Este libro, escrito por un médico clínico e
internista, el doctor Costa, se ocupa del SIDA como pseudo-problema sanitario
creado por el sistema, y al hacerlo ofrece un impresionante análisis de lo que
es la sanidad “pública”, esto es, ESTATAL, defendida hasta el desvarío por los
apologetas del Estado de bienestar.
Comienza señalando que la medicina alopática, la
oficial y ortodoxa, no es rigurosa, no siempre tiene criterios de fiabilidad,
no se realiza desde la investigación imparcial y la verdad probada sino desde
el oscurantismo, el acto de fe (ver la pg. 122), el fanatismo, el poder del
dinero y la imposición del Estado. Para ello se sirve del estudio de un caso
particular, el SIDA. Nunca ha podido probarse que el famoso virus VIH cree la
supuesta enfermedad conocida con ese nombre, mientras existen numerosas
evidencias que muestran lo contrario. Señala que son ya muchos los entendidos
que niegan la versión oficial del SIDA, entre ellos varios premios Nóbel, sin
que eso afecte a la versión oficial.
El motivo es el dinero. La sanidad “pública” está
igual de mercantilizada o más que la privada, y quienes la usan para lucrarse a
lo grande la defienden a capa y espada, valiéndose de la colaboración de los
jefes de los partidos de izquierda, simple burguesía de Estado que medra y se
enriquece a costa de “lo público”.
Todo lleva a la conclusión que el sistema
inmunitario del ser humano está siendo devastado por el alcohol, las drogas, la
comida tóxica, las formas modernas de vivir, trabajar y divertirse, y, también,
por el consumo continuado de vacunas, otras medicinas y los múltiples
tratamientos médicos que impone la sanidad “pública” a las masas, para que las
industrias química y farmacéutica sean el asombroso negocio que son. Al VIH se
le presenta como chivo expiatorio de los males que, en buena medida, origina la
misma medicina estatal, que se ha convertido en iatrogénica de un modo que
causa temor.
Se refiere al “sistema
médico-científico-industrial” como el dominante en la sanidad “pública” y
privada. Su objetivo principal no es curar sino hacer consumir productos y
servicios sanitarios a toda la población. Del análisis de los hechos se pone en
evidencia que el tipo de medicina más consumista es la estatal, la “pública”,
de manera que ésta es la que más beneficia al capitalismo, por tanto, la más
defendida por él y por sus mantenidos, en primer lugar las direcciones de los
partidos y sindicatos de izquierda, que no existirían si la banca no les subvencionase[1].
Dado que el consumo de productos y servicios médicos
es una de las causas más importantes de enfermedad, daños al sistema
inmunitario y muerte (en EEUU la iatrogenia es el tercer originante de
fallecimientos), la sanidad “pública” se está haciendo motivo fundamental de
mala salud, al ser el centro de lo que Costa llama “la industria médica”.
La medicina que se necesita no es ni la estatal ni
la privada sino una tercera, autogestionada,
bajo control popular, con los médicos sirviendo al pueblo y no a las
multinacionales farmacéuticas y, por tanto, tratando a los pacientes como
personas y no como cosas, según sucede hoy. Ni la medicina “pública” controlada
por el Ministerio de Sanidad y las grandes empresas farmacéuticas ni la
privada, mero negocio, es solución.
La situación es tal que la minoría de investigadores
y doctores que denuncian las mentiras, la impostura y los muchos chanchullos de
la medicina estatal-privada son censurados y apartados, cuando no denunciados y
perseguidos. El doctor Costa cita varios casos.
El libro usa la expresión “fármacodependientes” para referirse a las millones de personas que
el sistema estatal sanitario construye cada año como consumidores obsesivos de
productos médicos. Aduce que es una de las peores amenazas contra la buena
salud general. Advierte que tal es causado por el “Sistema médico-mediático-político”. El aparato inmunitario, añade,
está siendo dañado por tal situación, y una de sus manifestaciones es el SIDA.
Lamenta que la medicina y los médicos actuales
ignoren el principio número uno de las practicas hipocráticas, “primum non nocere” (“lo primero es no dañar, no intoxicar”), al atiborrar al supuesto
enfermo/a con toda clase de productos, la mayoría de ellos tóxicos e incluso
muy tóxicos. Se debe a lo muy extendida que está la venalidad y la corrupción
entre los médicos, los de la sanidad “pública” tanto o más que los de la
privada, que se dejan comprar por las grandes empresas farmacéuticas, para que
receten y receten.
En su demencia intervencionista,
activista, autoritaria, deshumanizada, estatizada y consumista, la medicina del
Estado de bienestar y privada actual han olvidado del todo el viejo ideario
médico, centrado en la “vis natura
medicatrix”, esto es, en la capacidad y fuerza natural de los organismos
para curarse a sí mismos. Esta observación de Costa es fundamental.
