martes, 2 de diciembre de 2014

6 de Diciembre de 2014: No a la Constitución Española de 1978




Esa Constitución, y cualquier otra que niegue la soberanía popular de la única forma en que ésta es realizable, por medio de una vasta estructura de asambleas omnisoberanas en red, es una dictadura. Una dictadura constitucional, partitocrática y parlamentarista.
        
Quien dice sí a la Constitución está, en efecto, apoyando un régimen de dictadura. Y quien olvida que el 6 de diciembre es fecha para el repudio y condena de la tiranía se hace, por omisión, parte del sistema de dominación.
        
La meta es conquistar la libertad, de conciencia, política y civil, en una sociedad autogobernada, plural y diversa, resultante de un pacto entre fuerzas de variada naturaleza que coincidan en un programa mínimo cuyo fundamento ha de ser la realización concreta de la libertad para el individuo, los colectivos y asociaciones, los pueblos oprimidos, las mujeres de las clases populares, los autóctonos e inmigrantes… Para todos los ahora dominados.
        
La pre-condición de la libertad para la gente común es la extinción de la entidad estatal, enemiga por excelencia de la libertad, y la liquidación de la gran empresa, tan poderosa que aplasta todo y a todos.
        
Hemos de hacer una revolución de la libertad. Libertad con responsabilidad, con ética, con virtud cívica y virtud personal, con valores, con respeto, con convivencialidad. Libertad auténtica, por tanto.
        
La Constitución de 1978 se promulgó contra los movimientos populares que buscaban una salida revolucionaria a la crisis del régimen franquista. Fue obra, sobre todo, de la izquierda, del PSOE y PCE, partidos que en esos años resultaron ser los enemigos principales de la libertad y de la revolución, los agentes más eficaces del ente estatal, los valedores primeros del capitalismo.
        
Hoy, 36 años después, esa izquierda está desacreditada y, sobre todo, acabada intelectualmente. Su conversión en burguesía de Estado la ha triturado. Desde 1978 la izquierda ha tenido la hegemonía política, cultural, ideológica, educativa, etc. Ahora, cuando se observa el enorme desastre en que vivimos, podemos decir sin temor a errar: ésta es la obra de la izquierda y de su Constitución, la de 1978.
        
Su supremacía ha sido tal que cuando la derecha ha gobernado se ha limitado a realizar lo que la izquierda había previamente hecho y legislado. Aznar deja intacto lo realizado por el PSOE de González en 1982-1994 y Rajoy no toca lo establecido por el PSOE de Zapatero en 2004-2011. La izquierda española ha manifestado ser guía y maestra de la derecha.
        
En declinación la vieja izquierda, ahora la banca, el poder mediático, el aparato universitario y el ejército han lanzado publicitariamente a la nueva izquierda institucional, Podemos, para que continúe la labor de aquélla. Pero su desenmascaramiento está siendo rápido y en no mucho tiempo será otro juguete roto más de la política institucional. Entonces habrá llegado la hora de organizar ofensivamente la revolución.
        
Del mismo modo, desenmascarada la Constitución de 1978, se platica sobre su reforma, e incluso se pide un proceso constituyente, que elabore y promulgue otra, que sería el octavo texto constitucional español. Como todos ellos, recogerá y actualizará lo esencial de la ominosa Constitución de 1812, liberticida hasta hacerse genocida. La denuncia razonada de cualquier proceso constituyente en tanto que operación de recomposición del actual régimen de dictadura ha de ser tarea común de todos los que deseen una sociedad libre[1].
        
La Constitución española de 1978 estatuye la dominación española sobre las naciones secularmente oprimidas de la península ibérica, no españolas, a través de régimen autonómico. En respuesta, todas ellas deben afirmarse como comunidades humanas singulares y propias, para gobernarse a sí mismas, autodeterminarse y decidir qué relaciones desean tener con los demás pueblos peninsulares, europeos y mundiales.
        
Pero en Cataluña la casta partitocrática, en particular CiU y ERC, han organizado un engañoso proyecto independentista, cuyas consecuencias reales están siendo reafirmar de facto la dominación española, someter aún más al pueblo a las instituciones estatales, revalidar el poder de la gran empresa, ocultar la decadencia de la lengua y cultura catalanas, impedir el desarrollo del ideal revolucionario, mantener el régimen neo-patriarcal, justificar la descomunal corrupción de los jerarcas del nacionalismo partitocrático y hacer olvidar el preocupante empobrecimiento de las clases populares catalanas.
        
En las condiciones concretas actuales, cuando el proceso de mundialización de los grandes Estados y las grandes empresas ha avanzado tantísimo, por desgracia, no puede haber liberación nacional sin revolución. La revolución es el fundamento de todas las formas de la libertad, también de la libertad de las naciones[2].
        
Cuando la crisis y desintegración de las sociedades europeas avanza, cuando el futuro suscita un temor creciente, cuando incluso los fundamentos últimos de la vida en sociedad y de la existencia de la persona están siendo socavados por los amos del poder y del dinero, la revolución, pero no ésta o la otra Constitución, es lo único realista, lo único que puede proporcionar esperanza y deseo de vivir, creatividad y energía existencial, en este dificilísimo momento de la historia.
        
