Al
observar la actual situación en el África subsahariana, tan preocupante, viene
a la mente, como fórmula positiva, el título del libro de Frantz Fanon “Por la revolución africana”, editado
en 1964. Pero sólo el título pues Fanon era cualquier cosa menos un revolucionario.
Fue un racista antiblanco, un miembro activo del peor producto político de esa
época, el FLN (Frente de Liberación Nacional) de Argelia, un estatólatra virulento
y un agente intelectual del capitalismo global resultante de la II Guerra
Mundial. Sirvió al nuevo orden neocolonial, que es el que ahora está triturando
a África y provocando la emigración de una parte notable de su población joven
(con gran regocijo del imperialismo europeo), probablemente no la mejor, no la
más ética, no la más vinculada a sus pueblos y a sus raíces y con seguridad no
la más revolucionaria.
Ese
fue Fanon, Pero su libro tiene, como se dijo, un título excelente: POR LA
REVOLUCIÓN AFRICANA. Claro que es otra mutación social muy diferente a la suya la
que hoy se necesita[1].
Una revolución popular, sin monstruosidades como el FLN argelino[2], sin
racismo de ningún tipo y sin clericalismos, que resuelva los principales
problemas de África, hoy en primer lugar el expolio de su población por los
países ricos. Esto recrea y reproduce, aunque a una escala mucho mayor, lo que
se hizo con ese continente entre los siglos VIII y XIX, robarle su gente con la
captura, comercio y trata de esclavos, primero por el imperialismo musulmán y
después, a partir del siglo XV, por el imperialismo europeo.
Lo
cierto es que los problemas de África hoy son la consecuencia de la acción
oligárquica y antipopular, liberticida y desarrollista, misógina y estatolátrica,
aculturadora y racista, de los Fanon y sus correligionarios, los Nyerere,
Shengor, Touré, Kenyatta, Mengistu, Nkrumah y Kérèkou, de los prebostes del “socialismo africano” de los años 50/80
del siglo pasado, y posteriormente de los Sankara y los Mandela. su locuacidad
“radical” no podía ocultar que eran adoradores del Estado y títeres del
neocolonialismo y, por tanto, enemigos de los pueblos africanos, a los que
trataron como a menores de edad que debían ser “liberados” por caudillos
carismáticos, intelectuales provistos de abstrusas teoréticas, apoyados en
poderes estatales formidables y carísimos… En realidad, les hicieron padecer
una represión fortísima, les expoliaron con los impuestos, les sometieron a sus
caprichos y extravagancias y les redujeron a una pobreza extrema.
Fueron la última versión
del problema número uno de África, la persistencia, desde hace muchos siglos,
de un sistema estatal-esclavista que, aún adoptando variadas formas y manifestándose
de muchas maneras, es siempre uno y el mismo, la ausencia de libertad
individual y colectiva debido a que el Estado/Estados africanos cosifica a la
persona hasta hacerla mero objeto mercantil[3]. Hoy esa
situación permanece en lo esencial idéntica a sí misma aunque difuminada en sus
formas y apariencias. Por eso lo que se necesita sobre todo es una revolución
de la libertad, una revolución axiológica, en los valores y la moralidad, y una
revolución del sujeto, de la persona.
El progresismo burgués
sostiene que en África al sur del Sahara sólo hay un problema, “la miseria, el hambre y la pobreza
extrema”. Para ello ofrece siempre la misma fórmula, desarrollismo
económico a cargo del Estado/Estados y en cooperación con las potencias
imperialistas. Así contribuye a reproducir el problema número uno de ese
continente, la persistencia de formas estatales de hiper-dominación, de las
cuales es una consecuencia entre otras la pobreza.
Demos
la palabra a otro hombre, también negro y de origen africano, éste actual. Me
refiero a T. Iwobi, nacido en Nigeria pero afincado en Italia desde hace
bastante años, donde ocupa un alto puesto político. Recientemente hizo unas
declaraciones en contra de la emigración de africanos a Europa. Advirtió que lo
que está aconteciendo “no es emigración,
es esclavismo”, de manera que África está siendo “privada de sus mejores recursos humanos”. En oposición al discurso
progresista “antirracista” compara a la actual emigración con la antigua trata
de esclavos (que persiste en los países musulmanes) y arguye que “África ha sido privada de sus mejores
recursos, antes los recursos naturales y hoy los recursos humanos”. Añadió
que “quienes llegan aquí (como emigrantes
africanos a Europa) lo hacen engañados, víctimas de una estafa”.
El
nigeriano-italiano enfatiza un hecho a reflexionar, que él, siendo católico,
comprende a las iglesias africanas, que manifiestan desaprobación ante la
salida multitudinaria de jóvenes hacia el Norte, pero que no comprende que el
Vaticano apoye con fruición la arribada de aquéllos a Europa. Ciertamente, la
política del Papa actual sobre la emigración expresa de la manera más despiadada
los intereses del gran capitalismo europeo, al que Francisco sirve. No es menos
significativo que la posición del Vaticano y el Papa en esta materia sea la
misma que la de nuestros anticlericales más enardecidos, izquierdistas,
marxistas, anarquistas, progresistas, republicanos y similares… Esto muestra
que en las cuestiones decisivas, y la emigración es una de las más importantes,
el bloque de la reacción cierra filas.
En definitiva, el hombre
negro Iwobi ha puesto en el lugar que les corresponde a los arrogantes
neo-negreros y neo-esclavistas blancos de la izquierda, que son los racistas
más temibles, partidarios de hacer la sustitución étnica, es decir, la limpieza
racial, de los pueblos europeos por medio de los emigrantes africanos. Para
ello la precondición es impedir y prohibir a las mujeres europeas ser madres.
