jueves, 31 de enero de 2013

LA JUVENTUD EGIPCIA COMBATE EN LA CALLE AL FASCISMO ISLÁMICO


Como expuse en otro artículo de este blog, “Los pueblos de Egipto y Túnez contra el islamofascismo”, el agravamiento de las contradicciones sociales en esos países, sobre todo en Egipto, están ocasionando un desenmascaramiento rapidísimo del fascismo islámico de los Hermanos Musulmanes y su brazo terrorista, los SA-lafistas.
        
La máscara “radical”, incluso “anticapitalista” y “antiimperialista”, con que el fascismo islámico se atavía, creída por una parte notable de la izquierda y el anarquismo de Estado en “España”, está siendo pulverizada por la juventud egipcia.
        
Primero fue el referendum del pasado15 de diciembre, donde el presidente nazi-islamista de Egipto, M. Mursi, intentó colocar su Constitución totalitaria y clerical. La intentona terminó en un fracaso.
        
Sólo el 17% de la población dijo sí a ese engendro jurídico-político, a pesar del alto grado de intimidación que los islamistas ejercieron. Quienes airean la consigna “El Islam dominará el mundo” se encuentran ahora con que países desde siglos sometidos, como Egipto, se les enfrentan. A eso se llama ir por lana y volver trasquilados…
        
En enero los enfrentamientos entre las fuerzas populares y el bloque de la reacción, ejército/policía/Hermanos Musulmanes/SA-lafistas/gran capital/EEUU, ha ido haciéndose más agudos en la calle, con choques violentísimos, asaltos de sedes, etc.
        
La juventud egipcia está actuando con una gran inteligencia y valentía, y ha ido asestando golpes demoledores a los nazi-islamistas, que en estos momentos están a la defensiva, a pesar de ser protegidos por el aparato represivo. La lucha ha llegado a alcanzar caracteres pre-insurreccionales, con decenas de muertos por uno y otro bando.
        
De enorme importancia es la consolidación de un bloque revolucionario, donde las fuerzas libertarias, al parecer, dominan, formado por varias decenas de miles de jóvenes. Estos han emitido un comunicado en el que declaran estar en lucha para “combatir la tiranía fascista de los Hermanos Musulmanes y su milicia armada”.
        
La respuesta del jefe de las bandas paramilitares islamistas, M. Abu Samra, es que la juventud revolucionaria “debe ser tratada con toda la fuerza y violencia posible”, hasta ser “liquidada”. En suma: los nazi-clericales, para realizar su estrategia de toma del poder a imitación de la de los nazis en los años 30, están preparando un baño de sangre, pues para hacer lo que dicen han de asesinar al menos a 20.000 personas.
        
La insurgencia de la juventud egipcia, y el especial peso que en su seno tiene el ideario libertario y anarquista, son el inicio del fin de la expansión del islamofascismo a escala planetaria, que ahora aparece como lo que es, una forma de reacción al servicio del gran capital multinacional y del imperialismo, occidental y de Arabia Saudí.
        
En efecto, los Hermanos Musulmanes están hoy subsidiados por el multimillonario y financiero egipcio Jairat el Shater, además de por el gran capital saudí, que recibe una enorme masa de dólares y euros por el petróleo que exportan, buena parte de los cuales dedica a financiar al Islam político por todo el planeta, como parte de su estrategia de expansión imperialista.
        
Hay que recordar que los Hermanos Musulmanes, igual que todo el islamofascismo, son una marioneta de Occidente, pues fueron creados bajo los auspicios de los servicios secretos británicos. Ahora, en Libia, Siria, Mali, etc. son las potencias occidentales, sobre todo EEUU, Francia e Inglaterra, las que promueven al islamofascismo, con el que, a veces, entran en conflicto, como pasó en Alemania con las SA, ferozmente reprimidas en 1934 por los mismos que las habían creado, el ejército alemán y el gran capital.
        
Quienes llevan años valiéndose del sambenito de la “islamofobia” como modo de fomentar el fascismo islámico están siendo ahora puestos en evidencia por el épico actuar de la juventud egipcia. Y la cosa no ha hecho más que empezar, de manera que tales farsantes neo-clericales van a pasarlo muy mal en los próximos meses.
        
Hay que lamentar, una vez más, la posición del anarquismo de Estado, que da apoyo al gobierno de los Hermanos Musulmanes, con el argumento de que “ayuda” a los más desfavorecidos. Sí, lo hace con el dinero que el gran capital saudí, la banca egipcia, el ejército egipcio (financiado por EEUU) y Jairat el Shater les dan, para dotarse de una base de masas y realizar la toma completa del poder al modo nazi.
        
También en Alemania Hitler creó las SA dando cobijo y alimento a cientos de miles de elementos del lumpen, parados y otros, con los fondos que le proporcionó la gran industria y el Alto Estado Mayor. Y, ¿eso hace apoyable al partido nazi?
        
