En torno al "Manifiesto por una Universidad a la altura de sus
misiones"
Amigas y Amigos
Me agrada participar, aunque un poco
tarde, en el debate suscitado en torno a "Manifiesto por una Universidad a
la altura de sus misiones".
En realidad, lo que me corresponde es
afirmar los contenidos del cap. VI de mi libro "Seis estudios"
(editorial Brulot) de título, "La función de la conciencia en la
revolución", que se ocupa con algún detalle de lo que es la Universidad,
cuáles son sus metas reales, para qué sirve y a quién sirve.
Afirmar aquéllos no significa que no
haya avanzado en mi reflexión. Dicho texto lo escribí hace ya más de dos años.
Hoy tendría más y mejores cosas que decir, con menos errores e insuficiencias,
en buena medida gracias a debates como éste, pero por el momento es lo que
tengo escrito y he de atenerme a ello.
Por tanto difiero bastante del libro
"La fábrica de la ignorancia", de Juan Carlos Bermejo. La ignorancia
no es ni el único ni el principal problema de la universidad. No.
Ignorancia es no saber, pero hay algo mucho peor que ello, el adoctrinamiento,
esto es, el colocar en la conciencia de las personas ideas y sistemas de ideas
(teorías) semi-falsas o falsas con la intención de hacerlas más sometidas, más
incapaces de pensar por sí mismas, más dóciles, menos humanas.
La Universidad adoctrina y alecciona. Y
además amaestra. Adoctrinar, aleccionar y amaestrar es la verdadera
función de la universidad, hoy y siempre pero quizá hoy más que nunca antes.
La Universidad es de las instituciones
que mas hace, junto con el trabajo asalariado, para destruir la esencia
concreta humana.
De la ignorancia se puede salir, de la
manipulación de las mentes, con violación sistemática de la libertad de
conciencia, es mucho más difícil escapar, pues el/la adoctrinada pierde, a
veces por completo, la aptitud para sobrevivir a su trágica situación, por
cuanto sus adoctrinadores la reducen su universo mental a lo que ellos desean,
por un lado, y, por otro, la castran psíquicamente, a fin de que sea inhábil
para el pensamiento creador.
Hay mucha crítica de pacotilla de la
Universidad, fácil, superficial, que se propone atacar problemas secundarios
sólo para dejar intocados los principales. Eso es lo que se hizo cuando
Bolonia, por los profesores "críticos" y por el movimiento
estudiantil.
Este, por desgracia, es meramente
corporativo y no pone sobre la mesa los grandes problemas del sistema
universitario. Sólo desea más ventajas y privilegios para los estudiantes, con
la intención de que éstos, una vez ingresados en la vida productiva, ganen más
dinero, consuman más, sean mejores burgueses y así sucesivamente.
Dicho movimiento estudiantil, tan
jaleado por la izquierda senil y ultra-burguesa que padecemos, es del todo
conservador, reaccionario. Es una penosa expresión de corporativismo egoísta.
Comencemos por el principio.
La Universidad o es "pública"
o es privada. Si es "pública" (estatal) sirve al Estado y todo lo que
hace busca el bien del Estado, no el de la sociedad, no el del pueblo. Quienes
cobran de ella son funcionarios del Estado que han de servir a la máquina
estatal. Son tan funcionarios del Estado como los policías, los militares, los
carceleros o los recaudadores de tributos. ¿Se puede esperar de tal
objetividad, amor a la verdad e imparcialidad?
Si es privada es, en ese caso, un
negocio. Aquí la meta es el beneficio, no el saber, no la verdad. Por tanto, no
es realista esperar que se cumplan metas que no están en contradicción
ontológica con lo que es la Institución.
Se dice que la meta de la Universidad es
"conservar, producir y transmitir" saberes, pero ¿qué ganaría el
Estado, o la clase patronal volcada en el beneficio, con ello? No, no hay tal
al margen de lo que es realmente la universidad, un inmenso aparato de
aleccionamiento y manipulación de las mentes, que crea sujetos no aptos, en
general, para el pensamiento original, creador, diferente al que el sistema de
dominación necesita imponer.