Es muy hipócrita por parte de Francisco y el Vaticano que “denuncien” en
abstracto el aborto y se nieguen a denunciar que, en concreto, el 80% de los
abortos tienen lugar por imposición de la clase empresarial, o burguesa, a sus
asalariadas, a las que quieren al ciento por ciento para la empresa y la
producción, a fin de multiplicar sus ganancias dinerarias, sin hijos por tanto.
Iwobi,
al ser de ideología política parlamentarista y derechista, no logra, con todos
sus aciertos analíticos, establecer la vía por la cual África puede conquistar
la soberanía sobre su población, a fin de que ésta trabaje para los africanos y
no para los europeos, como es de justicia. Esa vía es la acción revolucionaria,
dirigida a hacer que los pueblos de África recuperen lo que es suyo en los tres
niveles de la economía, 1) las materias primas y productos alimenticios, 2) la
riqueza capitalizada en la forma de elementos productivos y monetarios, 3) la
población trabajadora. Todos y cada uno de ellos debe permanecer en África y no
ser llevado a otros continentes, para que de ese modo los africanos puedan
autoabastecerse de bienes básicos, producir lo que se necesita y subsistir decorosamente.
Lo
que estamos viviendo con la emigración de inmensas multitudes es una operación
para la liquidación social, cultural, política, económica e incluso étnica de
las sociedades al sur del Sahara, transformadas ya en espeluznantes criaderos
de seres humanos, que luego son empujados, por docenas de procedimientos (entre
los que sobresalen las guerras creadas ex profeso para expulsar a su población)
hacia el Norte. Aquí enriquecen a las oligarquías europeas, sirven como criados
a las desalmadas clases medias europeas (convertidas en bloque al
“antirracismo” neo-negrero, o sea, a la principal forma actual del racismo de blancos)
y pagan impuestos con los que mantener los cada vez más hipertrofiados aparatos
militares y policiales de la UE.
La
liberación de las clases populares africanas hoy incluye la desaparición del
régimen odioso de criadero-granja de personas con destino a la exportación, a la emigración,
lo que ocasiona maternidades excesivas (de hasta 8 hijos por mujer), que agotan
a las féminas. Todo para que las oligarquías europeas puedan tener mano de obra
gratuita, por no criada, a su disposición y en sus propios países. Esto es un
perfeccionamiento del régimen esclavista clásico, en el cual los esclavos
debían ser comprados (o producidos) y tenían que ser trasladados a América, con
desembolsos cuantiosos, mientras que hoy son gratis y llegan por sí mismos, lo
que es un ejemplo notorio de la pertinencia de la teoría del progreso… El
régimen de criadero de seres humanos es, en sí mismo, una prueba de la
persistencia en África del orden esclavista, aunque con numerosas
modificaciones formales y accesorias, pues tal fue el sistema de abastecimiento
de mano de obra del estato-esclavismo.
También sirve este
sistema para que las féminas burguesas y aburguesadas europeas dediquen su
tiempo a hacerse ricas y a disputar ferozmente por mas poder con otras mujeres
y hombres, sin preocuparse por tener descendencia, actividad “inferior” y
“degradante” que, con un racismo obvio, imponen a las féminas africanas. En
efecto, ¿no es racista considerar que lo que es tenido por indeseable para las
mujeres europeas resulte excelente para las africanas?
Romper
con esa forma de racismo, neo-trata negrera y expolio imperialista demanda que
cada territorio, cada país, cada continente, se autoabastezca de personas, por
tanto, de mano de obra, en vez de robarla a los países pobres. Si la fórmula de
soberanía alimentaria es, con algunas puntualizaciones, pertinente, también lo
es la de soberanía demográfica y poblacional. O sea: los africanos son para África,
no para Europa.
¿Cuál
sería la naturaleza de dicha REVOLUCIÓN AFRICANA por hacer?
En
primer lugar ha de ser una revolución política que aniquile los descomunales
aparatos de poder hoy existentes, los Estados africanos creados por el
neocolonialismo, por Fanon y sus colegas, entre ellos el inicuo Mandela, máximo
preboste del gran capitalismo globalizador que está triturando a África. El
problema principal allí no es la pobreza y el hambre sino la ausencia de libertad,
individual y colectiva por existencia de regímenes estatales hipertróficos. Hay
pobreza extrema porque existe sobre-dominación de modo que sólo una revolución
de la libertad puede proporcionar a los africanos los recursos materiales que
necesitan. La libertad es lo primero y principal.
Por
eso todas las “soluciones” consistentes en más Estado (más militares, más
policías, más funcionarios, más impuestos, más intelectuales multi-subsidiados,
más adoctrinamiento y más leyes, por tanto más sometimiento y sujeción de la
gente común) agravan el problema de África en vez de resolverlo, como se
comprobó con las “revoluciones antiimperialistas” de 1945-1980 que eran delirantemente
estatistas, pues cualquier ente estatal en las condiciones existentes, se ponga
las etiquetas que se ponga, es y será una nueva versión más o menos camuflada y
evolucionada del sistema esclavista milenario. Con ello empeoraría la
dominación, opresión y ausencia de libertades. Tal fue, como se ha expuesto, lo
que hizo el FLN argelino y los partidarios del “socialismo africano” de hace
unos decenios, instauradores de regímenes de despotismo militar-funcionarial
supuestamente desarrollistas y paternalistas pero en realidad fascistas de
izquierda. Algunos abiertamente genocidas, como el del marxista Mengistu Haile
Marian en Etiopia. Éste ha sido juzgado por genocidio pero no los jefes del
FLN, que incluso fueron peores.
