lunes, 16 de enero de 2017

¿QUÉ HARÁ TRUMP? (I)

      La expectación, en la forma de temor y ansiedad en algunas personas pero en muchas otras expresada como entusiasmo y esperanza, es formidable. Todos sabemos, o intuimos, que la primera potencia mundial está dando un giro a su estrategia, lo que afectará al planeta en su totalidad, también a Europa. Por el momento, la situación está confusa y plagada de interrogantes, también porque en las alturas del poder USA, al parecer, todavía no se ha logrado definir con la suficiente extensión y detalle la nueva línea de intervención estratégica.

         ¿Cómo podemos saber qué hará Donald Trump? Éste no es más que un instrumento de los poderes efectivamente mandantes, del aparato estatal sobre todo, de manera que sus características personales son un factor subalterno, del mismo modo que lo que ha expuesto en la campaña electoral es sin credibilidad, pues todos los políticos mienten y engañan a su electorado, diciéndole lo que desea oír. Tampoco podemos conocer la línea que va a seguir a través del análisis de los documentos estratégicos básicos que manejan las elites del poder USA, pues son secretos y por tanto no asequibles a la gente común. Nótese que el orden actual es totalitario, no-democrático, dictatorial, y la información realmente decisiva jamás llega al pueblo.

         Así las cosas, tenemos que servirnos de tres elementos, el análisis de la situación, para localizar las contradicciones y necesidades objetivas del sistema de dominación estadounidense; lo que se vaya filtrando y llegue a la opinión pública, que será poco, y lo que realice en la práctica el gobierno-Estado presidido nominalmente por Trump. De todo ello lo más importante, cognoscitivamente, es lo primero.

         Sí estamos, no obstante, en condiciones de fijar algunos componentes iniciales, determinantes e indudables, sobre la situación.

         Primero. La extensión y profundidad de la crisis de la formación social EEUU es ya tan enorme que de no reaccionar ahora acabará perdiendo, a medio plazo, su estatuto como primera potencia mundial[1]. G. Packer lo expone con claridad, no exenta de concesiones melodramáticas que no afectan al meollo de la cuestión, en “El desmoronamiento. Treinta años de declive americano”. Esa es la expresión exacta, desmoronamiento.

         Segundo. La gran depresión de 2008/2014 ha sido sobre todo de Occidente, de EEUU y la UE, siendo mucho menos afectadas otras economías, la china casi nada. Ahora hay una bonanza relativa y transitoria, pero cuando retorne un nuevo repunte del caos económico -lo que sucederá en unos pocos años- Occidente puede hasta desintegrarse. Aquella crisis debilitó e incluso destruyó la confianza en el sistema de cientos de millones de personas en EEUU y la UE, creando en ellas un estado de ánimo más favorable a la admisión del ideario revolucionario. Lo por venir lo hará más aún. Desacreditó sobre todo a la política e ideología imperantes en esos años, la progresista, y a sus portavoces y políticos profesionales.

         Tercero. El agotamiento, no sólo objetivo sino también subjetivo, del progresismo, en todas sus formas, es enorme y probablemente irreversible, hasta el punto de no servir a la clase dominante ni como fuente de ideas e inspiración de las medidas a adoptar ni como ideología para el manejo y aleccionamiento de las masas. De ahí su enorme crisis.

         Cuarto. La ilusión Trump, populista, hoy no es menos irrazonable y descabellada que la ilusión Obama, progresista, hace ocho años, por lo que será ásperamente negada por la realidad en poco tiempo, igual que lo fue la “obamamanía”. Primero porque los poderhabientes USA no están en condiciones de resolver (aunque sí de tratar e incluso paliar o reconducir, hasta cierto punto) los muchos y muy graves problemas de la hora presente, y segundo porque las medidas que van a ir tomando en los próximos años serán agobiantes para la gente de la calle, en lo económico, lo represivo, lo cultural, lo militar, lo policial, etc. El ideario revolucionario ha de distanciarse igualmente del progresismo que del populismo, de la izquierda que de la derecha, avanzando en oposición a ambas, situando en el pueblo, y sólo en él, su meta y sentido.

         Quinto. Occidente se adentra, o mejor dicho, se precipita, en una fase de inestabilidad, caos, confusión, cambios radicales, complejidad e impredecibilidad. Trump es un cavernícola vesánico (tanto como lo son la atroz feminista Hillary Clinton y el atildado inútil Obama) pero quienes le apoyan son el sector más sano de la sociedad, aquel que se ha mantenido relativamente apartado del régimen ideológico y político de que se ha servido el capitalismo en el último medio siglo, el bloque progresista exterminacionista. La contradicción entre la gente ingenua y bienintencionada que le sigue, o le vota, y el oligárquico gobierno Trump se irá haciendo más y más tensa en los años venideros, hasta explosionar.

