Para muchos los problemas de nuestro tiempo se reducen al paro, los
bajos salarios y los desahucios. Niegan, o no les preocupa, que estemos ante
una gran crisis civilizacional, de naturaleza de la sociedad y de configuración
del ser humano, que va muchísimo más allá de la depresión económica y la retracción
del consumo.
Las sociedades europeas, y las sociedades planetarias, están cada vez
más jerarquizadas. Padecemos un Estado policial “protector” (fórmula destinada
a velar la razón de Estado), una invasiva estructura parasitaria-coercitiva que
cada año se apodera de una parte creciente de la riqueza social, privándonos
más y más eficazmente de libertad, virtud y autonomía, colectiva y personal. La
gran empresa multinacional ha devenido un macro-poder que no sólo ahoga la vida
económica con su ineficiencia, voracidad, precios monopolistas, abusos mil y
parasitismo instituido sino que invalida la libertad civil, política y de
conciencia de las clases populares y del individuo. Las nuevas tecnologías de
la información y la comunicación unen a sus usos fundamentales, los militares,
la degradación de la relación entre las personas y el entontecimiento mental de
las multitudes. Hoy el sujeto medio ha renunciado a vivir para mirar pantallas.
El régimen que organiza la Constitución de 1978, al que denominan
“democracia”, es una dictadura política clásica, que se ejerce a través de los
partidos, las elecciones, el parlamento, el sistema autonómico y las libertades
formales. Todo ello niega al pueblo/pueblos las libertades, les imponen la
dictadura de los bancos, el ejército, la policía, el poder judicial y el
sistema educativo. Todo sistema parlamentarista y partitocrático es una
dictadura, sea monárquica o republicana, se sustente en la Constitución citada
o en otra que la sustituya, resultante de un nuevo proceso constituyente. Quien
participa en el sistema político se hace parte de él, se convierte en una pieza
más del orden de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentarista.
Forma la reacción política.
Hay, sin duda, una crisis de legitimidad del parlamentarismo y la
partitocracia, que el proyecto revolucionario debe usar en su beneficio.
La juventud está siendo envilecida por el sistema educativo estatal y
privado, así como por el “paternalismo” protector, familiar e institucional,
que hace sumisos, irresponsables, débiles, amorales, conformistas, incultos e
infantiles a los jóvenes. Ha desaparecido la moral de la vida social y
personal, para dejar sitio a tres disvalores esenciales, la avidez de lograr poder
sobre los demás, la codicia insaciable y la agresividad hacia los iguales. La
actual crisis moral es una de las muchas que confluyen en la descomposición
general del sistema. La guerra de todos contra todos progresa, trastornando las
formas naturales de relación, afecto, solidaridad, apoyo y convivencia. La
virtud cívica, o preocupación y compromiso por el bien común, se está esfumando,
lo mismo que la virtud personal.
La voluntad de hacer la vida agradable a los demás ha sido sustituida
por la agresividad verbal, que a menudo se justifica invocando la “sinceridad”.
Las normas de cortesía y buenas maneras han dejado paso a procedimientos
zafios, ofensivos, chocarreros, belicosos y torpes. El lenguaje se ha empobrecido
y degradado hasta extremos pasmosos. Como consecuencia las relaciones interpersonales
suelen ser una práctica difícil, desagradable e incluso dolorosa, contribuyendo
a la desintegración del tejido social, por tanto, a erigir formas cada vez más
patológicas de soledad y depresión. Sin duda, unas clases populares atomizadas,
donde nadie intime con nadie, son las ideales para el sistema de dominación.
La cultura de creación popular ya ha sido destruida casi al completo,
ocupando su lugar los subproductos de la industria del ocio y las logomaquias
facturadas en la universidad. Por todas partes impera la soledad, la amargura, la
tristeza, la anomia, la frustración, la falta de sentido y la depresión, con
las personas forzadas a un autismo vivencial cuyo fundamento reside en que el
igual es el enemigo, el Estado el ente protector y el dinero lo único que
cuenta.
En estas condiciones el sujeto se está desintegrando, al ser reducido
a una nada cada vez más sometida, aturdida, aflictiva, debilitada,
ininteligente, enferma, acobardada, solitaria, vulnerable, angustiada, sufriente.
Ése es el “ciudadano” del que tan ampulosamente hablan los políticos y los
periodistas, una pobre criatura atrapada, de la que abusan y se mofan las
élites del poder. En su desesperación existencial, la persona hiper-oprimida
busca consuelo en el alcohol, los psicofármacos y las drogas “ilegales”, cuando
no en las supersticiones y los fanatismos sectarios o clericales.