El anarquismo de Estado no va a poder seguir respaldando la política de Alianza de Civilizaciones del PSOE-PP, y calumniando a quienes nos oponemos al avance mundial del fascismo islámico como hasta ahora, con total impunidad y gran beneficio dinerario: la juventud egipcia, en gran parte afín al ideal libertario, se lo va a impedir.
        
Tres consejos me atrevería a enviar a la juventud antifascista egipcia: 1) que se proponga una estrategia de revolución integral, 2) que incorpore a sus filas masivamente a las mujeres, 3) que se una con las y los musulmanes de buena fe, sinceramente antifascistas, anti-Estado y anticapitalistas, para crear una sociedad libre y plural, autogobernada por asambleas y autogestionada en lo político, con libertad de conciencia y libertad de expresión, sin ente estatal ni clase empresarial.

sábado, 26 de enero de 2013

OBAMA Y EL NUEVO BLOQUE DE LA REACCIÓN


Quienes deseamos el triunfo de la verdad concreta-finita, la regeneración del sujeto, la instauración de un nuevo sistema de valores y el triunfo de la revolución integral planetaria tenemos que estar agradecidos al presidente Obama por el discurso inaugural y la ceremonia aneja de su segundo mandato.
        
En uno y otra ha definido al nuevo bloque de la reacción mundial, que es el mismo que el de antaño pero incorporando como nuevos pretorianos del imperio a los gays y lesbianas organizados, al feminismo de Estado y a las cohortes de la alta burguesía y altos funcionarios de raza negra, igual que lo es Obama y quien fue creador de la estrategia y doctrina militar imperial hoy en vigor, tras la derrota de EEUU en Vietnam, el general Colin Powell, uno de los peores belicistas del siglo XX.
        
En efecto, lo que es y hace ahora el imperialismo EEUU, el defensor principal del capitalismo a escala planetaria, fue diseñado por un hombre negro, Colin Powell. Y está siendo aplicado con mucho uso de la fuerza por un gran número de hombres (como Obama) y mujeres negras, dentro del Pentágono, enrolados en las tropas en combate en los países agredidos, o estacionados en cientos de bases militares por todo el planeta.
        
Asimismo, se ha constituido una extensa, arrogante y riquísima burguesía de etnia negra, ávida de ganancias y beneficios, y que sigue usando el victimismo racista para enriquecerse todavía más, a costa de los negros pobres y de los blancos pobres. Esta burguesía negra, a fin de proteger sus intereses estratégicos fundamentales, se vale del racismo anti-blanco, para dividir y enfrentar al pueblo, al mismo tiempo que se une con la burguesía blanca sin en este caso manifestar racismo alguno.
        
Una expresión de tal capitalismo racista y carca es Beyoncé, la intérprete “de color” que cantó el himno nacional yanki en la ceremonia. Esta fémina negra no ha tenido reparos en entonar ese horrible canto, al son de cuyas notas millones de personas de todas las razas, sexo y orientación sexual han sido y están siendo asesinadas. Su racismo es tal que se avergüenza de sí misma por ser negra (mulata), desprecia a los negros por ser negros y odia a los blancos por ser blancos…
        
Siendo mujer (junto con su pareja, la más rica de EEUU hoy) no duda en sumarse al aparato militar planetario que mantiene el patriarcado en todo el mundo, en especial en los países de islamismo de Estado, comenzando por Arabia Saudí, país nazi-islamista aliado firmísimo de EEUU, y el neo-patriarcado feminicida en otros países, como “España”.
        
En el aquelarre montado por el nuevo bloque de la reacción incluso se ha invocado a Martin Luther King, ese varón negro misógino y homófobo hasta el delirio que apartó a muchos negros de la vía de la lucha revolucionaria, contra el capitalismo y el Estado. Su biblia fue usada, junto con la de un farsante como el presidente Lincoln, para que Obama, el negro militarista, genocida, belicista y defensor del mega-capitalismo actual, jurara su cargo.
        
En la presentación en público del nuevo bloque de la reacción mundial no podía faltar un representante del grupo de poder homosexual, Richard Blanco, especialmente invitado por Obama. Unas semanas antes, un consorcio de grandes bancos reunidos en Londres decidió subvencionar al movimiento gay, para hacer de él la nueva fuerza de choque al servicio de sus intereses estratégicos, en tanto que gran capital bancario, como hicieron los nazis con una parte de la homosexualidad militante de su tiempo, a la que organizaron en las SA y lanzaron, porra y pistola en mano, contra el movimiento obrero y popular organizado[1].

