La declaración de D. Trump condenando la toma del capitolio y llamando a la policía a detener y encarcelar a quienes la realizaron es una excelente lección de política práctica, de realismo político, para quienes, en EEUU y aquí, confían en las instituciones, en los políticos profesionales y en las vías legales. Ese canalla primero promovió desde la penumbra la movilización popular y luego la condena exigiendo el castigo de quienes creyeron en sus medias palabras y gestos de doble sentido. En realidad, necesitaba quitarse de en medio a un sector de sus seguidores que estaban despertando a la realidad, es decir, a que él es meramente un demagogo y un charlatán, puesto donde está para controlar, manipular y desactivar el movimiento de las clases trabajadores autóctonas de EEUU, mayoritariamente blancas, contra su exterminio étnico, político y cultural. Por eso, primero los lanza a ocupar el capitolio y unas horas después se desencadena contra ellos, arrojándoles los peores insultos y amenazas.
Obviamente, quienes han creído e incluso todavía creen en Trump, son simplemente unos majaderos. No les ha bastado, para abrir los ojos, los cuatro año de ese politicastro en la presidencia, donde no ha hecho nada absolutamente de lo que prometió y si muchísimo que resulta contrario a lo que dijo y afirmó. Tales necios juzgan a los políticos por lo que dicen y no por lo que hacen, de manera que viven siempre engañados. Y, sobre todo, nunca se preocupan de evaluar reflexiva y racionalmente lo que los políticos pueden y no pueden hacer, con independencia de sus prédicas fulleras, para lo cual han de considerar los intereses clasistas e institucionales decisivos de quienes formulan promesas y más promesas.
Donald Trump no es sólo un gran capitalista, un multimillonario, un explotador de las clases trabajadoras de todas las etnias, sino además un alto preboste, un elevado funcionario del Estado USA. Así que en tanto que gran capitalista y, sobre todo, como principal integrante de las elites estatales e institucionales, ha de seguir la política de exterminio de las clases trabajadoras blancas de EEUU, porque tales son el reservorio principal de una cosmovisión participativa, democrática, comunal y cooperativa que es letal para el gran capitalismo, en su fase actual, y para el ente estatal cada día más hipertrofiado que padece ese país.
Así pues, cuando un estado de ánimo de resistencia y lucha, de voluntad de supervivencia y afirmación política, cultural y axiológica, comenzó a tomar fuerza entre los blancos pobres de EEUU, los planificadores y estrategas institucionales encargaron a un histrión caradura de nombre Donald Trump que saltase a escena para apoderarse de las ideas y formulaciones de aquéllos, para darlas la vuelta y transformarlas en simple palabrería inoperante. Claro que, tras cuatro años de blablablá insustancial, un sector se cansó de esperar a que el multimillonario y presidente hiciera algo, y como no hacia nada, decidió pasar a la acción, aunque sin romper del todo con las esperanzas que tenía depositada en el politicastro. Y ha sucedido lo que hemos vivido...
Indignante es la actuación de ciertos jefes del conspiracionismo español en relación con Trump. Primero le exaltan como el redentor de la humanidad y ahora quieren quitar importancia a su TRAICIÓN, como si fuera un asunto menor o simplemente una broma. Tales jefecillos conspiracionistas tiene que ser denunciados, su impunidad ha de terminar. No pueden seguir diciendo enormidades, mentiras y necedades como si nada. Ellos son tan TRAIDORES a su pueblo como Trump lo es al suyo. Ya son, definitivamente, un instrumento del partido neo-franquista Vox, esto es, mera escoria fascista.
Trump es un racista antiblanco, igual que lo son los fascista negros del movimiento paramilitar BLM, creado por el Pentágono como bandas para la represión e incluso el exterminio práctico (cuando llegue el momento) de los no-negros. Todos los multimillonarios y sujetos de las elites estatales de EEUU son racistas antiblancos, con independencia de color de su piel. Es un asunto político, no racial. Esperar que alguno de ellos "haga algo" a favor de "la basura blanca" es esperar lo imposible.
La solución esta en la denuncia, la
autoorganización en la calle, la movilización popular y la critica de los
serviles y reaccionarios, de los militaristas y los fascistas. Hay que volver a
tomar, en EEUU, el capitolio para eliminar ese gran centro de poder
exterminacionista y genocida, pero sobre todo, hay que demoler el Pentágono, el
centro del poder militar, el cerebro mismo del imperialismo yanki, del racismo
antiblanco y del gran capitalismo que se realiza en el complejo
militar-industrial. Eso es la revolución, sí, y quienes se asustan ante esta
perspectiva que se vayan a casa a esconderse debajo de a cama, donde de paso
pueden entretenerse meditando en que las vías institucionales, legales,
partidistas, ya no sirven absolutamente de nada.
Parece que ha sido una operacion orquestada, esta de la "toma del capitolio".Con la colaboraciòn de la policìa:
ResponderEliminarhttp://endoftheamericandream.com/questions-about-the-chaos-at-the-capitol-that-desperately-need-to-be-answered/
Trump no se merece a sus votantes, ellos confiaron ciegamente en él y al final los deja tirados como siempre. Lo bueno es qeu asi muchos se darán cuenta de que la salvación no vendrá de la partitocracia
ResponderEliminar