Lo más repudiable de la ejecutoria de Morales es su
política hacia las comunidades indígenas. Ha agredido ambientalmente sus
territorios, con grandes infraestructuras y una intensa actividad expoliadora de
recursos primarios, mercantilizando el marco de existencia de aquéllas[1].
Las ha enfrentado unas con otras y dividido interiormente, favoreciendo a
minorías que se están transformando en nueva burguesía indígena y explotando a
los que antaño fueron sus iguales. Las está aculturando, atrayéndolas a la
dependencia del Estado, rompiendo las tradiciones ancestrales de
autoabastecimiento y vida autónoma conforme a sus propios valores, fundamento
de su mismidad y pervivencia.
Para conectarlas a la Red, lo que es tenido por
Morales por un enorme progreso, ha lanzado un satélite artificial, a fin de que
Internet llegue hasta la última aldea de la selva. Con esto introduce a los
indígenas en el capitalismo global, les hace buenos para el trabajo asalariado,
el consumo y el pago de impuestos. Por causa del obrar del gobierno de
izquierda es de temer que, en unos pocos años, ya no queden pueblos indígenas
autosuficientes, conscientes de sí, orgullosos de lo que son y en permanente
lucha por la libertad, al haber sido rebajados a masa amorfa, sin dignidad y
aculturada, devastada por el autoodio, que vive para el dinero y la turbia
ilusión del bienestar material. Como consecuencia, dichos pueblos se están
desentendiendo de sus lenguas, cada día menos apreciadas, pasándose al español
cuando no al inglés.
El MAS y Morales hicieron promulgar en 2009 una
nueva Constitución que declara a Bolivia “Estado
Plurinacional (sic)”, declarando co-oficiales 36 idiomas indígenas. De esa
manera se arrebatan tales lenguas a sus pueblos, que quedan transformadas en propiedad
del Estado, entrando con ello en un proceso de, por un lado, aparente
recuperación pero, en realidad, de desintegración. Son los pueblos, y no los
Estados, quienes pueden salvar las lenguas y culturas amenazadas. Aquéllos son
causa de su decadencia, no el remedio.
Al expropiar las lenguas a los pueblos indígenas
Morales está ejecutando un genocidio cultural, al que los pueblos indígenas se
resisten, de ahí sus grandes movilizaciones de 2011, que el gobierno de Morales
reprimió con furor. Las luchas obreras, campesinas, indígenas y populares
contra el gobierno izquierdista del MAS son abundantes y persistentes desde
hace mucho, realidad que los media ocultan para mantener una buena imagen del
izquierdismo pro-capitalista a escala planetaria, al ser éste necesario al
poder constituido en muchos países, España entre ellos, para pastorear y
manejar a las masas.
También velan el uso habitual de grupos
parapoliciales y de extrema derecha, organizados por el MAS y el gobierno de
Evo, para violentar a quienes denuncian y se resisten, en particular a las
comunidades indígenas, que han padecido muchas agresiones ilegales dirigidas
desde el gobierno en los últimos años.
Lo que incontables gobiernos de derechas no han
logrado durante muchos años, e incluso siglos, el sobre-someter a los pueblos
indígenas de Bolivia hasta aniquilarles cultural y políticamente, lo está
consiguiendo la izquierda en un tiempo muy corto. Por eso Evo es idolatrado por
el gran capital, el imperialismo y el ejército, por todo el bloque de los
dominadores. Se comprende, pues está logrando incorporar más del 60% de la
población, formada por pueblos ancestrales, al sistema capitalista globalizado.
En tales resultados se evidencia la verdadera
naturaleza del discurso indigenista, racista antiblanco y pretendidamente
antiimperialista de Morales y su partido. Un indígena aymara, Morales, está
culminando la desnaturalización e inmolación cultural de los pueblos indígenas
de Bolivia. Su racismo ha tenido unos resultados inesperados para los más
ingenuos, golpear a las comunidades autóctonas hasta casi desintegrarlas… lo
que prueba que el racismo en todas sus formas es intolerable, en particular el
que ahora está en ascenso, dirigido contra los blancos[2].
