La sociedad actual, monstruosa y aberrante, y el
sujeto ya apenas humano que la forma, maximizan el desencuentro permanente, la
frialdad emocional, la descortesía teorizada, el conflicto diario, la soledad
patológica, el odio mutuo y el desamor universal. Hay una hostilidad e incluso
violencia en auge de unos seres humanos contra otros, que está llevando al
derrumbe psíquico y somático de porciones crecientes de la población, empujadas
a la enfermedad mental, a la decrepitud física y al dolor anímico que provienen
de no querer a nadie y no ser queridos por nadie.
Todo ello demanda formular que una de las metas del
programa de la revolución integral sea el derrocamiento revolucionaria de la
sociedad actual, o infierno convivencial, con el fin de que exista libertad
para el afecto, la convivencia y el amor, dado que hoy sólo la hay para el
aborrecimiento y la pugna interpersonal, la soledad y el desamor.
Los ilustrados dieciochescos crearon el “homo oeconomicus”, Adam Smith sobre
todo, el cual se satisface y realiza con la riqueza material. Esta formulación,
decididamente burguesa, está en la base de los proyectos “emancipadores” de
naturaleza obrerista y social urdidos en el siglo XIX y todavía vigentes aunque
ya en su fase final. Significa que el ser humano tiene necesidades materiales
pero no necesidades espirituales, entre ellas la de convivir con sus iguales
recibiendo y dando afecto. Esto es muy desacertado, y además monstruoso e
inhumano.
La cosa es, asimismo, chusca pues Adam Smith y demás
próceres del economicismo se referían a cuestiones militares, no a la
existencia cotidiana del sujeto común. Su meta era una sociedad de riqueza
material máxima a fin de que Inglaterra pudiera armar una enorme flota de
guerra que le diera la hegemonía planetaria imperialista, como así sucedió. Al
mismo tiempo, esa sociedad tenía que ser de miseria convivencial y espiritual,
para construir al sujeto dócil -por solitario y desestructurado- que obedece y
se somete a las instituciones estatales que le tiranizan y a los empresarios
que le explotan.
Hoy se ha realizado la sociedad con que deliró T.
Hobbes, vehemente partidario del despotismo del Estado. Ya cada ser humano es
un “lobo” para los demás seres
humanos, y lo que padecemos es “la guerra
de todos contra todos” con el ente estatal (cada día más policiaco,
funcionarial, tecnologizado, militarizado y poderoso económicamente) vigilando y
castigando a esta inmensa horda de infra-seres que se ignoran y se agreden, la
sociedad actual.
A más desamor más Estado. A más desamor más
debilidad e impotencia del sujeto, y menos lucha por la libertad y menos
libertad.
La hostilidad de unos contra otros toma un sinnúmero
de formas. Se trata a los iguales sin respeto, sin cortesía, sin humanidad, sin
hermandad, sin afecto salido del corazón, considerándolos como causa de
utilidades para el ego y nada más, cuando no como presas a las que parasitar y
expoliar. Se agrede a los demás con el desaliño personal, con la palabra agria
y descompuesta, con la “sinceridad” que sólo ve en el otro lo negativo, con el
chismorreo demoledor, con la “espontaneidad” que niega el autodominio necesario
para que la convivencia sea, con la astucia y el maquiavelismo que concibe al
igual como criatura a la que rapiñar y saquear.
La pérdida de las capacidades relacionales y
convivenciales es una de las patologías más aterradoras de la sociedad actual.
Ya no hay un lenguaje del afecto, ni un saber estar en la convivencia, ni una
voluntad de hacer la existencia más agradable a los otros, ni un deseo de
servir desinteresadamente, ni un saber escuchar, ni un negarse a sí mismo por
el bien de los iguales. Todo ello se tapa con fórmulas muertas de urbanidad,
sonrisas que son meras muecas cuando no herramientas de mercadotecnia y un uso
abusivo en ciertos sectores del vocablo “amor”.
Es más, las poquísimas personas que todavía resultan capaces de expresar en
actos su afecto son recibidas con desconfianza y recelo, pues se considera tal
manera de ser como una argucia dirigida a alcanzar no sé sabe que metas
secretas…
En tal situación hay que proclamar con la pertinente
solemnidad e incluso prosopopeya que el ser humano tiene necesidades afectivas
y emocionales, que éstas son imprescindibles para su realización como persona y
que si no las satisface enferma, del alma y del cuerpo, y enloquece. E incluso
se quita la vida. Así es, pues la gran mayoría de los miles que se suicidan
cada año lo hacen al no satisfacer sus apremiantes necesidades de cariño,
compañía y erotismo, más que por pobreza material.
Una vida sin afectos no es una vida humana
propiamente dicha sino una infra-vida en la que la persona queda entregada al
peor y mayor de los sufrimientos, la ausencia de amor y de amor al amor.
Han sido aniquiladas en su casi totalidad la
amistad, la simpatía, el compañerismo, la camaradería, la vecindad[1],
la cordialidad, el sexo como erotismo (o sea, con expresiones mayores o menores
pero perceptibles de amor), el enamoramiento, las relaciones de familia, la
alegría de estar juntos, el hacer de uno mismo una obra de arte ofrecida desinteresadamente
a los iguales, la capacidad para realizar tareas colectivas, la vida asociativa
no jerárquica y casi cualquier forma del “nosotros”. Se ha esfumado la simpatía
en el mirar, la comprensión en el estar, la elegancia en el mostrarse y la
gracia en el contar. Apenas queda capacidad de reír unidos ni de de estar
juntos en los malos momentos. No hay ya ritos convivenciales, trabajos en común,
encuentros realmente amorosos, fiestas en las que el mutuo afecto, y no el
alcohol y las drogas, sea lo decisivo.
Hemos sido despojados de una percepción cardinal de
la condición humana, aquélla en la que el otro aparece como amigo en actos y no
como enemigo. Por eso estamos tan enfermos. Por eso somos tristes hasta lo
lúgubre, aburridos hasta lo tedioso, egocentristas hasta lo disfuncional[2],
vacios y superficiales hasta lo grotesco. Somos (fuimos) ricos materialmente
pero en todo lo demás, en lo que afecta a la vida del espíritu, somos paupérrimos.
Y esto nos está, literalmente, matando[3].