         Sexto. Dado que la estabilidad que ha conocido Occidente en los últimos decenios se está convirtiendo en su contrario, habrá más oportunidades para las corrientes, ideas y tendencias revolucionarias, reducidas a casi nada por la presión aterradora de la izquierda y la progresía, que han sido el enemigo principal (financiado desde el poder) de la revolución popular civilizatoria en el último medio siglo. Por tanto, una percepción esperanzada e incluso entusiasta del futuro es la apropiada, salvo para los que desean meramente vivir “mejor”, consumiendo más bajo el actual orden, que se verán enfrentados a crecientes restricciones, cargas, obligaciones y escaseces. El tiempo de la sociedad de consumo es cosa del pasado y en el futuro lo que se anuncia es un orden de penuria y carestía materiales.

         Séptimo. La situación es tan volátil y embrollada que se está produciendo una fractura, una grieta, un conflicto, en el seno de las elites mandantes, una parte de las cuales desea continuar con el progresismo y otra parte, ahora ya mayoritaria, quiere liquidar todo eso y poner rumbo hacia un nuevo escenario. Esta lucha en el seno de las minorías mandates tiránicas favorece a las fuerzas de la revolución, al caotizar y debilitar el desempeño político, mediático y de otros tipos del poder constituido

         Octavo. El sistema de dominación tiene que hacer ahora frente a sus propias disfuncionalidades, contradicciones, cortoplacismos y costes ocultos. Disposiciones que tomó hace, por ejemplo, cincuenta años le han servido muy bien durante decenios pero ahora, dos generaciones después, demandan que se satisfagan los daños estructurales, a menudo enormes, que han ido creando en el sistema mismo. Éste opera sacrificando el futuro al presente y ahora ha llegado el momento en que el futuro se hace presente, de manera que ya no puede seguir con esa línea de acción.

         ¿Cuáles son las disfunciones principales del imperio EEUU?, ¿cuáles son sus causas?

         La primera de todas es el derrumbe del sujeto medio, de su calidad, funcionalidad y valía. Si no se comprende esto no se puede entender todo lo demás. El desplome de la persona realmente existente significa que ya escasea la gente preparada para atender a las necesidades del Estado, servir en el ejército y la policía y ser mano de obra competente y productiva, y que disminuirá aún más en el futuro. El individuo nadificado -fabricado desde arriba- lo es ya tanto, tantísimo, que su existencia como criatura dudosamente humana, en realidad post-humana, entra en oposición con las necesidades estratégicas fundamentales del orden constituido.

         La desintegración del individuo se expresa en todo: enfermedades físicas, drogadicción, disfunciones psíquicas, falta de potencial reproductor, torpeza e inutilidad general, estulticia de masas, asocialidad egocentrada extrema, sobremortalidad, despilfarro a gran escala, irresponsabilidad y amoralidad casi universales, etc. Se espera, con aprensión, una caída drástica de la esperanza media de vida. Eso, en sí mismo y más aún en relación con otros factores, desencadenaría el caos en la sociedad. Sería una repetición de experiencias históricas muy lúgubres, como la crisis del siglo III en Roma, o la crisis del siglo XIV en Europa occidental, verdaderas catástrofes las dos en las que desapareció por muerte prematura un porcentaje elevado de la población[2]. La primera de ellas fue ocasionada por la sobre-extensión del Estado romano y la segunda por la instauración del Estado actual, tras semi-derrotar a la revolución popular altomedieval que se inicia con el alzamiento armado bagauda en el siglo V. Hoy sucede algo similar, pues es la creación de un poder estatal del todo monstruoso, y de un poder empresarial rematadamente despótico e insufrible lo que está literalmente laminando, triturando, al individuo. Muchos millones de personas en EEUU (y en Europa) están ya en una situación en que su vida y supervivencia no quedan aseguradas en el medio plazo.

         Las causas últimas de esa situación son la naturaleza colosalmente invasiva del poder estatal y de su perrillo faldero, el empresarial. Cuando el Estado se apodera del 50% o más de la riqueza producida, una buena parte de ella para entregarla a la gran empresa multinacional, ese dinosauro tan autoritario y deshumanizador como senil e incompetente, el futuro se esfuma[3].

