jueves, 19 de septiembre de 2013

PARA PENSAR ESTRATÉGICAMENTE


Si se trata de transformar hay que hacer reflexión estratégica. Si se trata de poseer creencias personales, una fe, doctrina o dogma para, real o pretendidamente, dotar de sentido a la propia vida, aquélla es innecesaria.
        
Los doctrinarios y dogmáticos solamente se ocupan de difundir sus propias creencias. Son proselitistas de sus fes particulares por lo que no requieren de una estrategia. Tampoco los egocentrados, que se reducen a interiorizar credos supuestamente provechosos para sí. Los revolucionarios, al considerar su propia vida como una forma de trascendencia precisan de ella
        
El ser humano necesita ideas e ideales y, al mismo tiempo, ha de cavilar estratégicamente para tener un proyecto y plan de acción, regularmente renovado y actualizado, que permitan su realización.
        
La reconstrucción del sujeto demanda el trabajo interior tanto como el trabajo exterior. Estas tareas se han de hacer de acuerdo a proyectos y planes cuya raíz sólo puede ser la reflexión estratégica. Ambas, sumadas, son la revolución integral.
I
Se ha afirmado que la estrategia es un decir de un hacer. Cierto, es el decir sobre lo que se desea hacer considerando la totalidad finita de lo existente. Por eso los fundamentos de cualquier estrategia son dos, la investigación más imparcial, serena, fría y objetiva de la realidad, de lo que está ahí en tanto que existente por sí, y la voluntad de formular planes de acción que luego han de ser cumplidos con esfuerzo y sacrificio.
En la actual sociedad, la de los seres nada, domina el principio de la inacción y la pasividad, siendo el “no” la expresión decisiva. Entre el hacer y no hacer, entre el ser y no ser, se decantan por el no ser, con el “no” anti-vivencial, inactivo, dado que su esencia es la nada. A tales, que han renunciado a vivir para, según parece, gozar y disfrutar, les sobra toda estrategia.
        
Tampoco ésta es necesaria cuando se actúa rutinariamente, sin creatividad, sin percepción del cambio ni de la temporalidad, repitiendo dogmas anticuados y modos de obrar que ya no corresponden a las nuevas condiciones. El estudio de la historia manifiesta que más o menos cada cuarto de siglo se modifica de manera sustancial la realidad social, y también las formas individuales de ser y existir. Por tanto, regularmente hay que crear e innovar, hay que buscar respuestas nuevas a los nuevos problemas, articulando el conjunto en un proyecto transformador radicalmente renovado, vale decir, en un magno plan estratégico.
        
Junto a la inacción e inmovilidad de los seres nada se da una forma maligna de acción (o, mejor, de hiper-acción), la propia del activismo. El trabajo asalariado, el adoctrinamiento educativo-cultural, las muchas formas de publicidad, la vida en las ciudades, el consumo y, sobre todo, el crecimiento constante del poder e influencia del Estado sobre la persona común son modos destructivos de manifestarse lo humano, que con ellos se desploma en lo subhumano. El hacer robotizado, ciego, estéril e irracional de quienes han sido moldeados por esas seis letales experiencias es no-reflexivo, no-estratégico y no-planificado, o sea, activista.
        
El reformismo socialdemócrata, se esconda bajo las etiquetas que se esconda (algunas muy pomposas), tampoco necesita de estrategia pues su meta no es el cambio revolucionario sino cooperar en la permanencia de lo existente. Aquéllos que actúan sin estrategia ya sólo por eso se ponen al descubierto como socialdemócratas. Lo cierto es que únicamente la revolución exige de una estrategia, por su colosal dificultad y complejidad inherentes. Si todo consiste en vivir “mejor” bajo el actual orden, ¿para qué el cálculo estratégico?
Quienes sólo son rebeldes y no revolucionarios, los colectivos y personas que se reducen a librar pequeños, dispersos y a largo plazo irrelevantes enfrentamientos con el sistema de dominación, por cuestiones parciales, a menudo de índole económica, monetaria y consumista, y que no preconizan y promueven día a día la transformación revolucionaria de la sociedad, tampoco requieren de estrategia alguna.
        