En el actual desierto relacional e infierno
convivencial no queda apenas nada más que ruinas y cenizas, entre las que
deambulan criaturas solitarias, cada vez más degradadas del cuerpo y del
espíritu, sometidas a grados descomunales de tristeza, malestar, angustia,
ansiedad, depresión y otras varias formas de sufrimiento anímico, lo que ahora
se llama “dolor de vida”, que el
sistema trata con antidepresivos, cuyo consumo ¡se está doblando cada diez años!
En particular, las mujeres han sido hechas consumidoras compulsivas de píldoras
contra la desesperación, ocasionada por ser forzadas a vivir una vida que: 1)
no es humana, 2) no es apropiada en absoluto para las mujeres, la del actual
régimen neo-patriarcal.
Cada vez más personas están indisponiéndose
psíquicamente, enloqueciendo, por causa del agravamiento del conflicto
interpersonal y la pérdida de las prácticas, saberes y capacidades relacionales.
Alcanzado un determinado porcentaje de sujetos disfuncionales por ruina de su
estabilidad psíquica debido a la represión de las necesidades afectivas y
relacionales (lo que incluye la persecución, cada día más feroz, del erotismo
heterosexual) la sociedad difícilmente podrá mantenerse, pues no habrá recursos
humanos ni medios materiales para atender a tantos seres incapaces, disminuidos
o enfermos. Esta es una de las causas profundas de la actual crisis económica
de Occidente, que ni vislumbran los maníacos del economicismo.
La soledad produce pánico, y el pánico hace perder
el juicio. Y el enloquecimiento, cuando como hoy es crónico, enferma. También
el cuerpo, no sólo la mente. Un buen número de dolencias corporales nuevas cada
día más comunes y que hasta hace unos decenios eran rarísimas sólo pueden
explicarse a partir de las formas antinaturales de existencia que el actual
sistema de dictadura impone al ser humano de las clases populares, en primer
lugar la soledad, el odio mutuo y el desamor.
Una mente enferma crea un cuerpo enfermo. La
naturaleza ha hecho al ser humano para la relación y la convivencia pero el
actual sistema le condena a la incomunicación y la represión de su afectividad:
de ese conflicto proviene hoy una parte mayor de la degradación física y
psíquica de la especie.
La destrucción de la existencia hermanada con
conversión del individuo en un sujeto asocial incapaz de amar está en el centro
mismo de las revoluciones liberales, siendo uno de los puntos decisivos de su
programa, quizá el más decisivo. En el proyecto liberal sólo hay dos actores,
uno es el Estado hipertrófico (y su criatura, el capitalismo), el otro es el
sujeto común atomizado y aislado, expulsado a pesar de sí mismo de todas las
formas preexistentes de convivencia, sociabilidad, juntas o asambleas de los
iguales y sistemas comunales de trabajo, siempre asociados a fiestas
convivenciales. Está solo frente al ente estatal y por eso mismo desasistido y
débil de manera máxima, impotente para resistir y mucho más para derrocar al
nuevo Estado invasivo, totalitario e hiper-tiránico[4].
Por eso la revolución liberal es una catarata de
actos políticos, jurídicos, económicos, amaestradores y propagandísticos que
buscan la individualización absoluta, nadificadora y definitiva del sujeto
popular. El concejo abierto, las formas asamblearias de autogobierno y vida
política, que eran el fundamento mayor, junto con el comunal, del afecto y la
convivencia, es relegado y nulificado. Los bienes comunales, tierras y muchísimo
más que tierras, son privatizados, destruyendo la base económica de la existencia
unida y fraternal, afectivamente muy satisfactoria, de las sociedades
preliberales. Sin vida política ni vida económica colectivista, ¿cómo va a
darse el cariño, la intimidad, la cordialidad, la cortesía y la convivencia en
las relaciones interpersonales, dado que son precondiciones del amor de unos a
otros?
El régimen partitocrático enfrenta a las personas
entre sí, lanzando a unas contra otras y creando dolorosas divisiones en el
cuerpo social, por causa de las banderías políticas, en sí mismas
insignificativas pero maximizadas y teatralizadas para dividir, amaestrar en el
odio y provocar desencuentros. La misma función desempeñan el racismo, que
enfrenta a las personas por el color de su piel, cada día más preocupante en
sus expresiones renovadas, los odios promovidos por los fanatismos religiosos,
el enfrentamiento entre generaciones y la pavorosa ascensión teledirigida del
sexismo político, en sus dos formas, misoginia y androfobia.
El trabajo asalariado, esa inmensa maldición sin
cuya erradicación la sociedad actual no puede regenerarse en lo convivencial, lo
ético, lo reflexivo y lo cívico, amaestra en obedecer y en temer, llena los
espíritu de odio, crea un conflicto universal permanente y despoja al
trabajador asalariado de lo más sustantivo de su condición humana, haciéndole
inhábil para las relaciones sin dominadores ni dominados, afectuosas por
horizontales. El Estado de bienestar, apoyado por los peores enemigos del
género humano, “resuelve” y “satisface” con la asistencia estatal lo que
debería solventarse por los procedimientos de mutua ayuda, cooperación y
convivencia, de donde resultaría una expansión de lo afectuoso, y en
consecuencia una satisfacción de las necesidades de devoción, apego y cariño de
las personas.
La competición económica oculta y vela lo que es
notable causa de eficacia económica, la cooperación en el trabajo productivo
entre personas igualmente propietarias de los medios de producción. Dicha
competición lanza a unos seres humanos contra los otros, lleva a formas cada día
más monstruosas y homicidas (además de, cada vez más, suicidas) de codicia y
avidez por el dinero haciendo imposible la convivencia. Al mismo tiempo hay que
señalar que el creciente espíritu competitivo de las sociedades actuales,
hiper-burguesas porque la gran mayoría de lo que antaño fueron clases
trabajadoras se ha adherido a la cosmovisión burguesa del mundo (que es la del
economicismo, o preeminencia de lo económico), crea un conflicto social e
interpersonal creciente en el que se derrochan estúpidamente cantidades
fabulosas de recursos materiales, energía humana y tiempo de vida.
Sin sustituir la competencia por la cooperación en
el trabajo productivo no es posible minimizar el tiempo de trabajo, ofrecer una
vida material decorosa a todos los seres humanos y reducir el consumo de recursos
naturales, limitando o incluso erradicando la devastación medioambiental. Pero
ese gran cambio demanda una revolución social, de naturaleza integral, y
también una revolución interior, que ha de tener lugar en lo más profundo del
corazón de cada ser humano por libre albedrío.