Así
pues, tienen que ser revoluciones populares en vez de estatales, no realizadas
por élites ni por intelectuales ni mucho menos por militares (esto es del todo
aberrante) sino por el pueblo, por los pueblos. Revoluciones desde abajo y no
desde arriba. Han de constituirse, por tanto, pueblos poderosos y libres que
derroquen las dictaduras estatales existentes y que se autogobiernen por un
régimen democrático de asambleas soberanas. Ni el militarismo ni el estatismo
izquierdista (fascismo de izquierda) ni tampoco el parlamentarismo son
solución. Sólo lo es el logro de la soberanía popular por medio de la libertad
política integral, autogobierno por asambleas, derecho consuetudinario
africano, justicia popular, igualdad política y jurídica entre hombres y
mujeres, armamento general del pueblo, libertad de conciencia y libertad civil,
fiscalidad mínima y organización global de cada país de abajo a arriba, sin
aparato estatal ni clase mandante, por medio de un sistema de asambleas
soberanas en red.
En
segundo lugar, hay que realizar una revolución de la persona, dado que
el régimen de despotismo estatal-esclavista milenario ha dañado, encanallado y
envilecido sustantivamente al ser humano de África. Es necesario establecer el
principio de libertad individual con responsabilidad y moralidad natural,
iniciativa personal, autoconstrucción del sujeto y vida ética. Sin esta revolución
del yo, en tanto que tarea en buena media íntima y privada, es absolutamente
imposible superar el sistema de hiper-dominación vigente, cuya consecuencia más
visible es la trituración, deshumanización y cosificación del individuo, lo que
en África, por causa del perverso sistema esclavista reforzado por la trata
negrera y neo-negrera, es particularmente grave.
En
tercer lugar resulta imprescindible estatuir un sistema de economía
autocentrada en la que los recursos y las personas africanas sean para África.
En oposición al actual sistema de saqueo neocolonial hay que conseguir que las
materias primas y productos alimentación se queden en África, que los
beneficios de las empresas permanezcan allí en vez de ser enviados al Norte y
que la mano de obra trabaje en y para África. En unos cincuenta años, en el
caso de que un gran ciclo de revoluciones en África, Europa y el mundo no lo
impidan, el continente africano quedará devastado y desertizado al completo, si
continúa la saca de neo-esclavos para los países imperialistas, por el momento
sólo para Europa pero pronto también para China, Japón, Rusia, EEUU, Arabia de
los Saud, Irán e incluso Brasil. Hay que romper los dientes, metafóricamente, a
los neo-negreros de la izquierda y el progresismo[4], tanto
como a los de la derecha y el Vaticano, que se han erigido en opulentos
abastecedores de mano de obra africana al gran capitalismo europeo.
¿Qué
pueden hacer los europeos para contribuir a LA REVOLUCIÓN AFRICANA ya en curso,
en tanto que colosal mutación continental e integral?
En
primer lugar dejar de lado la mentalidad paternalista, buenista y racista de
“ayuda” a los africanos, propia de las ONGs, la izquierda, la derecha y la
Iglesia. Las clases medias europeas, atiborradas de fervor “humanitario” y de
ardor caritativo, deben aprender a tratar en pie de igualdad a la gente
africana, como seres humanos adultos en todo iguales a ellos y no como niños,
abandonando las manías protectoras y asistenciales. Se tiene que ver a los
africanos como personas iguales a las demás en libertad y responsabilidad,
derechos y deberes, aciertos y errores, aptas para autogobernarse y
responsables de su propia vida, y no simplemente “víctimas”. Victimizar a los
africanos es horriblemente racista. Sería conveniente, también, que los
europeos aprendieran algo consistente y objetivo sobre el pasado y el presente
de África, que vaya más allá de los mantras propagandísticos, tan erróneos como
perversos, del “anticolonialismo” del siglo pasado.
Creer, por ejemplo, que los
problemas de África son culpa exclusiva de los europeos es ningunear a los
africanos, negarle su protagonismo en la historia y en el presente y reducirles
a meras cosas. Ya antes se explicó la falsedad radical de ello. Es además, un
gran error y un enorme embuste. Va dirigido a provocar el autoodio en los
pueblos europeos, paralizando su obrar transformador y revolucionario. Su
origen es el poder constituido, sus agentes y jaurías.
En
segundo lugar hay que dar apoyo a los movimientos populares africanos que se encaminen
hacia una solución revolucionaria de los problemas de aquel continente,
rechazando las formulaciones caritativas y de “ayuda”. Éstas son argucias del
imperialismo de la UE para distorsionar la economía, destruir la cultura
popular africana, suscitar conflictos y guerras y saquear la mano de obra. Las
ONGs trabajan para las multinacionales, los servicios de información y los
ejércitos europeos, los grandes bancos y el gobierno de Bruselas. Es del
combate, llevado hasta la revolución, de donde saldrá un África nueva.
En
tercer lugar, se debe rechazar el pago de la deuda de los países africanos y el
retorno de los beneficios de las empresas europeas, conforme al principio de
que todo lo que es de África debe permanecer en África. Hay que
contribuir a establecer una economía popular comunal autogestionaria sobre la
base de la expropiación sin indemnización de las oligarquías africanas (que
llevan una existencia principesca y derrochadora, a menudo más parasitaria que
sus homólogas europeas) y de las multinacionales de la UE, China, Rusia, EEUU y
otros países. Los precios de intercambio no deben ser los marcados por esa
ficción ridícula denominada “libre mercado mundial” sino los que resulten de un
canje justo y equitativo de bienes y servicios, aunque la economía comunal se
debe dirigir a abastecer a los pueblos y sólo muy secundariamente a la
exportación. En ella tiene que desaparecer el esclavismo, en todas sus
expresiones y manifestaciones, y también el salariado, en lo más fundamental. Hay
que crear, en resumen, una economía popular autogestionada específicamente
africana, de abajo arriba, no desde el Estado (lo que es imposible) sino desde
el pueblo, desde los pueblos.
