Félix Rodrigo Mora
La grave y preocupante pandemia atribuida al virus covid-19,
con declaración del estado de alarma, reforzamiento del Estado policial, militarización,
arresto domiciliario de la población, toque de queda, vulneración de las
libertades individuales y glorificación del aparato médico-químico-farmacéutico-tecnológico,
está sirviendo de pretexto para un golpe de Estado de facto. Posiblemente, el
Real Decreto que establece el Estado de Alarma a cargo del aparato estatal español,
el 14 de marzo de 2020[1],
marca un hito en nuestra historia del siglo XXI, de modo que habrá un antes y
un después.
En lo sanitario, las disposiciones impuestas son, ante todo,
YATROGÉNICAS, o más llanamente, “EFICACES” CON UN COSTE ALTO EN SALUD Y VIDAS, eficaces
en la dirección de multiplicar el número de infectados, el sufrimiento y las
muertes provocadas por el virus y por otras muchas causas. En efecto, van a
enfermar y fallecer muchas más personas -lo están haciendo ya- de las que lo
habrían hecho en caso de adoptar disposiciones de profilaxis pública basadas en
la libertad individual, la medicalización mínima, el sentido común, la
prudencia operativa, la sabiduría popular médica, el estilo de vida sana y la
virtud cívica. Quizá sucumbirán unas cuatro veces más, quedando muchos cientos
de miles con la salud psíquica y somática quebrantada. Así pues, la aparentemente
irracional intrusión estatal es ahora la principal causa de muerte, y no el
coronavirus, que queda como factor secundario. Pero eso no se debe a un error
sino a la naturaleza misma del Estado y, por tanto, del golpe de Estado en
vigor, que es un ensayo de futuras intervenciones totalitarias, un modo de
aterrorizar a la población, una vía para resolver el “problema” de los 10
millones de jubilados y un paso adelante en el proyecto estratégico de
fascistización del país. La meta táctica es disciplinarla despóticamente y
sobre-adiestrar en la sumisión, acostumbrando a las gentes a tener al ejército
en la calle. Éste está actuando preventivamente para afrontar el desplome y
caos social que se avecinan, por explosión múltiple y combinada de las
contradicciones internas del sistema.
NOTA: Deploro que esta Declaración sea tan extensa, pero no hay otro modo de tratar
aunque sólo sean los más decisivos asuntos de esta materia. Quienes crean que
la cosa va simplemente de virus, miedo, mascarillas, lavado de manos, quedarse
en casa y número de fallecidos, con alguna que otra critica vacua y superficial
al gobierno, es porque no están entendiendo lo que sucede y mi escrito no les
servirá. A los demás les ruego no sólo que lo lean sino que lo estudien. Y que
lo hagan circular. Y que lo continúen creativamente. Porque los caminos fáciles
no llevan lejos. Espero se comprenda y disculpe los defectos del texto, cuya
causa en la urgencia de editarlo. Más reposadamente, se corregirán. Textos más
breve hay a docenas en Internet, otra cosa es que digan algo. La decadencia
intelectual de nuestra sociedad es una tragedia no menor que su decrepitud
biológica, su descomposición sanitaria y su desintegración política y
económica. Todo ello forma una unidad, la del final del periodo de estabilidad
y prosperidad del sistema actual, lo que pone como actividad central de esta
época la transformación integral.
[1] Sus fundamentos jurídicos son el artículo
116.2 de la Constitución Española de 1978 y la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de
junio, de los estados de alarma, excepción y sitio. En ello se pone de
manifiesto la naturaleza represiva y antipopular, dictatorial y autocrática, de
la Constitución, respaldada por todas las fuerzas políticas, de derecha e
izquierda, y toda la intelectualidad progresista.
Saludos,
ResponderEliminarSobre la pandemia, poco que comentar con todo lo que se ha dicho ya. Para mí está clarísimo que se trata de una cortina de humo como bien dices pero creo que el principal objeto es el crear el escenario policial perfecto como entrenamiento de las fuerzas policiales y militares a ser implacables así como aumentar el grado de obediencia y terror en la población civil para próximos escenarios de mayor control que sin duda van a llegar. Lo de reducir la población de jubilados lo veo muy difícil a base de extender virus intencionadamente, pues aún suponiendo que este nuevo virus causara, por poner un ejemplo, unas 100.000 muertes al año en un país como España no supondría un descenso muy significativo y tendría que haber varios virus como este para hacer estragos de verdad o empeorar tanto las condiciones de vida que provocara un aumento exponencial en las defunciones.
Por lo demás y como aparte de esto se tocan otras cuestiones me gustaría mencionar sobre tu idea de la crisis de despoblación que sufre España y otros países europeos, según tengo entendido. Bien, independientemente de que sea real o no, porque sea demasiado exagerado el dato especulativo de que en 50 años España se quedaría en unos dos o tres millones e habitantes, cosa que yo dudo mucho, nada de esto es relevante porque la verdadera crisis, Félix, no es la despoblación humana sino la sobrepoblación y parece mentira que no lo veas siendo tu foco de crítica el ataque al estado-nación, institución que fue posible gracias o a pesar del crecimiento demográfico, pero no quedaba ahí la cosa, después dicho crecimiento trajo definitivamente el auge de las ciudades en todo el mundo y al mismo tiempo más o menos el auge de la industria y la tecnología, fenómenos que para la mayoría de las personas convertidas en tecnófilas a la fuerza ha derivado en su adhesión incondicional. Y a partir de 1900 la explosión demográfica fue un hecho inevitable que si bien consolidaba la ideología del progreso en casi todas las mentes humanas al mismo tiempo provocaba la devastación natural en todo el globo y con ello el exterminio de millones de otras formas de vida, o sea un sistema de vida basado en la violencia perpetua y el exterminio. Así pues, tu idea no solo parte de esta irrealidad o de este no querer ver la verdadera causa del problema sino que además caes en profundas contradicciones cuando por un lado atacas al estado y por otro defiendes que tenemos que ser miles de millones de habitantes en el planeta que por fuerza mayor deben organizarse en estados con sus gobernantes, tecnócratas,policías, ejércitos, jueces, burócratas y demás cuerpos destinados a su perpetuación, o cuando promueves que la gente huya de la ciudad y busque formas de relaciones convivenciales solo posibles en sociedades mínimas de población con una economía no invasiva.
Y por último quería hacer una puntualización sobre la crisis de las relaciones heterosexuales, cosa que sí es real, incluidas todo tipo de relaciones no solo heterosexuales, pero no por estar perseguidas o demonizadas por los grupos de poder, responde más bien a una serie de cambios en las relaciones de los últimos 50 años con la incorporación de la mujer al mundo laboral, y en los últimos años la radicalización del feminismo hegemónico con su estrategia intencionada de criminalizar a los hombres metiendo miedo a las mujeres y creando así un enfrentamiento entre géneros, así como la búsqueda de pareja a través de aplicaciones digitales antinaturales y seguramente la moda de la autoayuda que ha contribuido a extender la idea individualista de independencia y no necesidad de los otros, derivando todo esto en lo que es el amor líquido, por darle aún un grado de supervivencia antes de su muerte final. De todas formas, lo mismo da ya porque es bien sabido que las relaciones monogámicas solo eran un mito.
Es todo, un saludo.