Lo que ha mostrado el 20-D
es el desgaste del sistema de dictadura parlamentarista y partitocrático en
tanto que parodia de participación y democracia, al haberse manifestado como
apéndice de la telebasura, plataforma de politicastros y ámbito de masas
infantilizadas. La naturaleza crecientemente aberrante de la actual formación
social y la condición de seres nada de sus integrantes se han evidenciado.
La progresiva falta de
madurez y mismidad del sujeto medio construido desde el despotismo de Estado,
la tiranía de la gran empresa y el adoctrinamiento a cargo del sistema
educativo y el poder mediático han hecho del acto de votar una frivolidad y un
esperpento. Se vota como se compran fruslerías en un supermercado, sin convicciones
ni ideología, sin reflexión ni principios ni ideales, esta vez a uno y la vez
anterior a otro. Todo es teatro, todo es mentira y todos son iguales, de manera
que se emite el voto, en un alto porcentaje de casos, al tuntún y sin creérselo.
La politiquería ha manifestado ser la religión de los necios, de los sujetos
sin cerebro, de los seres nadificados.
La campaña electoral, además, ha puesto de
manifiesto la desmovilización de la plebe. Los actos públicos han sido pocos y parvos
en asistencia, con una masa ciudadana escéptica y reservona, muda y pasiva, que
mira desde el salón de casa las proposiciones,
los embustes, las boberías y los rifirrafes de los Cuatro Jerarcas Supremos,
Rajoy, Sánchez, Rivera e Iglesias. La televisión ha sustituido a la realidad y
el sujeto se ha hecho rehén de la pantalla. La telebasura ha creado su pareja
de baile, la politicabasura.
En todo ello hay
progreso en la pérdida de credibilidad del tiránico orden constitucional y
partitocrático, enemigo cardinal de la libertad política. Excelente.
Dado lo fragmentado de
los resultados es posible que sean convocadas pronto otras elecciones
generales. ¡Caray! Eso significaría que tras un 2015 atestado de politiquería y
politicastros todavía nos queda mucho por sufrir… Pero el circo electoral
pasará, el latoso blablablá politiquero decaerá, la vida continuará y desde
ella, en tanto que totalidad, avanzaremos hacia la transformación integral de
la sociedad.
La manipulación de los
instrumentos políticos ha sido morrocotuda. La estrella del politiqueo burgués,
Podemos, estaba en descomposición sólo un mes antes, por lo que los padres de
la criatura hubieron de intervenir. Salió el general Rodríguez, salieron
artistas e intelectuales, y salió Rajoy, que al otorgarle el estatuto de fuerza
política respetable le patrocinó. Y, sobre todo, salieron en tromba las
diversas cadenas televisivas. Y hete aquí que la “remontada” ha tenido lugar…
cómo no. Que haya sido la derecha más rancia la que ha salvado al principal
partido de la izquierda lo dice todo sobre el “pluralismo” de que disfrutamos…
Lo cierto es que la izquierda,
en nuestras condiciones concretas, es absolutamente necesaria al capitalismo,
por no decir al Estado. Por eso cuando la izquierda de la Transición, que
otorgó servicios decisivos al actual régimen burgués-estatal de dominación,
PSOE y PCE-IU, ha entrado en crisis, ha sido necesario fabricar otra izquierda
sustitutiva, para que siguiera haciendo las funciones de principal y
fundamental fuerza anti-revolucionaria y pro-capitalista. Ese es el origen de
Podemos y sus satélites, Anova, Compromís, En Comú Podem, Equo, etc.
