Los carnavales de este año, 2015, los pasé en Las Hurdes. Los amigos de allí
me informaron que en los de 2012, en la alquería (aldea) de El Cabezo, del
concejo de Ladrillar, los vecinos habían hecho un pelele representando a Buñuel y le habían
“escarnecido”. El pueblo se revuelve
de ese modo contra una de las mayores bellaquerías inferidas a la hurdana gente,
la película (no documental) “Tierra sin
pan”, 1932, obra del esteta surrealista, republicano, progresista y
anticlerical Luis Buñuel.
La nómina de las celebridades
que hicieron su agosto calumniando a Las Hurdes es amplia. Además de Buñuel están Gregorio Marañón, Luis Carandell y muchos más. Es una agresión
continuada, de larga data e impune, perpetrada por el mundo urbano, burgués,
egotista y estatal contra orden rural, popular, colectivista y autoorganizado. El
franquismo intervino asimismo, como ya lo había hecho Alfonso XIII, en la demolición
de una cultura con una enorme mismidad y originalidad, la hurdana. Entre otras intrusiones
desarticuladoras estuvo la Misión Cultural de 1955, y la forestación con pinos,
que dislocó la base económica de Las Hurdes, al privar a sus habitantes de una
buena parte de los terrenos de pastoreo. Contra Las Hurdes se han unido
franquistas y progresistas, monárquicos y republicanos…
El régimen parlamentarista en
curso ha logrado golpear de manera devastadora a la sociedad hurdana. Según
expone un conocido político extremeño, en el
último tercio del siglo XX aquélla ha pasado de tener “una economía de subsistencia” a otra “de mercado”. Es decir, la base material de la cultura popular
hurdana tradicional ha desaparecido.
Y no sólo ella. Con el cambio
económico, impuesto desde arriba, ha tenido lugar un éxodo colosal, que ha
dejado bastante disminuida y envejecida a la población, además de desorientada,
aculturada, atomizada, deprimida, ayuna de referencias, tocada en algunos
segmentos por el alcoholismo y en consecuencia poco apta para proyectar y hacer
el futuro. Se supone que el turismo y los servicios, además de las subvenciones
estatales y de la UE, han de ser su modo de vida…
El carácter montuoso de esta
comarca, que tiene muy poca tierra susceptible de ser laboreada, requería que
la ganadería extensiva (cabras y cerdos sobre todo) y el aprovechamiento de los
recursos forestales, de la bellota y la castaña a la
miel y las plantas silvestres (comestibles y medicinales), fuera su economía tradicional, junto con la artesanía, la pesca fluvial, el carboneo y la arriería,
quedando la agricultura, que se efectuaba en pequeñas
parcelas situadas en el fondo de los valles y vallecillos, o en bancales, como
actividad complementaria.
Sobre esa base se había creado
una cultura popular dotada de una enorme intensidad, calidad, belleza y
elegancia. Hay que escuchar, para constatarlo, dos selecciones de cantares con gaita
(flauta de tres agujeros) y tamboril, “Las
Hurdes” y “Sones cacereños de gaita y tamboril”[1]. Es una música exquisita y serena, vital y vigorosa, armoniosa
y medida, suave y vivificante, sabia, sublime y milenaria, que serena y eleva
el espíritu y que expresa lo sustantivo del espíritu hurdano
Las condiciones del suelo, el
territorio y la geografía hacían muy improbable que tras la introducción del
mercado y el capitalismo pudiera subsistir la sociedad hurdana a partir de sí
misma. Allí no hay nada de importancia susceptible de ser producido y
exportado, no hay bases para crear y expandir negocios. Una vez emigrada la
población y devastados los montes con el inmundo pino de repoblación apenas ningún
bien puede ser producido que tenga valor monetario-mercantil suficiente.
Dicho de otro modo, Las Hurdes
pudo ser, y fue, una formación social briosa y pujante cuando la economía era
de autoabastecimiento, comunalismo y ayuda mutua[2]
pero no lo puede ser ahora, en el tiempo del capitalismo mundializado. El
turismo da para poco, y el sistema de paternalismo estatal totalitario,
asentado en los subsidios, condena a sus gentes a la pasividad, apatía, depresión,
asocialidad y demolición social/personal propias de los subsidiados. Como
consecuencia, aquélla decae y se contrae año tras año…
Las Hurdes, para volver a ser, necesita
de una transformación económica y social radical que liquide los seis dogales que
la están ahogando, la artificial economía monetizada-subvencionada, el frívolo
consumo visual (turismo), la devastación del monte tradicional, el culto por el
dinero, la mundialización y la nadificación de las personas, para regresar a su
esencia, pocos bienes materiales y muchos bienes espirituales, poco estómago y
mucho corazón.