No hay mayor alegría que la del amor mutuo ni mayor
goce que el compartirlo todo. Si la burguesía vive en la posesividad, la
competencia y el odio de unos a otros, quienes sean anti-burgueses de cabeza y
corazón tienen que elegir para sí los valores que nieguen esos disvalores.
La existencia misma del Estado, como gobernante y dominador
del pueblo, establece la peor forma de diferenciación con enfrentamiento y odio
entre los seres humanos. Donde las gentes quedan divididas en mandantes y
mandados, administradores y administrado, amenazantes (cuando no verdugos) y
amenazados, adoctrinadores y adoctrinados, no puede haber afecto mutuo ni puede
edificarse una sociedad en la que el apego y el amor sean universales.
Eso es tan verdad que el actual infierno
convivencial, en el que nos atormentamos, deshumanizamos y parecemos, lo ha
construido ante todo el Estado, en la forma concreta que adopta éste hoy, como
ente aberrante y monstruoso emergido de las revoluciones liberales, que adopta,
para seguir el análisis de Otto Hintze, primero la forma de “Estado liberal” y después la de “Estado total” o, como ese autor expone,
“Estado que interviene en toda la vida
del pueblo”[5],
lo que expresa el máximo de despotismo estatal, que nulifica a la persona y
contamina a todo el cuerpo social de relaciones jerárquicas y desiguales,
fundamentadas en el mando y la obediencia, en el temor, el rencor, el
aborrecimiento y la sanción, haciendo con ello imposible las relaciones de
afectuosidad, responsabilidad, participación y afecto.
Una sociedad convivencial, donde el apego y la mutua
asistencia sean la piedra angular de la vida colectiva, ha de ser libre y
democrática, con participación de todas y todos en la vida política y social, en
todas las tareas deliberativas, legislativas, judiciales, fiscalizadoras y
ejecutivas. Eso no sucede ni puede suceder en una sociedad con Estado, porque
en ella sólo hay libertad para expresar y hacer lo que conviene al Estado y
está conforme con la razón de Estado, Además, si el Estado gobierna a la
sociedad es que ésta no se autogobierna a sí misma, y por lo tanto no es
democrática.
Una sociedad entregada a toda tipo de dogmatismos y
fanatismos, desde las teorías académicas a las religiones políticas pasando por
las utopías sociales, que se imponen desde arriba al pueblo y que dividen y
enfrentan a éste, no es espacio para el afecto y realización de la vida
espiritual, no es otra cosa que un infierno convivencial. Por eso hay que
desarticular los aparato de manipulación académica de las mentes, el sistema
educativo, sea “público” o privado, y la universidad, para construir un orden
culturizador sustentado en la libertad de conciencia, la autoeducación popular
y la adhesión, libre y autodeterminada, al saber, la cultura, la verdad y el
conocimiento.
Lo relacional crea comunidad, crea asociación, crea
grupos y equipos viables, crea comunidad, crea “nosotros”. Sin todo eso ahora
no se puede hacer prácticamente nada. Los proyectos colectivos fracasan, en la
gran mayoría de los casos, por el factor convivencial. La vida asamblearia es
escasa, triste y áspera en buena medida porque el sujeto medio contemporáneo no
sabe convivir, es un ser egocentrado, solitario e insociable que no sabe estar
en casi ninguna expresión de lo colectivo, desde la vida erótico-amorosa a la
acción transformadora de la sociedad, que ha de ser, en efecto, agrupada y
asociativa. Por eso la autoconstrucción del sujeto es precondición, y no sólo
epifenómeno, de cualquier proyecto revolucionario que sea eso realmente,
revolucionario.
Ahora bien, proyectar salir del actual infierno
convivencial exclusivamente por la vía de los cambios políticos, estructurales,
económicos y sociales es equivocarse. Tiene que haber una voluntad del sujeto
en tanto que persona diferenciada, delimitada y recogida, como ser humano capaz
de plasmar su libertad personal escogiendo a solas consigo mismo, con
responsabilidad y libertad de elección, el afecto, la convivencia, la hermandad
y el amor en tanto que metas personales.
El amor no es sólo una emoción ni una pasión ni un
estado anímico sino ante todo una práctica. Es más, una práctica que se ha de
convertir en hábito. No hay que esperar a las transformaciones sociales antes
mencionadas para imponerse y exigirse a sí mismo y a sí misma un extenso
programa destinado a hacer sublime la relación con los demás, que lleva a la metamorfosis
de la propia personalidad, desde ser asocial a sujeto afectuoso. Hay unas
normas de la amistad, el compañerismo, la cortesía[6],
las buenas maneras, el espíritu de servicio, la familiaridad, la alegría de
estar juntos, el auto-negarse y el servir con actos de amor que se pueden y
deben practicar ya. No podemos, sólo por la acción individual, erradicar la
sociedad infierno convivencial, cierto es, pero sí podemos con ella vencerla en
infinidad de pequeñas batallas parciales, poniéndola a la defensiva y
haciéndola retroceder.
Tiene que haber un compromiso personal y una
práctica personal en el combate por el afecto y contra el infierno convivencial.
El politicismo no es adecuado.
Pero hay que pensar y obrar con realismo, aceptando
la enorme complejidad inherente a las cuestiones tratadas. Nunca habrá una
sociedad convivencial perfecta, ni unos seres humanos que no estén “bipartidos”, que no sean una mezcla de
bien y mal. La reciprocidad es necesaria, por lo que el otorgar amor debe ir
unido a la demanda de recibir amor. En una sociedad perversa e inmoral como la
actual hay que precaverse frente a parásitos y depredadores. A quienes predican
e imponen el odio y el desamor hay que enfrentarles con firmeza, constancia y
valentía, lo que lleva a conflictos muy fuertes. Toda reducción de la noción de
amor a una ñoñería de parvulario, o a una cursilada de ONG, es rechazable pues
el afecto es servir, esforzarse, padecer, pelear y ser fuertes. Todo eso
significar que el amor real es finito, que va necesariamente unido a formas de
desamor y que es imperfecto. Su irrealidad se realiza en el mundo de la
fantasía y su realidad en el de la práctica social y personal.
Con todo ello recuperaremos, además, la gran
tradición colectivista, convivencial, cordial, asamblearia, jubilosa, comunal,
cálida y fraternal de los pueblos de la península Ibérica, hoy casi del todo
destruida por la hiper-extensión del Estado y la gran empresa capitalista.