Las élites del poder siempre, o casi siempre, operan estratégicamente. No sólo los ejércitos sino también los diversos ministerios (que hoy son trece en “España”), los servicios secretos, el temible poder judicial, los instrumentos económicos del Estado, los aparatos del aleccionamiento educativo, los entes que fijan e imponen la biopolítica, el aparato fiscal, los organismos destinados a enfrentar a todos con todos creando la sociedad hobbesiana y los poderes mediáticos estatal-privados, por citar los más conocidos. El Pentágono, centro del poder militar de EEUU, tiene hoy la mayor concentración de estrategas del planeta. La gran empresa también dedica muchos recursos humanos y monetarios al análisis estratégico y a la planificación. En cada país miles de personas, muy bien remuneradas, actúan como estrategas y planificadores al servicio del Estado o de la gran empresa, o de ambos.

II
        
El proyecto de revolución integral necesita imperiosamente de una estrategia. Es así porque se propone luchar y vencer, y no meramente hacerse la víctima, negándose a justificarse por sus fracasos y derrotas con espíritu masoquista, lloraduelos y victimista.
        
No: pretende luchar y vencer, poner fin a esta sociedad que destruye lo humano, que ha originado una catástrofe civilizacional que es el fin de la historia en tanto que historia de los seres humanos y comienzo de la historia de los seres sub-humanos, o post-humanos, para decirlo en un lenguaje más neutro.
        
El pensamiento estratégico se dirige a aprehender lo más esencial, aquello que determina el conjunto por encima de lo contingente, anecdótico, coyuntural y parcial.
        
Esa búsqueda de lo más esencial específico, de lo que determina el curso de los acontecimientos en cada situación, es la meta del análisis estratégico. Tal sólo puede realizarse emancipando la mente de teorías y dogmatismos, de creencias, fantasías, temores y ensueños, observando con enorme atención, rigor y constancia la realidad, yendo a lo más decisivo y desechando lo secundario, por más que esto en algunas fases del proceso pueda parecer como principal y determinante.
        
Aprehender lo primordial (que suele ser complejo, contradictorio y múltiple) demanda realizar una planificación de la propia acción que se sustente en ello, y no en lo secundario. Así se logrará una estrategia que aunque pueda perder batallas consiga ganar la guerra, alzándose con la victoria final.
        
Muchísimas experiencias de acción transformadora, alguna muy próxima en el tiempo y en el espacio, han resultado ser un gran y doloroso fiasco precisamente porque aunque acertaban en numerosos aspectos inesenciales fallaban en lo más decisivo. Eso permitió a quienes las realizaron obtener muchos, sonoros e importantes éxitos parciales… para fracasar finalmente.

III
        
Establecidos los fundamentos reflexivos de una estrategia al servicio de la revolución integral se trata de pasar a formularla. Estamos ante un colosal proyecto de significación histórica que sólo en siglos puede ser realizado. Quienes buscan resultados a corto plazo que puedan ser disfrutados y gozados ya ahora es que no están comprendido la naturaleza real de nuestro tiempo, ni lo que es un proceso de revolución total que desea reconstruir lo humano, poner fin al actual sistema de dominación, liquidar el trabajo asalariado, realizar la libertad eliminado el ente estatal y hacer posible la virtud cívica y personal, espiritualizando, estetizando y erotizando la existencia.
        
Porque una estrategia revolucionaria es netamente diferente de un proyecto reformista, con una advertencia añadida: la era de las reformas está quedando rápidamente atrás en Europa. Ahora vienen tiempos tremendos en que sólo la revolución es y, más aún, será una elección realista.

6 comentarios:

  1. Me quedo con el final "Porque una estrategia revolucionaria es netamente diferente a un proyecto reformista". Me gustaría saber si ha llegado usted a esta conclusión solo o ha recibido algún tipo de ayuda.

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  2. ¿Cuándo llegará el colapso del hombre moderno? ¿Se puede vivir sin trascendencia alguna, sin un propósito, sin una meta bien definida? ¿Por cuánto tiempo puede soportar una sociedad tanto aburrimiento, tanta tristeza, tanto silencio, tanto ruido, tanto vacío espiritual? ¿Acaso es deseable una vida sin alegría, sin música? Y mucho menos, ¿sin dignidad alguna?

    ¿En qué se han convertido los hombres que tan solo desean una reforma de un mundo que ha sido diseñado y fabricado para su destrucción y aniquilación como ser humano? ¿Se encuentra nuestra alma tan corrompida y podrida que ni siquiera nos planteamos la idea de revolución?

    Si nuestra existencia carece de ningún destino más que el de "evolucionar" (nacer-crecer-¿reproducirnos?-morir) como cualquier otro ser vivo, ¿no nos habremos convertido en eso mismo, en seres biológicos sin trascendencia alguna?