Se trata de retornar (a un nivel
superior y conforme a las condiciones sociales, económicas, tecnológicas,
políticas y culturales del siglo XXI), desde el mercado a la economía de “subsistencia”,
a la autoconstrucción de la cultura y a la persona de calidad. Un viaje de
vuelta al meollo de lo hurdano en busca del futuro, lo que equivale a una revolución
total e integral. Porque sin revolución la tradición no puede ser salvada,
debido a que la modernidad es enemiga al mismo tiempo de la revolución y la
tradición
¿Y los carnavales?
Mantenida viva la fiesta más por
la voluntad -loable y admirable- de ciertos grupos entusiastas de la vida
tradicional que por la participación del pueblo, lo que resulta son unos
carnavales animosos y vitales pero con un cierto tono bajo, resignado y
crepuscular. La juventud se retrae un tanto y el resto también. No podía ser de
otro modo, por cuanto no sólo ha desaparecido la base sociológica de la fiesta
popular sino que además los tremendos cambios en la superestructura que ha
traído la “sociedad de la información” y la mundialización han laminado lo
local, lo específico, lo particular, lo auténtico y con sabor. Así, el habla
dialectal hurdana casi está del todo desaparecida…
También en Las Hurdes se nota
que la mayor parte de las gentes de hoy no saben divertirse, no saben disfrutar
de la fiesta y el jolgorio, al ser sujetos tristes, pasivos, poco sociables,
bastante depresivos, asediados por los complejos de inferioridad y con escasa
autoestima. O sea, seres nada. El ser nada es planetario, está en todas partes
dado que hoy ya no hay paraísos escondidos ni espacios ancestrales.
Para un alto porcentaje de
jóvenes hurdanos lo que se fabrica en Nueva York o Londres por la lúgubre industria
del ocio le es más “propio” y “próximo”, a través de internet, que la música de
gaita, tamboril y castañuelas que
hace su vecino, su tío o su abuelo. Piezas maravillosas como la charrá, el
picaú, la alborá, la danza del cordón, los toques de bandera, la folia, el
canto del carbonero o la danza del ramo les dicen poco o nada. El sujeto
actual, en particular el menor de 40 años, ha
sido aculturado y desarraigado a conciencia en todas partes. Ya no sabe de sus
raíces, al ser criatura sin orígenes, identidad ni historia como lo es sin libertad,
futuro ni trascendencia.
¿Qué
hacer? Por un lado preservar y salvar todo lo que se pueda del pasado. Hay,
además, que actualizar y adecuar a los tiempos que corren todo lo que pueda ser
salvaguardado. La cultura y el saber popular no deben ser piezas de museo, algo
que fue bonito y estuvo bien en su tiempo pero que ahora ya no posee validez
para tratar las grandes cuestiones del momento porque es sólo pasado.
Por otro lado, hay que crear una
nueva cultura. No basta con preservar y conservar, no es apropiado ponerse a la
defensiva dejando la iniciativa a los poderes instituidos. Hay que elaborar lo
nuevo mirando hacia el futuro. Para ello es necesario admitir como inevitable
lo que el fenómeno de la mundialización proporciona, para desde todo ello dar
la batalla yendo hacia adelante, volviendo a constituir lo local, lo
diferenciado, lo que posee autenticidad porque surge del pueblo. Claro que para
ello hay que reconstruir el pueblo, que ahora no existe, al ser mera masa.
Es cierto que seguimos sin saber
cómo dar la batalla a la mundialización, cómo parar la aniquilación de lo
local, cómo frenar la homogeneización planetaria del sujeto, cómo revertir la
destrucción de la cultura/culturas de elaboración popular. Nos falta una
estrategia. Pero lo averiguaremos, y la tendremos. Y entonces Las Hurdes
volverán a ser Las Hurdes, en el marco de una sociedad universal renovada,
revolucionarizada.