         ¿Las causas, en concreto? Enumerémoslas: la ausencia de libertad de conciencia, libertad política y libertad social, el Estado de bienestar, el trabajo asalariado tecnologizado actual, la pedagogía progresista junto con el sistema escolar y académico, la destrucción de la familia (primero de la extensa y de los lazos de vecindad, luego de la nuclear y finalmente de toda relación interpersonal estable que haga sombra al control estatal absoluto sobre el individuo), la vida en las ciudades-cárceles, la medicalización institucionalizada, la pésima alimentación, la soledad impuesta desde arriba, la guerra de los sexos, la represión del amor erótico heterosexual, la ciega fe en la tecnología, el aleccionamiento mediático, la prohibición de facto de la maternidad y la paternidad, la agricultura industrial en todas sus variedades y la imposición de la mentalidad hedonista, felicista y epicúrea, intrínsecamente inmoral. Hay más por supuesto, pero éstas son las significativas.

         La cosa no acaba ahí. La “basura blanca”, o sea las clases trabajadoras de siempre en EEUU, pongamos unos 150 millones de personas, ya no son útiles ni al ente estatal ni a la patronal. Por eso hay un proyecto, nunca expuesto a la opinión pública, por razones obvias, pero cabalmente visible en los hechos, de exterminarlas, de hacerlas desaparecer. Estamos, por tanto, ante la mayor operación de limpieza étnica de la historia contemporánea. La eliminación de poblaciones y etnias enteras ha sido realizada numerosas veces en la historia. Exterminacionista con la población autóctona rural propia de la península Ibérica fue el Estado musulmán andalusí instaurado por el terror a petición de la clase dominante visigoda en el año 711, una formación genocida. Lo fueron también los españoles con los guanches en Canarias, a partir del siglo XV, y con los indígenas de Cuba y otros territorios americanos un poco después. Se efectuó exterminacionismo con las poblaciones indígenas de América del Norte, que eran inhábiles para el tipo específico de trabajo no-libre que se esperaba de ellas, por lo que fueron acorraladas y casi aniquiladas[4], para ser reemplazadas por trabajadores europeos aptos para el laboreo neo-servil, y por trabajadores africanos habituados al quehacer productivo servil. Éstos lo eran por proceder de sociedades que no habían sido capaces de liquidar la esclavitud, mantenida por poderosas elites autóctonas que primero capturaban a los esclavos entre sus súbditos y luego los vendían en la costa, cargados de cadenas, a los europeos.
(Continuará)






[1] Los hechos están otorgado la razón a Paul Kennedy que en su célebre libro “Auge y caída de las grandes potencias”, publicado en 1986, pronostica que el imperio USA está determinado por las leyes universales sobre la decadencia y desintegración de las formaciones imperiales. Dicho autor no fue escuchado y ahora se pretende, según parece, aplicar al menos una parte de sus recomendaciones, a pesar de que muestra que los imperios, cuando entran en descomposición, no pueden ser revitalizados… Pero también pone en evidencia que ningún imperio desaparece del escenario de la historia sin previamente efectuar un esfuerzo desesperado por sobrevivir, lo que incluye violencia, guerras y matanzas.
[2] Eso ya está sucediendo. En España, para 2017, se calcula que morirán unas 25.000 personas más de las que nacerán, dato aterrador que no se daba desde la postguerra pero que ya ha acontecido en 2016. Quien proponga resolver ese problema con más inmigración es un genocida, un partidario del proceso de sustitución étnica y limpieza étnica promovidos por el capitalismo-Estado alemán, con la cristianodemócrata Merkel al frente. Por lo demás, una sociedad que ha destruido todas las formas de familia no puede cuidar a 9 millones de pensionistas. Estos serán sometidos en los próximos años a formas variadas de “muerte digna” diseñadas y decididas desde arriba. Es una de las tareas que el poder constituido ha encargado a Podemos y al resto de la izquierda, y que en Grecia ya está haciendo con gran aplicación y eficacia el partido amigo de Podemos, Syriza.

[3] La sinrazón estatolátrica ha llegado tan lejos que está tomando cuerpo, en el seno de las minorías mandantes, la necesidad de poner coto a esa desmesura, reduciendo la carga del ente estatal en el total de las actividades económicas. Un libro sobre esa cuestión es “La cuarta revolución. La carrera global para reinventar el Estado”, J. Micklethwait y A. Wooldridge. Lo que propone no es creíble (por más que en algún caso concreto pueda estar acertado) pues el gasto estatal creciente proviene del incremento de los costes de dominación, y ningún Estado revierte su tendencia a tener más poder, a ejercer una dictadura cada vez mayor, sobre el pueblo del que vive y al que explota, sobre todo por medio del fisco. Este libro, y otros como él elaborados en el ámbito del pensamiento liberal, es amagar y no dar. Resulta incoherente querer un Estado del siglo XIX, pequeñito, con las empresas del siglo XXI, mastodónticas. Hay que desmontar el uno y la otra, pero los liberales defienden la mega empresa monopolística mundializada, que es un poder tan tiránico como el Estado. Su defensa de la libertad es meramente demagogia y locuacidad. Tal tarea se realiza desde el proyecto de la revolución integral cuyo postulado número uno es realizar una sociedad de la libertad.