En
cuarto lugar, los europeos se deben oponer a la emigración de trabajadores de África
a Europa. Han de revolverse activamente contra el expolio de mano de obra,
contra el nuevo tráfico negrero y sus apologetas, los nuevos negreros. Hay que
imponer que por cada inmigrante que llegue, el país receptor entregue 150.000
euros al país donde aquél se ha criado, que es el coste medio de crianza de la
mano de obra en Europa. Esa suma, que contiene y realiza el ideal moral-económico
de justicia conmutativa, y se opone al empobrecimiento exponencial de África
con la emigración como mecanismo decisivo de externalización de sus riquezas,
de expolio, ha de ir destinada al pueblo, no al Estado ni a las instituciones.
Hay también que ponerse en pie de guerra para que los salarios pagados a los
emigrantes sean idénticos a los de los autóctonos, de tal modo que los
empresarios no encuentren aliciente en la explotación de la mano de obra
neo-esclava, lo que desincentivará la emigración.
Así
mismo, se requiere poner en práctica una política de natalidad, rápida y eficaz,
en Europa que permita la constitución de la inexcusable mano de obra nacida y
criada en el viejo continente, lo que hará innecesario saquear y robar la gente
a África. Esto es lo más importante que hoy se puede hacer a favor de los
pueblos africanos, para detener la sangría de la emigración. De manera que
impulsar radicalmente la natalidad en Europa se eleva a factor decisivo para imposibilitar
el saqueo y empobrecimiento, la destrucción y aniquilación, de África.
Los
emigrantes aquí establecidos deben ser persuadidos para que retornen a sus
países a hacer allí la revolución. Se les debe demandar explicaciones sobre su
venida, lamentada y mal vista por amplias secciones de sus pueblos de origen,
que les censuran por abandonar a sus familias, a sus padres y madres, a todos
los suyos, para correr tras el dinero y el consumo en una Europa ajena y que
les trata como esclavos. Iwobi, el hombre negro nigeriano-italiano, se hace eco
del rechazo a la emigración que se da ya en una buena parte de las gentes de
los países africanos y con ese sector, que irá creciendo a medida que África se
vaya vaciando, y con ello degradándose y empobreciéndose, debemos unirnos. Hay
que tener en cuenta que los países imperialistas planean hacer una saca criminal
y exterminacionista de unos 100/150 millones de neo-esclavos africanos en los
próximos 50 años, algo del todo insostenible, e inaceptable, que originará
rebeliones masivas en contra. Frustrar ese proyecto es tarea de la buena gente
europea, de toda ella, unida con la buena gente africana, también toda ella.
Hay
que recordar a los emigrantes los deberes políticos, morales, convivenciales, sociales
y emocionales que tienen para con sus pueblos, sus culturas y sus gentes. Y de
lo políticamente perverso y moralmente inadecuado que resulta que vengan a
Europa a hacer ganar más dinero a las oligarquías que aplastan a los europeos y
que aplastan también a los africanos. A fortalecer con los impuestos que
tributan a los Estados europeos, que un día sí y otro también envían soldados y
policías a reprimir a los pueblos africanos. La emigración a Europa hace,
además, de válvula de escape de las tensiones en los países africanos, que así
se protegen de la revolución. Eso es particularmente verdad para los países
islámicos, en los que el clero musulmán se ha hecho gestor de la mano de obra
local con destino al Norte, lo que es una expresión más de la alianza histórica
entre dicha clerigalla y el imperialismo europeo, que se fraguó a comienzos del
siglo XIX y que luego ha sido actualizada en varias ocasiones.
Los
europeos deben ver a los africanos emigrantes con realismo y objetividad, ni
como “buenos salvajes” ni, por supuesto, como “sucios negros”. Han de comprender
que los seres humanos, todos, contienen en su conducta y cosmovisión lo
sustantivo del orden cultural en que han nacido y se han criado. Los africanos
provienen de sociedades atormentadas desde hace muchos siglos por sistemas
terribles de tiranías estatales hipertróficas, manejo servil de la mano de obra,
mega-patriarcado y violencia extrema, de manera que tienen una naturaleza
acorde con las estructuras sociales que los han creado en tanto que seres
humanos. En particular, hay que tener en cuenta que los sistemas esclavistas
africanos son, como todos los de esa naturaleza en cualquier lugar del planeta,
extraordinariamente misóginos, al ser la mujer la víctima principal del sistema
esclavista, de manera que quienes han nacido y han crecido en África sólo con
un esfuerzo de autoconstrucción personal largo y complejo pueden emanciparse de
considerar a la mujer como objeto y cosa[5].
Lo mismo cabe decir de su
concepción sobre la persona y la libertad individual, nociones inexistentes en
la ideología dominante africana, por esclavista y no por africana. África, por
desgracia, no ha conocido un gran acontecimiento civilizador como la revolución
altomedieval sureuropea, e ignorar esta decisiva verdad sólo puede llevar a
errores y conflictos. La objetividad y la exactitud deben estar por encima de
todo. Dicha revolución logró lo que parecía imposible, liquidar la sociedad
estatal-esclavista, y lo hizo a través de una suma de transformaciones sociales
e individuales de una creatividad enorme, de una inteligencia formidable.