La constitución de una mano de obra extremadamente dócil y manejable,
que saque a la productividad laboral de su actual estancamiento, y la creación
de un sujeto del todo sumiso al poder político, son las metas que explican la
asombrosa degradación del ser humano en el presente. Se pretende crear un
subhumano funcional pero es posible que estén construyendo una criatura
monstruosa, inútil para todo. En el desenlace del experimento se juega el
futuro de la humanidad, lo que hace de ésta la cuestión más decisiva de nuestro
tiempo.
El trabajo asalariado, la forma actual de esclavitud, que afecta al
85% de la población en los países europeos, tritura a la persona. El trabajo se
ha hecho un suplicio porque es sin libertad, forzado, deshumanizado,
coercitivo, carente de sentido, parcelado. Es el tiempo de la no-vida, la
humillación, la desestructuración integral de la persona, la coerción y el desconsuelo.
En tales condiciones se comprende que la productividad del trabajo esté
prácticamente estancada desde hace decenios, lo que unido al despliegue de cada
vez mayores expresiones de parasitismo y despilfarro, y a unos gastos
militares, policiales, partitocráticos, adoctrinadores y funcionariales en
ascenso, anuncia un futuro de pobreza creciente. Además, suben los impuestos, también
para rescatar a los bancos y financiar a la gran empresa.
El Estado de bienestar, instaurado por el franquismo, ha sido un modo
de sobre-explotar fiscalmente a los trabajadores pero ante todo de romper los
vínculos naturales de ayuda mutua y relación interpersonal, para liquidar la
comunidad popular, atomizar a las clases asalariadas y lograr el dominio, que
se busca sea completo y definitivo, del ente estatal y la clase patronal. Ahora
el fondo dinerario de reserva del Estado de bienestar está en rápida
disminución, lo que unido a la crisis demográfica en curso, ocasionada por la
desnatalidad, y a la creciente obsolescencia de la economía europea, hacen
improbable que, a medio plazo, las prestaciones de aquél, en particular las
jubilaciones, puedan mantenerse.
El Estado de bienestar primero rompió los lazos naturales de
solidaridad y ayuda entre las personas e hizo al sujeto inútil para cuidar de
sí mismo, y ahora anuncia que no será capaz de mantener asistida a la
población… En un cierto plazo de tiempo, millones de personas van a ser paso a
paso abandonadas a su suerte por el Estado protector, mucho más porque los
recursos económicos existentes serán destinados a la reindustrialización, lo
que originará una nueva revolución industrial de alarmante catadura. Todo ello
tras expoliar a los pueblos pobres millones de personas, con el fenómeno de la
emigración, decisiva operación de enriquecimiento de los países ricos a costa
del Tercer Mundo que se cubre con hipócritas soflamas “antirracistas” y
“multiculturales”. El Estado neo-patriarcal en curso es una virulenta manera de
mantener la misoginia y la biopolítica, así como la infravaloración y
desintegración de las mujeres con el victimismo como cuestión axial.
El sistema educativo arruina la inteligencia, voluntad, sociabilidad,
sensibilidad, autoconfianza y autoestima del alumno, convirtiéndole en un sobreadoctrinado,
en sujeto inculto, torpe, amoral y débil. La medicina institucional, la estatal
igual que la privada, además de hacer cada día más ricas a las grandes empresas
farmacéuticas, convierte a las gentes en enfermos sempiternos, en consumidores
forzados de fármacos y tratamientos, en lo que es una espiral de destructividad
que está dañando la salud física y psíquica de las personas. El pueblo ha sido
degradado a populacho que anhela consumir y el ser humano a ser nada. Una
minoría riquísima lleva una vida de derroche, caprichos y fasto, mientras que
la gran mayoría siente envidia y desea ser como ella.
El sujeto común, lejos de ser meramente una víctima del sistema, en
una alta proporción se ha hecho co-responsable activo del régimen de dominación
política e hiper-acumulación de la propiedad. El capitalismo no son sólo los
bancos, las grandes corporaciones y la empresa estatal, no es sólo lo externo a
la persona corriente. Está también en el interior de cada cual, por lo que no
hay sociedad anticapitalista posible sin lidiar contra el capitalismo interior.
Definir éste con precisión y formular las vías para su contención y remoción es
una apasionante tarea en buena medida por hacer.