De esta confluencia de burguesía negra, lansquenetes negros, gays y feministas de Estado lo que sale es un nuevo capitalismo, extraordinariamente reforzado, y un nuevo militarismo, que desea dominar y explotar al mundo en su totalidad, para satisfacer al completo su inextinguible sed de dominio y ansia de ganancias.
        
Este poderosísimo grupo de poder chorrea sangre. Con el sistema de drones, o aviones no tripulados, el presidente Obama ha matado, según cálculos realizados, unas 2.200 personas en los cuatro años de su mandato. Considerando que cada ataque, de media, mata a 49 inocentes por cada “terrorista” eliminado, ha asesinado a ¡unas 108.000 personas¡ sólo con tales artilugios.
        
Obama ha involucrado a EEUU en cuatro guerras, más que su predecesor, Bush, y está asesinando a muchísimas más personas. Su sangre salpica a quienes se alían con el imperio, los negros racistas, militaristas y victimistas, los gays y lesbianas subvencionados por la banca y los Estados y, sobre todo, el feminismo de Estado, que aporta cada vez más tropas femeninas bien adoctrinadas a las aventuras bélicas de Obama.
        
La IV Guerra Mundial está siendo preparada por el nuevo bloque reaccionario.
        
También son co-responsables de tales crímenes los que, entre nosotros, siguen apoyando al racismo pro-negro y anti-blanco, continúan presentando al movimiento gay como “anti-sistema” o defienden que el feminismo estatolátrico y androfóbico “emancipa” a las mujeres.  Todos ellos constituyen el renovado bloque de la reacción, los novísimos apologetas de los bancos y las grandes empresas, los nuevos pretorianos dispuestos a batirse por el imperio del euro, torturando y matando a quien se les oponga, igual que hicieron sus antecedentes, las SA hitlerianas formadas en gran medida por homosexuales, o las féminas nazis asesinas, que denuncia Mónica G. Álvarez en el libro “Guardianas nazis. El lado femenino del mal”.
        
Al ver al hombre negro Obama al frente de la nueva reacción capitalista-estatal mundial se entiende el significado de las religiones políticas, puestas en circulación en los años 60 del siglo pasado precisamente para cosechar los logros actuales, un nuevo reforzamiento del poder político y militar del imperio USA.
        
Pero con su victoria total las religiones políticas inician su fase de desintegración, al haber sido convertidas en institucionales. En sólo unos pocos años estarán ya bastante desacreditas. Por eso ahora es el momento de redoblar su crítica y denuncia.
        
Ante la nueva situación la propuesta es: 1) animar a los negros, lesbianas, gays y feministas de buena fe, no organizados en colectivos vendidos al poder, a romper con el bloque reaccionario recién constituido, yendo a la raíz del discurso de la nueva reacción, 2) poner fin al victimismo y a toda forma de “discriminación positiva”, esto es, de otorgar aún más privilegios a las supuestas “minorías oprimidas”, a las que el poder constituido está haciendo verdugos de la mayoría, 3) oponerse al racismo en todas sus formas, sea pro-negro o pro-blanco, negado toda significación positiva o negativa a la etnia, 4) sostener que la meta final no es lograr “mejoras” bajo el sistema sino efectuar una revolución total que realice la libertad poniendo fin a la actual dictadura estatal-capitalista, 5) formular un programa de emancipación integral de las mujeres, contra el feminismo androfóbico, el patriarcado y el neo-patriarcado, conforme al principio de que las mujeres se emancipan a sí mismas pero no las emancipa el Estado o el gobierno, 6) impedir que el Estado enfrente entre sí a las clases populares por motivos de raza, sexo o preferencias eróticas, 7) movilizarse ya contra el militarismo, belicismo y conductas criminales del hombre negro Obama y su perversa cohorte, volcada en preparar la IV Guerra Mundial.
        
El pueblo unido en base a la sustantividad de lo humano, de lo que está más allá de las diferencias irrelevantes o secundarias, es el único que puede hacer la revolución integral mundial. Por eso han de estar fraternalmente unidos negros, de otras razas y blancos; mujeres y varones; lesbianas, homosexuales y heterosexuales, respetándose mutuamente. Quien los enfrente entre sí, ése es el agente de la reacción.
        
Similarmente, los militares, la policía, la intelectualidad subvencionada y la burguesía, sea blanca o negra, heterosexual, lesbiana u homosexual, mujer o varón, es el enemigo.



[1] Algunos colectivos gays y feministas han acuñado la expresión “heteropatriarcado” para definir el régimen de dominio de la mujer por los varones heterosexuales. Ahora vemos la perfidia contenida en esa consigna, pues el Estado y el capital se hacen devotos de la homosexualidad mientras persiguen (por ejemplo, con la Ley de Violencia de Género) a la heterosexualidad y establecen el neo-patriarcado, el peor de todos los patriarcados.

jueves, 17 de enero de 2013

SERVICIO


La concepción de la vida como servicio se entrelaza con una enorme cantidad de cuestiones, de las cuales sólo unas pocas pueden ser tratadas en un artículo. Habrá que volver sobre esta materia una y otra vez.
        
