“EL LIBRO NEGRO DEL
COMUNISMO” (I)
Stéphane Courtois,
Nicolas Werth, Jean-Louis Panné,
Andrzej
Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin
Original
en francés de 1997, en castellano editado en 2010
El conocimiento lo
más objetivo y extenso de la historia del movimiento comunista es imprescindible.
El libro incluye a ensayistas prestigiosos, como S. Courtois, autor entre otros
textos de “Le PCF dans la guerre”,
una documentada historia del comunismo francés en 1939-1945, que prueba la
traición de aquél a la revolución al ponerse a las órdenes del general de
Gaulle, y N. Werth, especialista en el
Este europeo. En conjunto, el texto comentado aporta una gran masa de información,
la mayoría de ella fiable, aunque no toda, lo que exige hacer de él una lectura
crítica.
No es aceptable
considerar al marxismo como una teoría al margen de sus numerosas y variadas aplicaciones
prácticas. Todas éstas, digámoslo ya, han sido negativas, o más exactamente,
muy negativas, al haber constituido sociedades ultra-capitalistas y
mega-estatizadas peores que las anteriormente existentes. El terror policíaco, la
institucionalización de la tortura, la tiranía política, la demolición del ser
humano, la destrucción medioambiental y el fracaso económico (esto último con
la excepción, a matizar, de China) son los rasgos definitorios de las
sociedades establecidas y dirigidas por partidos comunistas.
El libro probablemente
tenga su mejor apartado en el dedicado al análisis de la experiencia comunista
en Camboya en los años 70 del siglo pasado, en la que fueron asesinados unos 2
millones de personas en menos de cuatro años, el 25% de la población. Tan
terribles acontecimientos se suelen explicar por una explosión de demencia y malignidad
de los comunistas camboyanos, pero la obra citada proporciona una interpretación
alternativa. Fueron dos viejos conocidos, el productivismo y desarrollismo (que
están en la esencia misma del marxismo), los elementos causales de aquella carnicería.
Camboya ha sido una refutación
práctica de la pretendida validez y verdad
de la teoría marxista. Ésta, en una sociedad “atrasada” como la
camboyana, que vivía de las formas tradicionales de cultivo del arroz, exigía una
gran mutación económica, con inmensas obras de regadío, incremento exponencial
de los rendimientos, etc. Todo ello caotizó dicha formación social, que ni
siquiera logró entender las metas que demandaba el Estado-partido comunista,
produciendo resistencias de todo tipo, más pasivas que activas. Esto impulsó al
PC de Kampuchea a usar a gran escala e ilimitadamente la violencia como primer mecanismo
económico. La consecuencia fue una de las peores matanzas de la historia de la
humanidad.
En lo esencial la
experiencia camboyana es igual a la de la Unión Soviética. En 1917, en una
coyuntura histórica de excepcional crisis y desintegración de la sociedad rusa por
causa de la I Guerra Mundial, una formación de intelectuales burgueses ajenos
al proletariado pero que decía representarle y hablaba en su nombre, el partido
bolchevique, se hace con el poder a través de un afortunado golpe de fuerza en
las dos ciudades principales, Petrogrado y Moscú. Crea un poderoso aparato
militar y policial capaz de ir aplastando uno tras otro a todos sus
adversarios. Tritura al proletariado y, sobre todo, al campesinado, lo que el
capítulo correspondiente del libro comentado describe con eficacia y rigor[1].
Finalmente, las feroces
luchas de poder en el seno de aquel partido, el de la nueva burguesía comunista
convertida en aparato de Estado, desencadenan sucesivas matanzas intestinas. La
facción perdedora es detenida, torturada y ejecutada, y la ganadora se hace con
todavía más poder. Y eso sucede una y otra vez.
Cuando
la coerción se eleva a principal elemento movilizador en la sociedad ya todo se
trata y efectúa recurriendo a la fuerza. Estremecen los datos y testimonios
sobre uso de la violencia a vastísima escala en la Unión Soviética, contra los
obreros que demandaban mejoras laborales, contra el campesinado que deseaba
protegerse de la depredación del Estado socialista y de la aculturación, contra
los seguidores de otras ideologías, contra las minorías nacionales que se
oponían al patriotismo ruso de los comunistas….La tortura se hace habitual lo
mismo que la violación de las mujeres. Los acusados de crímenes reales y, sobre
todo, imaginarios, no pueden defenderse al carecer de cualesquiera garantías
jurídicas. Todo tipo de personas son asesinadas.
El libro comentado
calcula que varios millones de personas fueron víctimas del terror, al ser exterminadas
por esa forma de fascismo de izquierdas que es el estalinismo.
Cuando el XX congreso
del PC de la Unión Soviética, 1956, “denuncia” el estalinismo “olvida” señalar
cuál era su base económica, una acumulación colosal de la propiedad en
poquísimas manos, un hiper-capitalismo nunca anteriormente conocido. Esa
sociedad aberrante, monstruosa, donde prácticamente todos los medios de
producción pertenecen a la dirección del partido, esto es, a unas docenas de
personas, es la que origina el fenómeno Stalin[2].
