Por politicismo se entiende la creencia en que todos
los problemas de la sociedad y del ser humano tienen solución y se resuelven
con la política. Bajo el actual régimen partitocrático el monodiscurso
politicista se hace aún más reduccionista, al manifestarse como irracional fe subjetiva
en que votando a tal o cual partido, formación o coalición se realiza el bien
del cuerpo social.
El politicismo hoy es una forma de estatolatría pues
no hay más política, para sus adeptos, que la que se hace desde las instituciones,
desde el parlamento y el gobierno. La meta es lograr la mayoría parlamentaria
para formar gobierno, promulgar leyes y emitir disposiciones de esta o la otra
naturaleza con lo que, pretendidamente, todos los problemas quedan resueltos.
Como derivación del politicismo existe el
legicentrismo, o creencia en que las normas jurídicas, las leyes, son el todo.
En la realidad, aquél sirve para construir una sociedad cada día más sometida
al Estado, que con la hinchazón legislativa se hace Estado policial.
La obsesión y monomanía politicista da origen a un
sujeto, el politicista, que no tiene otro tema de conversación que la política
partitocrática, chaladura alimentada desde los poderes mediáticos, que han
convertido la politiquería, junto con el fútbol, en los dos asuntos centrales
de la pasmosamente empobrecida verborrea de los seres nada.
El politicismo es invasivo, excluyente, totalizante
y degradante. En su sinrazón se expande sin control, niega la necesidad de
actividades no-políticas para la transformación de la sociedad, se encumbra a única
práctica supuestamente transformadora y con su formidable poder de empequeñecimiento
y descarte mutila a la persona. El politicista es una de las expresiones más
aflictivas de ser nada.
El estudio de la historia y del presente muestra que
la política, incluso la mejor y más respetable, es parte y sólo parte. La
política es insuficiente incluso para resolver los problemas políticos.
Cuando los seres humanos eran todavía humanos se entendía
que sólo podía haber política transformadora sobre la base de la virtud cívica y la virtud personal, de donde dimanaba un sujeto dedicado por
convicción interior a servir al bien público y a intervenir en la vida social
de acuerdo a normas de rectitud individual, ética natural y entrega
desinteresada. Todo eso fue arrasado para crear la actual iniquidad
politicista.
Se consideraba que debía haber una construcción
pre-política del sujeto. Éste era pensado como un ser humano que se implicaba
en tanto que tal, como complejidad auto-realizada. Hoy la persona ha sido rebajada
a votante, paseante en manifestaciones y exhibidor de pancartas. La enloquecedora
politiquería de los partidos se ha hecho el todo de la vida colectiva,
aberración que nos está triturando.
La política institucional no sirve para nada porque
las decisiones fundamentales las toman las estructuras de poder, y las leyes
las hacen también dichas estructuras. El parlamento y el gobierno, lo único
formalmente elegible de ese aparato de dominio que es el Estado, no tienen
poder sustantivo, no son centros de poder en sí mismos. Sirven al artefacto
estatal y a los poderes económicos, de quienes dependen en todo.
Los partidos y formaciones políticas, similarmente,
son instrumentos de la actual dictadura, cantera de empleos y corporaciones de
negocios. Y eso es así con indiferencia de que sean de derechas o de izquierda,
pues la ideología es la envoltura palabrera y mendaz con que esas temibles
formaciones maquillan su insaciable voluntad de mandar y sojuzgar, de expoliar
y acumular capital.
Las instituciones no son cambiables. No hay ni un
solo caso en que un partido político haya logrado realizar alguna
transformación positiva de la vida social, el orden económico o el sistema estatal.
Nadie triunfa hoy en política si no cuenta con el apoyo múltiple de los poderes
de facto, políticos y económicos, si no es esbirro de éstos.
Las personas bienintencionadas que forman parte de
los entes políticos ganadores son corrompidas por el poder. En cuanto se
incorporan a las instituciones dejan de ser lo que eran para hacerse
neo-funcionarios del Estado, servidores suyos muy bien pagados. En los últimos
150 años cientos o miles de partidos en Europa han proclamado que llegaban para
“cambiar las instituciones” pero los
hechos han probado que en todos los casos, en todos, fueron las instituciones
las que les cambiaron.
La acción política buena y revolucionaria se hace
con la gente, no en los aparatos de dominio y mando, promoviendo iniciativas de
todo tipo desde la base del cuerpo social. Quienes proponen ir a las
instituciones son enemigos de la libertad, por ser políticos profesionales, o
lo que es lo mismo, déspotas hiper-locuaces, amorales e histriónicos, esto es, politicastros.
