prematura un porcentaje elevado de la población[2]. La
primera de ellas fue ocasionada por la sobre-extensión del Estado romano y la
segunda por la instauración del Estado actual, tras semi-derrotar a la
revolución popular altomedieval que se inicia con el alzamiento armado bagauda
en el siglo V. Hoy sucede algo similar, pues es la creación de un poder estatal
del todo monstruoso, y de un poder empresarial rematadamente despótico e insufrible
lo que está literalmente laminando, triturando, al individuo. Muchos millones
de personas en EEUU (y en Europa) están ya en una situación en que su vida y
supervivencia no quedan aseguradas en el medio plazo.
Las
causas últimas de esa situación son la naturaleza colosalmente invasiva del
poder estatal y de su perrillo faldero, el empresarial. Cuando el Estado se
apodera del 50% o más de la riqueza producida, una buena parte de ella para
entregarla a la gran empresa multinacional, ese dinosauro tan autoritario y
deshumanizador como senil e incompetente, el futuro se esfuma[3].
¿Las
causas, en concreto? Enumerémoslas: la ausencia de libertad de conciencia, libertad
política y libertad social, el Estado de bienestar, el trabajo asalariado
tecnologizado actual, la pedagogía progresista junto con el sistema escolar y académico,
la destrucción de la familia (primero de la extensa y de los lazos de vecindad,
luego de la nuclear y finalmente de toda relación interpersonal estable que
haga sombra al control estatal absoluto sobre el individuo), la vida en las
ciudades-cárceles, la medicalización institucionalizada, la pésima
alimentación, la soledad impuesta desde arriba, la guerra de los sexos, la
represión del amor erótico heterosexual, la ciega fe en la tecnología, el
aleccionamiento mediático, la prohibición de facto de la maternidad y la
paternidad, la agricultura industrial en todas sus variedades y la imposición
de la mentalidad hedonista, felicista y epicúrea, intrínsecamente inmoral. Hay
más por supuesto, pero éstas son las significativas.
La
cosa no acaba ahí. La “basura blanca”,
o sea las clases trabajadoras de siempre en EEUU, pongamos unos 150 millones de
personas, ya no son útiles ni al ente estatal ni a la patronal. Por eso hay un
proyecto, nunca expuesto a la opinión pública, por razones obvias, pero cabalmente
visible en los hechos, de exterminarlas, de hacerlas desaparecer. Estamos, por
tanto, ante la mayor operación de limpieza étnica de la historia contemporánea.
La eliminación de poblaciones y etnias enteras ha sido realizada numerosas
veces en la historia. Exterminacionista con la población autóctona rural propia
de la península Ibérica fue el Estado musulmán andalusí instaurado por el
terror a petición de la clase dominante visigoda en el año 711, una formación
genocida. Lo fueron también los españoles con los guanches en Canarias, a
partir del siglo XV, y con los indígenas de Cuba y otros territorios americanos
un poco después. Se efectuó exterminacionismo con las poblaciones indígenas de
América del Norte, que eran inhábiles para el tipo específico de trabajo no-libre
que se esperaba de ellas, por lo que fueron acorraladas y casi aniquiladas[4], para
ser reemplazadas por trabajadores europeos aptos para el laboreo neo-servil, y
por trabajadores africanos habituados al quehacer productivo servil. Éstos lo eran
por proceder de sociedades que no habían sido capaces de liquidar la esclavitud,
mantenida por poderosas elites autóctonas que primero capturaban a los esclavos
entre sus súbditos y luego los vendían en la costa, cargados de cadenas, a los
europeos.
(Continuará)
[1]
Los hechos están otorgado la razón a Paul Kennedy que en su célebre libro “Auge y caída de las grandes potencias”,
publicado en 1986, pronostica que el imperio USA está determinado por las leyes
universales sobre la decadencia y desintegración de las formaciones imperiales.
Dicho autor no fue escuchado y ahora se pretende, según parece, aplicar al
menos una parte de sus recomendaciones, a pesar de que muestra que los
imperios, cuando entran en descomposición, no pueden ser revitalizados… Pero
también pone en evidencia que ningún imperio desaparece del escenario de la
historia sin previamente efectuar un esfuerzo desesperado por sobrevivir, lo
que incluye violencia, guerras y matanzas.
[2]
Eso ya está sucediendo. En España, para 2017, se calcula que morirán unas
25.000 personas más de las que nacerán, dato aterrador que no se daba desde la
postguerra pero que ya ha acontecido en 2016. Quien proponga resolver ese
problema con más inmigración es un genocida, un partidario del proceso de
sustitución étnica y limpieza étnica promovidos por el capitalismo-Estado
alemán, con la cristianodemócrata Merkel al frente. Por lo demás, una sociedad
que ha destruido todas las formas de familia no puede cuidar a 9 millones de
pensionistas. Estos serán sometidos en los próximos años a formas variadas de “muerte digna” diseñadas y decididas
desde arriba. Es una de las tareas que el poder constituido ha encargado a
Podemos y al resto de la izquierda, y que en Grecia ya está haciendo con gran
aplicación y eficacia el partido amigo de Podemos, Syriza.