África, por el contrario, fracasó.
Se podría decir que ésta
siguió el modelo de Espartaco, de alzamientos de esclavos finalmente vencidos,
mientras que la Europa del suroeste conoció el modelo bagauda, de levantamiento
popular revolucionario exitoso. Entender por qué fue así es complejo, aunque
cabe señalar que una responsabilidad enorme en ello la tiene el islam, que
exterminó en el norte de África al movimiento donatista, decididamente
antiesclavista y en todo equivalente, e incluso precursor, al de los bagaudas
en Hispania y las Galias. Muy posiblemente la aniquilación a sangre y fuego de
los donatistas por los musulmanes a finales del siglo VII determinó la historia
de África, en un sentido muy negativo, hasta la hora presente. Ello dotó de
continuidad al sistema esclavista, racista e hiper-patriarcal, estatista y
centrado en la gran propiedad privada.
Lo
cierto es que, retornado al presente, se puede sostener que en todos los
países, todas las culturas y todos los tiempos quienes emigran son el sector
peor de la población, el más desarraigado, egotista y ansioso de beneficios, el
que se desentiende de su gente y de su tierra para ir en pos del dinero fácil.
Ya Cervantes calificaba ásperamente a quienes marchaban a las Indias y ese es
también hoy el juicio a emitir, pues quien abandona a los suyos por dinero es
un codicioso, un logrero y un inmoral. De manera que toda idealización de la
emigración que llega a Europa está fuera de lugar. Daña muy gravemente a África
y a Europa, y esto ha de ser expuesto a cada emigrante, con la petición de que
retorne a su país.
En
conclusión, la revolución popular integral europea debe fusionarse con la
revolución popular integral africana. Para hacerse una en pos de la revolución
integral mundial.
[1]
En la época, el vocablo “revolución” era habitual en los escritos sobre esta
materia. Pondré dos ejemplos, “África: los
orígenes de la revolución” Jack Woddis y “La revolución del África negra”, de Giampaolo Calchi Novati. Todo
ello era un colosal malentendido pues lo que estaba en marcha no era una
revolución sino el paso del colonialismo al neocolonialismo, que a menudo fue
un tránsito de lo malo a lo pésimo. Confundir un vulgar cambio en la forma de
dominación con una revolución manifiesta la escasa perspicacia de quienes lo
hacen. La explicación materialista de tal desacierto está en los intereses egoístas
de la nueva élite del poder, la aupada al poder con y por el neocolonialismo,
en general formada por intelectuales nativos occidentalizados, como Fanon, por
completo ajenos a las clases populares africanas, a las que manipularon y
engañaron, explotaron y reprimieron con furor.
[2]
Éste tuvo una inesperada influencia en los pueblos ibéricos cuando el llamado
Movimiento Vasco de Liberación Nacional lo tomó como modelo y referencia, desde
principios de los años 60 del siglo pasado. En vez de encontrar dentro de
Euskal Herria las raíces de la revolución vasca, en sus instituciones
ancestrales actualizadas, batzarre, auzolan, komunala, atsolorra, etc., aquél
se adhirió casi exclusivamente a un modelo foráneo, de horripilante catadura,
además. Tal obrar muestra lo aculturado y desvasquizada que estaba ya una parte
notable de Euskal Herria. Cuando la totalitaria y criminal ejecutoria del FLN
argelino en el poder se puso en evidencia, a partir de principios de los años
80, su descrédito contribuyó en bastante al fracaso final de aquel Movimiento.
[3]
Al leer esto podría echarse en falta al colonialismo. Pero no. Los hechos
indican que los Estados esclavistas africanos, asombrosamente militarizados,
violentos, totalitarios y hostiles a sus propios pueblos, existían desde mucho
antes de la llegada de los europeos, e incluso de los musulmanes. Los europeos
se encontraron con el sistema de Estados mega-esclavistas africanos y con un
modo de producción basado en el trabajo forzado con sometimiento superlativo de
la mujer, y lo aprovecharon, pero no lo crearon pues ya existía. Durante siglos
los europeos se redujeron a asentarse en enclaves costeros, pues no podían
penetrar en África, salvo en ciertos territorios minoritarios. No fue hasta la
segunda mitad del siglo XIX cuando constituyeron un sistema colonial total y
omnipresente, contando con la cooperación decisiva de las elites locales
esclavistas (así como del clero musulmán), y a veces fueron llamados por éstas,
organizadas en la forma de Estados hiper-coercitivos. Así pues, mientras el
colonialismo en África no tiene ni dos siglos (en muchos países no llegó a existir
ni siquiera un siglo) el régimen de dominación estatal-esclavista autóctono es probablemente
milenario. Esto indica cuál es el problema principal y el obstáculo fundamental
a remover.