Además, el libro pone al descubierto el engaño de
los antibióticos, tal como son hoy usados, las vacunas, los corticoides y
tantos otros productos médicos. Señala que lo que está resultando de ahí es “la degeneración biológica colectiva” de
los pueblos ricos, sobre todo por causa del sistema estatal, “público”, de
salud tan desarrollado que padecen. Esto está causando un auge preocupante de
las enfermedades autoinmunes, alérgicas, tumorales, degenerativas, infertilidad
y otras.
Advierte que la “ignorancia
de las leyes naturales” es el fundamento de la medicina actual. Muy cierto.
Tal está provocando un crecimiento en flecha de lo que denomina “población degenerada e inmunodeficiente”,
una catástrofe humana y social de significación histórica.
Costa, asimismo, denuncia varias de las mentiras más
comunes utilizadas por el sistema estatal-privado de salud, aportando datos a
tener en cuenta[2].
La conclusión es que necesitamos una revolución
global en las cuestiones de la medicina. Hay que eliminar el sistema estatal
tanto como el privado de salud, poner fin a la todopoderosa industria
farmacéutica y al Ministerio de Sanidad, revolucionarizando la relación entre
el médico y el paciente. Se debe situar en el centro la “vis natura medicatrix” (he aquí una excelente confirmación del
lema “unir tradición y revolución”),
confiando en nuestras propias capacidades como seres biológicos, con un uso
mínimo de fármacos y tratamientos, todos los cuales han de ser reevaluados,
para eliminar los que son inútiles o dañinos, la gran mayoría.
Conviene volver a dar importancia a los remedios
naturales, sobre todo a la fitoterapia[3],
al uso de plantas como fármacos. Hay que modificar sustantivamente las formas
de vivir, comer y trabajar, clausurando la vida urbana, los estados depresivos,
la desexualización masiva de la población, el trabajo asalariado, la pereza y
poltronería físicas, la inespiritualidad impuesta desde el poder, la
destrucción medioambiental y la creencia en que la abundancia de bienes es el
fundamento de una sociedad de calidad, patraña burguesa mantenida sobre todo
por los ideólogos de la izquierda. Tal es el programa para este asunto de la
revolución integral.
Si en unos decenios no avanza el proyecto de
revolución integral se consumará lo que el doctor Costa denuncia, la
degeneración biológica universal de la población hiper-medicada actual. En esta
catástrofe al Estado de bienestar, y a quienes lo defienden, les corresponde la
responsabilidad principal.
[1] Para
2011 la Encuesta Anual
de Morbilidad Hospitalaria, INE, señala que la estancia media de los ingresados
en la sanidad estatal es de 7 días y en la privada de 5,8 días. Dado que el
consumo de tratamientos, medios de vida y fármacos tiende a ser directamente
proporcional a los días de hospitalización es obvio que la sanidad estatal
(“pública” para la izquierda) es la que más interesa al capitalismo. Por eso la
banca, que paga las campañas electorales de IU, exige a su dirección que
defienda de todos los modos posibles a ese tipo de sanidad. Este asunto está
tratado en mi libro “El giro
estatolátrico. Repudio experiencial del Estado de bienestar”.
[2]
Eso
sí, se equivoca al dar por cierto el mensaje del Jefe Indio Seattle, una patraña
indigenista dirigida a promover el autoodio entre los pueblos de Occidente,
para destruirlos psíquicamente. Nada es perfecto, ni nadie… Al respecto, puede
consultarse en este blog “Fraude de la Carta del Jefe Seattle”.
Creo que estos apuntes en pdf de la monja Teresa Forcades pueden ayudar a argumentar o complementar lo expuesto en el artículo:
ResponderEliminarhttp://www.fespinal.com/espinal/llib/es141.pdf
Empieza así:
"En el breve periodo que va de 2000 a 2003, casi la totalidad de las grandes compañías farmacéuticas pasaron por los tribunales de EEUU, acusadas de prácticas fraudulentas. Ocho de dichas empresas
han sido condenadas a pagar más de 2,2 billones de dólares de multa. En cuatro de estos casos las compañías farmacéuticas implicadas –TAP fharmaceuticals, Abbott, AstraZeneca y Bayer–
han reconocido su responsabilidad por actuaciones criminales que han puesto en peligro la salud y la vida de miles de personas. ¿Cuáles son esas actuaciones? ¿Quién recibe sus consecuencias? ¿Qué mueve a las compañías farmacéuticas a actuar de tal forma? ¿Qué respuestas están teniendo lugar ante esos abusos y cuáles deben producirse aún? En este Cuaderno estudiaremos las actuales estrategias de esta industria y el impacto directo que éstas tienen
en la forma en que concebimos la salud y la enfermedad y en los recursos que tenemos para promocionar la primera y prevenir o curar la segunda."
Unas cuantas reflexiones:
ResponderEliminarCon las huelgas sanitarias realizadas durante el último mes de Diciembre, con "batukadas" incluidas, es de esperar un incremento importante en la salud media de la población.