[4] Produce escalofríos observar que la prensa progresista e izquierdista europea anti-Trump defiende la inmigración actual a EEUU enfatizando que éste es un “país de inmigrantes”. Sí, y por eso los pueblos indígenas fueron exterminados, por los inmigrantes que iban llegando a lo que luego sería EEUU, primero españoles y luego ingleses, franceses, holandeses, etc., además de los africanos llevados a la fuerza. Todos ellos son co-responsables de un genocidio, que ahora se desea repetir con la actual población, con la clase trabajadora blanca y del resto de las razas, de otra forma y en otras condiciones pero en esencial igual. Este asunto es un lapsus en el que ponen al descubierto sus verdaderas metas, liquidacionistas aunque ocultas bajo mucha hipocresía y variadas jeremiadas buenistas. Así son los nuevos traficantes de esclavos, los nuevos negreros, dedicados a mover a millones de personas de un país a otro según las necesidades del capitalismo.

3 comentarios:

  1. "Cuando el Estado se apodera del 50% o más de la riqueza producida, una buena parte de ella para entregarla a la gran empresa multinacional": Definición de economía Mixta defendida por el Socialismo tanto en su vertiente nacional como demócrata. Conservadores y progresistas trabajando juntos con un solo objetivo: el expolio.
    Salud!

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  2. He leído las tres partes del tema Trump. Todo esto es lo que se llama "alta política" en los círculos que saben de qué va la cosa en realidad... Me llama la atención lo del final, eso de que se extermina a las etnias que no tienen mentalidad esclava y que los negros, ya eran esclavos en sus territorios, antes de que sus mandamases les capturasen y vendieran a los europeos en la costa y que los colonos europeos, fueron, y esto es algo que nuestros ingenuos amigos internacionalistas no entienden, empujados a América porque su mentalidad era la acorde con los deseos de las oligarquías de obtener los frutos de su trabajo y al parecer,ahora han visto que los miembros de la granja islámica tienen una cultura más sumisa que la de los blancos... Si bien, no sé hasta qué punto, pues al parecer también saben aprovecharse de las ayudas que el Estado europeo multicultural les otorga...aunque puede que ambas cosas sean compatibles, pues ambas medidas de sometimiento provienen del Estado. En otros foros, opinan que se trata de algo más que de lucro y esclavitud, que se trata de la guerra entre el bien y el mal, aunque me da que casi siempre gana el mal...aunque sea por poca diferencia...
    En cuanto a Podemos, ¿qué hubiera pasado si nadie hubiera hecho caso a sus cantos de sirena?¿La sociedad habría avanzado "al margen de la política"?

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  3. He leído las tres partes del tema Trump. Todo esto es lo que se llama "alta política" en los círculos que saben de qué va la cosa en realidad... Me llama la atención lo del final, eso de que se extermina a las etnias que no tienen mentalidad esclava y que los negros, ya eran esclavos en sus territorios, antes de que sus mandamases les capturasen y vendieran a los europeos en la costa y que los colonos europeos, fueron, y esto es algo que nuestros ingenuos amigos internacionalistas no entienden, empujados a América porque su mentalidad era la acorde con los deseos de las oligarquías de obtener los frutos de su trabajo y al parecer,ahora han visto que los miembros de la granja islámica tienen una cultura más sumisa que la de los blancos... Si bien, no sé hasta qué punto, pues al parecer también saben aprovecharse de las ayudas que el Estado europeo multicultural les otorga...aunque puede que ambas cosas sean compatibles, pues ambas medidas de sometimiento provienen del Estado. En otros foros, opinan que se trata de algo más que de lucro y esclavitud, que se trata de la guerra entre el bien y el mal, aunque me da que casi siempre gana el mal...aunque sea por poca diferencia...
    En cuanto a Podemos, ¿qué hubiera pasado si nadie hubiera hecho caso a sus cantos de sirena?¿La sociedad habría avanzado "al margen de la política"?

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