La publicación de este libro, así como la significación que le ha
otorgado la “clase política”,
recomiendan prestarle atención. No es la primera vez que su autor, cabeza de
fila de la derecha en el decisivo poder mediático, cultiva el género
historiográfico, pues ya lo hizo con “El
primer naufragio. El golpe de Estado de Robespierre, Danton y Marat contra el
primer parlamento elegido por sufragio universal masculino”, 2011.
A su presentación en el Ateneo de Madrid, el pasado 8
de mayo, acudió no sólo la derecha, con Esperanza Aguirre, Ana Botella, F.
Jiménez Losantos y otras personalidades, sino también la izquierda, con José
Bono y J.L. R. Zapatero, además de otros muchos notables.
El acto fue decepcionante. La pericia oratoria
estuvo por los suelos, tanto como la calidad de los contenidos, un gris manoseo
de lugares comunes sobre historia y política. Tal vez la más tediosa de las
intervenciones fue la de Carmen Iglesias, historiadora estrella del statu quo,
quien con su descuido verbal y falta de originalidad llevó al público a la
somnolencia. Tampoco Ramírez destacó, ofreciendo una pieza oratoria más
política y presentista (aunque lo negase) que histórica y bien fundada. La
concurrencia estuvo formada por escoltas, periodistas y gentes de la tercera
edad.
Una primera conclusión se impone. Si estos
personajes son quienes han de aportar conocimientos, ejemplaridad y
orientaciones a la sociedad podemos esperar lo peor. No saben hablar, y ni
siquiera manifiestan voluntad de hacerlo decorosamente. Lo que exponen es un ramplón
uso instrumental del pasado para operar políticamente en el presente. La autonomía
de la historia respecto de la política, imprescindible para que aquélla sea, es
conculcada.
El acto y el libro son una expresión de la
decadencia de nuestra sociedad y la mediocridad general, del modo cómo los valores
de objetividad, verdad, esfuerzo, servicio, visión a largo plazo, innovación,
virtud cívica, entrega desinteresada y voluntad de excelencia han sido
extinguidos.
Ramírez hace una historia centrada en lo ínfimo y en
lo insignificativo, sin atender a las grandes cuestiones que son el fundamento
de los hechos históricos, en este caso del Trienio Constitucional, o Liberal,
1820-1823. Toma partido por los gobiernos del Trienio, en especial por su
último jefe, Calatrava, y hurga en los documentos de la época para averiguar
por qué fue fallido el primer régimen liberal (pero no democrático) español.
Cree hallar la clave en la felonía de Fernando VII, el personaje negativo por
excelencia de su obra.
Para urdir una explicación tan simplificada deja en
un segundo plano lo más decisivo, que las clases populares rechazaron con vehemencia
el orden constitucional, por tanto la Constitución de 1812. Fue el pueblo quien
se opuso a aquél y a ésta, con la palabra y con las armas desde 1821, efectuando
insurrecciones en los diversos territorios, que ya a comienzos de 1823 tenían al
régimen del Trienio, liberticida e incluso genocida, a la defensiva, cercado en
las grandes ciudades y fortalezas militares, sin poder efectivo sobre la
mayoría del espacio peninsular.
Lo hicieron porque la Constitución de 1812, y la
totalidad del régimen liberal reforzaba y ampliaba la dictadura de las
oligarquías estatales y funcionariales, en particular del ejército. Porque
introducía el capitalismo. Porque expoliaba los bienes comunales, negaba las
formas asamblearias de autogobierno, destruía la cultura de tradición oral,
imponía el semi-esclavista régimen salarial, construía el patriarcado, cargaba
de impuestos a la gente modesta, finiquitaba la autonomía de los municipios, reforzaba
el poder del alto clero, introducía las quintas y agredía a las lenguas, leyes
y culturas de los pueblos con personalidad propia.
Ramírez interpreta mal la invasión de Angulema y sus
Cien Mil. No vino a sofocar al liberalismo sino a protegerle. Gracias a él la
insurrección popular no resultó totalmente victoriosa. La conclusión que extrajeron las mentes más
lúcidas de las élites mandantes es que todavía no era el momento de imponer la
dictadura constitucional y liberal, que había que esperar, porque aún no había
fuerza suficiente para vencer estratégicamente a las clases modestas de la
ciudad y, sobre todo, del campo.
Frente a todo esto las idas y venidas de los
Calatrava, Angulema, Riego, Argüelles y demás, sin olvidar al “rey felón”, son poca cosa, ruido de
fondo que acompañaba al hecho decisivo, la épica pelea popular por sus libertades
contra el hiper-despotismo liberal y constitucional.
Ramírez, sobre todo en la intervención oral, se
refiere al sentido político actual de su estudio histórico. Al citar la
Constitución actual, la de 1978, no deja lugar a dudas. Propone reformarla,
llamando a una confluencia entre derecha e izquierda para realizar un nuevo
texto constitucional a través de un proceso constituyente auspiciado por la
izquierda y la derecha, lo que fue apoyado por Esperanza Aguirre y José Bono,
presentes. Eso incluye trocar al “rey
felón” actual por su heredero.