[1] Hoy no se
podría publicar un estudio como el de Bonifacio de Echegaray, “La vecindad. Relaciones que engendra en el
País Vasco”, San Sebastián 1933, Eusko-Ikaskuntza. El motivo es que ya en
ningún lugar quedan relaciones de
vecindad. Hasta no hace mucho la convivencia con las y los vecinos era una
parte crucial de la vida humana, pues había con ellos una ayuda mutua y
asistencia emocional que hacía la vida agradable, alegre y satisfactoria,
además de mucho mejor en el sentido práctico pues, por ejemplo, la cooperación
vecinal era de enorme significación en la crianza de la prole, lo que hacía a
la maternidad fácil, descansada y llevadera. Hoy los vecinos se desconocen e
ignoran, en el mejor de los casos, y en el peor se odian y hostilizan. Hasta
aquí hemos llegado en la destrucción de todas las formas de relación, afecto y
amor.
[2] Expone Max Scheler en “Esencia y formas de la simpatía” que el egocentrismo es como un “hundirse en sí mismo” y vincula este
catastrófico derrumbamiento hacia dentro del yo, al que tiene por una expresión
de solipsismo, con el libro de Max Stirner “El único y su propiedad”, un manual del más tosco egoísmo burgués.
[3] Quizá por eso se lee en la “Primera epístola de San Juan” que “quien no ama permanece en la muerte”.
[4] Como refutación
de que lo relacional es sólo personal y no al mismo tiempo social,
institucional, estructural y político, tenemos “Hieron o sobre la tiranía” de Jenofonte. Aduce que el tirano al ser
odiado y no amado lleva una existencia penosa, en la que se acumulan disfunciones
y dolores. Dado que “lo carnal
proporciona un placer muy señalado cuando va unido al amor”, al tirano le
resulta muy difícil tener un erotismo satisfactorio, lo que es una gran
desgracia pues “el que no conoce el amor
es desconocedor de los más dulces placeres”. Añade que “el tirano jamás puede estar seguro de que es
amado” lo que le condena a la soledad absoluta. Esta reflexión sobre el
despotismo y el desamor es aplicable a la sociedad actual, en la que sólo hay
relaciones de poder, en las que unos individuos tiranizan a otros pero los
tiranizados lejos de buscar la libertad general se ponen como meta “liberarse”
de un modo bien triste, haciéndose déspotas mañana, pues sólo saber ser o
dominadores o dominados, nunca amadores de sus iguales. En tal situación el
amor, en todas sus formas, y por tanto el erotismo, son de facto imposibles.
Por tanto, hay unas estructuras anti-amorosas que deber ser desarticuladas por
vía revolucionaria, si se desea que el ser humano conquiste la libertad para
amar, y así ser sano de cuerpo y mente.
[5] En su libro “Historia de las formas políticas”.
Quienes propenden a olvidar, en sus análisis y en sus compromisos políticos y
sociales, la existencia y función del Estado, deberían estudiar a ese autor
que, a pesar de sus desatinos y carencias, hace formulaciones tan verdaderas
como la que sigue, “el capitalismo …
tiene un parentesco interno con la razón de Estado”, de manera que lejos de
ser el Estado quien “defiende” o “protege” a las masas del capitalismo es quien
se lo impone a éstas, por causa de la razón de Estado.
[6] Hoy, en una
época de zafiedad, cortedad y seres nada, de zoquetes autosatisfechos y
ramplonería universal, no interesa la cortesía, que en general es recibida con
mofas. Pero todavía no está todo perdido, puesto que se publican algunos textos
que, aunque sea de modo tangencial, se ocupan de ella, como “La gramática de la cortesía en español”,
Catalina Fuentes Rodríguez.
Excelente Felix
ResponderEliminarOtra vez tienes toda la razón, Félix.
ResponderEliminarY éste, perfectamente podría ser el artículo más amargo de cuanto has escrito.
Pero, !cómo hemos podido llegar a esto!
Es ya un hecho, la enorme dificultad que hay para dar con individuos de cierta talla y calidad en nuestro entorno diario, no importa los lugares donde hayas residido, ni importa el tiempo de espera, si no que más bien la experiencia va confirmando que esta situación, bien podría ser irreversible.
En este punto, me pregunto, ¿cual será la tara que no reconozco y los demás ven en mí?
Seamos amables por lo menos, en el ocaso de nuestra sociedad.
Hoy el amor es subversivo
ResponderEliminarEstoy de acuerdo!.
Eliminar"Sólo por amor odiado,
ResponderEliminarsólo por amor."
Antes del odio (Miguel Hernández)
Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.
Corazón en una copa
donde me la bebo yo,
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor!
No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
sólo por amor.
Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.
Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
sangre, monte rodador,
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.
Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.
No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme. no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa ?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor.
"está en la base de los proyectos “emancipadores” de naturaleza obrerista y social urdidos en el siglo XIX y todavía vigentes aunque ya en su fase final" crees que el comunismo está en su fase final?
ResponderEliminarA más desamor mayor Estado dices, y yo añadiría que mayor mercado y trabajo asalariado también, porque no cooperan entre sí y no hay relaciones sociales sin dinero lo cuál es una pesadilla, y si no saben intercambiar sin dinero que para mí es un medio egoísta porque vamos a ver tanto al que vende le interesa tener una posición superior como el que lo compra no es capaz de hacer nada por el otro personalmente sin ese papel.
ResponderEliminarel problema es que se lo han montado de tal forma que colaboras con la empresa, el estado y el banco que te oprime, aunque no seas ni gobernante, ni empresario o banquero... y eso perpetúa cada vez + su poder
ResponderEliminarMuy acertado!!
EliminarEn España, igual que en Afganistán, luchar contra la institución familiar y la tradición (religiones incluidas), es el paso previo para liberarse de las cadenas y encarar el futuro.
ResponderEliminarNo puede haber justicia si antes no hay igualdad.
Que sirvan estas cuatro líneas tuyas, como resumen de que no te has enterado de nada, o no te quieres enterar.
EliminarUn saludo
y cómo era la educación o cómo enseñaban a los niños antes de la educación estatal?
ResponderEliminarRonaldinho para algunxs no se trata de ir para atrás, sino de tirar para adelante.
