Algunos dices que Morales ha sido corrompido por el
poder, y que ha variado su política y programa. No es verdad. Ahora está
haciendo lo que preconizó desde el principio con la peculiar neolengua del
progresismo, lo que está en el meollo de las políticas de izquierda. Por lo
demás, el poder corrompe siempre, y la única manera de evitar ser corrompidos
es no sumándose al poder, no participar en mascaradas institucionales, no
incorporarse al Estado ni al gobierno, buscando los remedios a los males
sociales en el pueblo y con el pueblo, que ha de estar, para existir como tal,
fuera y en contra del ente estatal, fuera y en contra del sistema
partitocrático.
Su trayectoria ha ido atravesando diversas etapas,
todas lógicas y cada una preparatoria de la siguiente. Antes de acceder al
gobierno fue la fase de la demagogia y el tremendismo verbal. Al ser presidente
en 2005 dedicó un tiempo a promover el asistencialismo social, atrayendo,
dividiendo y corrompiendo con el dinero estatal a sectores de las clases
populares y los pueblos indígenas. A la vez colocó en puestos estatales y
empresariales a sus seguidores, creando con ello una sólida plataforma de
intereses para realizar su proyecto. Además, realizó una marrullera política de
gestos y poses, como romper relaciones diplomáticas con el imperialismo yanki
en 2008 y nacionalizar (estatizar) algunas empresas, también para ofrecer a sus
seguidores más empleos y sinecuras en el estatocapitalismo, entre otros fines.
Así fortalecido pasó a la etapa operativa de su
proyecto: fomentar el desarrollo económico capitalista, desarticular el mundo
indígena, hacer de Bolivia un país todavía más semi-colonial, por más dependiente
de la monoproducción de materias primas[1],
dividir y enfrentar a las clases populares (véase el uso que ha hecho de las “políticas de género” con tal
finalidad), perseguir policialmente a quienes se le oponen desde posiciones
revolucionarias, considerar los territorios aún vírgenes del país como bienes
mercantilizables, fomentar rastreramente la tecnología (en particular Internet,
un arma poderosa contra las comunidades indígenas), establecer normas
jurídicas para “integrar” a los indígenas en “la nación boliviana”, sumarse a la sinrazón de los cultivos
transgénicos, loar y fomentar la energía nuclear y otros similares.
La presión había sido muy fuerte y la situación
reventó en 2011. Ese verano y otoño se vio al indigenista por antonomasia,
Morales, enfrentado violentamente a las comunidades indígenas, contra las que
desató una represión policial bastante severa…
En la última campaña electoral Morales y la
izquierda han sido financiados ya directamente por la gran patronal, que ha
encontrado en uno y otra sus mejores valedores, los únicos capaces de
proporcionarles hoy un crecimiento económico de larga duración, en el que
realizar una tan enorme y generalizada como relativamente tranquila acumulación
de capital. Los elevados beneficios que están logrando las grandes compañías
hoy en Bolivia, autóctonas y multinacionales, son un mentís al
“anticapitalismo” de Evo y el izquierdismo.
Su “antiimperialismo” se desenmascara, según se ha expuesto,
con el hecho de que en vez de diversificar la economía para hacerla
autosuficiente y alimentar a la población ha concentrado aún más la actividad
productiva en los minerales (litio sobre todo) y el gas natural, que
representan el 80% de las exportaciones del país. Subordinado al muy depredador
imperialismo chino, Bolivia es un país cada vez más dependiente del mercado
mundial, al que lleva sus materias primas en condiciones que tienden a empeorar.
Mientras, la agricultura de autoconsumo, familiar y local, está siendo relegada.
Morales durante un tiempo incluso peroró a favor de “la soberanía alimenticia” pero su actuación posterior es la negación
de ella.
Hoy Evo y su gente son nueva burguesía aferrada al
capitalismo de Estado por lo general, aunque cada vez más también a la empresa
privada y a los negocios exportadores y cambiarios, por medio de múltiples
procedimientos y mecanismos, legales e ilegales. Los “fieros” izquierdistas de
antaño son hogaño prósperos neo-funcionarios, opulentos emprendedores o sesudos
consejeros del gobierno en cómo demoler mejor a la ruralidad indígena, cuando
no ingeniosos loadores de las glorias del Jefe en los medios de comunicación o
boyantes profesores maquinadores de nuevos maquiavelismos. Todos, o
prácticamente todos, han prosperado mucho y están entusiasmados con la
situación. Desde luego, lo suyo es de fábula: se hacen ricos y al mismo tiempo
“emancipan” a las clases trabajadoras y a los pueblos indígenas. La cuadratura
del círculo es así realizada, al menos verbalmente…
El error de quienes han apoyado de buena fe al MAS y
a Morales es ignorar lo más evidente, que su proyecto mantiene incólumes los
poderes fácticos, el ejército, el aparato policial, el poder judicial, el
artefacto académico, el estatocapitalismo. En realidad la cosa es mucho peor
pues el ejército, que ejerce el poder decisivo, sobre todo en países como
Bolivia, nunca ha disentido de Morales, lo que indica que le otorga un respaldo
total en la práctica. Hoy la izquierda latinoamericana realiza las políticas
diseñadas por los ejércitos de los respectivos países, de los que es el brazo
político, igual que hace decenios lo fue la derecha y extrema derecha.
(Continuará)
[1] Desde que Morales está en la presidencia del
gobierno, Bolivia ha ido incrementado las importaciones de alimentos básicos,
con reducción del porcentaje de autoabastecimiento. Esto es lo propio de
economías lanzadas a realizar una sobre-acumulación de capital lo más rápida
posible, que concentran los recursos productivos disponibles en las ramas donde
la cuota de ganancia es mayor, dejando abandonados los sectores menos rentables
pero más necesarios, como la producción de medios básicos de vida. Así actuó la
extinta Unión Soviética, luego hizo lo mismo Cuba “socialista”, después
Venezuela con el chavismo y ahora lo está llevando a efecto Bolivia con
Morales. Tal es expresión de que la izquierda “combate” el capitalismo para
establecer un hiper-capitalismo en el que las necesidades básicas de las gentes
más modestas no tiene cabida, en particular si la pequeña producción familiar y
vecinal es socavada y condenada a la extinción por los tecnócratas y
mega-desarrollistas de la izquierda.
"Hoy la izquierda latinoamericana realiza las políticas diseñadas por los ejércitos de los respectivos países, de los que es el brazo político, igual que hace decenios lo fue la derecha y extrema derecha." con la diferencia de que unos eran dictaduras militares y otros al menos son más disimulados. Por lo demás, buena entrada
ResponderEliminar" las necesidades básicas de las gentes más modestas no tiene cabida, en particular si la pequeña producción familiar y vecinal es socavada" pequeña producción en terrenos sin asalariados o en empresas privadas? porque puede ser soberanía individual o pequeñaburguesía. No es lo mismo
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