[4]
Hoy el partido español neo-negrero por antonomasia es Podemos. Está cumpliendo
con una de las tareas que le asignaron sus creadores e impulsores en las altas
esferas del Estado y la banca, contribuir al abastecimiento de mano de obra
emigrante para el gran capitalismo. Primero
atrae a aquélla y luego la somete a la inevitable violencia física (todo
sistema esclavista o neo-esclavista exige coerción y terror), como queda en
evidencia con la política de apaleamiento diario de la comunidad senegalesa que
lleva a cabo -impunemente- el ayuntamiento de Madrid. Horroriza que aunque los
mismos senegaleses denunciaron al ayuntamiento podemita por darles palizas y
luego por intentar comprar su silencio con 5.000 (sic) euros, nadie,
absolutamente nadie, entre la surtida relación de “antirracistas” de nómina,
haya levantado la voz contra la brutalidad policial ultra-racista ejecutada por
Podemos, que es la consecuencia inevitable de su “antirracismo” verbal, el habitual en las
hijas e hijos de papá, blancos y de clase media. Podemos está siguiendo los pasos
de la izquierda europea, por ejemplo, del que fuera presidente de Francia,
François Mitterrand, que toda su vida
combinó la verborrea “anticolonialista” y progresista con la explotación,
dominación, matanza y genocidio de los pueblos de África. Recordemos aquello de
“colonial-comunismo”, usado para
definir el colonialismo (hoy neo-colonialismo) de la izquierda comunista, de la
que Podemos es un último retoño. Al haberse embarcado en una línea de violencia
física policial diaria contra los emigrantes africanos, se ha quitado
definitivamente la máscara y se está mostrando como lo que es, un partido
fascista/neofascista de última generación que se sirve del terror cuando lo
cree necesario, contra los emigrantes y contra los revolucionarios autóctonos,
respecto a los cuales actúa como una nueva policía política, continuadora de la
BPS (Brigada Político-Social) franquista.
Mostrar y demostrar que es el partido fascista/neofascista por excelencia del
Reino de España es tarea que tiene pendiente el análisis político más rigoroso,
y que se hará en su momento. Llama la atención que mientras buena parte de la
izquierda alternativa europea está renunciado a la política pro-inmigración,
como es el caso del Movimiento Cinco Estrellas de Italia, Podemos continua
aferrado a los mantras neo-racistas de antaño, lo que prueba lo rígida y
absoluta que es su subordinación al gran capitalismo español. Ello, además,
muestra lo anacrónico, casposo y fuera de época que es el izquierdismo español,
que va cuarenta años por detrás del europeo. Con el partido de los canallas
fascistas España sigue siendo “la reserva
espiritual de Occidente”…
[5]
El sistema esclavista africano al sur del Sahara a la vez que se centraba en la
explotación y dominio, en la captura y venta de mujeres, tenía en mujeres (en
otras mujeres, claro está) organizadas como aparato militar una de sus
principales fuentes de coerción y terror estatal. En efecto, los Estados
esclavistas africanos poseían regimientos femeninos temibles por su
combatividad, crueldad y violencia, que se entregaban a la captura de esclavos
y, sobre todo esclavas, y a su manejo y represión posterior. Es decir, eran
mujeres quienes esclavizaban a mujeres (y también a hombres). Eso es una particularidad
de la historia africana, que la hace diferente de la historia de Europa
Occidental, en la que no han existido unidades militares femeninas, dejando de
lado algún pueblo peninsular pre-romano, que, al parecer, sí tuvo féminas que
peleaban espada en mano. En esta cuestión África está, en un sentido y sólo en
él, por delante de Europa. Esa particularidad puede contribuir a explicar la
asombrosa solidez y permanencia del sistema estatal-esclavista de África, que
al incorporar mujeres masivamente al ejército se hizo particularmente fuerte,
por tanto, perdurable. Ahora en Europa, por lo que parece, se desea imitar ese
modelo africano, con el régimen neo-patriarcal que está siendo construido por
el feminismo de Estado, en el cual las feminazis serán (lo son ya) una fuerza
represiva sustancial contra mujeres revolucionarias y no-revolucionarias, y
también contra hombres. Por ejemplo, en el reino esclavista de Dahomey (hoy República
de Benin), fundado en el siglo XVII, la “principal
fuerza de ataque estaba formada por mujeres”, por miles de ellas,
poderosamente armadas y de una crueldad notable, con mandos y oficiales también
femeninos. De ellas dependía en lo esencial la continuidad del régimen
esclavista, que vendía una buena parte de su ganado humano, mujeres tanto o más
que hombres, a los europeos, tras capturarlo en sangrientas incursiones y
guerras por los territorios vecinos, aunque tenían también instituciones de
crianza de esclavos. Que hoy la República de Benin tenga 5 hijos por mujer es, muy
probablemente, una herencia de los sistemas de crianza en granjas de seres
humanos propias del régimen esclavista autóctono, que existió hasta finales del
siglo XIX. En “Warrior women: The amazons of Dahomey and
the nature of war”, R.B. Edgerton, y “Amazons
of black Sparta. The women warriors of Dahomey”, S. B. Alpern.
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Coincido con la sensibilidad de Félix, pero no coincido con el tratamiento.
ResponderEliminar¿Cuántos de los lectores de estas páginas están dispuestos a decir, o siquiera a pensar, que los movimientos de población forzada que hay hoy en el mundo son consecuencia de que el Imperio carece de voluntad para imperar? Y si tomamos como referencia al conjunto de los españoles, o al de los europeos o al de los norteamericanos, el porcentaje capaz de admitir que el Imperio tiene, por su propia seguridad, la obligación de mantener un cierto nivel de orden en el mundo, es decir de imperar, este porcentaje sería devastador.
El imperio occidental, en su ocaso, se ha vuelto humanitario, contempla su propia historia como Caída y a la incapacidad de muchos gobiernos de fuera de sus fronteras para autogobernarse, como una consecuencia del “imperialismo”, del “capitalismo”, del “colonialismo” o de cualquier otra causa imaginaria, echándose sobre sus espaldas y conciencia la culpa del desgobierno crónico en amplias zonas del mundo. Y esto no es patrimonio exclusivo de la “izquierda”. Es algo más profundo; el Imperio que ha perdido la voluntad de serlo y asumir sus responsabilidades.