Las disyuntivas que se plantean son varias: servir o ser servido, servir desinteresadamente o servir por interés, servir a personas o servir a causas impersonales, escoger las metas trascendentes a las que servimos o poner al ego como meta, permanecer en la cárcel del yo o escapar de ella… y varias más.
        
El egotismo, que es la ideología básica de la burguesía, establece el principio del interés particular como meta substancial del sujeto. Según ella, el yo sirve al ego, y todo lo demás queda relegado. Si se consultan los textos fundacionales de la burguesía, “La riqueza de las naciones”, de Adam Smith o “Informe de Ley Agraria”, de Jovellanos, se halla que “el interés individual” es el basamento de la actividad económica, y de la vida toda, pues reducen la existencia a lo económico, como luego hará Marx y casi toda la izquierda.
        
Por tanto, la oposición al interés individual debería ser parte sustantiva de la lucha revolucionaria contra la burguesía. Pero no es así. Hoy el o la activista social dice oponerse a los bancos y al capital en defensa de “mis intereses”, y afirma estar contra el Estado (las poquísimas veces que tal sucede, dada la ciega estatolatría en curso) como modo de salvaguardar “mi libertad”.
        
En suma, la “radicalidad” política está dominada por un individualismo total, agobiante y destructivo, que se manifiesta no sólo como egoísmo militante sino también como el más ruín y fastidioso de los egotismos. Es incluso más yoista y solipsista que la burguesía.
        
Liberarnos de la dictadura del ego, para acceder a un tipo de existencia superior, hecha de servicio desinteresado, renuncia al interés particular, generosidad activa, amor en actos, desasimiento cotidiano, preocupación por lo general, épica y heroísmo, dedicación a lo trascendente y sentido del deber es la precondición de toda toma de posición política y económica contra el orden constituido.
        
En suma: desinterés frente a interés, esto es, revolución interior y revolución social frente a burguesía.
        
Para lograrlo, en primer lugar, hay que renunciar a la ideología de ser servido por otros para vivir desde el propio esfuerzo. El paso inicial es no ser servido, el segundo es servir. Porque quien sirve es el que vale, el que se autoconstruye con vigor y con grandeza.
        
Eso demanda la renuncia a tener intereses propios, más allá de los que son imprescindibles para la supervivencia personal básica. No desear nada para sí equivale a poner el propio esfuerzo al servicio de los otros, haciéndose persona que sirve.
        
Pero, atención, los otros no son el otro. Otros es la totalidad de los iguales, el conjunto del pueblo/pueblos, hoy, en la historia y en el futuro. Otro es el o la que tenemos al lado. Con el otro singular las relaciones han de: a) evitar toda forma de paternalismo, cualquier mentalidad de “ayuda”, pues cada cual ha de existir desde sí, no desde el favor o la caridad, b) realizar la reciprocidad, la noción de justicia y equidad, que enseña a recibir tanto como se da.
        
La renuncia al ego no es bondad, no es bobería. Ayudar al próximo exige ser exigente con él, desde el afecto y la amistad, pero exigente. Eso excluye dar sin recibir, salvo en situaciones muy especiales en que el otro esté totalmente imposibilitado de sobrevivir sin ayuda exterior. La mentalidad paternalista del complejo ONG-Estado es perversa.
        
Amar no es incurrir en paternalismo sino desear el bien del otro. Obrar consecuentemente con ello demanda entender que el bien del próximo sólo lo puede realizar él mismo. Ayudar es favorecer la autoayuda en el otro, mientras que “ayudar” es destruir.
        
Aclarado esto pasemos a la cuestión del servicio. Son las grandes metas y los más elevados objetivos los que deben ser servidos. Tiene que haber una salida y abandono de sí, un ir hacia lo externo con olvido del interés particular, una renuncia al ego.
        
Si el yo está en la cárcel del ego, obligado a vivir para sí mismo, dado que es muy limitado, la mezquindad triunfa, el yo se asfixia y la vida se vuelve no-humana. Por tanto, se da la paradoja de que quien busca su interés particular acaba autonegándose como ser humano. Esto lo observamos a diario pues el egotista es enemigo encarnizado de sí mismo.
        
En efecto. Al no pensar más que en el ego, esto es, en lo muy pequeño y muy parcial, termina por arruinar la propia inteligencia. Al no amarse más que a sí mismo acaba por no amar nada, ni siquiera a sí mismo. Al ocuparse sólo de las pequeñeces propias de la parte doméstica y casera de la existencia llega a un estado de postración en que ya no sabe ni resolver esas cuestiones.
        