    ¿Hacía dónde se dirigen los pasos o mejor dicho, los trompicones, que estamos dando como sociedad? Sin una idea de revolución, yo no veo que nos dirijamos hacia ningún lugar, excepto hacia un vacío eterno, hacia un abismo inacabable, hacia nuestra desaparición como hombres.

    La estrategia nos permitirá por lo menos vivir con grandeza y no como meros animales deprimidos que desean inconscientemente suicidarse para acabar con este enorme e inútil sufrimiento que nos ofrece la modernidad cada día en sus "confortables" ciudadelas.

    Saludos.

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    1. ¿Pero hablas por ti o por los demás? es que eso, no queda claro.

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  3. No estoy exagerando ni dramatizando nada si digo que si pides al 98% de la población que tenga alguna virtud, o si les pides simplemente que sepan distinguir el bien del mal, les estás pidiendo demasiado porque no son capaces ni de eso.

    Y la situación lejos de corregirse (o por lo menos de mantenerse) va cada vez a peor. Los españoles son cada vez mas enfermizos, mas narcisistas, mas falsos, mas gandules, etc.

    España es como una casa ardiendo desde los cimientos. ¿Que qué se puede hacer? Pues por el momento lo único que podemos hacer es intentar salvar los muebles. Tenemos que ponernos en contacto con ese 2% de españoles que no son un caso perdido. Y a ver entre todos que hacemos.

    Me gustaría poder darte algún mensaje de esperanza pero no tengo ningún motivo para esperar nada bueno de mis paisanos. Me gustaría darte alguna estrategía mejor pero no se me ocurre ninguna.

    Lo único que por el momento podemos hacer es intentar salvar los mueblos que todavía quedan.

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  4. Es la hora de la reflexión. Parémonos un momento a reflexionar.

    Micael

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  5. Desde que abriste este hilo llevo pensando en que estrategía podemos seguir. El 28 te dejé una. Aquí va otra.

    El mundo natural es un lugar bastante desagradable: un ciervo que se despista 5 minutos se lo comen los lobos.

    El mundo de los humanos, pese a que nosotros tenemos inteligencia, también es un lugar bastante desagradable. Es un lugar diseñado a propósito para estar repleto de abusos e injusticias. Es un mundo diseñado para aniquilar todo lo bueno que hay en nosotros, para convertirnos en infrahumanos y para mantenernos perpetuamente sometidos y explotados.

    Frente a esta situación tan horripilante y tan espantosa la masa de la población reacciona intencionadamente evadiendose todo lo que pueden de la realidad. La gente se niegan a ver lo que tienen delante de sus ojos y se niegan mas aún a comportarse como es debido. Lo que hacen es buscarse trabajos y diversiones que les absorban todo el tiempo, para no pensar, y poder evadirse todo lo posible del infierno que les golpea cada día.

    El resultado es una sociedad de individuos cada vez mas enajenados, mas disociados de la realidad.

    Pero todo problema que no se resuelve con el tiempo se va haciendo cada vez mas y mas y mas gordo. Y la sociedad de subnormales profundos en que vivimos no enfrentan el problema. Lo que hacen es negar que exista y buscar formas cada vez mayores de evadirse de la realidad.

    Hasta que llega un punto en el que el problema se ha hecho tan gordo que sencillamente no pueden seguir adelante. Y entonces acuden corriendo al psiquiatra o al psicólogo (las consultas están llenas) o a los libros de autoayuda sobre pensamiento positivo creyendo que por tomar una pastilla o por llorar delante del psicólogo o por leerse un libro lleno de idioteces van a poder seguir engañándose a si mismos.

    Vivimos en una sociedad de individuos patéticos y despreciables. De gente que podría tener el oro pero se pasan año tras año eligiendo la mierda hasta que al final los expulsan del concurso. De gente que podría cumplir con su deber y hacer lo correcto pero nunca lo hacen porque son unos mierdas.

    Una vez leí que un yonqui es alguien que busca placeres momentaneos a costa de enormes sufrimientos futuros. Pues la sociedad en la que vivimos es justo eso: son individuos que siempre buscan lo que resulte inmidiatamente mas cómodo y agradable. Son individuos que pretenden vivir con los menores esfuerzos posibles y sin ningún riesgo. Son seres-nada que han renunciado a su condición de seres humanos sublimes y creadores.

    ¿Que qué se puede hacer? Pues de momento lo único que se me ocurre es intentar salvar a los pocos (quizá el 2%) que se pueden salvar. Después ya veremos.

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