martes, 27 de diciembre de 2011

EL PREMIO NACIONAL DE LAS LETRAS A JOSÉ LUIS SAMPEDRO



            Por fin el Estado, esto es, el creador, guardián y mantenedor del capitalismo, tan execrado con la boca pequeña por Sampedro, le ha premiado como se merece. No he logrado averiguar qué dotación monetaria lleva dicho galardón, aunque supongo que es elevada. El agraciado no ha dicho nada, por el momento, ni de eso ni mucho menos de negarse a recoger el premio, o de entregar su importe a alguna “gran causa” de las que defiende con tanto aprovechamiento crematístico. Es más, cómo será de gorda la cosa para que la prensa no se haya atrevido decir el guarismo que acompaña a Premio de nombre tan pomposo.
            Al mismo tiempo, la enorme publicidad suscitada por el asunto le vendrá muy bien para vender su última novela, probablemente tan cursi, progre y bodrio como las anteriores, “Cuarteto para un solista”, no hace mucho puesta en el mercado por una de las casas editoriales más ávida de beneficios, la cual quizá no haya sido del todo ajena a la concesión del Premio Nacional de las Letras al gurú español del 15-M.
            Se ha dicho que Sampedro es un “creador comprometido”, y eso es cierto. Lo fue con el franquismo, cuando era uno de los muchísimos afectos al régimen, todo él silencio y buenos dividendos. También ejerció de lo mismo en sus tiempos de alto funcionario del Banco Exterior de España, cargo lógico dado los servicios prestados al colonialismo y neocolonialismo español. Lo fue luego con el parlamentarismo y la izquierda en el gobierno, pues sin dejar de ser alto funcionario franquista se hizo campeón del progresismo, el feminismo y el izquierdismo. Cuando éstos comenzaron a resquebrajarse un poquito supo arrimarse a las nuevas modas, para seguir ejerciendo como gran mercader de palabras según los cambios en la demanda, realizando la introducción de otro pícaro de las letras en España, S. Hessel.
            Atiborrado de premios y euros, Sampedro es fiel a sí mismo al declarar, con motivo del nuevo galardón, que su “única esperanza para que ese cambio se produzca en el futuro es la fuerza de la contestación, del estallido social”, olvidando que dicho estallido, de vencer, debería expropiarle los muchos costales de dinero que ha ganado con su histrionismo, además de ponerle el calificativo apropiado, franquista sin más hasta 1975 y franquista camuflado desde entonces. No contento con ello, da un paso más y se autoproclama, como epatador profesional que es, “yo ácrata para servir a Dios y a usted”. Desde luego, de sus servicios a Dios y al prójimo como pretendido ácrata no sabría dar fe pero de los que ha hecho y hace al capitalismo en tanto que “ácrata” se podría escribir un tratado en tres tomos, a mil páginas por idem.
            Ya hace bastante que Manuel García Viñó puso en claro lo que son los premios literarios en este país, en libros como “La novela española del siglo XX”, “El País: la cultura como negocio”, o “La gran estafa”, sin dejar en el olvido a “La Fiera Literaria”, aún añorada por la cantidad de leña que repartió entre los vividores y sinvergüenzas de la cosa. Por si alguien lo ha olvidado conviene recordarlo. Son: 1) un modo de premiar a los estómagos agradecidos, por sus servicios al capitalismo y al Estado, y, 2) un sucio y repulsivo negocio, en el cual a los peores fabricantes de basura escrita y narcóticos espirituales se les organiza un colosal tinglado mercantil. Por eso se los llevan gente sencillamente impresentable, como Almudena Grandes, número uno de la literatura de retrete y afín al PCE-IU, entre otras horrideces fascistas, o Javier Marías, por citar sólo dos nombre de la tropilla inculta, mediocre, desalmada, codiciosa, zafia, maquiavélica y golfa que hoy se dedica a estos menesteres.
            Así se ha depravado al mismo tiempo el buen gusto, el sentido moral, las capacidades convivenciales y la radicalidad política de las gentes. Así se nos ha conducido al régimen de chabacanería, entontecimiento, barbarie, fanatismo, zoologismo, docilidad, feismo y megaopresión, de destrucción de la esencia concreta humana en que nos desintegramos y penamos.
            Otro vividor de los premios al mismo tiempo que “antisistema” institucionalizado y “decadente” profesional, Luis Antonio de Villena, comentaba el asuntillo del que nos ocupamos con esta sabrosa aserción,”hace falta en España que el Estado ayude a la literatura”. ¿Más todavía Luís Antonio?, ¿es que aún no tienes/tenéis bastante con lo que te/os corresponde en las muchas y muchas “ayudas” que te/os tocan, “públicas” y privadas, conocidas y ocultas, justificables e injustificables, de dentro y de fuera del país? Esta gente es insaciable, jamás se dan por contentos con el dineral que se embolsan. Es lógico, una vez que han hecho de las letras una forma de acumular capital se vuelven monomaniacos.
            Con lo que estos sujetos ingresan en un día puede vivir una familia en paro todo un año, pero su artimaña es declararse contra la burguesía y “anticapitalistas”. Cómo no, eso es gratis por un lado y vende muy bien por el otro. Vociferarán contra el capitalismo mientras el grueso del capital continúe en manos de otros y no donde a su juicio debería estar, en las suyas.
            Sampedro lo es todo, pero todo: franquista, humanista, anarquista, izquierdista, rebelde, negociante, economista, profeta de las nuevas generaciones, crítico altitonante con la patronal y los mercados, hombre rico y literato famoso. Es, por tanto, un triunfador nato, un modelo para ese sector del 15-M que desea “la revolución” para conseguir un buen empleo, o hacer un negocio de órdago, o lo que haga falta con tal de pillar euros y consumir a lo grande. Por eso le llevaron a alguna asamblea, lo mismo que a ese otro campeón del bolsillo, J.E. Stiglitz. Por eso está el 15-M como está.
            La conclusión que se extrae de todo ello es obvia. Dado que estos personajes están siempre pendientes del dinero no prestan atención ninguna a la literatura, ni al saber ni a nada que no sea la cuenta de resultados. Por eso, en la actual sociedad hiper-monetizada no hay y no puede haber algo que ni de lejos merezca el nombre de cultura. Sólo negocios.
            Hoy, cuando todo es propaganda, quien la hace es premiado y quien no se pliega a ello es arrojado a las tinieblas exteriores de por vida. Paralelamente, quien se toma en serio estas bellaquerías o es lelo o está esperando que llegue su momento y mientras tanto va aprendiendo de los Maestros del ramo el viejo arte del timo cultural y literario a lo grande.
           