Es cierto que los egoístas máximos, que hacen del centro de su existencia la voluntad de poder, esto es, la lucha por dominar al otro y a los otros, poseen atributos y facultades más poderosas, que utilizan para el mal, pero ahora estamos tratando del egotismo más común, el que el poder constituido inculca al sujeto medio, violentándole psíquicamente.
        
El egocentrismo en un modo de destruir la esencia concreta humana, de degradar y embrutecer a la persona. Además, es reafirmar la cosmovisión burguesa en el seno del pueblo. El amor es desinteresado y esfuerzo desinteresado, es servicio y sacrificio. Lo demás es hipocresía y palabrería. Asimismo, servir da goces espirituales que el/la egoísta no imagina.
        
La acción transformadora de la sociedad no puede resultar del deseo de lograr tales o cuales ventajas provechosas sino de la convicción de realizar desinteresadamente el bien social y personal. No puede fundamentase en apetitos y ganancias sino en ideales, metas sublimes y valores. No anhela el propio beneficio sino un orden en el que nadie busque el propio beneficio, al entregarse todas y todos (o, al menos, la gran mayoría) a servir a la comunidad, a la humanidad, al otro.
        
Por eso la posición egótica de autores como Stirner o Nietzsche y tantos otros es rechazable[1]. Quienes se guían por ellos de buena fe manifiestan que no saben diferenciar entre la reacción y la revolución, lo que les hace agentes intelectuales de la primera.
        
Ya es tiempo de acometer la autoconstrucción del sujeto, y no sólo de hablar de ella. Así pues, partiendo de que el servicio desinteresado no es una idea sino una práctica, que al hacerse continuada se torna hábito, busquemos el modo de hacerla real.
        
Sugiero cuatro pasos: 1) dedicar dos semanas al examen, en silencio y soledad, de la contradicción egotismo/servicio en el terreno de las ideas básicas, 2) realizar desde las conclusiones logradas un estudio de los propios actos, en el mismo tiempo y con iguales procedimientos, 3) marcarse un proyecto de vida que, día a día, realice el desinterés como actividad práctica, social y personal, igualmente en dos semanas, 4) examinar cada tres días el propio obrar, para ver si hay consecuencia o no entre lo pensado y lo realizado, durante un año. Transcurrido ese tiempo, reexaminar la situación, y luego reexaminarse.
         Seguiremos tratando esta materia.



[1] Un libro de interés es “Breve tratado de ética”, Heleno Saña. En él se realiza la crítica del egoísmo, la refutación del hedonismo y el desmontaje de los utopismos, entre otras operaciones muy saludables.


NICOLAS GONZÁLEZ VARELA Y NIETZSCHE


Lo primero es felicitar a González Varela por contribuir a arrancar la máscara “radical” con que se ha camuflado a Nietzsche, en realidad un ideólogo de extrema derecha. Ya publiqué algo sobre su libro “Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872)”, bastante laudatorio, y ahora me referiré a la entrevista que el número 272 de El Viejo Topo le realiza.
        
Acaso lo más interesante de ella sea el énfasis que pone en explicar cómo se ha manipulado la obra de aquél, para hacerla pasar por filosofía “pura”, sin relación con la política, velando o incluso ocultando las obvias adhesiones políticas del teutón a lo más cavernícola y tremebundo de su tiempo.
        
Pero que Nietzsche sea un reaccionario político interesa menos que los contenidos ideológicos de sus escritos, que hacen de él un ultraderechista en el terreno más decisivo a largo plazo, el de la ideología, los disvalores y las creencias, aunque no en la filosofía, pues no filosofa. Eso le queda muy grande, más incluso que a su admirado Platón[1], el otro verboso politicista ultra-carcunda de lo que algunos denominan “historia de la filosofía”.
        
Nietzsche, y quienes crédulamente le siguen, son sujetos sin cultura filosófica, más dados a los panfletos que a abismarse en lo arduo del pensamiento profundo. Su obra es una sucesión de exabruptos y atrocidades.
        
Para comenzar, Nietzsche no tiene epistemología. Ni siquiera se lo plantea. Eso lo determina todo pues su intención no es diferenciar lo verdadero de lo extraviado, a través del análisis riguroso, sino emitir sus propias convicciones políticas valiéndose de una jerga caprichosa, imprecisa y brutal.
        
Se reduce a exhortar fanáticamente a la “casta de los señores” a liberarse de toda norma política y toda atadura ética para controlar por el uso máximo de violencia y terror al pueblo. De ahí que suene “revolucionario” a los ingenuos, los pardillos y los malvados, pues, al parecer, es “emancipador” afirmar que el “superhombre” ha de ser completamente “libre” en el trato con el otro, al que tiene que despreciar, odiar y agredir para hiper-dominarle.
        