No hay solución dentro de las instituciones. Sólo el pueblo, los pueblos, pueden resolver los grandes problemas de nuestro tiempo, y para ellos han de autocrearse, ser autónomos, existir por sí mismos, fuera del orden constitucional. El pueblo, la gente común, no el Estado ni sus Constituciones, son lo más decisivo. El pueblo se construye fuera de cualquier ente estatal, y sólo él puede ser el sujeto agente de la gran transformación integral que se necesita.


[1] Sobre esta materia es recomendable “Procés Constituent o Revolució Integral?”, Blai Dalmau.
[2] Una respuesta a la arrasadora intervención política del nacionalismo partitocrático y estatista, financiado institucionalmente por el Estado español, se encuentra en el “Manifest pel No-SI”, que preconiza la liberación nacional sin artefacto estatal ni clase empresarial. Es triste que una fuerza “radical”, las CUP, esté políticamente abrazada a Artur Más, jefe formal del Estado español, el capitalismo y el sistema neo-patriarcal en Cataluña, además de amigo del Estado sionista. Cuando se renuncia a la revolución y se veneran las religiones políticas suceden cosas así. Una consideración crítica de aquel dudoso radicalismo se encuentra en “Cartes des de Montserrat”, Octavi Piulats. Sería bueno que en éstos y otros asuntos se permitiera el debate político sereno, respetase la libertad de expresión y pusiera fin a las campañas de demonización, persecución y amenazas, para evitar la dictadura del pensamiento único, reafirmando en Cataluña los principios de la libertad de conciencia, la tolerancia y el respeto por las personas, tan concordes con el modo de ser y la historia de la gente catalana. Hay, por tanto, que rechazar la nueva policía del pensamiento y el neo-estalinismo, que alborotan en defensa de las religiones políticas para tapar su condición de peón de brega del independentismo de pega propio de la derecha catalana.


22 comentarios:

  1. Que sí, que sí, que estábamos mejor con las Leyes Fundamentales del Reino, el Fuero de los Españoles, el Fuero del Trabajo, etc, etc.

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    1. Tú estás muy a gusto con el régimen,no eres el más indicado para criticar.En ningún momento quisieras cambiar nada que suponga una traba al statu quo.En cualquier caso,lo que superara la constitución no debería ser ningún fuero ni nada parecido,¡pero tampoco otra constitución que otro Fraga y compañía ratificase como si fuese la suya!

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    2. No, no, está usted equivocado. Estamos mejor con seis millones de parados, jueces que favorecen a culpables frente a inocentes, gente que escasamente le alcanza para comer y un país en semirruina. De hecho cada cierto tiempo salen auténticos libertadores, que lucharon encarnizadamente hasta que consiguieron derrotar a aquel terrible dictador, a recordarnos su terrible maldad. Maldad que tanta infelicidad causó a todos los habitantes del territorio español y que en venganza pasarón por miles delante de su ataud en señal de desprecio y reprobación.

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  2. Ya hay mucha gente consciente de todas estas verdades, a la mayoría las han despertado a palos, pero aun son demasiados los que confían o simplemente no se atreven a desconfiar. Estos son los que, por su cantidad, pueden hacernos caer detrás a los que estamos dispuestos a hacer algo para que nuestro mundo cambie, o que comience a cambiar para que podamos tener algún día otro mundo, pero mejor.

    Salud!

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  3. "Desde 1978 la izquierda ha tenido la hegemonía política, cultural, ideológica, educativa, etc" no estoy de acuerdo, en este país lleva 75 años gobernando la derecha.

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    1. usted quiere decir que todavía no hemos probado lo que sería un estado gobernado por la izquierda ¿correcto? (no estoy de acuerdo, pero imaginemos que es cierto) pues vamos entonces al grano, porque un estado sea como sea, es negativo, implica perder las habilidades y saberes, que eran necesarias para cubrir las funciones que el estado absorve. Quiere decir que si antes sabíamos nutrirnos, curarnos, vestirnos, etc.. ahora NO SABEMOS NADA, más que tener dinero en el bolsillo para entrar en la tienda.

      Nuestra debilidad frente al poder consiste en no saber vivir sin ese poder. "Nos cierran el supermercado" y TODOS DE RODILLAS. Así mismo, una sociedad de alcohólicos, obesos, diabéticos, asmáticos, etc.. es tremendamente DEPENDIENTE del aparato sanitario del estado.

      Izquierda y Derecha tienen los mismos objetivos (la prueba puede ser USTED MISMO, ya que se considera "de izquierdas"). Ambos buscan el "bienestar", la felicidad y el consumo. ¿Me equivoco? AMBOS buscan el desarrollo tecnológico-industrial, AMBOS escupen sobre el Mundo Rural Tradicional y adoran la vida en ciudades.