En consecuencia, lo del Ateneo fue de facto un acto
político, y sólo formalmente la presentación de un libro de historia. La
presencia de Zapatero debe ser comentada. Éste, presidente del gobierno español
en 2004-2011, es portavoz de la izquierda “radical”, así como de las y los
devotos de las religiones políticas, que le ayudaron a ganar las generales en
2004 (en circunstancias sobremanera extrañas) y que fueron ampliamente
recompensados después, con leyes femenicidas, cargos, empleos, subvenciones y
otras sinecuras, de ahí que incluso hoy le sigan ofreciendo homenajes.
El libro de Ramírez prueba que en el análisis de
nuestro pasado inmediato la derecha dice lo mismo, esencialmente lo mismo, que
la izquierda. No hay diferencias entre ellas, salvo que la derecha todavía se
esfuerza un poquito en cultivar el análisis histórico, aunque ya vemos con qué resultados,
y la izquierda únicamente piensa en las reivindicaciones monetarias, en ampliar
el consumo y el bienestar zoológico bajo el capitalismo. La renuncia de la
izquierda a lo transcendente, a todo lo que signifique saber, cultura, elevación
y actividad del espíritu, expresa su desintegración. No le interesa la historia,
sólo consumir más, y no tiene ya apenas a nadie que se ocupe de ella. Eso
indica que está en descomposición.
Frente a una derecha y una izquierda inciviles,
reaccionarias, institucionales, pancistas e intelectualmente agotadas es
necesario abrir caminos. Caminos para el saber cierto, el respeto por la
verdad, la no instrumentalización de la historia, la transformación revolucionaria
de la sociedad, la hegemonía de lo humano, el final de las religiones políticas,
la pujanza de la vida espiritual y la autoconstrucción del sujeto. De ahí que
la idea, proyecto y programa de una revolución que ha de ser integral, total,
siga siendo nuestra esperanza, en oposición a la derecha y a la izquierda.
"sino también la izquierda, con José Bono y J.L. R. Zapatero, además de otros muchos notables." bueno, de izquierda tiene eso poco.
ResponderEliminar"Lo hicieron porque la Constitución de 1812, y la totalidad del régimen liberal reforzaba y ampliaba la dictadura de las oligarquías estatales y funcionariales, en particular del ejército. Porque introducía el capitalismo. Porque expoliaba los bienes comunales, negaba las formas asamblearias de autogobierno, destruía la cultura de tradición oral, imponía el semi-esclavista régimen salarial, construía el patriarcado, cargaba de impuestos a la gente modesta, finiquitaba la autonomía de los municipios, reforzaba el poder del alto clero, introducía las quintas y agredía a las lenguas, leyes y culturas de los pueblos con personalidad propia."
ResponderEliminarbravo!
"Éste, presidente del gobierno español en 2004-2011, es portavoz de la izquierda “radical”, así como de las y los devotos de las religiones políticas, que le ayudaron a ganar las generales en 2004" zapatero izquierda radical xd, perdona? ni siquiera anguita lo considera de izquierdas. El PSOE económicamente es hasta de derechas
ResponderEliminar"No hay diferencias entre ellas, salvo que la derecha todavía se esfuerza un poquito en cultivar el análisis histórico, aunque ya vemos con qué resultados, y la izquierda únicamente piensa en las reivindicaciones monetarias, en ampliar el consumo y el bienestar zoológico bajo el capitalismo" eso no es izquierda REAL, será socialdemocracia o gente que quiera paguita del estado.
ResponderEliminar"La renuncia de la izquierda a lo transcendente, a todo lo que signifique saber, cultura, elevación y actividad del espíritu, expresa su desintegración." la izquierda renunció a eso desde que es ateísta. Aunque especialmente desde que la URSS cayó y el mayo del ´68 hizo debilitar la izquierda centrándose en tonterías. Sobre la derecha es cierto que se preocupa más por lo conservador, la historia, la tradición y aún así lo hace desde la estética del ganador, del triunfador, del que domina el Estado sin preocuparse del explotado.
ResponderEliminar"No le interesa la historia, sólo consumir más, y no tiene ya apenas a nadie que se ocupe de ella. Eso indica que está en descomposición." pero si no hay izquierda que nos queda? pff
ResponderEliminarAquí el audio al que se refiere el artículo:
ResponderEliminarhttp://www.ivoox.com/desventura-de-la-libertad-pedro-j-audios-mp3_rf_3109755_1.html
Saludos.
" Reparo que algunos tienen singular complacencia en hablar delante de aquéllos a quienes creen ignorantes, como los oráculos hablaban al vulgo necio y engañado. Aunque mi humor fuese de hablar mucho, creo sería de mayor gusto para mí el aparentar necedad y oír el discurso del que se cree sabio, o proferir de cuando en cuando algún desatino, con lo que daría mayor pábulo a su vanidad y a mi diversión."
