El problema
principal de las tesis conspirativistas es que, con su unilateralidad y
descontextualización fáctica, hacen de su discurso algo no creíble, y por
tanto, aquellos aspectos verdaderos, que son muchos, pasan inadvertidos,
barridos por esa marea de fantasía especulativa.
Para toda
estrategia que se precie de revolucionaria, es decir, que pretenda al menos
definir los blancos hacia los que hay
que dirigir las flechas de la acción
revolucionaria, es esencial tener lo más claro posible quienes son nuestros
enemigos verdaderos, solo de esa manera se podrá avanzar, paso a paso, hacia los
objetivos humanamente posibles de vislumbrar un mundo diferente.
Conforme a la
lengua española, Conspirar se puede
interpretar como Acuerdo entre dos o más
personas para ir contra alguien o algo. Es un hecho que las tesis
conspirativistas contienen un elemento personalista, que bien puede ir asociado
a un cargo o institución, pero que en esa personalización, a la que se
demoniza, se centra el objeto de culpa o responsabilidad, y por eso mismo no es
un concepto aceptable para comprender las características del verdadero poder
que explota y oprime a los seres humanos. Se culpabiliza de tal manera al “sujeto enemigo” que, justamente por
ello, se pierde la visión sobre el lugar donde reside el poder real.
Uno de los
“teóricos” más reputados y mediáticos de las tesis conspirativistas, es Daniel
Estulin[1]. En
sus críticas a los poderes mundiales y sus estrategias de control y dominio de
la humanidad, dice: Los gobiernos son
títeres de la élite financiera mundial…o los ricos tienen un plan muy bien
estudiado para conservar sus privilegios: y pasa por acabar con el resto.
Lo cierto es que, sus denuncias sobre el Club
Bildenberg, Wikileaks, el Instituto Tavistock, o el negocio de las drogas, y
muchas más que ya son un clásico, como Monsanto,
las farmacéuticas, etc., no contengan
certezas, el problema es la personalización que se hace de esas instituciones y
la generalización del poder en términos de “ricos” o “elite financiera”, o
simplemente “malvados”, lo que justamente no deja ver, es más, oculta, la
verdadera naturaleza, fuerza y estructura del Poder real de las instituciones
opresivas. Teniendo en cuenta esas “limitaciones”,[2] sus
análisis contienen elementos aprovechables, pero claramente insuficientes para
un esclarecimiento estratégico respecto de la naturaleza del Poder.
Otra cuestión,
mucho más grave, son las tesis conspirativistas claramente idealistas –conspiranoia-
que se basan directamente en especulaciones, algunas de ellas, por irreales,
cuasi infantiles, como la determinación conspirativa de las estelas de los aviones, ciertas corrientes anti-vacunas, el aterrizaje del hombre en la Luna, e
incluso, las de carácter “histórico”, como la conspiración étnica como la judeo-masónica, o más genéricamente, el pueblo judío como raza malvada que domina el mundo[3]. Es
la institución, no la raza, ni la “personalidad”, ni el genio, ni la maldad o
bondad[4]. Es
la institución, la que oprime, no sus miembros[5].
Es curioso
también comentar como, desde la radicalidad, se ha participado mucho de ese discurso
economicista y personalista del Poder. Un grupo musical emblemático de esta
corriente es Molotov y sostiene un “revolucionario” discurso, lejos de la
“buena intención”, deja en evidencia su comprensión insuficiente de los
mecanismos reales del Poder, o que es peor, cómo se percibe su “revolución”, en
una forma claramente jacobina del ejercicio de un poder, “igual” de erróneo que
el que sufrimos, pero en un sentido “contrario”. En sintieses, el “quítate tú,
para ponerme yo”, o en términos marxistas-leninistas, cambiar una dictadura por
otra[6]. Lo
mismo cabe decir de los inefables Rage
Against The Machine que incluyen fotos de Marx y Engels en sus atributos.
Ello les convierte, finalmente, en adoradores del Estado.
El Poder no es
una conspiración, otra cosa es que se conspire en el ejercicio del poder.