Muerto este personaje en 1953 la nueva burguesía comunista le utiliza como
chivo expiatorio para seguir detentando el poder, al mismo tiempo que se somete
a un lavado de cara con el fin de mejor perpetuarse.
¿Por qué todo ello?
Los bolcheviques instauran una forma extrema de capitalismo, en concreto de
capitalismo de Estado. El meteórico crecimiento económico y la acelerada acumulación
de capital eran su única meta, y para alcanzarla la violencia se hace instrumento
fundamental. Con ello la nueva burguesía comunista logra por un tiempo unas
tasas de ganancias fantásticamente altas, convirtiéndose en una elite dotada de
un poder colosal, mucho mayor que el poseído antes por la clase terrateniente y
la gran burguesía zaristas. Los intelectuales burgueses que constituyeron el
partido bolchevique en la clandestinidad bajo el zarismo habían logrado sus fines
reales, apoderarse de todo el poder y de todos los recursos económicos para sí.
La obtención de acero,
y de máquinas construidas con acero, se convierte en la meta de la sociedad
soviética. La sinrazón productivista, llevada a sus últimas consecuencias,
demanda un uso formidable del terror, para erradicar hasta la última
manifestación no sólo de oposición activa sino incluso de escepticismo respecto
a la constitución de una sociedad mega-capitalista en beneficio de una elite
todopoderosa, tiránica y genocida, organizada en el partido comunista y el
Estado socialista.
Lo peculiar del caso
ruso es que, mientras el capitalismo occidental se ha tomado siglos para ir
transformando la sociedad conforme a sus metas estratégicas, los bolcheviques
se proponen hacerlo en unos pocos años, lo que sólo era hacedero por el terrorismo
de Estado más despiadado. La cosa fue tan tremenda que la Constitución soviética
de 1936 declaraba que ya estaba construida la sociedad perfecta, 19 años
después de su acceso al poder…
(Continuará)
[1] Lo hecho contra el
campesinado por los comunistas rusos en los años 20 y 30 del siglo pasado es tan
tremendo y espantoso como difícil de comprender. Lo indudable es que debe ser
calificado de genocidio. Es todavía más asombroso por cuanto Marx presentó favorablemente
a la sociedad campesina de Rusia, al considerar que estaba dotada de
instituciones políticas y económicas que serían de mucha utilidad para la
construcción del socialismo, en “Proyecto
de respuesta a la carta de V.I. Zasulich”, 1881. En ese texto, escrito dos
años antes de fallecer, Marx cuestiona y de hecho rechaza su obra anterior, al
negar que la edificación de una sociedad “sin
clases sociales” necesite de un desarrollo descomunal de las fuerzas
productivas presentando al, en lo económico, “atrasado” campesinado ruso como
más potencialmente apto para la transformación social que el proletariado
industrial. Pero, ¿qué credibilidad puede tener como pensador quién dice y
luego se desdice de un modo tan radical? Y ¿cómo enjuiciar a sus discípulos,
que admiten acríticamente las idas y venidas verbales de un ideólogo
caracterizado por un muy insuficiente conocimiento de los muchísimos asuntos
sobre los que con tanto desparpajo peroró? El fracaso práctico del marxismo es
consecuencia de su déficit radical de verdad en tanto que construcción
teorética. Una visión de conjunto, en exceso amable, de la brutal política
rural del comunismo ruso en “La
agricultura soviética en perspectiva”, Erich Strauss.
[2] El libro aquí comentado puede ser complementado
por “Le cercle du Kremlin”, Oleg Khlevniouk,
que estudia el nódulo donde estaba concentrado todo el poder en la Unión
Soviética, el comité ejecutivo del PC, presidido por Stalin. Para el análisis
de la violencia como decisivo mecanismo político y económico en la Rusia
comunista, “La lógica del terror”,
J. Arch y O.V. Naumov; también “Origins
of te Great Purges”, J. Arch Getty. El funcionamiento del capitalismo de
Estado en ese país es examinado en “The
economic transformation of the Soviet Union, 1913-1945”, R.W. Davies, M.
Harrison, S.G. Wheatcroft.
Y no habrá forma de liberar al término "comunista" de los pecados del socialismo? Porque "comunismo" no hemos tenido, sólo capitalismo de estado que es en lo que consiste el "socialismo"...
ResponderEliminarNo sé si hayan recibido mi primer mensaje... algo no funcionó. Pero yo a este libro le cambiaría la palabra "comunismo" por "socialismo" entre comillas... El ideal comunista debe ser preservado si hemos de salvarnos de la mutua-aniquilación. Gracias. Y compartan sus ideas con nosotros por medio del sitio www.institutosimoneweil.net y por Facebook. Estoy de acuerdo con todo lo que dicen pero pienso que hay que cuidar la terminología.
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