Estamos ante un pequeño libro -pequeño por su extensión
pero inmenso por sus contenidos- que toda persona que desee vivir con grandeza
de miras, autorrespeto, intensidad anímica y empuje épico deberá no solo leer
sino aplicar a sí misma.
No se sabe nada, en realidad, de su autor. Se supone
que es un griego del siglo I de nuestra era, próximo a la escuela estoica,
aunque a mi entender se sitúa todavía más cerca de la cínica. Nos ha llegado en
un manuscrito del siglo X[1],
custodiado en París, y hasta el siglo XVII estuvo olvidado. Dicho manuscrito no
está completo, infortunadamente, pues faltan páginas, pero lo conservado tiene
la capacidad de elevar, emocionar y maravillar. También por la magnífica
colección de citas de autores clásicos que contiene, de Homero a Jenofonte.
En un momento de la historia en que la mediocridad, la
zafiedad, la falta de energía anímica, el deshonor, la chocarrería, el egotismo,
la cobardía, los más triviales delirios autodestructivos y el arrodillarse ante
el estómago triunfan con la mayor insolencia Longino nos ayuda a ponernos en
pie, reencontrarnos con nuestra humanidad perdida y recuperar lo que nunca
debimos dejarnos arrebatar, la grandeza de miras, la fogosidad emocional, la
pasión vehemente, la voluntad de arriesgarse, los arrebatos magníficos y la
agitación del espíritu.
Estrictamente considerada “Sobre lo sublime” se ocupa de por qué y cómo se debe hacer de la
oratoria una destreza apta para mover las fibras más profundas del espíritu
humano. Dicho con palabras de Longino, “el
lenguaje sublime conduce a los que lo escuchan no a la persuasión sino al
éxtasis”. Yerra al contraponer convencimiento reflexivo e intensidad
emocional pero esta pifia, propia de la escuela cínica, queda muy atemperada
por cuanto se enfrenta al artificioso y mutilante racionalismo aristotélico,
que considera al ser humano como mero argumentador y no como quien vive
apasionadamente su propia peripecia vital.
Un juicio similar debe hacerse de otra frase suya “las palabras bellas son en realidad la
verdadera luz del pensamiento”, puesto que las primeras, a veces,
están al servicio del error, la autocracia y la mentira (por ejemplo en la
propaganda política, académica y comercial contemporánea), pero esa
reivindicación de la belleza como atributo del lenguaje, máxime en un tiempo en
que la trituración, programada y realizada desde el poder constituido, de éste
es una de las vías más eficaces para la deshumanización.
Analiza Longino a numerosos autores antiguos para
captar en ellos la presencia o ausencia de esa categoría tan indefinible como ineludible
que es la sublimidad. Concluye que ésta tiene una de sus manifestaciones en los
“pensamientos elevados”. Establece
que son cinco las fuentes de la grandeza de estilo, siendo las dos
fundamentales “el talento para concebir
grandes pensamientos” y “la pasión
vehemente y entusiasta”. Olvida que la forma superior de sublimidad es la
realización de bellas acciones, difíciles hasta lo imposible, en las que se arriesgue
el todo de la propia existencia por metas que nos realicen con su dificultad, terribilidad
y exigencias extremas. Porque lo heroico es lo sublime materializado en hechos.
Para efectuar una oratoria persuasiva exhorta a “elevar nuestras almas hacia todo lo que sea
grandioso, y preñarlas, por así decirlo, constantemente de nobles arrebatos”.
Véase, recomienda entregarse a nobles arrebatos, tarea casi imposible en la
sociedad actual donde lo que domina de manera abrumadora es la mediocridad burguesa
y progresista, con sus letanías a favor de la seguridad institucional,
bienestar otorgado, pancismo pedigüeño, felicidad epicúrea, hedonismo
fisiológico[2]
y otras letales enfermedades del espíritu.
No casualmente Longino arguye que “los pensamientos bajos” son “propios de esclavos”. Eso era cierto en
su época y es aún más en la nuestra. Sin grandeza de ánimo y elevación
espiritual no puede haber libertad. Ni siquiera sujetos amantes de la libertad,
dispuestos a entregarlo todo por ella.
Pasa Longino a exaltar “la locura amorosa”, y para ello cita un extenso párrafo de Safo, cuya
lectura hace estremecer. En un orden social en que la biopolítica de los tétricos
manuales de sexología ha arruinado no sólo el amor y el erotismo sino también
el sexo, convirtiendo lo relacionado con Eros en una caricaturesca combinación
de mentiras, mezquindades, frivolidades, represiones y bobadas tediosas, esta
cita deberá ser leída una y otra vez, a poder ser en voz alta, por quienes
deseen hacerse sujetos aptos para el amor pasional, el ímpetu libidinal y el
furor genésico, tres categorías indeclinables de lo sublime. Atención,
estábamos en la oratoria y hemos llegado, por la lógica misma de lo real, a lo amoroso.