Eliminartirar para adelante si no hay un proyecto de vida digno no sirve de nada, de hecho la gente se me tira encima por decirles que un suicida es más valiente que la mayoría que es un engranaje más como si viviera la vida que quiere el poder y no él. En ese sentido quizás tenga nostalgia por el romanticismo idealista. Lo de algunxs es muy progre, parece que quiere borrar el género con tal de ser políticamente correcto y sin sexos sacando lo mejor de lo femenino y lo masculino no somos nada, uniformes sin esencia. Por cierto, hay algo muy interesante que me han dicho no me acuerdo ahora si anarquistas o marxistas, pero era algo así como que si trabajas día a día para mantener sólo tu supervivencia ni siquiera tienes tiempo a reflexionar, y esto es cierto, la gente prefiere la ignorancia a la verdad, y no digo la verdad como tal objetiva que como dice Kant no es conocible, sino a la que venden los medios como tal y cuál es la otra cara de la moneda, la manipulación de la propaganda. Tirar para delante también lo dice gente sin conciencia, a mí esa gente no me vale, desgraciadamente mientras siguen así aunque estén en el mismo estrato social son contraproducentes. No obstante, no sé a qué viene esa mensaje. Saludos
EliminarEsto mismo,tras pasar un tiempo intentando entender qué sería más importante en los momentos actuales,es lo que he pensado tras descubrir que las navidades cada vez más son una mera reunión de corazones solitarios.Entiendo que hay una cosa que nos ocurre a todos ,que es la gran confusión de la que participa ahora mismo la sociedad.Los cambios en el ser humano parece que se aceleran,y las mentes cada vez son más receptivas a las ideas del poder.Anteriormente,la gente era más reacia a adoptar las cosas nuevas sin antes plantearselo al menos un tiempo,pero ahora los cambios se producen casi cada año o cada dos años.Así,por ejemplo,la telefonía móvil,que apenas si costó introducirla,pero llevó unos años y ahora las nuevas formas de "comunicación" son implantadas en muy poco tiempo.Una de ellas es el wasap,donde se puede ver con estupor,cómo una legión de personas se pasa el día mirando una pantalla pequeña y creyendo que está ante la apoteosis de la comunicación.
ResponderEliminarEn estos momentos,creo que no hay cosa más importante que la que atañe a lo humano.Entiendo que la sociedad no está interesada en estas cuestiones,es una sociedad que se deja llevar,que no piensa por sí misma,que repite antiguos resabios sin plantearse las cosas dos veces,que no acepta los pensamientos que no se salgan de lo establecido.La desidia de lo que antes serían las clases populares se ha convertido en algo ya patológico y esto no tiene fácil solución.Esto me lo indica el dato de que, incluso las personas que quieren salirse del sistema(¿o así?)no se plantean la cuestión de su comportamiento.Entienden que su nivel de comprensión ya ha llegado al final y no tienen que esforzarse por ayudar,entender al otro,por renovar su pensamiento,por esforzarse en otra cosa que no sea él mismo.Estoy de acuerdo con Félix en que antes que la acción está el pensamiento,entonces,si no hay acción ni pensamiento,¿qué queda?Siento tener que decir que la mayoría de gente que me he encontrado responde a lo referido anteriormente,y esto es más entristecedor aún.
Aquí dejo otra reflexión,escrita a la par que la de Félix,pues pareciera que las Navidades hubieran precipitado esta visión desangelada de la sociedad.Antes se creía en algo,aunque quizá no se supiera bien qué eran esas creencias,pero hoy ya no se cree en nada.
Sigue la reflexión...en solitario
Entiendo que puede ser muy difícil y farragoso dedicarse a pensar cuando en los momentos actuales todo está siendo triturado por el sistema/máquina,pero también es cierto que el esfuerzo por pensar,por intentar tener las ideas lo más claras posibles,por arrojar algo de luz en las tinieblas del presente es algo que no debe dejar de hacerse por muchas complicaciones que se encuentren.La reflexión es lo que lleva al lugar de lo consciente lo que aún no se ha pensado,vivido, ni siquiera soñado.Todo ello con mucha más razón cuando parece que la sociedad/máquina se lleva por delante toda capacidad de análisis,de meditación(personal y colectiva)y de pensamiento en un acto de sumisión al sistema establecido,donde lo único que se premia(desde los ámbitos más radicales hasta los más conservadores)es un hacer sin pensar,sin reflexionar ni establecer estrategias a medio y largo plazo.
ResponderEliminarEn mi anterior mensaje,expuse esto:
Como lo principal del ser humano es la reflexión y no comer comida sana y respirar aire limpio,pues esto lo pueden hacer las vacas también(con todo el respeto hacia ellas)propongo una reflexión de hacia dónde se dirige la repoblación y las posibilidades de futuro.
He de decir que he tenido respuestas a mi mensaje,pero no encuentro la reflexión por ningún lado,como tampoco encuentro ningún propósito de enmienda,si no a la totalidad,sí, al menos, a aspectos parciales.Muchos de los mensajes que me han enviado son interesandose por el estado de la ecoaldea,preguntando si hay lugar establecido,si ya hay alguna infraestructura,cual será el medio de producción/subsistencia.No es por descalificar esto como algo insubstancial,pues creo que el modo de subsistencia es muy digno y debe ser establecido,como muchas más cosas,pero me asaltan algunas preguntas,¿eso es todo en lo que podemos pensar?¿Lo importante de una ecoaldea son los medios de subsistencia,las casas,las infraestructuras y por ende,todo lo que rodea a la persona pero no la persona en sí?Entonces creo que llevamos todos dentro el mismo germen del mal,de lo que criticamos,de lo que queremos huir,pues entiendo que si huimos de la ciudad huimos del maquinismo,de las infraestructuras,de lo fácil,de que nos lo de todo hecho el aparato de dominación y para acabar,de la insociabilidad y ésta,creciente a pasos agigantados.He puesto en último lugar la insociabilidad,pero debería estar en primer lugar.La reflexión sobre el ser humano de hoy es algo que si no se resuelve,difícilmente se podrá llegar a ninguna parte.Veo montones de proyectos donde tienen la etiqueta,huir del capitalismo,de la contaminación,de las estructuras de pòder,del sistema,etc,etc,pero creo que todos llevamos el capitalismo dentro,pues cuando buscamos un proyecto no pensamos en qué podemos hacer por ese proyecto,sino qué podemos sacar de ese proyecto.No lo digo por nada,y así,muchos de los mensajes recibidos eran de este tenor
continuacion...