      AMBOS buscan unos bienes y servicios que han de ser producidos en fábricas, y trabajar en fábricas es horrible, deprimente, embrutecedor.. He debatido con más de un comunista y creame que cuando les hablas de cerrar las fábricas y pasar a un modo de vida mucho más simple, te ponen por loco, prehistórico, sectario, etc..

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    2. Quiere decir que las élites del poder, sean cuales sean, son llamadas por usted "la derecha", y los que se oponen son "la izquierda" , esta es su postura (corríjame)

      Una infantil simplificación. Las élites TAMBIÉN COMPITEN, unas suben, otras bajan, unas empresas quiebran, otras abren, unos políticos salen, otros entran..

      Lo que usted dice es que "el Estado" sería algo maravilloso si lo manejara "la izquierda", porque la izquierda es "el bien", gente buena, pura pura..

      Lejos de tan infantil dogmatismo no probado en los hechos (pues todos los humanos tenemos un lado positivo y otro negativo, y NO EXISTE EL BIEN PURO)

      Lo que yo veo cuando miro la realidad, son gentes que SE PELEAN por unos puestos de trabajo EN EL ESTADO, que están muy bien pagados, que son JERÁRQUICOS, TIRÁNICOS..

      Por otro lado veo, que cualquier tarea que el Estado absorve, conlleva la pérdida de autonomía del pueblo. "Si el Estado nos cuida, no necesitamos a nuestros vecinos".

      Si el Estado nos cuida, no desarrollamos nuestras capacidades de todo tipo. Se ATROFIA nuestra inteligencia, perdemos sociabilidad, lazos afectivos..

      El Estado NOS EDUCA, con lo que SE ROMPE la transmisión natural de cultura en el pueblo. Antes, era la COMUNIDAD la que proporcionaba los saberes artesanales, nutricionales, curativos, políticos, filosóficos.. y era en la COMUNIDAD donde tenían lugar las primeras experiencias de "trabajo en común", que la educación INTERESADA del Estado sustituye por:

      - Logro individual, en contra de la mentalidad comunitaria.
      - Absorción pasiva de saberes sin experiencia directa.
      - Sumisión a una autoridad no-natural. Modelo jerárquico.
      - La especialización, en contra del "saber amplio" de nuestros antepasados que eran autosuficientes.
      - Búsqueda del interés particular.
      - Búsqueda de la felicidad, placer, bienestar, seguridad, ..
      - Culto a la tecnología y al aparato estatal..

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  4. " Es triste que una fuerza “radical”, las CUP, esté políticamente abrazada a Artur Más, jefe formal del Estado español, el capitalismo y el sistema neo-patriarcal en Cataluña, además de amigo del Estado sionista. " bueno, pero la CUP de capitalista nada de nada.

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  5. Félix, ¿qué opinas de Bakunin?

    Un anarquista que pasaba por aquí

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  6. I

    Hoy, 36 años después, esa izquierda está desacreditada y, sobre todo, acabada intelectualmente. Su conversión en burguesía de Estado la ha triturado. Desde 1978 la izquierda ha tenido la hegemonía política, cultural, ideológica, educativa, etc. Ahora, cuando se observa el enorme desastre en que vivimos, podemos decir sin temor a errar: ésta es la obra de la izquierda y de su Constitución, la de 1978.

    Su supremacía ha sido tal que cuando la derecha ha gobernado se ha limitado a realizar lo que la izquierda había previamente hecho y legislado. Aznar deja intacto lo realizado por el PSOE de González en 1982-1994 y Rajoy no toca lo establecido por el PSOE de Zapatero en 2004-2011. La izquierda española ha manifestado ser guía y maestra de la derecha.

    Es falso o cuanto menos, incorrecto, que la izquierda (identificada por usted en el PSOE e IU, antes en el antiguo PC) haya tenido la hegemonía política, cultural, ideológica, etc., en España desde 1978 (en realidad no la ha tenido nunca).

    No se trata sólo de que el PSOE no sea izquierda ni lo haya sido desde su refundación en Suresnes (a menos que lo comparemos con la extrema derecha del PP, “extrema derecha”, digo, puesto que incluso aglutina el voto de los nostálgicos de la dictadura, hecho que evidenció el fracaso de Vox en las últimas elecciones europeas). Como digo, no se trata de eso, sino de que incluso aceptando la identificación de las mencionadas fuerzas políticas (especialmente del PSOE) con la "izquierda”, su afirmación resulta totalmente desacertada, por no decir falsa (para usar ese término sin albergar dudas tendría que conocer la intencionalidad con que realizó usted semejante afirmación).

    La izquierda oficial ha sido cómplice del régimen borbónico, sin duda alguna, pero cuando se afirma que dicha fuerza tenía el control, el poder, los medios para dirigir la política del reino, lo mínimo exigible es que acompañe usted con datos la sentencia. La izquierda oficial apenas contó con apoyo mediático (privado) durante algunas etapas del felipismo, sobre todo una vez se consolidó el poder del PSOE. ¿Qué apoyo? El del grupo PRISA, únicamente. Mencióneme usted otros ejemplos. Ilústreme usted, que he debido perderme algún capítulo.