ResponderEliminar"Éste, presidente del gobierno español en 2004-2011, es portavoz de la izquierda “radical”, así como de las y los devotos de las religiones políticas, que le ayudaron a ganar las generales en 2004" De acuerdo en tu comentario, con todo el aprecio a Félix, pero esto no me cuadra o no hay por donde cogerlo y hace plantearse a uno si en los temas de los que uno no sabe también nos da la bacalada. La derecha mas que apreciar analisis historico, lo ha usado en su campaña propagandística y también ha sabido relacionar que "historicamente" personas que vivieron el mundo rural y siguen vivas, también vivieron el franquismo, y su juego es recordar el franquismo como algo no tan malo o bueno, relacionandolo con el mundo rural.
ResponderEliminarLa izquierda y la derecha es una creación artificial para tener dividido al pueblo cuya propaganda cala en los fànaticos seguidores de dichas religiones, esa creación de mostruos se recrea a cada momento como prueba el acto analizado, qué nos queda? Pues mejorarnos a nosotros mismos dejando de seguir directa e indirectamente a dichas religiones
ResponderEliminarAhora podría entender que: "Éste, presidente del gobierno español en 2004-2011, es portavoz de la izquierda “radical”, así como de las y los devotos de las religiones políticas, que le ayudaron a ganar las generales en 2004". La única explicación es que haya creado subvenciones para ellos. No vevo portavoz la palabra mas adecuada.
ResponderEliminarNo sólo subvenciones dinerarias (infinitas), sino la afirmación compulsiva, excluyente, represiva y TOTALITARIA de que el feminismo de estado, el inmigracionismo planetario, el homosexualismo extendido y la islamofilia (por más que ésta última choque con al menos dos de los anteriores y con la propia ideología de izquierdas) son el destino de la humanidad, son el PROGRESO. Cuando lo cierto es que todo ello es un invento de la clase dominante con el objetivo perpetuarse en el poder, degradar, dividir y enfrentar al pueblo, y crear más capitalismo; no en vano el GRAN CAPITAL a medida que todos los ismos y filias mencionados han ido avanzando, más dinero y poder ha ido adquiriendo. Y la izquierda radical fue aplaudiendo una a una todas las medidas en esa línea que el gobierno de Zapatero aprobó. Por tanto, la afirmación de Félix no es errónea, sino totalmente acertada y ajustada a los hechos. Quizá sólo habría que matizar una cosa a Félix; y es que la auténtica realidad es justo la contraria: la izquierda radical es la portavoz de la clase dominante y del gran capital, del capitalismo; en ese caso concreto, con Zapatero como intermediario (y ahora con la derecha exactamente lo mismo, con los lógicos matices).
ResponderEliminarEn primer lugar, cabe preguntarse ¿desde cuando el Ramírez éste es historiador?, no tenemos bastante con impresentables de la historia, como Pío Moa o César Vidal, por no nombrar a más de un arribista entre el que destaca Ramírez, personas que se han abierto camino en su profesión sin mirar el daño que podían ocasionar al prójimo. Los que estamos acostumbrados a leer historia de la buena: Hugh Thomas, Paul Prestom, Aróstegui, Reig, Josep Fontana y tantos otros, aún no compartiendo algunos de sus puntos de vista, si sabemos que escriben con rigor e imparcialidad.
ResponderEliminarLa verdad, no pensaba leer ningún libro de este sujeto, ni jamás he leído libro alguno de él, leído tu artículo Félix, sabiendo la forma de tergiversar la historia del Rámirez éste, me confirmo más, en que no me he perdido nada nuevo sobre los malos revisionistas de la historia.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarEstá bien que usted prefiera a Thomas, Preston, Fontana, Reig etc a Moa o Vidal, pero que me diga usted que los primeros "escriben con rigor y sobre todo, imparcialidad" y los segundos no, me parece una ingenuidad. A todos los historiadores se les nota el ramalacillo de una parte o de otra. Los lectores debemos saber de qué pie cojea cada uno para poner en cuarentena sus opiniones sobre determinados temas. También cuando escribe Don Félix.
EliminarDon Félix, qué alegría me ha dado usted al leer en este artículo lo siguiente: "Zapatero ... ayudado a ganar las generales en 2004 (en circunstancias sobremanera extrañas)". ¿Quiere decir esto que al fin va a hablar usted sobre la gran mentira del 11M? Ya sé que eso supondría la puntilla para usted por parte de toda esa izquierda estatista promovedora de la sociedad de los seres nada, pero no queda otra que usted, HOMBRE QUE BUSCA VERDAD, desenmascare también a todo el tinglado judicial, policial, periodístico y político que sustenta esa trola inmensa que es el 11M.
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