ResponderEliminarEl interes particular,máxima expresión del capitalismo ,es lo dominante hoy en día.Todos tenemos algo de esto,o entiendo que mucho,y sin acabar con este tipo de mentalidad no se puede hacer nada.Mi reflexión tenía este sentido,pues,¿se podrían crear ecoaldeas que tuvieran una vida operativa y lo suficientemente amplia como para dar cabida a todos los que quieren volver a crear una civilización?Creo que no,ahora mismo no estamos preparados en tanto en cuanto no se cambien la mentalidad del ser humano de hoy.Cuando alguien escribe un mensaje interesandose por,¿qué me puede dar a mi este proyecto?y no por, ¿qué puedo aportar al proyecto?hay un problema grande,pues somos tan capitalistas como Rockefeller,y lo expresamos en lo que sería el interes particular,el beneficio,esa mentalidad que nos han creado desde pequeños y de la que es tan difícil salir.Yo ,aquí,expongo que también tengo esta mentalidad,también llevo el mal dentro de mí.No lo hago con ningún propósito redentor,sino como el comienzo del cambio,pues pienso que haciendo los problemas visibles o sacandolos a la superficie será más fácil resolverlos.Lo que no se piensa no existe,en esto creo que podemos estar de acuerdo todos.Por esta razón,entiendo que hay que hacer autocrítica,hay que buscar alguna forma de pensar donde el ser humano esté antes que cualquier otra cosa,donde lo relacional/inmaterial(sin ningún tipo de beneficio a cambio,solo por el hecho de serlo)sea lo principal y lo material sea lo secundario.Sin un cambio del yo,del individualismo tan exacerbado de los tiempos presentes no hay posibilidad de cambio y en este sentido,me da la razón los pocos proyectos que hay,las pocas personas que los empiezan,y los menos que terminan siendo al correr del tiempo,la mayoría de las veces por problemas de convivencia,desconfianza,cuando no peleas abiertas.¿Donde esta lo material aquí?La desconfianza es algo que no se ve,no se toca,pero que puede ser más destructivo que un millon de misiles nucleares,pues cuando entra en el corazón de las personas(y esta sociedad la lleva integrada hasta el tuétano)es muy dificil sacarla.¿Cómo se puede hacer para acabar con ella?Esta es para mí la gran pregunta.
Todo lo que he expuesto es lo que creo ,que es tras horas de esfuerzo reflexivo y lectura,amén de experiencia vivida.Puede que me equivoque en parte o quizá en todo,pero entiendo que sin encontrar una salida a estos problemas,la vuelta al campo y a la vida civilizada no es posible.Espero que se me pueda refutar con hechos y con argumentos mucha gente,pues esto significaría una especie de comienzo y una especie de renacer en lo pensado y lo vivido.
Un abrazo amigo.
Hola.
EliminarEs altamente improbable crear y hacer funcionar una ecoaldea hoy en día por lo que has dicho: no estamos preparados para convivir sino para competir. Así nos han enseñado. En estos momentos, siendo realista, hay que partir de un proyecto que funcione, individual. Hay mucho descreimiento y con razón. Por eso sólo un proyecto sólido, el cuál sólo un individuo o un número muy reducido pueden llevar a cabo, puede ser ejemplo a seguir. Lo primero de este proyecto debe ser, precisamente, la seguridad alimentaria, energética y cierta comodidad. Aunque sea con mucho trabajo pero que sea palpable. Es un gran riesgo aventurarse en un proyecto en solitario puesto que significa un esfuerzo ingente y durante muchos años para crear algo que pueda convencer y atraer a la gente necesaria como para que funcione con un mínimo de sustentabilidad.
Lo demás, simplemente, fracasa y genera frustración. No tengo dudas de que primero hay que partir de uno mismo y lanzarse a la locura de trabajar en un proyecto personal ambicioso y esperar que la gente se incorpore. Y lo harán rápidamente y con ganas si ese proyecto es sólido y bien palpable.
Las palabras se las lleva el viento.
Tengo amigos a quienes ayudo en centros sociales, huertas colectivas etc... todas y todos se quejan casi siempre de lo mismo. Si montan una fiesta el sito se llena pero cuando hay que currar todo cristo escurre el bulto menos cuatro. Uno acaba echándoles un cable casi por pena y por tratar de paliar un poco la situación, hacer ver a estas gentes esforzadas que al menos hay alguien a quien sí le importa lo que hacen... pero uno solo o dos no es suficiente. la gente está llena de mierda, las propuestas autogestionarias no cuajan porque lo que en realidad se quiere es que te lo den todo hecho. La aÑoranza de papá estado está por todas partes. La envidia paleta del "nórdico" hiper-robotizado y superbienestarizado es un jodido cáncer que asola los movimientos sociales.
EliminarYo mismo me he roto la espalda llevando una huerta en una casa okupada gestionada por una asamblea en donde tenían cabida todos los personajillos de moda en el ghetto... fanáticos del veganismo que nunca han cavado un surco en su vida pero no hacen más que poner pegas, superfeminazis, superactivistas de una insurrección que sólo existe en su cabeza e izquierdistas o independentistas adoradores del discurso bienestarista elevado a su máximo exponente. Todo el mundo ponía trabas pero al final yo era el que se rompía la espalda.
No me convencen ni la PAH ni Stop desahucios... más de lo mismo. Cada vez que alguién monta un proyecto interesante que medio cuaja ahí están los izquierdosos e izquierdosas de siempre al loro para inocular su puto veneno a la menor oportunidad... deseo hostiarles porque empiezo a pensar que ese es el único lenguaje que entienden... me importa ya poco el falso civismo imperante, la hipocresía... si está gente acaba siempre llevándose a la gente hacia sus posiciones por medio de retórica vacía y malas artes la próxima vez que eso suceda al menos me voy a dar el gustazo de que alguno se lleve también un ojo a la funerala. Después de la policía posiblemente sea esta gente la que más asco me da.
Y luego vas a lugares donde se ha anunciado que ésta o aquella empresa minera o de otro tipo está planeando un atentado mediambiental sin precedentes con la excusa del "progreso". Y LA GENTE SIEMPRE SE VENDE POR LO MISMO... TRABAJO, DINERO, INGRESOS PARA EL PUEBLO... NO HAY OTRA RAZON, OTRA PUÑETERA MENTALIDAD MAS QUE ESA.... DIOOOOOOOSSSSSS QUE ASCO!...
Pero luego algunos amigos me quieren hacer creer que la teoría de la alienación lo justifica todo.... MENTIRA COCHINA. YA NO HAY EXCUSAR NI LUGAR DONDE ESCONDERSE... HOY EN DIA ES IMPOSIBLE IGNORAR.