También hay una
izquierda vetusta y fuera del tiempo. Es el caso, además de IU, de EH Bildu. El
batacazo que se ha dado la izquierda abertzale ha sido formidable. Hace mucho
que los jefes de EH Bildu han perdido el contacto con la realidad, no
comprendiendo gran cosa del presente, menos aún del futuro. Su torpe estrategia
de instalarse en las instituciones españolas para hacer una política socialdemócrata
y españolista, ha abierto el camino a la nueva fuerza explícitamente españolizadora,
Podemos. La izquierda abertzale ha hecho muchísimo para destruir el poderoso
movimiento popular que hasta hace unos pocos años insuflaba vida a Euskal
Herria, ha convertido a la sociedad vasca en un erial de pasividad, mentes vacías,
desidia y desmovilización, y ahora llega una franquicia del ejército español, Podemos,
a construir la “España plurinacional”…
en Euskal Herria. Sólo una autocrítica valiente y rigurosa de lo efectuado en
los últimos decenios puede permitir a las clases populares vascas salir de la crítica
situación en que una línea y estrategia equivocadas las han situado.
La izquierda se ha hecho conservadora de lo
existente. Desea mantener las supuestas “conquistas”, que la sociedad permanezca
como hace 30 años. Es una izquierda retrógrada, volcada en el pasado y sin
proyecto de futuro. Nada expresa mejor eso que el corporativismo ramplón y
sórdido de las “mareas”, una idealización
del pasado capitalista, o la consigna de “blindar
los derechos sociales” con una reforma de la Constitución, para salvaguardar
lo que hicieron Franco, Suárez, González, Aznar y Zapatero, los constructores del
Estado de Bienestar. Al querer conservar las manidas “conquistas”, lo que proponen
los jefes y jefas de la izquierda es preservar el marco económico (el
capitalismo) y el marco político (el ente estatal) de aquéllas. Ése es su punto
débil en los tiempos que corren.
En efecto. Lo que ha resultado de estas elecciones,
y de las que vendrán, es la completa institucionalización de la izquierda. Se
ha hecho parte del statu quo, y por eso está sometida al desgaste irremediable
que padece todo lo oficial y estatal, pues la contradicción Estado/pueblo es
permanente e irresoluble, y de ella emana constantemente desenmascaramiento y
descrédito para los agentes del poder.
La izquierda está ahora explotando el miedo al
futuro de Europa que tienen las masas. Por eso su política es la conservación
del pasado, de la única manera como puede hacerse, con falsedades y charlatanería,
prometiendo lo que ni ella ni nadie está en condiciones de cumplir, y evitando
exponer la realidad tal cual es. La posición de los revolucionarios es
diferente: el “bienestar” europeo no sobrevivirá mucho tiempo, vamos a una
situación de crisis global en la que, probablemente, se darán mejores
condiciones para la acción revolucionaria global pues estará sobre la mesa,
como cuestión del día, el rehacer cualitativamente a las sociedades europeas y
al ser humano que las habita.
Por tanto, hemos de felicitarnos por los resultados
del 20-D, por el triunfo del montaje mediático-político Podemos y los grupos
afines. Cuanto antes tengan poder antes se desenmascararán. Y cuanto más poder
tengan con más rotundidad se pondrán en evidencia. Considerando, además, que
son un tinglado pragmático y oportunista, de circunstancias, sin fundamentos
doctrinales ni principios, la caída puede ser tan rápida como el auge. Su
descrédito es una de las condiciones necesarias para el ascenso del proyecto y
programa de revolución integral.
En quizá poco tiempo
aquél y sus satélites ganarán las elecciones, o mejor dicho, los poderes
fácticos (en primer lugar el ejército, la banca, los cuerpos de altos
funcionarios de los ministerios, las multinacionales y el poder mediático)
harán que las ganen. Luego tendrán que gobernar, realizando su programa
secreto, quitándose la máscara. Esa es, también, la vía de ascenso y maduración
del proyecto revolucionario. Tendremos incluso la satisfacción de ver a muchos
de los actuales votantes de la izquierda hacer huelgas generales contra el
gobierno de la izquierda, como está sucediendo en Grecia. Y entonces nos
reiremos muchísimo.
Pues yo sigo sin entender (o sin querer creer), que tanta gente aun siga votando, sea ya a quien sea; Si hay tanto tonto, si se ha perdido de tal modo la conciencia social y la cultura política, o el simple amor a la verdad, ya no queda esperanza.
ResponderEliminarSaludos.