La producción cultural y estética está en su mínima expresión al
manifestarse agotadas las fuerzas creativas, al haberse constituido una
sociedad sin ideales ni convicciones ni metas trascendentes y al ser el dinero
y el Estado dueño de las mentes de intelectuales y artistas, con muy pocas
excepciones. La cultura no puede prosperar en un orden de mercenarios, funcionarios
y neo-funcionarios. Por doquier reina una incultura e ignorancia colosales,
sólo comparable a la zafiedad y sordidez prevalecientes. Se está originando una
ruptura, de consecuencias impredecibles, entre la juventud y los libros, cuyo
responsable principal es el sistema educativo estatal-privado, una máquina
anticultural descomunal. El colapso cultural que tuvo lugar en Roma en el siglo
III, que llevó a la pérdida de buena parte de la cultura clásica, aquella que no
fue salvada y transmitida por el monacato cristiano, se está repitiendo a una
escala y rapidez mayores.
La cultura occidental está siendo desmantelada mientras los más
horribles productos de la industria del ocio lo enseñorean todo. Religiones de
tipo fascista acechan en la sombra, azuzadas y financiadas por el imperialismo
y el gran capital europeo. Las elites europeas y estadounidenses reniegan de
sus raíces culturales, promueven el hiper-criticismo sobre el pasado, reescribiendo
la historia, y anhelan quitarse de encima la herencia cultural europea clásica,
porque ya no toleran su parte positiva, en particular las nociones sustantivas
de libertad, virtud cívica y autonomía del sujeto. El capitalismo, en su fase
de hiper-concentración, necesita un individuo tan sometido, nulificado,
depravado y sin inteligencia, que está en activa busca de nuevos paradigmas
ideológicos y religiosos a imponer a las masas, sobre todo en Europa. Lo
pertinente es no sólo rechazar el nihilismo cultural y defender la cultura clásica
occidental sino desarrollar creativamente ésta, haciéndola de nuevo maestra de
la vida y guía de las conductas.
Un espiritualismo prostituido se expande. Su lógica consiste en unir
una supuesta espiritualidad y el dinero, haciendo de ello una actividad de
consumo. Se mercadea con una espiritualidad sin ética ni valores, autista y
egocéntrica, hedonista y eudemonista, centrada en la búsqueda exclusiva de la
propia felicidad, con total desinterés por el futuro de la sociedad, el destino
de la humanidad y el bien del otro. Un espiritualismo tan peculiar que espolea
al sujeto a ser “feliz” conforme a los recetarios de gurús hiper-financiados mientras
todo se desmorona en torno suyo… No hay espiritualidad auténtica sin rechazo
del dinero, por tanto, sin voluntad anticapitalista, lo que otorga a aquélla
una dimensión revolucionaria de facto. Porque espiritualidad y capitalismo son inconciliables.
El erotismo heterosexual es perseguido y el amor libidinal demonizado
por ley. Las personas, en particular las mujeres, son forzadas a ser autómatas
productivos y consumidores vehementes (mientras quede algo para consumir…) incapaces de amar, cada día más frustradas y
más adictas a los psicofármacos. Los niños son aborrecidos y los ancianos
abandonados. El egoísmo más primario y desalmado domina, en una sociedad de la
malquerencia, la intrascendencia y la desintegración anímica.
La mundialización, entre sus muchas negatividades, tiene la de aplastar
las culturas y las lenguas vernáculas en todo el planeta, que están
desapareciendo. Una humanidad uniforme, sin variedad ni pluralidad, sin
vínculos con el pasado y sin memoria, se anuncia en el horizonte. Se impone el
inglés, idioma venerado por quienes se conciben a sí mismos como mano de obra, y
mucho menos como seres humanos, a venderse en el mercado laboral al mejor
precio.
Por primera vez en la historia, en 2007 la población urbana del
planeta superó a la rural, lo que es un hecho de consecuencias preocupantes. Las
megalópolis fuerzan formas de existencia y relación antinaturales, siendo causa
de un buen número de disfunciones y enfermedades, del cuerpo y del espíritu. El
crecimiento de las ciudades mide el auge de los poderes despóticos en la
sociedad actual, por lo que únicamente puede ser frenado y revertido con la
aniquilación revolucionaria de tales poderes y la conquista de la libertad para
el pueblo/pueblos. Para abastecer a las metrópolis la agricultura industrial
mecanizada y quimizada está dañando de manera alarmante los suelos, los
bosques, la calidad de las aguas y la biodiversidad.