Voy a seguir luchando porque eso es lo que uno debe hacer y porque la vida sin lucha (máxime en un momento como el actual) no tiene sentido, pero no albergo esperanza de ningún tipo.
Para juan:
EliminarCierto,creo que siendo realistas,todos tenemos algo de esa competitividad dentro,por tanto,¿cómo hacer para resolver este problema?Creo que no tenemos aún la solución,ni mucho menos,pues si nos dedicamos a crear proyectos tras muchos años trabajando en solitario ,puede que al final nos convirtamos en unos eremitas.El hábito hace al monje.Por otra parte,tras mucho esfuerzo hecho sin ayuda,donde nadie se ha querido comprometer a nada,ni a poner dinero(pues es innegable que hace falta)tras echar toda tu vida en un proyecto,¿por qué habría de invitar a gente al proyecto,cuando ya está todo hecho,si aún no han demostrado que son capaces de dar la cara y de hacer trabajo en común?No han querido involucrarse hasta que el proyecto está hecho,esto me indica que tienen algo sospechoso en ellos.Quizá echaran abajo el proyecto y todos los años de trabajo por la borda.No creo que Félix se dedique a hacer un trabajo intelectual,y luego vea como su editor le da su manuscrito a los cerdos para que se lo coman.No tiene sentido hacer un trabajo Sísifo.Creo que el esfuerzo es necesario,pero el esfuerzo sin sentido no tiene razón de ser.Subir una piedra para que vuelva a bajar otra vez no entra dentro de un mundo renovado.
¿Que las palabras se las lleva el viento?Claro,por eso escribo,para que no se quede en nada,pues si tengo que acometer un proyecto para luego invitar a una manada de gente que sólo quiere aprovecharse de la situación,cuando no,buscar una salida personal o una aventura del estilo hippie,sinceramente,para eso me construyo una granja y no salgo del sistema actual.Yo intentaba escribir para ver qué otra situación hay,además de esta,la previsible.Si la hay,que creo que con nuestra mentalidad no existe.
Estoy de acuerdo contigo,anónimo,la desesperanza es muy grande.Por esto,me hace mucha gracia que haya gente que diga que pases a la acción.Me recuerda a los dirigentes izquierdistas,que siempre incitan a los demás a ir a las manis esas que hacen ,para luego o quedarse en casa ellos o recoger los beneficios.Así es más fácil.
EliminarClaro,a esto me refiero,¿se puede hacer algo con este tipo de mentalidad?Incluso entre la gente que se reconoce de este tipo de movimientos no se encuentra más que beneficio personal,nada de ayuda,nada de sacar adelante un proyecto que no sea el de los amigos,y todo para cogerse mejores borracheras o para ligar más.Esto es absurdo,con esta mentalidad no se puede llegar muy lejos,por eso,abomino de todos esos proyectos,de todas esas cuchipandas.Quizá hubiera un tiempo donde los fiestorros sean necesarios,pero creo que en medio de una guerra no.Divertirse en una especie de ...que mañana se acaba el mundo es algo que no es contrasistema,está totalmente a favor del sistema.¿Es que no lo hacen casi todo el mundo los fines de semana?Además,es muy diferente de lo que considero la fiesta constructiva,donde se crea,se mejoran las personas.No,no veo por ningún lado nada que indique un cambio.Muy al contrario.
Por eso hice referencia al propósito redentor,no porque me guste la misa e ir a darme golpes de pecho para sentirme yo mejor,sino para que se empiece a tomar conciencia de que no estamos fuera de ningún sistema,ni leches.Ni aunque se okupara la mismísima sede de Bankia.
José Luis Millares Lorenzo
ResponderEliminarLa sociedad actual, basada en el Estado, con diversas formas a lo largo de la historia humana (esclavista, feudal, liberal), actual capitalista, está destruida como seres humanos. La descripción y análisis de la misma y las alternativas, díficiles, aunque no imposibles, necesita de nuestro compromiso actual y dejarnos de espejísmos de cambiar la situación a través del activismo y de la participación, en sus diversas formas, impuestas por el Estado, creyéndonos que la hemos generado nosotros. Es aún más difícil, si no imposible, desde las ciudades, pero debemos hacerlo, comprometernos, independientemente del lugar donde vivamos o estemos.
Creo, efectivamente, que el primer paso es la reflexión, darnos cuenta, de verdad, y una vez realizado ese primer retrato de la realidad empezar a pensar en posibles "acciones" que a lo mejor tienen que empezar muy de lo básico, porque en todo lo convivencial y relacional estamos muy en precario, no hay que dar nada por sabido. Primero pensar qué podemos hacer cada uno de nosotros como individuos, aportar ideas y atrevernos a ponerlas en práctica sabiendo que tal vez no acertemos al principio, que será un camino de esfuerzo, que habrá momentos de desaliento, pero que, como en todos los aprendizajes, al principio te caes de la biciclita y cuando por fin encuentras el punto de equilibro pareciera muy sencillo haberlo logrado, pero nunca se hubiera logrado sin ese primer intento y las primeras caídas y recomponerse y continuar, y persistir. Ha habido algunos intentos del activismo politico por crear espacios de participación y convivencia, como aqui se ha mencionado las ecoaldeas, puedo mencionar las ocupaciones de viviendas o de centros sociales, lo hemos hecho mal, sin estrategia, improvisando, y ahora lo que debemos pensar es en qué hemos fallado, las buenas intenciones solas no bastan, hay que trabajar juntos en hacer proyectos que tengan un recorrido. Encuentro que a veces nos pueden las prisas, estamos acostumbrados a querer algo y quererlo ya, es un signo de nuestro tiempo, el ser impaciente. Hay que empezar desde lo básico, estamos muy en precario, no dar cosas por sabidas, ir poco a poco afianzando lo aprendido y en fin, esfuerzo y constancia y persistencia
ResponderEliminarEstamos de acuerdo,concha,pero ten en cuenta que lo que se ha perdido es la confianza,por tanto,hacer frente a este problema es lo principal.Por eso,cuando te das cuenta de que la gente,cuando habla de autogestión,cooperativismo,y toda esta monserga,hablan en clave de convencer para luego actuar de otra manera,es cuando ves que son sólo palabras.Yo,si voy a un sitio,voy con lo mejor de mí(o al menos lo intento)llevo lo mejor que puedo,ayudo a hacer lo mismo que los demás y para acabar pongo aún más.Pues considero que debo dar lo mejor de mí,y no andar escondiendolo y racaneando.Pero claro,si yo veo que no es correspondido,me siento dolido cual pareja ante una relación de infidelidad.Entonces se genera la desconfianza,y cada uno intenta tirar para su lado,y aqui,gana el sistema.Entonces,¿por donde hay que empezar?Con la confianza ya por los suelos,entiendo que hay que rehacerla.Esto es muy difícil,si no que se lo pregunten a cualquier pareja.La persona que se siente traicionada o que ha sido utilizada,no quiere saber nunca más de relaciones con seres humanos.Es lógico.Por otra parte,recuperar la confianza,sólo se podría con una sobredosis de confianza mutua.¿Quién está en la situación,en las condiciones presentes,de hacer ese gran esfuerzo?