Por eso se ha dicho que quien mejor ha realizado la “filosofía” de Nietzsche es la Gestapo.
        
¿Qué hacen los adeptos a su filosofía hoy? Pues lo que les ordena su ídolo: odiar a los de abajo y adorar a los de arriba, actuar con chulería y bravuconadas, ser descorteses, ineducados y desagradables, violentar de palabra y obra a los demás, enzarzarse en continuas grescas para realizar su propia “voluntad de poder” a costa de los otros. Dicho en plata, actuar como los falangistas y los nazis.
        
Eso ha desacreditado más a la cofradía de los devotos, y a su santo patrono, que miles de refutaciones de los libros del Maestro.
        
La obra de González tiene varios puntos todavía por tratar, la relación del nazismo con Nietzsche, el significado real, en la práctica social y personal, de sus ideas y la posición de aquél ante el Estado, teorética y práctica.
        
González señala que varios nazis de segunda fila presentaron desacuerdos parciales con Nietzsche, lo que es cierto, pero no hace referencia a los muchísimos más que manifestaron su entusiasmo por la obra de aquél. No cuenta, por ejemplo, que Hitler y Mussolini, en alguno de sus cumpleaños, se obsequiaron con las obras completas de nuestro “filósofo”, lujosamente encuadernadas…
        
Al estudiar la cosmovisión última del nacional-socialismo se concluye que en esencia, dejando de lado discrepancias secundarias, es la misma que la de Nietzsche. Ello significa que quien da respaldo ideológico a éste coincide con los nazis en el ideario. Eso no equivale a que admita el programa político de aquéllos, sólo los principios ideológicos. Es lo que sucede a quienes en 1972 elaboraron el libro “A favor de Nietzsche”, Fernando Savater, Eugenio Trías y otros. No son nazis en lo político, por supuesto, pero sí comparten cosmovisión con ellos, como se manifiesta en sus demás textos, aunque adecuado todo a los cambios de situación, tiempo y lugar.
        
El significado personal de la adhesión al “filósofo” ya está tratado. En lo social hay que tener en cuenta que su obra ha sido introducida desde 1945, valiéndose de mercaderes de palabras de la industria francesa de la filosofía como Gilles Deleuze, para lograr un objetivo central, realizar la “guerra de todos contra todos” preconizada por Hobbes, el antecedente en todo de Nietzsche, junto con Maquiavelo, Sade y Platón.
        
Para amaestrar en odiarse los unos a los otros, a fin de fragmentar la sociedad, aislar al individuo, destruir al pueblo y, con ello maximizar el poder del complejo Estado-capital han sido movilizados sujetos como Savater, Trías y colegas. Luego se les ha premiado de manera colosal[2]. Así lo sugiere González al advertir que “el neoindividualismo amoral” es el fundamento de la filosofía del alemán. Basta con preguntarse qué efectos ha tenido esa idea perversa, al difundirse por el cuerpo social, multi-financiada por la oligarquía financiera y las instituciones estatales, para dar con la respuesta. La popularización de Nietzsche ha sido la base doctrinal de una tremenda operación de ingeniería social.
        
La tercera cuestión está en la relación de Nietzsche con el Estado. Esto es decisivo, por cuanto quien realiza “la voluntad de poder” de facto es el aparato estatal, lo que debería hacer de él objeto de admiración, en principio, del “filósofo”. Es un asunto que está por investigar.
        
Es terrible que los dos “grandes” filósofos de nuestro tiempo sean nazis o proto-nazis, Heidegger y Nietzsche, lo que indica en qué mundo vivimos. Con el primero ajustó cuentas Víctor Farías en “Heidegger y el nazismo”. Un texto así está por escribir para el caso de Nietzsche. De hacerse sería, sobre todo, una operación de higiene mental.
        
Ironiza González sobre la adhesión de ciertos anarquistas a Nietzsche, y no es para menos. Eso, junto con su devoción por Stirner, muestra el grado de degradación política e ideológica de una parte del movimiento libertario, incapaz de diferenciar sus convicciones de la ideología básica de la extrema derecha. Ello explica fenómenos tan ingratos como el anarcoestatismo, el anarquismo individualista y el anarcocapitalismo. Sin curarse de tales males el movimiento libertario nunca podrá remontar el vuelo. Para lograrlo lo primero es ajustar cuentas con Nietzsche.


[1] Para un análisis más detallado de la supuesta filosofía de Platón, además de la pretendida filosofía de Nietzsche, “La democracia y el triunfo del Estado”, Félix Rodrigo Mora.
[2] No estamos en el universo de las Ideas puras sino en el de los mercaderes de palabras. Savater, en concreto, cuya obra escrita carece de toda originalidad, calidad o mérito, fue elevado, por sus servicios al statu quo, al empleo de primer pedantócrata del reino de España, con los efectos monetarios correspondientes, muy lucrativa sinecura que sigue manteniendo. El nietzscheanismo es un gran negocio, aunque ahora ya menos, porque está bastante gastado y envejecido.