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  7. II

    Dicho esto, y obviando ese burdo reduccionismo con que cierra usted el primer párrafo que he copiado de su artículo (que la situación actual es “obra de la izquierda”, afirmación que implica, indirecta y sibilinamente, la exclusión o absolución de la derecha), incluso si hablamos de instrumentalización de los medios de comunicación públicos (notoria con personajes afines a Ferraz como Sopena o Iglesias), los pesoístas son apenas unos aprendices en comparación con sus principales adversarios (resultantes de la fusión del socio-liberal UCD con el fascista AP), que lo mamaron desde la cuna y se aseguraron de que sus herederos (sociológicos y sanguíneos) preservaran la “obra”, nunca mejor dicho, teniendo en cuenta el enorme poder que tiene el Opus Dei en España, amparado ayer por la dictadura, subvencionado hoy por la oligarquía. Tanto es así que a día de hoy totalmente y hasta entonces casi totalmente, televisiones y radios públicas, así como cátedras, universidades enteras e incluso directamente poderes del Estado como el judicial, han venido siendo y son espacios totalmente instrumentalizados por el PP, es decir, por la “derecha”.

    Pero volviendo a los medios privados (para cuya puesta en marcha son precisas licencias que a menudo se han negado a empresarios cuyos proyectos podrían encuadrarse en la “izquierda”): no hay en España la menor proporción, el menor equilibrio, en la información que el mercado oferta a sus ciudadanos. Dicha oferta está totalmente controlada por las fuerzas de “derecha”, esto es, neoliberales, incluida la progre La Sexta, que pertenece al grupo empresarial de Lara, y en cuyos espacios se impide que las voces de “izquierda” puedan siquiera explicarse, siendo silenciadas por una horda de pancistas exaltados al servicio del PP, con la complicidad de los presentadores de turno. ¿Dónde está esa cultura mediática y/o ideológica controlada por la izquierda? Póngame un ejemplo.

    En cuanto al sistema educativo, se equivoca usted cuando afirma que el PP no cambió “nada”. La reforma del ministro Wert es tan retrógrada e injusta (criticada, por cierto, en toda Europa) que obliga al alumno a escoger con apenas 15 años su futuro camino profesional, impidiendo toda posibilidad de corrección a posteriori. De este modo, en aquellos hogares donde no resulta ahora mismo posible que los hijos puedan aspirar a unos estudios universitarios (dado el enorme incremento de las matrículas y tasas desde la entrada del plan Bolonia), se decide que el chaval, o la chica, estudie FP, sin posibilidad de optar a una carrera universitaria en el futuro. Dicho esto, resulta además que el modelo pesoísta no era ni mucho “progresista”, dándose el caso de que España es, junto a México, el único país del mundo (léame bien, caballero, “el único país del mundo”) donde se financia la educación privada con fondos públicos, lamentable iniciativa del PSOE, partido al que usted califica de “izquierdista”. El PP, como es evidente, no habría de cambiar ese modelo. Al contrario, lo reforzaría: así, por ejemplo, observamos cómo desde el inicio de la actual crisis financiero-sistémica, al tiempo que se ha recortado en el sistema de educación/formación pública (con cierres de colegios y despidos de decenas de miles de profesores interinos incluidos), se han incrementado las partidas destinadas a los colegios religiosos (así como a las universidades religiosas) hasta un 30% en comunidades como Madrid.

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  8. y III

    Vayamos ahora a Aznar. Habiendo sido González un impostor (pues no llegó siquiera a aplicar políticas económicas socialdemócratas), durante las dos legislaturas del aznarismo (como después con el cuenta-nubes de Zapatero) se llevaron a cabo reformas fiscales regresivas, esto es, se promovió una fiscalidad más dura con las rentas del trabajo y más laxa con las del capital. ¿Considera usted que eso es propio de “la izquierda”? Incluso aceptando la lógica tramposa que usted emplea: ¿considera que la “izquierda” le dictaba la letra de tales reformas a la “derecha”?

    ¿Y Rajoy? Pues ha seguido la línea trazada por Merkel y el Bundesbank, la política económica de choque que hundió al gobierno pesoísta de ZP (quien traicionó su programa en mayo del 2010, cuando todos los indicadores macroeconómicos, siendo preocupantes precisamente a ojos de quien realmente sea de izquierdas, eran mejores que los actuales: desempleo, deuda, déficit, distribución de la renta…), pero incrementando su intensidad, y esto no por otra razón que el integrismo ideológico de su partido, dirigido desde la neoliberal (neoconservadora sería el término adecuado) FAES, que según usted también obedecerá los dictados de la “izquierda”.

    Antes de acabar (y espero que me pase el comentario, dado que me he molestado en replicarle), me gustaría que me diera una explicación para el nivel de corrupción que sufrimos en España. ¿Acaso la trama que afecta al partido gobernante no es resultado de su absoluto control en casi todas las instituciones del Estado, desde las cuales opera? ¿Acaso el más que posible sobreseimiento del caso no sería consecuencia de cómo dicho partido controla todos los poderes del Estado? ¿Acaso la pasividad ciudadana, con independencia de la permisividad moral que el tardo-franquismo ha inculcado en el español medio, no es en gran parte resultado de la sucia labor de desinformación y ocultación de datos de unos medios rendidos a la “derecha”? Veamos, si la “izquierda” (la izquierda oficial, quiero decir) mandase realmente, tal y como usted asevera, ¿cómo es que no saca un mayor partido del escándalo que supone la mayor trama de corrupción en Europa y en la historia de España?