EliminarHabría que señalar los porqués, es decir, las causas por las actúa o actuamos "inconscientemente" los hombres a día de hoy, esta cuestión no acaba de quedar del todo clara si nos ceñimos sólo a la educación a las costumbres, la cultura o la propaganda en general que promulga el Estado u otras instituciones de poder, queda patente que influye en gran medida en la sodiedad, pero también sería un error utilizarlo de chivo expiatorio para eludir nuestra responsabilidad dentro de la sociedad.
ResponderEliminarPienso que el análisis del conjunto de la sociedad debe ir en esa dirección para su posterior cambio.
En mi opinión la "inconsciencia" en la que pervivimos es la consecuncia generalmente del pensamiento especulativo y estratégico que utlliza el hombre para su supervivencia (entre otras cosas) como fin dentro de la sociedad (la gran familia) dentro de un sistema.
ResponderEliminarEntonces tanto el Estado y la propaganda que dicta, como sus actores y subordinados o gobernados actúan por lo general en una única dirección, es un pensamiento impuesto y a la vez consentido y aceptado como tal para el funcionamiento del conjunto del sistema,
El funcionamiento del sistema no se suele poner en duda y mucho menos en evidencia al haber quedado en manos de una oligarquía desde hace ya bastante tiempo o en otras palabras "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Las facultades para el auto-gobierno de la inmensa mayoria de los hombres han sido anuladas o reducidas seriamente.
Vemos que el desinterés del hombre por el funcioamiento del sistema generalmente es debido a su incapacidad para reconocerse como miembro decisivo y determinante que puede y debe influir en el conjunto de la sociedad.
He entrecomillado inconsciencia porque el pensamiento puede y suele llevar al auto-engaño en muchas ocasiones, la inconsciencia sería la falta de conciencia, pero esto supondría ser un zombie, lo que no es un estado del todo real en el hombre moderno, aunque en algunas ocasiones pueda parecer al contrario.
ResponderEliminarEs muy posible que el pensamiento especulativo del hombre acabe por nublar la conciencia y justifique en general sus actos, la conciencia no puede reducirse sólo al pensamiento, abarca una mayor amplitud y grado sobre el entendimiento de lo que nos rodea, lo que sucede, sus causas, etc.
Ya por desesperación, acudí a un osteopata que había tratado previamente a mi madre con buenos resultados. Algo me decía que sólo él me podía ayudar. No quería acudir al sistema nacional de matasanos ni a ningún médico "alternativo" que me arruinara. Llevaba más de tres años con unos dolores muy fuertes en el costado derecho y ya no aguantaba más. Nada más verme, comprendió y así me lo dijo que tenía una falta importante de afecto. Después me reveló lo que yo ya sabía o intuía, que padecía una depresión importante así como un sentimiento de desesperanza que me impedía sonreír. La falta de afecto tenía que ver con la ausencia durante muchos de un padre que había enloquecido por culpa de su trabajo asalariado. La depresión, de la cual no era consciente, la había asimilado o la había interiorizado por parte de mi madre, la cual la había sufrido también durante muchos años. A su vez, la depresión del espíritu provocaba una depresión mayor en el organismo impidiendo su normal funcionamiento y haciendo que se produjeran gases dolorosos, nerviosismo y mal funcionamiento hepático.
ResponderEliminarCuento mi historia porque supongo que muchos se sentirán identificados con ella o por lo menos parcialmente. Suscribo las reflexiones de Félix: la soledad, la incomunicación, el autismo patológico, el no saber expresarnos, la pérdida de la convivencia, la ausencia de diversión, la falta de sentido vital, etcétera, nos están matando lentamente.
Un bebé se puede llegar a morir si no recibe cariño y afecto. ¿De verdad creemos que podemos como adultos sobrevivir sin ambos? Puede que sí, pero lo haremos como vegetales con patas, como muertos vivientes, como putos zombis, como meros autómatas incapaces de empatizar, sentir y pensar. Llevaremos una vivida que no merecerá la pena ser vivida y por ello, seremos capaces de autodestruirnos y de mutilarnos psicológica y físicamente.
El artículo de Félix resume nuestra vida actual. Una vida absurda, vacía, simple, intrascendente, anodina, aburrida, fabricada. Una vida vivida en soledad aun estando rodeados de cientos e incluso de miles de personas.
¿Será esta situación reversible? Todo parece indicar que para una gran mayoría social la respuesta sería negativa. Sin embargo, quizá si que podemos salvar algo de esta sociedad que ya camina a trompicones sobre sus ruinas.
Debería convertirse en nuestra meta ser buenas personas e intentar cambiar personalmente todos esos grandes males que anidan en nuestro interior porque los que se creen perfectos y listos para llevar a cabo, por ejemplo, una transición al campo se equivocan y se autoengañan. Como bien ha dicho Félix en más de una ocasión, la vuelta al mundo rural en pos de una revolución democrática y de los valores, ha de hacerse bien y para eso necesitamos tiempo, reflexiones, pensamientos, ideales, valor, fortaleza, serenidad, alegría, y buena salud. Creo que no debemos precipitarnos aunque eso no significa que no vayamos pensando en ello. Pero como dicen en Italia, "piano, piano".
Saludos cordiales.
No sabes hasta que punto te entiendi bien
EliminarHay que aclarar muchos conceptos que nos han metido de una manera y que en verdad son de otras: el esfuerzo -no el del "sueño americano", la felicidad -no el "tener"-, la madurez -como la máxima esencia y desarrollo del sujeto físico y mental, en lugar de considerarse en su mejor etapa profesional- o la libertad -no que haya "economía desatada".
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