ASAMBLEA CONCEJIL Y COPAS DE PLATA


La reciente localización de la copa de plata de que se sirvió, hasta hace unos decenios, el concejo abierto de Valdavia (León), con una inscripción bien expresiva, “Sirvo al concejo de Baldavida”, aporta un elemento de reflexión para entender mejor las manifestaciones asamblearias tradicionales, y para aprender de ellas.
        
Era lo habitual que las mujeres y hombres que se juntaban en la asamblea concejil para adoptar disposiciones sobre cuestiones cardinales de su existencia gustaran, una vez reunidos, de unos pocos tragos de vino en una, o a veces dos, copas de plata, antes o mientras se desarrollaban los debates, la formación de la voluntad política general y la toma de decisiones.
        
Esto solía hacerse así incluso en las aldeas más reducidas. En la provincia de León se conservan tres copas más, en los pueblos de Genicera, Caminayo y Pallide. He visto, o me han hablado, de su existencia en aldeas de Burgos, Soria, Guadalajara y otras. En alguna iglesia románica, como expongo en el libro “Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural”, aparece un vecino genérico bebiendo en una copa, expresión de la asamblea concejil.
        
El análisis de alguna de ellas sitúa su confección en el siglo XIII, aunque el examen tipológico de la de Valdavia parecería indicar que es bastante más moderna, probablemente del siglo XVIII.
        
Tomar unos sorbos de vino era (y es, donde todavía se hace) un acto simbólico, que hermanaba a las y los asistentes. El ritual consistía en que la copa, o copas, iba pasando de mano en mano, cada cual tomaba un pequeño trago, con mesura y elegancia, y la entregaba al siguiente. Beber unidos para pensar unidos, debatir unidos y acordar unidos, ese es su significado.
        
Que fuera de plata solemnizaba la asamblea. En las aldeas los vasos usados cotidianamente eran de cuerno, madera o barro, por tanto el uso de una pieza de tal calidad y belleza aportaba a la junta política del vecindario un plus de distinción, grandeza y solemnidad. No por su valor monetario, que es limitado al ser pequeñas, sino por lo propio de ese metal y el cuidado con que están cinceladas.
        
La vida humana tiene que girar entre lo ordinario y lo extraordinario, entre lo habitual y lo festivo. Si una de las partes se pierde, el conjunto sufre.
        
Hoy padecemos el mal del cotidianismo y el feismo, de la reducción de todo a su expresión más vulgar, sórdida y repelente. Así la vida se hace enojosa y triste, gris y deprimente. Al no solemnizar nada (salvo el propio ego, cada día más enfermo), se arrebatan a las cosas y a los acontecimientos lo que tienen de específico e incluso de extraordinario.
        
Muchos creen que a las asambleas se puede asistir de cualquier modo, estar sin compostura y negar toda ceremonia y formalidad. Lo que sale de ahí es un encuentro mediocre, chabacano, sin atractivo y a ras del suelo. Recuérdese qué sucedió con las asambleas del 15-M. Mientras intervenían sujetos, ellos y ellas, decididos a hacerlo todo mal, a hablar de cualquier modo y sin ninguna atención a las reglas de la oratoria, orgullosos de exhibir su propia zafiedad y vacío mental, torpes e inelegantes siempre, la gente popular, esto es, quienes estaban allí sin ser profesionales de la politiquería, iba abandonando la asamblea, en general cargante y penosa.
        
Ciertamente, era así por muchos otros motivos: impreparación de los contenidos, ramplonería de los debates, dominio del reformismo socialdemócrata, desinformación e incultura, bajísima calidad de las personas, manipulaciones constantes de la militancia de la izquierda, inevitablemente liquidacionista y destructiva, etc.
        
Pero también contaba esa afición nihilista por desmitificarlo todo (menos la propia desmitificación, que está hiper-mitificada), por negar a lo extraordinario unas formas de presencia pública que tengan grandeza y belleza, solemnidad y embeleso. Dado que la asamblea se hace cada cierto tiempo (y no cada día, como demandaba en el 15-M una juventud ociosa, aburrida, frívola y con la cabeza vacía), siendo un acto extraordinario y excepcional, debe ser considerado como tal, por tanto, formalmente dotada de elementos que subrayen y enfaticen su dignísima particularidad.
        
En la vida hay un momento para cada cosa, y cada una tiene que ser tratada, en los contenidos y en las formas, como lo que manifiesta ser. No es lo mismo una asamblea que un botellón, ni que un parloteo banal, tumbados en la hierba de un parque. Lo que no se valora ¿cómo podrá mantenerse y crecer?
        