    Verá usted, Félix Rodrigo Mora, debió haber concluido en su escrito precisamente todo lo contrario de aquello que afirma en él, porque es la derecha quien ejerce (y ha ejercido siempre en este país) como guía y maestra de la “izquierda”.

    Saludos.

    Crusoe

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  9. Una apostilla a mi comentario (que escribí aprisa y tuve que trocear para que pudiera ser enviado) sobre los dos párrafos en cuestión:

    No es que lo que usted afirma en ellos sea incorrecto, es que es falso. Para que pudiera decir que es mentira tendría que conocer con qué intencionalidad realizó usted esa afirmación, pero no lo necesito para afirmar que se trata de una falsedad (deliberada o no, sólo usted lo sabe).

    Hay una gran diferencia entre responsabilizar a la "izquierda" de la situación actual (y la izquierda es responsable, por haberse plegado muchas veces de manera acrítica al "sistema", por haberse aburguesado, efectivamente en el Estado) y hablar de "supremacía" cultural, mediática, etc. Insisto, ofrezca usted datos que corroboren su afirmación. Tamaña diferencia, la distancia que hay entre acusar a la izquierda de omisión (habiendo sido ésa su verdadera traición al electorado y al pueblo español) y hacerlo de todo lo contrario (como si fuese la cuna ideológica del neoliberalismo español), marca la frontera que separa la crítica de la infamia, la contrainformación de la intoxicación.

    Crusoe

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  10. Sin ceñirnos a lo económico (porque la vida no es sólo economía) pero sin descartarlo, le sugiero a usted, Crusoe, que mire a su alrededor... Todo, absolutamente todo lo que usted ve, tanto lo bueno (o mejor dicho, supuestamente bueno) como lo malo, es una creación de la izquierda... Y no me invento nada, no; mi afirmación se ajusta al mantra de la izquierda precisamente; ¿cuál? pues aquel que dice que la derecha, la derechona, los fachas, los religiosos, etc. todos ellos cavernícolas, según la izquierda, si por ellos fuera, aún seguiríamos en un oscuro pasado (existente o inventado, eso les da igual) que la izquierda tiene como referencia para usar como arma arrojadiza y comparativa de la sociedad de la modernidad. Repito por si no ha quedado claro: todo lo malo que usted ve ha sido creación de la izquierda, según el propio planteamiento de la izquierda. Pongamos un ejemplo para que queda la cosa más clara: a los cavernícolas no les hacían falta los bancos usureros, ellos con el látigo ya tenían suficiente y les iba bien (repito, según el propio argumentario de la izquierda); por tanto es más que evidente que es el pensamiento PROGRESISTA el que creó la necesidad de los bancos, de la monetización de la sociedad, y de que la gente necesitara pedir dinero prestado a crédito... por ejemplo para pagar la maquinaria agrícola que la industrialización del campo les imponía... una industrialización que llegaba, por supuesto, también de manos del PROGRESO, y de la izquierda como máxima valedora de dicho concepto. Y así todo, y reitero, según las explicaciones sobre el "enemigo" cavernícola que la propia izquierda nos ofrece. La realidad es bien distinta: la modernidad y el progreso (los que hay, no otros posibles) son un invento de las minorías poderhabienes en todas las épocas, con el fin de ir adaptando y modernizando los métodos de dominación a las necesidades de cada momento histórico. Resumiendo: los cavernícolas, por mucho que le pese a usted, están tanto o más interesados que la izquierda en todos esos supuestos AVANCES hacia la libertdad. Los hechos son tozudos y nos vienen a decir que la izquierda es un constructo de sus "queridos" "cavernícolas" para dominar al pueblo con el consentimiento de éste.

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    1. Perdone, anónimo, pero su comentario es sólo una opinión, de carácter sentencioso, que no sólo no se justifica con algunos datos específicos o cuanto menos una panorámica creíble de los hechos a los que está aludiendo, sino ni siquiera con unos razonamientos mínimamente estructurados y que merezcan una réplica seria por mi parte. Atribuirle a la “izquierda” todos los males del “sistema” e incluso, implícitamente, dar por menos malo “el látigo” (por usar sus términos), parece el comentario típico de algún miembro de esa especie que tanto prolifera en internet y se conoce por “troll”. Aparte yo no he hablado de “cavernícolas” ni de “fachas”, simplemente discrepé del autor de la entrada cuando afirma que la izquierda (y hablamos de la oficial) ha ostentado el poder en España durante los últimos treinta y tantos años.