La gente debería leer los efectos secundarios indicados en los prospectos de los medicamentos que fueran a tomar. Es posible que así por lo menos se lo piensen dos veces.
Las vacunas no disponen de prospectos, ¿por qué? El interés tan brutal mostrado por las instituciones en que todos los niños sean vacunados, ¿a qué se debe? Los datos han demostrado que las vacunas no han prevenido ni curado nada, ¿qué esconden entonces sus ingredientes, aparte de altas cantidades de metales pesados y otros tóxicos?
Los antibióticos deberían recetarse, tal y como me comentó un amigo farmacéutico, con "escuadra y cartabón". Sin embargo, en los últimos años han sido el remedio para todo, resultando un población, la actual, aparte de aletargada, inmunodeprimida.
¿Por qué la carrera de medicina es la más duradera de todas? Quizá ocurre que los médicos deben ser adoctrinados todavía más y mejor que otros profesionales, tales son los beneficios que proporcionan, tanto económicos como de dominación sobre la población.
Existen dos variedades de virus VIH, el VIH-1 (mundo "desarrollado") y el VIH-2 (el continente africano). Dentro del VIH-1 hay otras tantas variedades que impiden el desarrollo de la "ansiada" vacuna. La prueba "definitiva" (Western-Blot) usada en España está prohibida en el Reino Unido. Gallardón gastó en el año 2004 nada más y nada menos que 74 millones de Euros en "prevención" del Sida tan sólo en Madrid cuando hay una media de 500 casos anuales. Ante estos despropósitos y muchos más, qué hacemos, ¿reímos o nos echamos a llorar?
Es una alegría poder leer tus artículos, Félix.
Un saludo y feliz año.
El segundo apellido de este hombre no es Mercher sino Vercher.
ResponderEliminarCon la medicina convencional pasa algo parecido que con la agricultura convencional; ahora se está empezando a ver la otra cara de la moneda; ahora se está viendo que aquellos "buenos" resultados que dieron en el pasado en el presente están siendo cada vez más contraproducentes; con la diferencia de que con el tema de la agricultura casi todo el mundo acepta que la agricultura quimica es perjudicial para la salud y para la naturaleza mientras que con la medicina hay un gran ocultismo todavía.
Un ejemplo de que la medicina convencional no es tan "milagrosa" como nos la pintan es que cuando alguien está enferma del higado o del riñón no existen medicinas para estas enfermedades; la única medicina para esto es no beber alcohol y llevar un dienta sana baja en grasas y proteinas.
Y luego el engaño de los remedios contra el cancer. Dicen que el 50% de los casos de cancer se curan. Pero eso es falso, ya que consideran, en las estadisticas, que toda aquel diagnosticado de cancer si dura más de 5 años vivo es considerado como curado. Yo he conocido a gente que a durado cinco o diez años, incluso veinte, pero al final la palman. Igual si estos mismos casos no hubiesen recibido la quimioterapia y hubiesen cambiado sus habitos de dieta y de vida, igual hubieran durado incluso más años; ahí tenemos el ejemplo (si no me confundo de personaje) de Ivan Illich, que durón un montón de años sin tomar medicinas contra el cancer.
Yo vivo en argentina y por tener una mutua costosa los psiquiatras me medicaron con medicamentos que casi me llevan ala muerte : Rosperidona, LAmotrigina y VAlcote, todos muy costos aqui, he llegadoa pesar 40 kg y me dijeron que era bipolar... JAmás lo fui. Gracias :)
ResponderEliminar"El Rapto de Higea"
ResponderEliminarhttp://www.viruseditorial.net/pdf/rapto%20de%20Higea.pdf
te recomiendo este análisis del libro que citas.
Eliminarhttp://ia601502.us.archive.org/25/items/DossierelRaptoDeHigea/DossierElRaptoDeHigeaDic2012.pdf
He respondido aquí a ese dossier:
Eliminarhttp://saludypoder.blogspot.com.es/2015/04/intento-de-censura-frustrado.html
http://superandoelsida.ning.com/
ResponderEliminarNo existen los virus.
ResponderEliminarRecomiendo Nueva Medicina Germánica y Dr Stefan Lanka.
Jesús García Blanca el autor de "El Rapto de Higea" y de su continuación, "La Sanidad Contra la Salud. Una Mirada Global para la Autogestión", ha publicado un texto que le ha hecho llegar el doctor Enric Costa sobre el caso del niño de Olot.
ResponderEliminarhttp://saludypoder.blogspot.com.es/2015/07/caso-olot-reflexiones-criticas.html
Quiero comprar el libro: Hijos de un Dios terminal, pueden ayudarme?
ResponderEliminarSi claro, solo tienes que entrar en esta página web de libros. https://www.casadellibro.com/busqueda-nueva?query=hijos%20de%20un%20dios%20terminal.
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