Con el fin de satisfacer la imperiosa necesidad de mano de obra
asalariada (neo-esclava) eficiente que tiene el capitalismo contemporáneo se ha
establecido la ideología del profesionalismo, en particular dirigida a las
mujeres, según la cual el trabajo es el todo, o al menos lo esencial, de la
existencia. Esto está creando un sujeto empequeñecido, desarraigado y mutilado,
que no sabe estar fuera de lo laboral y carece de atributos, destrezas y
virtudes personales sustantivas, exhausto siempre e incapaz de pensar en otra
cosa que no sea el trabajo, un neo-esclavo perfecto. Con ello el ser humano
está siendo convertido en un robot productivo, con la particularidad de que tal
androide finalmente ni siquiera es lo bastante productivo, al estar multi-degradado.
En lo que la Constitución de 1978 denomina España se ha formado una
sociedad caracterizada por la acumulación de lacras y taras, en la que los
problemas y las disfunciones se amontonan, una formación social que es primera
en casi todo lo malo y última en la gran mayoría de lo bueno, a la que alguien
ha denominado sociedad aberrante. La causa inmediata de ello es la acción del
franquismo durante 40 años y, luego, la acción del parlamentarismo bajo
hegemonía del progresismo durante otros casi 40 años. Franquismo y progresismo
nos han dejado esa pesada y temible herencia, una sociedad inaceptable,
hórrida, que ahora hay que revolucionarizar.
El mundo está dominado por el enfrentamiento creciente entre EEUU y
China, las dos superpotencias del momento. Un mañana de militarismo y guerras se
anuncia en el choque, que hasta el momento es económico, político, tecnológico,
diplomático y financiero pero que irá a más, pues EEUU, con mucho la primera
potencia militar, no permitirá que su rival, adalid de un capitalismo
intolerable dirigido por el partido comunista, quede vencedor. Son numerosas
las fuerzas de la reacción y la opresión en todo el planeta, pero entre ellas
destaca el Estado fascista islámico de Arabia Saudí, vasallo del imperialismo
yanki, seguido de cerca por el no menos fascista Estado islámico de Irán, ahora
aliado de USA. Uno y otro, calcos del régimen fascista de Franco e incluso
peores en algún aspecto, son causa eficiente de la más sanguinaria forma de
fascismo en la actualidad, el islamofascismo, que amenaza a las libertades
básicas en todo el mundo en beneficio de los amos del dinero, EEUU y las
petromonarquías en primer lugar. Por todo el planeta los pueblos resisten a las
fuerzas desencadenadas de la tiranía y la riqueza concentrada pero por el
momento los logros son limitados.
En esta situación, tan calamitosa como compleja, algunos tienen
claridad sobre el remedio al sinnúmero de los males del presente, “la
redistribución de la renta”. Con ello, al parecer, todo queda solventado… El
significado real de tal propuesta es hacer admisible la dictadura del dinero
con la distribución de limosnas entre la plebe, legitimando aquélla con más
consumo. Tan burguesa y ramplona formulación irá quedando en evidencia a medida
que la crisis general múltiple en desarrollo de las sociedades europeas avance.
Representan el punto de vista de una buena parte de las clases trabajadoras
hoy, que se han desentendido de los problemas de nuestro tiempo para
concentrase en un único asunto, maximizar su consumo. Tal sector social es meramente
un apéndice del régimen burgués.
Muchos, corrompidos intelectiva y emocionalmente por el hedor que
proviene de la burguesía, quieren llegar a las multitudes y a cada individuo a
través del estómago, cuando lo apropiado es hacerlo por el corazón y la cabeza.
Lo cierto es que estamos ante el holocausto de los valores de la
civilización, la aniquilación de la libertad y la trituración programada de lo
humano, para constituir un régimen perpetuo de barbarie, mega-opresión y
deshumanización, que es la meta perseguida por los poderes políticos y
económicos desde las revoluciones liberales. Esto requiere una respuesta global
de naturaleza revolucionaria, que integre las medidas económicas, políticas,
culturales, espirituales, éticas, estéticas, de autoconstrucción del sujeto y
otras para proyectar un programa completo dirigido a relanzar la vida
civilizada, reconstruir al sujeto, realizar la libertad y rehacerlo lo humano.
Esa es la idea, ideario, proyecto y programa de la revolución
integral.