Pero ¿qué hacemos para solucionar este desgobierno crónico en muchos países de nuestra periferia? Básicamente nada, salvo desplegar un ejército de ONG´s financiadas por los Gobiernos del Imperio, que no saben nada de la vida real y carecen de poder real para imponer un orden. Su trabajo objetivo consiste involuntariamente en engordar a los que combaten y en poner tiritas a los que sufren dentro del caos. Además, por otro lado, son órganos dedicados a difundir falsedades ideológicas del antiimperialismo, la economía estatista, el multiculturalismo, el relativismo nihilista. Pero sobre todo, que fomentan la destrucción de las creencias, costumbres y tradiciones de los países que invaden, promocionando las ideologías de género, poniendo en discusión el estatus de la mujer y otros asuntos de carácter prepolítico, que son el subsuelo sobre el que construir cualquier orden.
En los medios se señala lo malo que es Trump con la emigración salvaje, o la mala que es la CE con su cicatería, pero nunca se habla de los delincuentes que gobiernan en los países emisores de migrantes y de sus responsabilidades. Y cuando se hace, es para asumir la culpa, de que estos delincuentes de la política son también un producto nuestro.
Para establecer el orden en un país que se encuentra en el caos y la incapacidad de autogobernarse, hace falta fuerza, es decir capacidad militar. Y luego hace falta un largo programa de reconstrucción tutelada y no ese diseño económico de salida rápida con que el Imperio intenta hacer frente al desorden en el mundo. Y desde luego sin ONG´s por en medio. Pero, ¿dónde está la capacidad militar en esta Europa antimilitarista? ¿dónde está en unos EEUU agotados y con aliados dudosos?
¿Quién se atreve a decir y si quiera a pensar, que algunos países de la periferia del Imperio, necesitan un Protectorado de bastantes años para que lleguen a ser capaces de autogobernarse? Enseguida saldrían millones de voces diciendo que eso es “imperialismo”, “colonialismo”, etc. propios de una cultura en decadencia que ni siquiera ya cree en sí misma, que incluso se odia a sí misma, y por tanto es incapaz de ayudar a los pueblos que necesitan ayuda para autogobernarse.
Esto no es un problema de la izquierda. Es un problema de agotamiento espiritual de una cultura. Y eso que llamamos “liberalismo”, no tiene nada que aportar, porque es economicista, antimilitarista e incapaz de entender la relación entre poder y orden. Creen “los liberales” que el orden se crea con el desarrollo material, sin apercibirse que el orden se crea mediante la fuerza que garantiza el Derecho, de lo que puede surgir el desarrollo material. Un hecho económico es previamente un hecho jurídico, es decir que sin imperación no cabe que exista. Sin Imperio no hay orden.
En este momento lo que interesa es que denuncies la invasión de Europa, que es la sociedad que está en peligro. Denuncias el supuesto "apaleamiento" de senegaleses y no denuncias que son ilegales que parasitan al contribuyente y siembran inseguridad en las calles.La violencia se está ejerciendo contra el blanco, usando al negro como ariete.
ResponderEliminarMira Rodrigo, lo que mencionas es mucho más que el esclavismo europeo con base africana.
ResponderEliminar1. Es un hecho mundial.
2. Hemos de analizar y dar a conocer los pueblos y naciones africanas.
3. Plantear que vuelvan a quienes por lo menos comen en Europa y antes no lo hacían en su pueblo es romántico, pero solo volverán cuando paremos la sangría migratoria-esclavista y repunte la economía de cada pueblo africano. Entonces empezarían a volver.
4 Si Podemos matxaka a los senegaleses en Madrid es porque el sistema tenso ya de por si con esta cuestión no le deja otra alternativa, lo que no significa justificarlo.
5 Para parar la sangría de la emigración-esclavismo forzoso de Afrika a Europa hay que invertir en el origen, enseñarles a mejorar sus cosechas, enseñarles todo el conocimiento en sus lenguas nacionales, no estatales ni colonialistas. Crear bancos populares, ayudáos en muchos casos por las ONGs que no todas están al servicio del neoesclavismo como apuntas. Ni todo/a es blanco/a, ni todo/a es negro/a, en su triple sentido/a. Ahora que también usamos una lenguaja femenina.
6. La única revolución pendiente es la de la conciencia, estemos donde estemos, y como parece que te toca la fibra el tema migratorio-esclavista africano-europeo te/os sugiero la creación de un banco de ayuda a Afrika donde invirtamos para que coman, para que cosechen, para que no tengan que emigrar, para que creemos/crean/creeis colegios y universidades en los cientos de de lenguas que habla Afrika. Yo pongo el primer euro. Necesitamos millones, luego la bola se agrandará de por si.
7. Y mientras seguimos necesitando en EH crear 15.000 puestos de trabajos para euskaldunizar a toda la población erdaldun, inluidos/das ya alrededor de 50.000 africanos/as que ya viven aquí. Que significan diez mil millones de euros, en un plazo de 10-12 años, para no desaparecer como pueblo euskaldun, que aunque no desapareceremos, estamos más lejos de poder vivir integramente en lengua vasca, en los últimos 10 años. 300.000 nuevos/as extranjeros/as de los/las que alrededor de 50.000 cono digo son africanas/nos.
8. de todas maneras el tema necesita otro congreso, no solo unas líneas por internet.
9. Un saludo. Revolucionario.
URTZI.
Me encanta tu actitud, Félix. Ayer publiqué un comentario aquí, en el que sintonizando con tu sensibilidad sobre África, discrepaba sobre el tratamiento del asunto. Se ve que no te gusta la discrepancia ni la polémica o estás fanáticamente convencido de tu propio pensar lunático. Pero la política es polémica, porque jamás ha existido ni existirá, una solución política única, como creen los que consideran que la política es una ciencia como las de la naturaleza.