Ciertamente el poder se ejerce por personas, pero se ejerce desde las
instituciones, pues hoy no estamos en formas dominantes de poder tiránico por
razón de vínculo sanguíneo.
En el lado
contrario, desde la radicalidad derechista, incluyendo el nazi-fascismo, se
tiene una predilección por el mundo conspirativista malévolo, en general son
formas de justificación de una mentalidad exterminacionista, pero cuya importancia
no reside en sus locuras y paranoias, sino en cómo tales presupuestos son
capaces de calar en amplios sectores de la población en situación de precariedad
o resentimiento. Este mecanismo es muy antiguo. Y esta circunstancia es
conocida por el Estado que es quien utiliza a tales corrientes para influir en
sus luchas hegemónicas[7]. En
el Estado español, un ejemplo fue la utilización de Fuerza Nueva y la extrema derecha en la Transición, utilizada
como perro ladrador para que el
pueblo sin conciencia aceptara de buena gana el sistema de dictadura democrático
parlamentaria. El 23 F no fue una conspiración, fue una decisión de las elites del
Poder para fortalecer la presencia del PSOE en la configuración del Estado adaptado
a las necesidades de integración en Europa. Como tampoco es correcta la
posición de que viene el lobo, con
Vox. No existe una conspiración para forzar la presencia de Vox por parte de poderes reaccionarios ocultos. Es un
hecho político bastante ordinario, de la misma forma que se potenció a Podemos
para integrar la crisis surgida con el 15 M inicial, ahora, con el desgaste de
las políticas de eutanasia social de género e inmigración, y conociendo como
éstas se encuentran en una fase de declive y descrédito, es al propio sistema
de Poder al que le interesa polarizar ese descontento (que ya es evidente),
hacia una formación política que puedan instrumentalizar.
Karlos Luckas
[1]
Daniel Estulin (Vilna, Lituania; 29 de agosto de 1966) es un escritor, investigador y orador ruso. Hijo de padre científico y
madre pianista, trabajó como agente de contraespionaje del Servicio Federal de
Seguridad (FSB), la agencia de inteligencia rusa. Habla ruso, inglés y
español. Como investigador ha centrado sus estudios en torno al Club
Bilderberg (fuente Wikipedia).
[2] Obvias, por otra parte,
pues no deja de ser un “periodista mediático algo excéntrico”, con un pasado -y
no se sabe si “presente”- en los servicios de espionaje rusos.
[3]
Una cuestión es que en determinadas
instituciones financieras y de poder económico exista una presencia histórica
de la “tradición” de familias de origen judío, y otra cosa bien diferente es
que por ese hecho, esas instituciones seas “perversas”. Lo son, ya estén
controladas por judíos, palestinos, rusos, chinos, o jamaicanos.
[4]
Otra de estas majaderías se centran en el discurso sobre si Stalin, o Hitler,
Pol Pot, Kim Il Sung, o Fidel, realmente obedecían a no se sabe que
conspiración mundial, o simplemente estaban locos. Es bastante más simple que
eso, es la dinámica histórica del Poder y del Estado la que sitúa en funciones
relevantes a gente ambiciosa y ávidas de poder, como personajes que bien pueden
ser los que conocemos, u otros completamente diferentes, pero que se comportarían
de forma muy similar.
[5]
Como los asistentes del Club
Bildenberg, que hace difícilmente creíble su importancia real con la presencia
de invitados españoles del nivel del
rey Juan Carlos, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, Jordi Pujol o Albert Rivera,
entre otras “eminencias conspirativistas”.
Hay que arrancar el problema de raíz
Y cambiar al gobierno de nuestro país…
Y cambiar al gobierno de nuestro país…
…Dame, dame, dame, dame todo el power
Para que te demos en la madre…
Para que te demos en la madre…
[7]
Hay muchísima literatura conspiranoia que mucho ingenuo se cree, y mucho político
utiliza, como los famosos Protocolos de
los sabios de Sion, donde la conjura judía alcanza niveles planetarios, muy
difundidos por cierto en la extrema derecha europea, e incluso entre el
fanatismo islamista.
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