Es una formulación de una complejidad colosal, que se propone liquidar
el capitalismo, desarticular el ente estatal y hacer que la libertad política,
de conciencia y civil sea real de manera razonable. Es cierto que está, como
propuesta, poco desarrollada todavía, pero esa tarea puede hacerse en el
futuro. El momento es excelente para hacerlo, porque el fracaso de los viejos
dogmatismos supuestamente revolucionarios está liberando a las mejores mentes
de ataduras y prejuicios. Hoy tenemos una experiencia acumulada enorme, que
aplicada a la transformación de las sociedades contemporáneas puede otorgar
logros sustantivos.
En unas circunstancias como las actuales hay que atender al todo y no
perderse en luchas por metas parciales, asuntos locales y cuestiones de segundo
orden que, incluso siendo positivas en sí mismas, desvían a muchas personas, en
general de bastante valía, de las metas revolucionarias, haciendo de ellas
reivindicadoras de reformas que por sí mismas en nada, o en muy poco, pueden
cambiar lo primordial de los males de nuestro tiempo. Las prácticas
reformadoras, además, impiden constituir sujetos de calidad, debido a que la
grandeza propia del ser humano no alcanza a realizarse en un marco de minucias
y pequeñeces. Para autoconstruirse el sujeto ha de pensar, preocuparse,
ocuparse y practicar el todo. No basta con ser rebeldes, no es suficiente con
sumarse a tales o cuales insurgencias puntuales, hay que ser revolucionarios.
La tarea es ingente: repensar, reformular y rehacer una nueva
civilización, un nuevo orden social y un nuevo ser humano. Tal es la meta de la
revolución integral.
El proyecto y programa
de aquélla está en buena medida por hacer, en efecto. No hay prisa, porque lo significativo
es que se haga desde la investigación de la realidad y la experiencia
transformadora, y que sea obra de muchos, tarea colectiva. Hay bastantes elementos
objetivos que impulsan el desarrollo de una nueva concepción del cambio social
y personal apta para el momento crítico en que estamos, cuando el capital y el
Estado/Estados se proponen instaurar un régimen de dominación absoluta y
definitiva. Si, en tales condiciones, existe la voluntad de desarrollar y practicar
la noción de revolución integral, esto es, si se da el factor subjetivo, se
podrán alcanzar logros de importancia.
Las viejas teorías sobre la liberación de las clases trabajadoras,
urdidas en el siglo XIX, han manifestado en la práctica social su carácter desacertado,
desde la revolución rusa hasta la guerra civil española, sin olvidar las
revoluciones antiimperialistas de los últimos decenios. Como sistema de ideas
están agotadas. Se trata de sustituirlas por una nueva cosmovisión de
transformación total que incorporando lo positivo de aquéllas establezca un
nuevo sistema de referencia y orientación para la práctica revolucionaria
planetaria en el siglo XXI.
En particular, deben ser rechazadas las interpretaciones mecanicistas
y deterministas del cambio social, que niegan la cardinal función del sujeto,
de la persona, en la historia y en el presente. La persona es lo fundamental.
Precisamente, la cultura occidental se ha caracterizado por otorgar un lugar
central al individuo, noción medular ignorada por las tesis mecanicistas,
supuestamente “científicas” pero en realidad expresión de la crasa ignorancia
de la historia y de la realidad de su
tiempo que padecieron quienes las formularon. Al teorizar de ese modo rompieron
con nuestras raíces culturales, con los efectos prácticos observables, a saber,
ir de fracaso en fracaso.
La propuesta de revolución integral recoge también la experiencia
positiva de movimientos populares recientes, en particular el 15-M, enfatizando
el superar su defecto cardinal, la debilidad del factor consciente y su
incapacidad para ofrecer un proyecto de regeneración revolucionaria de la
sociedad que vaya más allá de algunas reivindicaciones parciales. Quienes se
comprometieron a fondo con el 15-M deben extraer lecciones de lo sucedido y
derivar hacia lo que aquél no tuvo, metas trascendentales.
La revolución integral, más que un proyecto y programa es una cosmovisión,
una forma de estar en el mundo. En lo personal es una persuasión a considerar
la totalidad de lo real y de sí mismo con un enfoque revolucionario, buscando
permanentemente lo nuevo, fusionando tradición con revolución, rechazando las
manifestaciones caducas y superadas en todos los ámbitos de la existencia,
innovando, creando, yendo siempre hacia adelante, aceptando responsabilidades y
asumiendo riesgos, obrando por convicción interior y no por órdenes.