      Crusoe

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    2. Mi intervención será todo lo mala que usted quiera, pero su respuesta a la misma es decepcionante. Y me reafirmo: la sociedad moderna, según nos dice la propia izquierda, sacando pecho por ello (por tanto, no es mi argumento, sino el de la izquierda y el progresismo, y de esto no cabe duda), la han construido ELLOS-AS, a pesar de los fachas, los religiosos, los ultramontanos... (los cuales estarían encantados de seguir viviendo en ese supuesto o real oscuro pasado). Eso sí, la izquierda nos dicen también que aún queda mucho camino por recorrer... A la vista de los hechos, no creo que sea difícil intuir cual ese camino y cual es el objetivo final. Y, así mismo, confirmaremos cual ha sido, es y será el papel de la izquierda (y por desgracia también de gran parte del anarquismo) en ese camino... Por ejemplo en el monotema económico, la izquierda ha querido que todo el mundo tenga trabajo (asalariado), y tenga dinero el bolsillo para CONSUMIR... Ya hemos visto los resultados: cuanta más gente trabaja de forma asalariada y más consume más ricos y poderosos hay y más poder acaparan. La excusa de la izquierda es la mencionada: es que aún queda mucho camino... En otras palabras: que como a los ricos y poderosos es difícil quitarles de enmedio, pues nos conformamos con tener dinero en el bolsillo para gastar (a pesar de que ello les convierta a aquéllos en aún más ricos y más poderosos). Eso y no otra cosa es la IZQUIERDA y EL PROGRESO... y eso sólo en el terreno económico, que no es el más importante. Porque si nos ponemos a hablar sobre la degradación del ser humano... el pensamiento progresista no tiene rival ni parangón. Si quiere lo debatimos también; a no ser que prefiera dar otra respuesta evasiva, claro.

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    3. La "revolución integral" es una utopía, por usar términos suaves.

      Primero contéstenme ustedes (porque yo me dirigí al autor del blog y me respondió un anónimo) cómo pretenden llevar a cambo el cambio social.

      Por otra parte, me es difícil discutir con alguien que se vale de falacias para replicar. Falacias sobre el dinero, el progresismo (asociado impunemente con la izquierda, y a su vez asociada ésta, la política, con la social), etc., aparte de falsedades históricas notorias, como afirmar que la "sociedad moderna" (en realidad, la "contemporánea") es "peor" que sus precedentes (donde no ya la sumisión, sino el servilismo imperaba incluso por ley). Todos los derechos y privilegios adquiridos por la Humanidad en los últimos 150 años (con lo todo lo discutible que tiene que tengan que concedértelos desde el Estado, al menos a ojos de los que somos realmente anarquistas) se han logrado gracias a "la izquierda", es decir, gracias a la lucha sindical, obrera, socialista, etc. Quien niega esto no sabe de lo que habla.

      E insisto: ¿cuál es la fórmula mágica o el revolucionario modus operandi que proponen ustedes para acabar con el Estado? Un Estado, por cierto, que a día de hoy involuciona hacia su viejo papel de instrumento expoliador de las clases trabajadoras. No existe hoy "Estado de bienestar". Ya puntualicé esto en uno de mis comentarios, sin obtener réplica. Mis comentarios, aun escritos rápido, a vuelapluma, están ahí para quien quiera entender. Y con ellos las preguntas que planteaba, que se han quedado sin respuesta.

      Por problemas de conexión no puedo extenderme más.

      Crusoe

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    4. En su comentario llega a reprocharle a la "izquierda" que haya demandado que "todo el mundo tenga trabajo", así como dinero para consumir.

      El consumo (otra cosa es el consumismo, por cierto, característico del capitalismo de fin de siglo, no del socialismo) es el motor de la economía en cualquier civilización. Aunque de su reproche tal vez pueda inferirse que usted prefiere volver a época de las cavernas. Por momentos da, al menos, esa impresión.

      En cuanto al trabajo, es el factor primordial de desarrollo en una sociedad, cualquiera que ésta sea. Tal vez sea mejor, a sus ojos, disponer de una enorme reserva de desempleados entre los que poder pescar seguidores para la secta de la resignación a la que por lo visto usted pertenece.

      El enorme desempleo estructural que caracteriza esta sociedad globalizada del siglo XXI es el verdadero mal endémico del sistema. Por supuesto, consecuencia de un modelo perfectamente planificado que posibilita tirar salarios a la baja y explotar con mayor facilidad a los trabajadores, "liberalizando" el mercado laboral. Es ahí (en el coorporativismo, en la retroalimentación Capital-Estado) donde el orden vigente debe ser atacado, aun sin renunciar a la superación de todo Estado.

      Pero proponer una alternativa involucionista, renunciar al rigor empírico del análisis (tachándolo de "economicismo") y culpabilizar a la "izquierda" (y ya no estamos hablando de la impostada, de la política) por reivindicar la igualdad de oportunidades al tiempo que se hace la vista gorda con los abusos, robos, atropellos y crímenes de las fuerzas conservadoras (esto es, de la derecha) no supone más que alinearse con el poder, aun revistiéndose con el manto del libertarismo o del librepensamiento, e incluso acercarse a posicionamientos filofascistas.

