sábado, 26 de julio de 2014

“EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO” (I)



“EL LIBRO NEGRO DEL COMUNISMO”  (I)
Stéphane Courtois, Nicolas Werth, Jean-Louis Panné,
Andrzej Paczkowski, Karel Bartosek, Jean-Louis Margolin
Original en francés de 1997, en castellano editado en 2010


El conocimiento lo más objetivo y extenso de la historia del movimiento comunista es imprescindible. El libro incluye a ensayistas prestigiosos, como S. Courtois, autor entre otros textos de “Le PCF dans la guerre”, una documentada historia del comunismo francés en 1939-1945, que prueba la traición de aquél a la revolución al ponerse a las órdenes del general de Gaulle, y  N. Werth, especialista en el Este europeo. En conjunto, el texto comentado aporta una gran masa de información, la mayoría de ella fiable, aunque no toda, lo que exige hacer de él una lectura crítica.

        
No es aceptable considerar al marxismo como una teoría al margen de sus numerosas y variadas aplicaciones prácticas. Todas éstas, digámoslo ya, han sido negativas, o más exactamente, muy negativas, al haber constituido sociedades ultra-capitalistas y mega-estatizadas peores que las anteriormente existentes. El terror policíaco, la institucionalización de la tortura, la tiranía política, la demolición del ser humano, la destrucción medioambiental y el fracaso económico (esto último con la excepción, a matizar, de China) son los rasgos definitorios de las sociedades establecidas y dirigidas por partidos comunistas.
        
El libro probablemente tenga su mejor apartado en el dedicado al análisis de la experiencia comunista en Camboya en los años 70 del siglo pasado, en la que fueron asesinados unos 2 millones de personas en menos de cuatro años, el 25% de la población. Tan terribles acontecimientos se suelen explicar por una explosión de demencia y malignidad de los comunistas camboyanos, pero la obra citada proporciona una interpretación alternativa. Fueron dos viejos conocidos, el productivismo y desarrollismo (que están en la esencia misma del marxismo), los elementos causales de aquella carnicería. 

Camboya ha sido una refutación práctica de la pretendida validez y verdad  de la teoría marxista. Ésta, en una sociedad “atrasada” como la camboyana, que vivía de las formas tradicionales de cultivo del arroz, exigía una gran mutación económica, con inmensas obras de regadío, incremento exponencial de los rendimientos, etc. Todo ello caotizó dicha formación social, que ni siquiera logró entender las metas que demandaba el Estado-partido comunista, produciendo resistencias de todo tipo, más pasivas que activas. Esto impulsó al PC de Kampuchea a usar a gran escala e ilimitadamente la violencia como primer mecanismo económico. La consecuencia fue una de las peores matanzas de la historia de la humanidad.
        
En lo esencial la experiencia camboyana es igual a la de la Unión Soviética. En 1917, en una coyuntura histórica de excepcional crisis y desintegración de la sociedad rusa por causa de la I Guerra Mundial, una formación de intelectuales burgueses ajenos al proletariado pero que decía representarle y hablaba en su nombre, el partido bolchevique, se hace con el poder a través de un afortunado golpe de fuerza en las dos ciudades principales, Petrogrado y Moscú. Crea un poderoso aparato militar y policial capaz de ir aplastando uno tras otro a todos sus adversarios. Tritura al proletariado y, sobre todo, al campesinado, lo que el capítulo correspondiente del libro comentado describe con eficacia y rigor[1].
        
Finalmente, las feroces luchas de poder en el seno de aquel partido, el de la nueva burguesía comunista convertida en aparato de Estado, desencadenan sucesivas matanzas intestinas. La facción perdedora es detenida, torturada y ejecutada, y la ganadora se hace con todavía más poder. Y eso sucede una y otra vez.

Cuando la coerción se eleva a principal elemento movilizador en la sociedad ya todo se trata y efectúa recurriendo a la fuerza. Estremecen los datos y testimonios sobre uso de la violencia a vastísima escala en la Unión Soviética, contra los obreros que demandaban mejoras laborales, contra el campesinado que deseaba protegerse de la depredación del Estado socialista y de la aculturación, contra los seguidores de otras ideologías, contra las minorías nacionales que se oponían al patriotismo ruso de los comunistas….La tortura se hace habitual lo mismo que la violación de las mujeres. Los acusados de crímenes reales y, sobre todo, imaginarios, no pueden defenderse al carecer de cualesquiera garantías jurídicas. Todo tipo de personas son asesinadas.
        
El libro comentado calcula que varios millones de personas fueron víctimas del terror, al ser exterminadas por esa forma de fascismo de izquierdas que es el estalinismo.
        