Poco después coloca un pasaje de “La Iliada” para mostrar un párrafo en
que la descripción de una gran tempestad marina por Homero se eleva a expresión
señera de lo sublime. Muy cierto. Cita asimismo a Domóstenes, con su oratoria
hecha de “vehemencia y pasión violenta”.
Recomienda a Hesiodo, con una frase magnífica, muy apta para los que quieren
privarnos de todo impulso vital con sus subsidiadas predicas a favor de la
armonía maniática, la paz bajo la tiranía, el pacifismo exangüe y las ñoñeces
deshumanizantes, “la lucha es buena para
los mortales”. Así Epicuro queda demolido, lo mismo que su demagógico y
mediocre discípulo romano, Lucrecio.
Longino, fiel a su idea original, recomienda “sublimidad en la expresión y grandeza en
los pensamientos”, un lema majestuoso, si bien le falta reclamar la
excelsitud también en el obrar, con riesgo, honor y dolor. Aduce que la
imaginación es necesaria para “producir
grandeza, elevación y vehemencia en el lenguaje” y culmina manifestando su
devoción por Eurípides, “el que más
esfuerzos hizo por expresar con grandeza trágica dos pasiones: la locura y el
amor”.
Celebra a quienes están llenos de “grandeza espiritual” de manera que “lo abrasan todo con su ímpetu” y
culmina la obra con una frase que debería esculpirse doquiera, “el afán de riquezas, por cuya búsqueda
insaciable todos sufrimos, y el deseo de placer, nos hacen esclavos, más aún,
se podría decir que producen el hundimiento total del barco de nuestras vidas.
El amor al dinero es una enfermedad denigrante y el deseo de placer es lo más
innoble”.
Hemos llegado al final. Sólo queda exponer que la
noción de revolución integral forma parte de lo sublime de tres maneras, porque
lo es por sí misma, porque sin la sublimidad jamás podrá ser realizada, ni
siquiera pensada y anhelada, y porque sin la categoría de lo sublime no se puede
autoconstruir el tipo de ser humano apropiado para batirse por ella. Con dicha
noción nos inmunizamos contra la sordidez y la mediocridad, nos mantenemos
alertas e insomnes, llenos de fuerza y vigor, rebosantes de pasión y dispuestos
a acometer no importa qué tareas difíciles e incluso imposibles. Con ella nos
hacemos sujetos del magnificente universo de la sublimidad, que Longino,
a pesar de sus defectos y decaimientos[3],
describe, prescribe y exalta.
[1] Esta es otra
muestra más, entre miles y miles, de qué fue el
verdadero cristianismo, en la forma de monacato cristiano, quien salvó la
cultura clásica pagana, griega y romana. El paganismo, en su etapa final, se
hizo suicida y autodestructivo, despreció sus realizaciones positivas y se
centró en un nihilismo muy a deplorar. El monacato cristiano copió, y con ello
salvó, los manuscritos que ya apenas nadie ajeno a él comprendía y apreciaba, y
lo hizo porque se sentía, en general, identificado con tan magnificas
realizaciones del espíritu humano, a las que tenía por imprescindibles para
regenerar a una Europa moribunda, a causa de la hiper-extensión del aparato
estatal, romano, y del consiguiente declive de las nociones de virtud personal
y virtud cívica. Tan moribunda como lo está ahora, e incluso un poco menos, y
por las mismas causas. Un libro ilustrativo, al respecto es “Cristianismo y cultura clásica”, C. N.
Cochrane, poco apto para dogmáticos y fanáticos, siempre autosatisfechos de su
descomunal ignorancia.
[2] Hay en el
libro una hilarante referencia, tomada de un autor antiguo, Zoilo de Anfípolis,
a los “cerditos llorones”, aplicable
a los “radicales” de nuestra sociedad, que lloriquean sin cesar para lograr embutir
más y más en sus estómagos, haciendo de sus “luchas” un sempiterno graznido por
más dinero, más pitanza y más consumo, estrategia que tiene, en realidad, una
sola meta, destruir los valores del espíritu y hacer mofa de la sublimidad como
categoría sustancial de lo humano, para arrebatarnos hasta el último adarme de
libertad. Dado que tales sujetos hacen dejación de su condición de seres
humanos para afirmarse como brutos que lo mega-devoran, todo, dicha expresión
encaja y es coherente. Quienes deseamos vivir lo sublime tenemos que
mantenernos alejados de ellos, y en pugna permanente con ellos.
[3] Lo sublime
ha sido tratado posteriormente en varias obras clásicas, en relación con la
estética sobre todo, lo que es un reduccionismo a repudiar, dado que el objeto fundamental
de la sublimidad es, en primer lugar, el ser humano, no la obra de arte. Se
puede citar a E. Burke, “De los sublime
y de lo bello”, y a I. Kant, “Observaciones
sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime”, aunque no alcanzan el grado
de intensidad, profundidad, grandeza y pasión de Longino. Algunos estudiosos
admiten que la sublimidad inspiro el arte romántico, lo que es, como mucho, una
verdad muy parcial y bastante dudosa, pues aquél se despeñó en el histrionismo,
la ampulosidad y el pintoresquismo, hasta liquidarse a sí mismo por causa de lo
ridículo y falso de muchas de sus realizaciones.