      De toda su intervención puede inferirse que el feudalismo era "menos malo" y "más humano" que todo lo que vino después. Bueno, también los fascistas eran reaccionarios y opinaban de un modo similar. Tal vez es que algunos no se han ubicado todavía.

      Crusoe

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  11. I

    Para que no haya lugar a dudas, aclaro que no creo en la socialdemocracia. Ahora bien, lo primero es tener claro qué es (o ha sido) la socialdemocracia. Y teniendo claros los puntos que definen la socialdemocracia (fiscalidad progresiva, redistribución de la renta, porcentaje de inversión pública en sectores básicos, nivel de participación de los trabajadores en los comités de empresa, etc.), concluiremos que en España nunca ha habido socialdemocracia. Segundo, aun cuestionando la socialdemocracia (como la cuestiona usted, como la cuestiono yo, desde una posición, si quiere, “anarquista”, puesto que me considero comunista libertario), me parece cuanto menos insuficiente y parcial (y lo parcial conduce muchas veces a lo tendencioso) focalizar la crítica al Estado (capitalista) en la socialdemocracia. Y esto por dos razones: 1) porque hoy el poder no se gestiona principalmente a través de la socialdemocracia, sino del llamado “neoliberalismo” y 2) porque la socialdemocracia, no lo olvidemos, fue el resultado de la deriva que el Estado capitalista (digamos mejor el “sistema”) tomó tras la segunda guerra mundial, una vez que la oligarquía comprendió (en el contexto de un mundo en ruinas) que sus intereses correrían el peligro no ya de menguar, sino de verse totalmente arruinados en caso de que triunfase la revolución social, o en todo caso seriamente comprometidos en caso de que se desembocase en un sistema de centralismo de tipo socialista (el mal llamado “socialismo real”, que no fue más que una traición a los verdaderos ideales revolucionarios).

    Dicho todo esto, y comentando de pasada que coincido con usted en el rechazo a esta constitución (dictada por la oligarquía en aras de sus intereses, refrendada por un pueblo ignorante como consecuencia del fascismo y sin siquiera haberse dado un proceso constituyente), insisto, ahora con el ánimo más templado, en que es injusto y falso atribuirle a la izquierda española (incluso a la oficial, esto es, a la izquierda política, tan alejada de la verdadera izquierda social, me atrevería a decir que mayoritaria en España) el poder o un mayor control en el reino español durante los últimos treinta y tantos años. Exceptuando la década de los ochenta, exceptuando el felipismo cuando contó con mayor apoyo social, la historia reciente de España se ha ido construyendo (e incluso reescribiendo) a gusto de la “derecha” (huelga decir la derecha oficial, puesto que también es cierto que hay otra, de índole liberal, que no se ve representada en la política, es decir, en el PP, si bien es verdad que muy minoritaria). En otras palabras, la oligarquía española (inseparación de poderes en el origen, ley electoral trucada que fue consolidando el bipartidismo gracias a los “premios” de financiación por escaños obtenidos y a la sucia labor de unos mass-media al servicio del stablishment), si bien aceptó, manejó, dirigió y usó al PSOE (supuesta “izquierda”) como instrumento útil cuando le convino (por supuesto mientras muchos pesoístas se hacían de oro), se ha caracterizado siempre por su carácter político conservador, o lo que es lo mismo, su “máscara” de cara a la opinión pública, ha sido principalmente la de la “derecha”. Aunque si contamos las legislaturas apreciamos un empate entre los dos “actores” en juego (y nunca mejor dicho), PSOE frente a UCD-PP (UCD + AP), el poder autonómico, exceptuando los tiempos de consolidación del felipismo, ha estado mayoritariamente en manos de la “derecha”. Y dicho poder no es una cuestión menor dada la arquitectura institucional del país, por mucha que ésta no sea federal. Aparte, insisto, consideremos los mencionados mass-media: el ciudadano sufrió las mentiras del poderoso grupo PRISA, pero frente a dicho grupo (cuyo fundador era, por cierto, un opusdeísta), nos encontramos un surtido conjunto de monopolios de signo contrario, dándose el caso, además, de que PRISA ha venido pegando un notorio giro “a la derecha” durante los últimos quince años, si es que alguna vez fue de “izquierda”.

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  12. II

    Por desgracia España es un país que, habiendo carecido de revoluciones liberal-burguesa y/o socialista, se acoge mejor que ningún otro a esa famosa máxima gatopardiana que venía a decir que es necesario que todo cambie para que todo siga igual. La oligarquía (lo que comúnmente llamamos “las familias”), ya sea política, financiera, empresarial… se ha perpetuado no a través de los años, sino de los siglos, cambiando de máscara según los tiempos lo requirieran. Dicha oligarquía, contando con el decisivo apoyo de la Iglesia Católica, apoyando un golpe de Estado (1936) cuando la república no parecía dar muestras de la suficiente dureza contra las demandas populares, promocionado la gran mentira de la Transición… ha dirigido siempre el rumbo del país. No la izquierda, que a lo sumo ha llegado a ser (me refiero a la izquierda oficial, como es obvio) un invitado más a la mesa del poder, un invitado, si cabe, necesario para calmar los ánimos del pueblo español, para estafarlo impunemente.