[1]
Pertenecen a la colección “La Tradición
Musical En España”. Hay que destacar el cuadernillo explicativo, de notable
calidad, que contiene el primero de los CDs citados, obra de Félix Barroso
Gutiérrez, una de las personas que más ha estudiado, popularizado y defendido
la cultura hurdana. Aquél forma parte también
del equipo que, con muchas dificultades, sigue editando la revista Las Hurdes.
Una interpretación de conjunto de la cultura y la música popular tradicional de
la península Ibérica se encuentra en mi Prólogo al libro de César Lema Costas, “Manual de cocina bellotera…”.
[2]
Para tranquilizar a quienes se toman en serio las monsergas progres y
desarrollistas sobre la “miseria” de la gente hurdana podemos citar a Unamuno,
que recorrió el territorio en los años 20 del siglo pasado. Expone taxativamente,
“Las Hurdes no es tierra muy rica pero
allí no se muere nadie de hambre”, celebrando “el aire de libertad que allí se respira” debido a que la propiedad
está bien repartida. Ahí es donde les dolía a los liberticidas hiper-modernos de
oficio, como Buñuel.
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Maravillosa idea. Practiquemos una economía de subsistencia. Pero explícanos primero una cuestión.
ResponderEliminar¿Como evita ser masacrado, o expoliado, o dominado un país donde se generalizase la economía de subsistencia?
Es un pequeño, un minúsculo detalle "sin importancia" que tú nunca respondes. Y no respondes porque sabes que la respuesta desmonta todo tu discurso.
El sistema del comunal y del concejo abierto duró hasta que los franceses devastaron España. A partir de entonces fueron abolidos lo más rápidamente posible por su incapacidad total de cumplir hasta con la más básica de las funciones de un sistema socio-económico: evitar que te masacren.
Pero ahora te quedarás calladito como haces cada vez que alguien desmonta tu discurso desde la base.
Disimulas odio hacia lo horizontal. Amas el Estado. Amas el ejercito.
EliminarRegalamos miedo para venderte seguridad, ¿te suena?
Venga, hombre, ...a estas alturas.
Fue el pueblo de España principalmente quien expulso al ejército invasor francès y no al pueblo francés
EliminarEl asunto de esa supuesta "protección" llega a què por poner un ejemplo actual en pleno siglo 21 en Mèxico los pueblos se arman y autoorganizan para protegerse de los narcos, ejercito y la policia,
EliminarPese a que estoy muy de acuerdo con el artículo, comparto la idea de la indefensión militar de la que hablas, Anónimo. Y, siendo francos, el concejo abierto y la administración comunal no se desbarataron debido a la invasión francesa (recuerda además que ganamos la guerra). De hecho fue un proceso que duró siglos y empezó bastante antes de la invasión francesa. La construcción del Estado nacional moderno es un asunto muchísimo más complicado de lo que tú das a entender.
ResponderEliminarUn debate parecido (salvando las distancias) aparece en las primeras páginas de La República de Platón: dos sabios (no recuerdo quiénes) discuten sobre si es pertinente la existencia de la justicia (o sea, del Estado) en tiempos de paz. Yendo al meollo: es necesario un Estado mayor militar en tiempos de guerra (con su disciplina, su reclutamiento y su instrucción en el uso de las armas), lo cual no es ni por asomo incompatible con la gestión comunal de la economía en tiempos de paz. En esto creo que hay mucho que aprender de la antigua Esparta o de las milicias concejiles: la formación militar de la juventud debe ser obligada y la llamada al frente en caso de guerra debe ser obedecida. Y para eso no hace falta un ejército profesional moderno, basta con un Estado mayor que se dedique a la continua cualificación militar y al mando de la milicia en caso de guerra.
Soy extremeño de Badajoz. No sé de dónde eres ni si conoces Las Hurdes, quizá seas hasta de allí y hables con conocimiento de causa. Sea o no así, estarás de acuerdo conmigo en que con el Estado nacional español, ni Extremadura en general ni Las Hurdes en particular destacan por su desarrollo económico, qué decir ya del militar. Somos una colonia, patio de recreo del señoriteo patrio y exportadores de materias primas a dos duros. Nuestras comarcas necesitan una regeneración. Estamos mucho peor que hace 40 años, entre otras cosas, por lo que muy acertadamente señala Félix Rodrigo: una economía extractiva (por no decir colonial) absolutamente desequilibrada que desatiende la realidad de nuestros pueblos y la el intento de compensación de este desastre por medio de la subvención. La droga corre más que el aire, los pueblos y las ciudades se vacían, los más cualificados se van... de qué invasión estás hablando si ya somos una colonia de Alemania. Y sin haber pegado un solo tiro.