Voy a comprar el libro a ver que tal.
ResponderEliminarSublimes palabras para acercarnos esta obra de Longino. ¡Aúpa Félix!
ResponderEliminarJosé Mª
Hola Félix, yo no compraré el libro.
ResponderEliminarMe gustaría conocer tu punto de vista a cerca de la pérdida de apoyos dentro del mundo libertario.
Otra pregunta, me gustaría conocer los parecidos y diferencias de la Revolución Integral con la Revolución Social ¿Yo pensaba que la RS no estaba mal, porqué inventarse otra?
Gracias
¿Mundo libertario?Con esto nos podemos echar risas hasta mañana.
Eliminar¿Pueden ser libertarios los que censuran libros y no censuran al Estado,pues éste ha sido su enemigo secular?Si estos son libertarios tambien lo seran Mariano Rajoy y J.L.Zapatero.
¿Cuántos revolucionarios sociales puedes encontrar?Si encuentras 20 de éstos yo apoyo vuestra revolución.
Estoy intuyendo que lo que le ocurrio a los revolucionarios en Kronstadt con respecto a los bolcheviques le ocurre ahora a la Revolucion Integral en relacion a los anarquistas actuales.
EliminarPues intuyes de culo, amiga. Desgraciadamente no hay que confundir los deseos con la realidad, y eso que unas cuantas patadas integrales en la boca de unxs cuantxs, seguro que solucionaba el asunto.
EliminarNada más lejos de la realidad, Ann,no tienen nada que ver. Infórmate mejor, la historia se basa en hechos no en intuiciones. El problema es de las fuentes en las que bebemos la historia, y a día de hoy es muy difícil encontrar una fuente sana, la mayoría están contaminadas.
EliminarMicael
Hoy día cualquiera puede llamarse anarquista utilizando al mismo tiempo distintos adjetivos,llegando al extremo de incluso autodenominarse anarcocapitalista, que ya es el súmmum de los disparates.
EliminarNo existen anarquistas actuales ni de antaño. El anarquismo es una filosofía con conceptos muy claros,y ni son todos anarquistas los que están en organizaciones anarquistas ni todos los anarquistas están organizados. Ni por muchas pegatinas anarquistas que el personal se ponga en la solapa deja de ser un cafre en muchos aspectos.
Y pienso que de ninguna manera la idea de la Revolución Integral tal como la entiende FRM está en contra de los principios anarquistas; es más, pienso incluso que, todo lo que expone FRM en su Revolución Integral formaba parte sustancial en la ideología de los distintos movimientos anarquistas y anarcosindicalistas(CNT) que desde principios del siglo XX batallan en España con mejor o peor fortuna. En concreto os invito a leer: Reflexiones para la Acción(III) de Jose Luis García Rua (http://fal.cnt.es/tienda/?q=node/150).
Lo único que FRM hace es condensar una serie de ideas de carácter libertario en su Revolución Integral, pero no hay nada nuevo bajo el sol, aparte de la supina ignorancia de la que todos disfrutamos.
O sea que las diferencias entre Revolución Integral y Revolución Social no sólo no son antagónicas sino que incluso se complementan. Lo que sí hace más énfasis FRM es en el concepto de la revolución de la persona, aspecto más olvidado en los movimientos anarquistas actuales en los que prima la revolución político-económica.
Micael
Tu y tus anarcopatadas...La única violencia legítima es la de defensa,la tuya es violencia fascista,la que intenta meter miedo amenazando .Ten cuidado ,que dicen que quien a hierro mata a hierro muere.
EliminarMuy buena intuicion,Ann.Pues lo que salió de allí ya lo sabemos,sin embargo los grupos anarquistas que intentaban de verdad hacer la revolución fueron masacrados.
EliminarAquí hay un audio de Koan muy bueno y esclarecedor sobre Bandera Negra.
http://www.ivoox.com/utopodcast-el-anarquismo-insostenible-audios-mp3_rf_2154151_1.html
El libro en scribd:
ResponderEliminarhttp://www.scribd.com/doc/164807054/Pseudo-Longino-De-lo-sublime
Félix cuando lea libros de caballería, acuérdese lo que le pasó a Don Quijote.
ResponderEliminarSaludos desde Zaragoza
Lo mejor no es leer libros,lo mejor es crearlos,pues si lees libros lees lo que otros crean y siempre vas a la zaga en cuanto a pensamiento,pues haces acto de dejación del mismo.¿Cuales son las obras que habeis creado el grupo de Zaragoza?¿Aún seguis recitando el rosario de Bakunin?
Eliminar¿Aún seguis censurando comentarios en vuestro blog-reducto de "democracia"?
ADULARI VERO SERVILE EST.
ResponderEliminarQUOUSQUE TANDEM ABUTERE,STULTUS,PATIENTIA NOSTRA?
EliminarAquí se pueden ver los textos recomendados en pdf
ResponderEliminarhttp://karlosluckas.blogspot.com.es/2013/09/para-profundizar-en-el-estudio-y.html