Su cimiento es la audacia reflexionada, el atreverse, el superar el
temor para evitar el estancamiento y la rutina, el rechazar dogmatismos y
fanatismos, siempre pendiente de la experiencia, de la realidad. Si todo eso se
efectúa con la necesaria prudencia (inteligencia práctica), moderación y
respeto por las personas y, al mismo tiempo, con confianza en sí mismo y en las
propias potencialidades, se está obrando y viviendo de manera óptima.
No es, por tanto, el proyecto de revolución integral una propuesta
politicista como tantas, que ignora al sujeto, el mundo interior y las fuerzas
espirituales. No es, tampoco, una concepción intelectualista, menos aún racionalista
o pedante, dado que considera como elementos primordiales de lo humano las
emociones, las pasiones y la voluntad, por citar lo más concluyente del mundo
psíquico. Similarmente, otorga a la convivencia y al sujeto convivencial, capaz
de estar en comunidad y vivir con sus iguales en afecto y eficacia, una colosal
significación, pues sin ello no puede haber colectivismo económico y social.
Integral, en lo individual, es totalidad del yo, por eso rechaza los
monodiscursos para optar por la multiactividad reconstructiva.
Las mujeres han de ocupar un puesto decisivo en la brega por la
transformación total de la sociedad y el individuo. Su riquísima fuerza psíquica,
su poderosa potencia física y su colosal capacidad para amar y dar son
necesarias para reconstruir la totalidad de lo humano, que es de lo que se
trata. Cuando todo se está desmoronado las mujeres han de afirmar su función de
primordiales dadoras de vida y de continuidad.
Lo que hoy falta o está escasamente desarrollado en la cosmovisión y proyecto
de revolución integral se irá autoconstruyendo, conforme a la práctica de
autogestión del saber y el conocimiento. Se trata de ofrecer un proyecto de
sociedad y un proyecto de sujeto, de aportar metas trascendentes y sublimes a una
sociedad que carece de ellas, si se exceptúa las más egotistas, dinerizadas, ramplonas
y burguesas. A una sociedad que padece por vacío ideológico, por falta de un proyecto
global que vaya más allá de lo inmediato, la noción de transformación holística
proporciona no sólo finalidad sino también esperanza.
La revolución integral
es un acontecimiento en la historia, no fuera de ella, que está madurando y se
realizará en el tiempo de la historia, diferente al tiempo biológico. En él
está ya aconteciendo y ascendiendo pero no por necesidad, pues no hay ninguna
fuerza que la haga inevitable, ninguna fantasmagoría providencialista que nos
regale alguna sociedad fabulosa y perfecta puramente inventada, suposición que
es un mero narcótico intelectual para sujetos que no creen en el ser humano.
Tendrá lugar por la decisión libre e informada de quienes aman la
libertad, conforme a la formulación del filósofo E. Morin, “la acción es una decisión”. En efecto, la revolución integral,
para ser, necesita ser elegida, escogida, decidida. Por eso su interpretación
se sitúa en el mundo de la libertad, dejando los infantilismos deterministas,
que anulan a la persona y niegan el libre albedrio, definitivamente atrás.
Lo significativo no es hacerse la pregunta sobre lo que va a suceder,
siempre sin respuesta suficientemente fundamentada, sino acerca de lo que vamos
a hacer y estamos haciendo. La revolución integral es eso, un esfuerzo y una
lucha, un devenir mucho más que unos resultados. Sobre éstos la historia dirá
pero sobre nuestra decisión respondemos nosotros.
"El trabajo asalariado, la forma actual de esclavitud, que afecta al 85% de la población en los países europeos, tritura a la persona." y el otro 15%?
ResponderEliminarIrán no es aliado de USA.
ResponderEliminarExcelente articulo como el anterior lo he publicado en Burbuja.info
ResponderEliminarUn gran poder, como la libertad, requiere una gran responsabilidad. La cuestión ya no es sólo espanhola, es global y afecta a cada persona individualmente... como parte del grupo. Pequeñas revoluciones y cambios a nivel personal provocarán transformaciones sociales a lo impermanente. Lo hacemos realidad juntxs, vamos a por la masa crítica! :)
ResponderEliminarhola como estas usted?
ResponderEliminarsoy de argentina, aca es dificil conseguir sus libros, hay posiblidades de bajarlos en pdf? muchas gracias.
Julian