3 comentarios:

  1. De acuerdo completamente en tu comentario, Félix. solo añado un consejo:

    Te pasas con tu sinceridad, que hiere, y esta trabajando en tu contra y en contra del espiritu que estas tratando de propagar.

    Cuando dices:
    "quien se toma en serio estas bellaquerías o es lelo o está esperando que llegue su momento y mientras tanto va aprendiendo de los Maestros del ramo el viejo arte del timo cultural y literario a lo grande." la gente que no esta tan desarrollada espiritual o politicamente para saber esto, recibe ese ocmentario como un insulto a si mismo, a su persona, pues ellos lo creian, lo aceptaban.

    Se pude decir lo mismo de otra forma,mas atractiva, que despierta la duda, hace pensar, seduce, pero no cierra puertas al habersela dado agresivamente, ofensivamente: por ejemplo:
    "quien se toma en serio esta manera de ver el problema social realmente necesita repensarse las cosas de nuevo, enfocarla de otra manera, estudiarla mas en profundidad... o está esperando que llegue su momento y mientras tanto va aprendiendo de los Maestros del ramo el viejo arte del timo cultural y literario a lo grande."

    Vamos, que si yo soy seguidr de Sampedro con tu primera estrofa te mando a la mierda directamente, y ocn la que te propongo -que no me ofende-, igual hasta me sacude, me hace dudar y decido hacerte caso y estudiar mas el tema.

    Que se te va la mano con tu indignacion, Félix, ja ja ja, que no todos somos tan listos como tú y no hemos aprendido la leccion hace una decada! Danos tiempo!

    Un saludo cordial!

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  2. Da gusto leer a este hombre

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