Morales es maestro en lo que se ha denominado “doble discurso”: dice una cosa y hace
otra. Promulga su Constitución de 2009 para conculcarla todos los días en la
práctica, y sólo se acuerda de ella si le es útil como instrumento para
embaucar. El uso regular de la mentira forma parte de sus hábitos de trabajo.
Cuando por todas partes se eleva el clamor contra
los transgénicos, Morales y la izquierda se han hecho sus defensores. Mientras
en todos los países la lucha contra la energía nuclear es una de las banderas
de la resistencia a los Estados y al capitalismo globalizador, la izquierda
boliviana se dispone a abrir una central nuclear, a la vez que exporta
productos energéticos, gas natural, extraídos con gran daño medioambiental. Con
tal de hacer subir la cuota de beneficios de las multinacionales, acumular
capital y encontrar nuevos ingresos tributarios para el ente estatal, la
izquierda boliviana está dispuesta a todo.
Aquélla está acudiendo a todas las argucias
imaginables para sobre-dominar al pueblo. Morales lleva años fomentando la
delincuencia común, para que la violencia en la calle dificulte la acción
autónoma popular. Tan sangrienta artimaña ha sido llevada hasta sus últimas
consecuencias por el chavismo en Venezuela, como procedimiento extremo de
dominación, y el gobierno del MAS la está ahora copiando en Bolivia.
(Continuará)
[1] Para calibrar el grado de inmoralidad de la
izquierda pro-capitalista hay que recordar las antaño tan incesantes como
estomagantes soflamas de Morales a favor de la Pachamama (madre tierra). Hoy
todo eso está olvidado, y ya sólo habla de lo único que verdaderamente le ha
preocupado siempre, como buen burgués travestido, el dinero. Para vencer
electoralmente y medrar la izquierda está dispuesta a prometer lo que haga
falta. Posteriormente dirá Diego donde dijo digo. Ahora en Bolivia sacrifica al
medio ambiente y la madre tierra ante el altar del desarrollismo y el progreso.
[2] En las comunidades indígenas Morales está
fomentando el desenvolvimiento de una nueva burguesía indígena, opulenta,
arrogante y deshumanizada, que exhibe sin pudor sus signos externos de riqueza.
Unificada por la ideología del victimismo, el racismo antiblanco y el
desarrollismo, escenifica de cuando en cuando parodias de ceremonias
supuestamente ancestrales al mismo tiempo que manda a sus hijos a estudiar en
EEUU, venera el inglés y desprecia la cultura popular campesina autóctona, que
concibe como “atraso” y prácticas “supersticiosas”. Esa nueva burguesía de piel
oscura está sobre todo en las empresas estatizadas por Morales, que atentan contra
el medio ambiente, llevan adelante el saqueo del gas y dañan a las poblaciones
indígenas que desean seguir siendo ellas mismas y continuar viviendo a la
manera tradicional. Otra de las agresiones étnicas puesta a punto por Morales
es la de otorgar becas a adolescentes de familias indígenas rurales, para que
en las universidades sean manipulados, adoctrinados y aculturados, convertidos
en ajenos a sí mismos y enemigos de sus propios pueblos. La cultura de los indígenas,
que es de base oral, no cabe en la universidad, una sección del aparato del
Estado neo-colonial. Su lugar es la vida, la aldea, la calle, no las aulas
manejadas por pedantes, funcionarios y arribistas. La existencia de una elite indígena
no es, con todo, un fenómeno nuevo, pues el sistema colonial se basó en la cooperación
de aquélla con los poderes imperiales. Por eso el colonialismo no puede ser
concebido en términos racistas. La izquierda, cuya concepción básica es racista,
lo hace a costa de la verdad histórica.
Rodrigo no le hagas la rosca al españolismo, empleando "español" por castellano y "España" por Estado español, por favor.
ResponderEliminarentonces para ti en lugar de hacer eso con los indígenas lo haría Podemos con los parados y excluidos no? integrarlos al sistema
ResponderEliminar"Por eso el colonialismo no puede ser concebido en términos racistas" no estoy de acuerdo.
ResponderEliminar"La izquierda, cuya concepción básica es racista, lo hace a costa de la verdad histórica." pero si la izquierda es internacionalista.
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