Creo entender que la agresión al comunal en España empezó con Felipe II. Es natural: Como al parecer dijo Karl Marx, el pueblo que oprime a otro no es libre. Es decir, que cuando supuestamente España dominaba a toda Europa, el pueblo español estaba o empezaba a ser sojuzgado...por su propio gobierno. Y lo mismo vale para el caso romano, maya, azteca, inca, inglés, estadounidense, chino o de donde sea.
ResponderEliminarLuego con la Ilustración ya hubo otro intento. Así que echar la culpa siempre a los de fuera, en este caso a la Francia post-revolucionaria no es la solución. En Francia la gran perdedora de la Revolución de 1789-1795 fue el propio pueblo.
Por último, qué diferencia hay entre que te expolie Francia o que lo haga - con cínicos pretextos - tu propio país? Y que yo sepa, más masacrado quedó el pueblo con las medidas que adoptó su propio gobierno que con Napoleón.
Y a lo mejor, España ganó la guerra contra los franceses gracias a la sociedad popular rural tradicional, no por los elitistas de Cádiz. Si hubiera estado todo tan centralizado y organizado como en Prusia, España se habría desinflado a la primera, tal como pasó allí, después de la batalla, si no me equivoco, de Jena.
Además, está la cuestión de la libertad. Vamos a perderla por miedo a una invasión?
Yo no soy ningún experto pero creo que la solución es sencilla: No es que los comunales y el concejo abierto tengan que recuperarse sóla y únicamente en España o en la Península Ibérica. No es sólamente salvarse a sí mismo. Pensar en individual es a largo plazo un fracaso, tal como estan las cosas ahora o nos salvamos todos o nos hundimos todos. Así que además de la española, habría que reconstruir también la sociedad popular rural francesa y luego la alemana, a continuación la inglesa, etc. Por supuesto la marroquí y la portuguesa también.
Que es una utopía, que es "imposible"? Bueno, quien sabe.
Agur,
Si no eres autosuficiente ya estas masacrado
ResponderEliminarVamos a ver.Yo no soy Felix ni quiero serlo,pero creo que estás imbuido de los argumentos del poder completamente,pues por esta regla de tres nunca se podría ser ni hacer nada que no mandaran los altos cargos del mundo.Si eres una persona virtuosa es malo porque estas en un mundo de viciosos y hay que ponerse al mismo nivel para bregar en ese mundo,si el mundo tiene un nivel alto de maldad hay que mantenerla para poder estar a las alturas competitivas del sistema,si estamos en un mundo violento pues nos convertimos en nazis y así podemos luchar con mejores opciones de victoria.Esto no tiene sentido,porque así nunca cambiaría nada,que es,por cierto,lo que las élites pretenden,por tanto,espero que reconsideres que tener una economía de subsistencia o de consumo o la que sea no es por racionalismo o por competencia sino como rechazo a ese mismo modelo que nos imponen.Si a ellos(élites y sus gregarios seguidores)les gustan las máquinas,a los que quieran luchar contra ellos debería gustarles lo contrario,lo natural,el ser humano,los arboles,lo que sea,pero no lo que ellos digan.Si a ellos les gusta gente que no haga nada,que todo lo compre,gente degradada,la lucha sería lo contrario,gente que lo hace todo,si les gusta gente que no reflexione,habría que ser ultrarreflexivo y así con casi todo.Si hubiera,y se diera el caso.de algo que es válido porque no intenta anular nuestra voluntad,pues el asunto sería incorporarlo.Por ejemplo,si un médico utiliza la tecnica de poner paños húmedos para bajar la fiebre,pues no por ser alguien del sistema se tiene que desechar por completo,pero por favor,¡no hagamos el juego al sistema ni le pongamos pañitos húmedos!