    Dicho todo lo cual, la revolución de tipo moral que usted defiende nunca, repito, nunca, podría consolidarse en un escenario de progresiva degradación socio-económica como el que estamos viviendo. El hombre es más que un apéndice de las teorías económicas y políticas. Pero las decisiones políticas y las medidas económicas son determinantes para el desarrollo de las sociedades y de los individuos que las componen, y por tanto, también de su “moral”. Negarse a asumir esto es un error estratégico garrafal (en lo que atañe a, llamémosle así, la “causa revolucionaria”).

    Crusoe

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  13. I

    Aunque no dispongo aquí de conexión para comprobar si este comentario que voy a dejar suscita alguna réplica, me gustaría plantear una cuestión que me parece elemental pero no por ello desdeñable cuando hablamos de “revolución”, entendiéndola ya como cambio social, ya como perfeccionamiento “moral”.

    Cuando nos planteamos un objetivo de este tipo, que cuanto menos atañe a nuestro rol en sociedad, se nos presenta en primer lugar un dilema de naturaleza ética, que es por lo que nos replanteamos las cosas, cuestionamos el orden establecido, aspiramos a participar en un posible y gradual proceso de cambio…, y en segunda lugar, un dilema, dilema que no tiene ya que ver con el por qué de nuestro posicionamiento, actitud, etc., sino con el cómo: ¿cómo llevar a cabo esas aspiraciones y objetivos?

    Si somos sinceros comprenderemos que éste es el principal dilema de todo “anarquista”. ¿Cómo “ser anarquista”? ¿Cómo “actuar como anarquista”? Y evidentemente esta pregunta debe plantearse en relación con el Estado, que es la superestructura jurídico-política que “legitima” el orden establecido. Hasta aquí estaremos de acuerdo.
    El anarquismo más beligerante (y más coherente) proponía antaño la destrucción del Estado, dado que se asumía que mientras el Estado existiese toda tentativa de planificación social al margen de éste sería finalmente abortada (pensemos incluso en gente “moderada”, como por ejemplo, como Gerrard Winstanley, quien a fin de cuentas coincidía en sus propuestas con los postulados libertarios). Con el desarrollo de la vertiente social del Estado durante el siglo XX (en lo que llamamos “Occidente”) así como con su “fortalecimiento” en la Europa del Este (“socialista”), aun habiéndose traicionado el ideal comunista (que no olvidemos, aspiraba a la superación del Estado), el viejo objetivo anarquista de destruir para crear si bien no fue abandonado, parecía más inalcanzable e irrealizable que nunca. Primero porque desde el poder se cedió lo suficiente para evitar una revolución total, propiamente integral. Segundo porque ese “fortalecimiento” que señalo perfeccionó el funcionamiento del aparato represivo (a la vez que propagandístico) de los Estados.

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  14. II

    Si dejamos a un lado ese anarquismo digamos de tipo “bakuniano” (quiero decir: la acción directa) y nos centramos en las propuestas pacifistas que incluyen llamados a una vida al margen de la gran ciudad (que es el epicentro del sistema de producción capitalista moderno, al menos en “Occidente”), o lo que es lo mismo, una vuelta al campo (lo que supone una regresión, una “reacción” ante una determinada deriva del progreso), tendremos que plantearnos la misma cuestión: ¿cómo?

    Es por esto que no puedo menos que mirar con escepticismo las propuestas que usted defiende como alternativa viable al sistema, al modo de vida actual. Pongamos que renunciamos a producir y a vivir dentro del sistema. Que volvemos al campo. ¿Significa eso que nos “liberamos” del Estado? Ni mucho menos. Para organizar cualquier tipo de actividad y/o intentar cualquier tipo de organización social al margen del sistema se necesitan hoy más que nunca permisos, licencias… (de hecho, esto incluso para vivir en una tienda de campaña en el monte) y, en consecuencia, al tener que rendir cuentas ante la autoridad competente, al tener que permanecer identificados, localizables…, al tener que pagar (seguir pagando) los impuestos correspondientes…, en ningún caso se habrá alcanzado la “libertad” de un proyecto de vida o de organización social realmente independiente del orden establecido.

    ¿Y entonces? Pues una vez asumimos esta realidad, que hace añicos las aspiraciones idealistas que podamos concebir mientras nos abstraemos de la aplicación práctica de un programa, nos encontramos ante una encrucijada, frente a la cual se nos plantea la duda definitiva, duda que atañe a la cuestión principal de todo “revolucionario” (esto es, de todo aquel que aspira a cambiar el orden de las cosas): desistir de toda aspiración socio-política velando, por tanto, por el propio interés (lo que contradice el idealismo de toda revolución, se plantee en términos sociales o morales) o intentar operar sobre el único terreno propicio para la “batalla”. Y ese terreno, huelga decir, es el terreno donde campa a sus anchas el león del Estado, león que, si no puede ser destruido, deberá ser “domado”.

    Crusoe

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