domingo, 11 de marzo de 2012

LOS CIEN LIBROS QUE HAY QUE LEER PRESENTADOS DE DIEZ EN DIEZ” (II)



Uno de los males mayores de Internet en tanto que nuevo misticismo tecnológico es que promueve la ilusión de que basta con leer sus materiales para alcanzar una madurez reflexiva más que suficiente. Sólo unos cuantos se paran a recapacitar sobre lo banal, ligero y deleznable del 99% de lo que en la Red se localiza, poco más que detritus fabricado por mentes devastadas por la modernidad, siempre totalitaria al ser un régimen contra la libertad de conciencia y la libertad de expresión, militante en pro de la deshumanización[1].

Si los cerebros han dejado de pensar, y eso ha sucedido en Occidente hace al menos siglo y medio, muy poco de lo que se encuentre en cualquier medio de difusión puede ser valioso.

 El capitalismo es el no-pensamiento institucionalizado, pues el burgués sustituye la reflexión por el cálculo y al asalariado se le impide cavilar. El Estado es asimismo una fuerza que milita en pro de la irreflexión inducida de las masas, pues ahí reside la principal garantía de su continuidad y ascenso, mientras que la razón de Estado tiene en la astucia su herramienta mental. Por tanto, desde la instauración del Estado-capital en las revoluciones constitucionales el pensamiento se ha ido desvaneciendo, siendo sustituido por la propaganda. Hoy todo es propaganda, desde la publicidad comercial a los contenidos impartidos por el aparato universitario, todo.

La sociedad actual se mueve por la codicia, el ansia de placer y la voluntad de poder. En consecuencia en ella no hay sitio ni para la verdad ni para el saber ni para el conocimiento. Aquellos disvalores niegan estos valores, ocupando el espacio social y el esfuerzo mental del sujeto medio.

Para vivir en una sociedad sin propaganda, en la que la verdad, como verdad posible, sea la meta y el substrato de la vida cotidiana se necesita una revolución integral. Sólo ésta puede realizar el gran ideal de la libertad de conciencia.



[1] Al respecto, “Para una consideración descreída de la nueva divinidad, la Red de redes, Internet”, en mi libro “Seis estudios. Sobre política, historia, tecnología, universidad, ética y pedagogía”.

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