[3]
La sinrazón estatolátrica ha llegado tan lejos que está tomando cuerpo, en el
seno de las minorías mandantes, la necesidad de poner coto a esa desmesura,
reduciendo la carga del ente estatal en el total de las actividades económicas.
Un libro sobre esa cuestión es “La
cuarta revolución. La carrera global para reinventar el Estado”, J. Micklethwait
y A. Wooldridge. Lo que propone no es creíble (por más que en algún caso
concreto pueda estar acertado) pues el gasto estatal creciente proviene del
incremento de los costes de dominación, y ningún Estado revierte su tendencia a
tener más poder, a ejercer una dictadura cada vez mayor, sobre el pueblo del
que vive y al que explota, sobre todo por medio del fisco. Este libro, y otros
como él elaborados en el ámbito del pensamiento liberal, es amagar y no dar.
Resulta incoherente querer un Estado del siglo XIX, pequeñito, con las empresas
del siglo XXI, mastodónticas. Hay que desmontar el uno y la otra, pero los
liberales defienden la mega empresa monopolística mundializada, que es un poder
tan tiránico como el Estado. Su defensa de la libertad es meramente demagogia y
locuacidad. Tal tarea se realiza desde el proyecto de la revolución integral
cuyo postulado número uno es realizar una sociedad de la libertad.
[4]
Produce escalofríos observar que la prensa progresista e izquierdista europea
anti-Trump defiende la inmigración actual a EEUU enfatizando que éste es un “país de inmigrantes”. Sí, y por eso los
pueblos indígenas fueron exterminados, por los inmigrantes que iban llegando a
lo que luego sería EEUU, primero españoles y luego ingleses, franceses,
holandeses, etc., además de los africanos llevados a la fuerza. Todos ellos son
co-responsables de un genocidio, que ahora se desea repetir con la actual
población, con la clase trabajadora blanca y del resto de las razas, de otra
forma y en otras condiciones pero en esencial igual. Este asunto es un lapsus
en el que ponen al descubierto sus verdaderas metas, liquidacionistas aunque
ocultas bajo mucha hipocresía y variadas jeremiadas buenistas. Así son los
nuevos traficantes de esclavos, los nuevos negreros, dedicados a mover a
millones de personas de un país a otro según las necesidades del capitalismo.
"Cuando el Estado se apodera del 50% o más de la riqueza producida, una buena parte de ella para entregarla a la gran empresa multinacional": Definición de economía Mixta defendida por el Socialismo tanto en su vertiente nacional como demócrata. Conservadores y progresistas trabajando juntos con un solo objetivo: el expolio.
ResponderEliminarSalud!
He leído las tres partes del tema Trump. Todo esto es lo que se llama "alta política" en los círculos que saben de qué va la cosa en realidad... Me llama la atención lo del final, eso de que se extermina a las etnias que no tienen mentalidad esclava y que los negros, ya eran esclavos en sus territorios, antes de que sus mandamases les capturasen y vendieran a los europeos en la costa y que los colonos europeos, fueron, y esto es algo que nuestros ingenuos amigos internacionalistas no entienden, empujados a América porque su mentalidad era la acorde con los deseos de las oligarquías de obtener los frutos de su trabajo y al parecer,ahora han visto que los miembros de la granja islámica tienen una cultura más sumisa que la de los blancos... Si bien, no sé hasta qué punto, pues al parecer también saben aprovecharse de las ayudas que el Estado europeo multicultural les otorga...aunque puede que ambas cosas sean compatibles, pues ambas medidas de sometimiento provienen del Estado. En otros foros, opinan que se trata de algo más que de lucro y esclavitud, que se trata de la guerra entre el bien y el mal, aunque me da que casi siempre gana el mal...aunque sea por poca diferencia...
ResponderEliminarEn cuanto a Podemos, ¿qué hubiera pasado si nadie hubiera hecho caso a sus cantos de sirena?¿La sociedad habría avanzado "al margen de la política"?
He leído las tres partes del tema Trump. Todo esto es lo que se llama "alta política" en los círculos que saben de qué va la cosa en realidad... Me llama la atención lo del final, eso de que se extermina a las etnias que no tienen mentalidad esclava y que los negros, ya eran esclavos en sus territorios, antes de que sus mandamases les capturasen y vendieran a los europeos en la costa y que los colonos europeos, fueron, y esto es algo que nuestros ingenuos amigos internacionalistas no entienden, empujados a América porque su mentalidad era la acorde con los deseos de las oligarquías de obtener los frutos de su trabajo y al parecer,ahora han visto que los miembros de la granja islámica tienen una cultura más sumisa que la de los blancos... Si bien, no sé hasta qué punto, pues al parecer también saben aprovecharse de las ayudas que el Estado europeo multicultural les otorga...aunque puede que ambas cosas sean compatibles, pues ambas medidas de sometimiento provienen del Estado. En otros foros, opinan que se trata de algo más que de lucro y esclavitud, que se trata de la guerra entre el bien y el mal, aunque me da que casi siempre gana el mal...aunque sea por poca diferencia...
ResponderEliminarEn cuanto a Podemos, ¿qué hubiera pasado si nadie hubiera hecho caso a sus cantos de sirena?¿La sociedad habría avanzado "al margen de la política"?