La compostura, la elegancia, la elevación, la belleza de las palabras, de los gestos, de los cuerpos, forman un saber estar que la sociedad actual, desplomada en la sordidez, la fealdad y la chocarrería, no puede ni realizar y ni siquiera echar de menos. Estamos tan hiper-degradados y encanallados que todo lo que tocamos lo convertimos en basura y bazofia, y no pasa nada porque nos gusta el sabor de la suciedad y nos extasía el tufo de la mugre.
        
De acuerdo. Pero si deseamos hacer algo más que cotidianismo ramplón, chocarrero y soez, específicamente contracultural, progre y hippie, esto es, burgués de una manera nueva y más letal, tenemos que reconsiderar toda nuestra concepción sobre estas cuestiones.

UN ARTÍCULO SOBRE LA CUESTIÓN NACIONAL


Atlántica XXII. Revista asturiana de información y pensamiento”, Enero 2013, me ha publicado el artículo “Autodeterminación, el Derecho del Pueblo”.
        
El asunto es de importancia en una coyuntura política en que la cuestión, en sí de gran significación, de la opresión nacional, está siendo utilizada espuriamente por la casta política que se dice nacionalista, probablemente conforme a un acuerdo secreto con Madrid, para lanzar una gran intervención política que afirme su poder y tape sus corruptelas, fortalezca al Estado español y permita una mejor solución de la crisis económica conforme a los intereses del capital.
        
De tal operación el verdadero sentimiento y programa de liberación nacional quedará bastante dañado, al estar siendo ridiculizado y manipulado.
        
Eso está sucediendo en Cataluña, en efecto, pero no sólo allí, pues en otros territorios nacionalmente oprimidos la bandera del nacionalismo está sirviendo de tapadera a las políticas más tristemente socialdemócratas, de conciliación con el Estado español y de cooperación con la oligarquía financiera para capear el temporal de la crisis.
        
En Cataluña la posición de CiU es deplorable, pues expresa la capacidad de la casta política para hacer lo que desee, desde enriquecerse a portarse como señores sobre un territorio conquistado.
        
Peor es aún la ejecutoria de ERC: de izquierda pero aliada a la derecha; antiespañola pero fortaleciendo al Estado español a través del incremento de los impuestos; “limpia” pero en todo vinculada a ese lodazal de corrupción que es la derecha catalana; “independentista” pero dentro del orden capitalista; republicana y por tanto admiradora del republicanismo burgués europeo, francés sobre todo, verdugo de los pueblos oprimidos por el Estado galo, el catalán entre ellos; monolingüe en catalán pero favoreciendo en todo al inglés, y así sucesivamente.
        
Lo que hay de fondo, en el terreno de las ideas, es una enorme confusión sobre las condiciones en que hoy, en el siglo XXI, se plantea objetivamente la cuestión de la opresión nacional de Canarias, Euskal Herria, Galicia y Países Catalanes, que está siendo utilizada para realizar temibles operaciones políticas de corte reaccionario y, en definitiva, españolista.
        
Mientras se siga planteando la cuestión nacional como en el siglo XIX, sin considerar los enormes cambios acaecidos y sin tener en cuenta las lecciones de la historia más reciente, no habrá gran cosa que hacer en la materia.
        
La clave, como expongo en el artículo, está en tres cuestiones: 1) la relación entre la liberación nacional y la revolución integral, de tal modo que aquélla es, por necesidad, una parte de éste, 2) la posición ante el Estado, pues hay que negar que “conquistar un Estado propio” sea solución, que sólo es tal con autogobierno popular, por asambleas, sin ente estatal, 3) la lengua hoy ha de tratarse desde el fenómeno de la mundialización capitalista, la imposición planetaria del inglés y la hecatombe mundial de las lenguas (cada dos semanas desaparece un idioma en el mundo, y lo peor está por venir). Esto niega la naturaleza “nacional” de cualquier proyecto nacionalista pro-capitalista, como es el de ERC en Cataluña, o el de X.M. Beiras en Galiza[1].
        
Al no estar suficientemente analizados y debatidos estos asuntos el “independentismo” se ha convertido en un pimpampum demagógico e hipócrita, reaccionario y nacionalista español de facto.
        
En suma, mi esperanza es que la lectura del artículo contribuya a poner en claro estas cuestiones, para que el combate por la liberación nacional integral de las naciones hoy sometidas al dominio español avance como parte del proceso de revolución integral, contra el capital y contra todas las formas de Estado.



[1] Un estudio recientemente dado a conocer señala que las universidades catalanas, para hacer negocio, ofertan cursos sobre todo en inglés y en castellano, apenas en catalán. Este asunto, si se proyecta sobre el futuro, es fúnebre para la lengua nacional, sin que el “independentismo” institucional se anime a definirse sobre él.