ResponderEliminarNo he pasado del segundo párrafo porque por higiene mental no me gusta leer fascistadas, sobretodo porque se alimentan de patadas a los libros de Historia y manipulaciones indecentes, como es el caso. El mestizaje es enriquecedor, y la solidaridad, una muestra de apoyo mutuo que se contrapone al "Homo homini lupus" de Thomas Hobbes, con que se pretende justificar el Estado moderno.
ResponderEliminarLos libros de historia creados por el poder,no es asi?Que historia defiendes tu,la oficial o la del pueblo?
EliminarFascista tu.El mestizaje,te mestizas tu con quien quieras,pero no lo impongas por el articulo 33 a los demas,majete.Mucho mestizaje y mucha giliprogrez y puede que no tengas ni hijos.Eso es como los vendedores de crecepelo calvos.
Tambien la solidaridad con tu dinero,cuando yo quiero ayudar alguna causa o a alguien le ayudo con lo mio,no le pido a mi vecino para que ayude yo no se que causa preciosa.Ayuda con lo tuyo,con tu casa y yu familia,caradura.
Para vendedor de crecepelos a calvos, tienes a Heriberto. La mierda esa de "españoles primero", yo no te la compro.
Eliminar¡Menudos comentarios!, Unos con la patraña de la gobernabilidad, la ley y el orden y otros con la típica actitud llorona e ingenua del izquierdismo. Se nota que a todos os resquema que alguien piense por sí mismo y tenga un análisis mucho más certero y radical que el vuestro. Pese a sus inconsistencias, que también las tiene.
ResponderEliminarBuenas Félix:
ResponderEliminarLo primero decierte que has sido el descubrimiento de este año. Soy crítico con muchas de tus ideas, pero, no obstante, coincido con muchas otras. En el caso de este texto que nos atañe, quería puntualizar un par de cosas:
1º Indicar que el sistema económico imperante actualmente en el mundo es la socialdemocracia, que nos trae el "capitalismo de amiguetes", que es lo que estamos padeciendo actualmente. El capitalismo, en su versión real, es libertario, y por ende opuesto a todas estas prácticas dañinas que se dan en este "capitalismo de amiguetes".
2º En la europa pre-romana se han dado muchos pueblos en los que las mujeres han combatido al lado de los hombres e incluso los han comandado en batalla, cómo por ejemplo Boudica (https://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/rebelion-reina-boudica-contra-roma_13179) o Cartimandua (https://sites.google.com/site/celtopedia/historia-y-geografia/personajes-celebres/cartimandua)
De hecho, yo creo que las revoluciones altomedievales, que he llegado a conocer a través tuya, tienen la inspiración de volver a formas de vida que se llevaban antes del imperio, y en territorios no sometidos realmente por este. Además, en otros escritos o vídeos tuyos (no recuerdo con seguridad donde lo he visto) indicas que las mujeres no iban a la guerra en la época Altomedieval y posteriores, y yo discrepo en parte.
María Pita luchó en La Coruña durante los ataques de la Contra-Armada Inglesa cuando su marido fué muerto a su lado (según cuenta una de las versiones de la historia) y ella mató un alférez inglés y su acción fué inspiradora para desbaratar el asalto de estos. Casos como este tienes a cientos, como son Inés de Ben, Manuela Malasaña o Agustina de Aragón entre muchas otras. Son todas mujeres, que si bien no han participado en acciones ofensivas (atacar a otros pueblos) si que han participado en acciones defensivas, y además activamente, no sólo proporcionando agua o cuidando heridos.
Jesús Angel Rojo Pinilla, si no recuerdo mal, hace un par de años publicó un texto con motivo del día de la mujer en el que hacía referencia a ataques moriscos a ciudades fortificadas en la España medieval repelidos por mujeres arqueras debido a que los hombres estaban en otro lado haciendo la guerra. te compartiría el texto, pero no consigo encontrarlo.
Y como puedes inferir de los relatos de Boudica y Cartimandua, hemos tenido en la historia europea sociedades muy igualitarias (vale que Boudica levante a los Icenos en armas y la sigan, porque son su pueblo, pero, los Trinovantes y las otras tribus que se alzaron junto a ella?) antes de Roma que pudieron servir de inspiración (Transmisión oral de padres a hijos? Aprendizaje de los pueblos no sometidos?) para las revoluciones altomedievales.
En todo caso, entiendo que no es una cuestión de paternalismo mal entendido, si no más bien sentido común. Las mujeres son las únicas que pueden engendrar nuevas personas. Se pueden morir todos los hombres de una comunidad menos uno, que mientras este sea sano, la comunidad puede continuar, pero si desaparecen las mujeres... ese pueblo está condenado. Esto además entronca en parte con la poligamia Musulmana. Si tienes una religión imperialista necesitas reponer población rápido. Si tienes muchos hombres muertos en combate, la lógica dicta que se case uno con varias.
Por último, creo que deberíais desterrar la palabra "patriarcado" de vuestros escritos, no sólo tú, en general, ya que de lo que estáis hablando es de un sistema que es estatista y además es más maternalista que paternalista, por lo menos desde mi punto de vista, ya que, por ejemplo, mi madre me sigue considerando como un crio con 40 años que tengo, y en mi vivencia personal no paro de ver ejemplos de mujeres tratando a mujeres como si fuesen niñas, mientras que los hombres, repito, en mi vivencia personal, respetamos más la libertad individual de esas mismas mujeres.
Un saludo.