ResponderEliminarSin saber mucho de historia, es de sentido común trasladar las luchas de hoy en día a la época que citas. Por ejemplo, la orografía montañosa de Afganistán, hoy día ya, hace imposible la conquista de ésta. Esto creo que todos lo sabemos. En la península, como todos estudiamos, tiene una orografía también bastante montañosa que hizo inviable la conquista total de ésta por los franceses. Numeroso núcleos, sin duda, resistieron con toda ferocidad, no tengo dudas, para mantener su vida y su esencia ante unas tropas que, sin duda, no sabían ni qué hacían por aquí, tan lejos de sus familias y de su tierra. Con esas condiciones montañosas y sin motivación moral ninguna me sonreiría desapasionadamente y con tranquilidad de la ingenuidad de quien mantuviera hoy día otra visión, o tesis, o "realidad" histórica, aunque éste fuera el catedrático con más premios de la historia. Esa resistencia global, que ya no existe en la península, hacía totalmente imposible su conquista y asimilación total, tanto cultural como económica, salvo en las grandes ciudades. El pueblo, por tanto, como ahora se ve en afganistán y en otros pueblos fue quien derrotó realmente y en lo fundamental a los invasores.
ResponderEliminarA los análisis históricos "oficiales" les afeo su falta de sentido común y el basarse, simplemente en los "hechos" supuestamente históricos. Si algo vi en el 15-m es que la realidad dista mucho de la "verdad" oficial o de los grandes y masivos medios de comunicación. Sin embargo es posible que esas "verdades" de los medios sean los que pasen a la historia y lo que se crea en un futuro. Y mi sentido común me dice que en el pasado pasaba lo mismo y la histora la escribían unos pocos, que por supuesto poco sentido crítico tenían dado que de otra manera no habrían sido dados a conocer por los mecanismos del poder, ni aupados por ellos... Es mi opinión y mi convicción, pero si alguien con argumentos y sin menospreciar me argumenta de otra manera estoy más que dispuesto a escuchar porque la verdad aunque sea dura libera y emociona.
Por ello, en el caso de ser un pueblo unido, que ya no lo somos, tampoco hoy tendrían ninguna posibilidad de invadirnos. NINGUNA. También he hecho la mili y conozco el ejército. Un ejército profesional trabaja por dinero no por ideales verdaderos, por ello, ni de lejos sería ni es una garantía respecto a ninguna invasión, todo lo contrario. Terminarían luchando por los invasores dado que hoy en día todo está del revés.
La exposición del comentario anterior adolece de una idea previa que la vertebra: sólo una sociedad con un sistema productivo poderoso podrá defenderse de los extranjeros (que al parecer son los únicos predadores de los que se debe preocupar las clases populares, y no menciona al predador decisivo, el de casa: las elites mandantes propias). Y el pobre e ingenuo Félix no cae en ello. Vaya.
ResponderEliminarSin embargo, Félix apunta al meollo de la economía: las personas. Son las comunidades de individuos las decisivas y no tanto si la economía es de subsistencia o de mercado. Un sujeto débil y nulificado será pastoreado por cualquiera que se postule como su salvador ofreciéndole pan y entretenimiento, mientras que un sujeto íntegro y de una pieza será difícilmente subyugable, aun cuando tenga que alimentarse de raíces.
El mismo ejemplo propuesto en el comentario es justamente un prueba palpable. El todopoderoso ejército napoleónico fue derrotado por un pueblo que vivía en la más absoluta precariedad, aguantando sitios sin comer o beber a veces durante meses (gerona, zaragoza, coruña), compuesto por hombres, mujeres, niños y ancianos, y que seguramente se "alimentaban" de cantos, bailes y animosas charlas mientras se batían con los bien pertrechados "enfants de la patrie".
Y con todo, ese pueblo era una sombra de lo que fue, estaba más cerca del populacho de hoy día que del formidable colectivo que levantó las maravillosas iglesias del románico popular, redactó los fueros y las cartas puebla, comandó el brillante rechazo del esclavista Estado islámico con las bravas milicias concejiles, y se autogobernaba en asambleas de concejo abierto eligiendo anualmente a su alcalde, sus alguaciles, sus jueces, sus adalides, sus cofrades, etc. Estas formas ancestrales que se mantuvieron durante casi diez siglos en amplias zonas del area peninsular fueron las que todavía seguían latentes, si bien ya muy desdibujadas, en los espíritus de las gentes del común tan reticentes a doblegarse ante los poderosos, ante los dictadores, ante los espadones.
La invasión será una amenaza permanente en cualquier proyecto emancipador que se precie, pero no serán las fuerzas productivas las decisivas, sino el espíritu de los combatientes. Y de nada sirve habitar un territorio si eres una pieza más de la megamáquina del Estado-capital que anula todas las capacidades hasta reducir tu "ser" a dos cosas: producir y consumir.