José Luis Millares Lorenzo
ResponderEliminarLa estructura del Estado actual, liberal, con sus tres falsos poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, al ser uno, está, como siempre han sido los Estado, tanto de su forma capitalista como del propio Estado, para la destrucción de la mayoría de la humanidad de las personas, para convertirlas en sujetos objetos, que ya es un hecho, apropiación del trabajo de la persona, más aún de la propia persona, a través de la ganancia e impuestos. Los procesos legislativos del Estado (leyes) y de sus instituciones (reglamentos) están en función de los intereses del capitalistas y del Estado, no de la mayoría de las personas a las que dice beneficiar, generalmente para sustraerles capacidades de actuación o para dar una falsa imagen de que se está normativizando para ellas, conociendo que esta es un proceso de sustracción de la capacidad de actuación del pueblo cuando no es derecho consuetudinario.
Las normas del Estado (en España nos referimos a las tres estructura del Estado, central, autonómico y municipal) sólo sirven para el sometimiento de la mayoría de las personas al poder de la minoría y en función de los intereses de esta (Estado y empresas), dado que se hace impracticable e inaplicable cuando a aquellas le interesan, sustrayendo a la población la capacidad de actuación y haciendo que el poder judicial las aplique en función del interés del tándem Estado-Empresas. Cuándo se ven impelido a publicar una norma por la presión de la población, que actualmente no tiene ninguna, deja que se muera o sea inaplicable, porque los recursos al poder judicial, aunque vaya en contra de las normas supremas del Estado de derecho el que no se aplique, con las trabas que existen para que se pueda acceder, si se realiza les da la razón al tándem Estado-Empresas.
Si este es el campo donde se desarrolla la política no es posible que las formaciones sociales (partidos, asociaciones, ONGs, cualquier forma de participación subvencionadas, etc) que participen en ellas vayan a cambiarlas, sino a participar del mismo botín, o sea, del sometimiento de la mayoría de las personas y sustracción de sus recursos y vida espiritual.
En el caso de las personas que participan en formaciones políticas con posibilidades de participación en la política institucional, la historia nos lo demuestra, en la propia formación política tienen una trayectoria personal, lo que hacen no lo que dicen, que les prepara para tener el comportamiento adecuado en la política institucional, es decir, beneficie a la parte del Estado-Empresa a los cuales representa no a los que dice representar o lo que pretenden hacer.
Por ello el sistema tiembla ante una abstención masiva y una desbandada en campos de futbol y bares para ver el partido donde nunca ganan los dos equipos. En una situación así se encienden las alarmas del sistema, pues significa una toma de conciencia, por lo que los esfuerzos del mismo estan dedicados a "la manipulación de esa conciencia" por medio de la transgresión continuada de la libertad
ResponderEliminar¿Por qué dices que el poder político-institucional no sirve para nada ni tiene poder alguno pero sin embargo dices que el capital financiero-económico es menos importante que el Estado? entiendes al Estado algo por encima del poder político-institucional?
ResponderEliminarComo tú dices en tus charlas necesitaremos aún varias generaciones de personas para llegar a un sujeto de calidad que lleve a cabo la Revolución Integral. Mientras tanto, iremos andando con los partidos, aunque yo creo que van a ser transformados radicalmente gracias a la tecnología. La tecnología a su vez es creada por el Poder para dominar, así que cambiará todo para que nada cambie.
ResponderEliminar¿Quién dice que la política lo resuelva todo? ¿Quién dice que en caso de alcanzarse el ideal de la justicia social los males del hombre acabaran? ¿Quién dice eso? ¡Nadie!
ResponderEliminarEn cualquier caso, todo acto social es político. Y todo hombre vive en sociedad, salvo que se vaya de eremita a un monasterio, que es lo que deberías haber hecho tú hace mucho tiempo, Félix Rodrigo Mora.
Tú no eres anarquista, ni ácrata, ni nada. Apenas un simple predicador virtual, reaccionario, conservador hasta la náusea en lo que atañe a la estructura socio-económica de España, aunque te disfraces de librepensador.
Publica mi comentario si es que respetas la libertad de expresión.
Marcos
¿Publicarías tú mensajes que te insultaran?Los socialdemócratas no teneis ninguna credibilidad,aunque os disfraceis de anarquistas.
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