Cuando el XX congreso del PC de la Unión Soviética, 1956, “denuncia” el estalinismo “olvida” señalar cuál era su base económica, una acumulación colosal de la propiedad en poquísimas manos, un hiper-capitalismo nunca anteriormente conocido. Esa sociedad aberrante, monstruosa, donde prácticamente todos los medios de producción pertenecen a la dirección del partido, esto es, a unas docenas de personas, es la que origina el fenómeno Stalin[2]. Muerto este personaje en 1953 la nueva burguesía comunista le utiliza como chivo expiatorio para seguir detentando el poder, al mismo tiempo que se somete a un lavado de cara con el fin de mejor perpetuarse.
        
¿Por qué todo ello? Los bolcheviques instauran una forma extrema de capitalismo, en concreto de capitalismo de Estado. El meteórico crecimiento económico y la acelerada acumulación de capital eran su única meta, y para alcanzarla la violencia se hace instrumento fundamental. Con ello la nueva burguesía comunista logra por un tiempo unas tasas de ganancias fantásticamente altas, convirtiéndose en una elite dotada de un poder colosal, mucho mayor que el poseído antes por la clase terrateniente y la gran burguesía zaristas. Los intelectuales burgueses que constituyeron el partido bolchevique en la clandestinidad bajo el zarismo habían logrado sus fines reales, apoderarse de todo el poder y de todos los recursos económicos para sí.
        
La obtención de acero, y de máquinas construidas con acero, se convierte en la meta de la sociedad soviética. La sinrazón productivista, llevada a sus últimas consecuencias, demanda un uso formidable del terror, para erradicar hasta la última manifestación no sólo de oposición activa sino incluso de escepticismo respecto a la constitución de una sociedad mega-capitalista en beneficio de una elite todopoderosa, tiránica y genocida, organizada en el partido comunista y el Estado socialista.
        
Lo peculiar del caso ruso es que, mientras el capitalismo occidental se ha tomado siglos para ir transformando la sociedad conforme a sus metas estratégicas, los bolcheviques se proponen hacerlo en unos pocos años, lo que sólo era hacedero por el terrorismo de Estado más despiadado. La cosa fue tan tremenda que la Constitución soviética de 1936 declaraba que ya estaba construida la sociedad perfecta, 19 años después de su acceso al poder…
(Continuará)


[1] Lo hecho contra el campesinado por los comunistas rusos en los años 20 y 30 del siglo pasado es tan tremendo y espantoso como difícil de comprender. Lo indudable es que debe ser calificado de genocidio. Es todavía más asombroso por cuanto Marx presentó favorablemente a la sociedad campesina de Rusia, al considerar que estaba dotada de instituciones políticas y económicas que serían de mucha utilidad para la construcción del socialismo, en “Proyecto de respuesta a la carta de V.I. Zasulich”, 1881. En ese texto, escrito dos años antes de fallecer, Marx cuestiona y de hecho rechaza su obra anterior, al negar que la edificación de una sociedad “sin clases sociales” necesite de un desarrollo descomunal de las fuerzas productivas presentando al, en lo económico, “atrasado” campesinado ruso como más potencialmente apto para la transformación social que el proletariado industrial. Pero, ¿qué credibilidad puede tener como pensador quién dice y luego se desdice de un modo tan radical? Y ¿cómo enjuiciar a sus discípulos, que admiten acríticamente las idas y venidas verbales de un ideólogo caracterizado por un muy insuficiente conocimiento de los muchísimos asuntos sobre los que con tanto desparpajo peroró? El fracaso práctico del marxismo es consecuencia de su déficit radical de verdad en tanto que construcción teorética. Una visión de conjunto, en exceso amable, de la brutal política rural del comunismo ruso en “La agricultura soviética en perspectiva”, Erich Strauss.
[2] El libro aquí comentado puede ser complementado por “Le cercle du Kremlin”, Oleg Khlevniouk, que estudia el nódulo donde estaba concentrado todo el poder en la Unión Soviética, el comité ejecutivo del PC, presidido por Stalin. Para el análisis de la violencia como decisivo mecanismo político y económico en la Rusia comunista, “La lógica del terror”, J. Arch y O.V. Naumov; también “Origins of te Great Purges”, J. Arch Getty. El funcionamiento del capitalismo de Estado en ese país es examinado en “The economic transformation of the Soviet Union, 1913-1945”, R.W. Davies, M. Harrison, S.G. Wheatcroft.
 

2 comentarios:

  1. Y no habrá forma de liberar al término "comunista" de los pecados del socialismo? Porque "comunismo" no hemos tenido, sólo capitalismo de estado que es en lo que consiste el "socialismo"...

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  2. No sé si hayan recibido mi primer mensaje... algo no funcionó. Pero yo a este libro le cambiaría la palabra "comunismo" por "socialismo" entre comillas... El ideal comunista debe ser preservado si hemos de salvarnos de la mutua-aniquilación. Gracias. Y compartan sus ideas con nosotros por medio del sitio www.institutosimoneweil.net y por Facebook. Estoy de acuerdo con todo lo que dicen pero pienso que hay que cuidar la terminología.

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