El y la estudiante han de repetir las
"verdades" que se les inculcan sin más. Sus mentes son manipuladas
para que solo sepan repetir, y repetir, y repetir. A veces sucede que las
mentes se colapsan, o estallan, a causa de la brutalidad de la operación
inculcadora. Pero la mayoría supera la castración intelectual que les hacen
padecer, la cual les marcara de por vida.
Se arguye que la Universidad ha de
desarrollar el pensamiento "liberado de cualquier dogma", pero ¿como
es eso posible mientras el profesor o catedrático cobre del Estado o de una
empresa de negocios, también controlada por el Estado a través de la ley
positiva emitida por el Ministerio de Educación?
Quien paga manda, dicen. Y eso pasa en
el universo académico.
Hoy, la presión del adoctrinamiento es
tan colosal que da pena oír a los estudiantes y licenciados. No sólo porque son
de una ignorancia que estremece sino sobre todo porque CARECEN DE TODA APTITUD
PARA PENSAR.
En efecto, sus cerebros han sido
destruidos. Son autómatas que repiten lo que no comprenden, lo que no les
interesa, lo que aborrecen. Pero lo repiten porque los límites de su mundo son
los límites de aquello que les ha sido inculcado violando infinitas veces su
libertad de conciencia por sus educadores-funcionarios del Estado o
educadores-mercenarios de una empresa educativa llamada universidad privada.
Ivan Illich habla de "la sociedad
desescolarizada" pero el muy pillo no entra en la cuestión decisiva, el
sistema universitario. Se queda en la enseñanza primaria, y da un tratamiento
del asunto más bien socialdemócrata, reformador, banal en realidad. Las grandes
cuestiones no se encuentra en IIlich: la de la libertad de conciencia, la de la
verdad en tanto que necesidad humana fundamental, la del pensamiento como
creación y no como repetición, la terrible del mundo universitario en
tanto que campo de amaestramiento de seres humanos, la de la pérdida de
saberes a manos de un profesorado privilegiado que en realidad es ignorante de
manera supurativa y sólo desea vivir bien, ganar más y gozar muchísimo.
No aparece en los "críticos"
las cuestiones mas importantes. 1) El Estado no puede decidir qué es verdad y
qué es error en ninguna cuestión, 2) el pueblo no puede delegar en unos
funcionarios del Estado la cuestión de la determinación de la verdad, 3) la
libertad de conciencia es la más sagrada de todas las libertades naturales del
ser humano, 4) saber y conocer debe ser una actividad autogestionada y no
dirigida, popular y no de expertos, sin más meta que la verdad y el
conocimiento, ajena por tanto al poder (Estado) y al dinero (negocios).
Por tanto, la solución no está en una
universidad mejorada en un utópico orden social lleno de maravillas y prodigios
izquierdistas, sino en la AUTOGESTIÓN DEL SABER Y EL CONOCIMIENTO.
Una sociedad libre no puede tener
Universidad. Durante milenios la humanidad ha vivido sin Universidades y no
podemos decir que las cosas hayan ido peor que ahora.
Sin Universidad pero con
autogestión del saber y el conocimiento.
Sé que lo expuesto hará sentirse
incómodos a profesores y catedráticos pero no hay motivo para ello. Mi toma de
posición no es personal, sólo se dirige contra la institución, contra el
sistema, contra el modo como está hoy organizada la educación
"superior".
Bien sé que hay un cierto número de
catedráticos y profesores que hacen lo que pueden, con una buena voluntad que
admiro, por remediar las faltas y lacras intrínsecas al sistema, pensando
siempre en el bien de sus educandos. Aquéllos, a veces (muy pocas veces, por
desgracia), escriben libros que leo con avidez y admiración. Pero, sea como
fuere, lo que es intolerable es el sistema actual, que esta destruyendo el
cerebro de generación tras generación sólo para que el Estado tenga más poder y
la banca más beneficios.
Las propuestas reformistas son
ridículas, pues hoy todo es irreformable incluso en lo ínfimo: el sistema se ha
vuelto rígido, como corresponde a un cuerpo social ya del todo senil y vetusto.
Sólo la idea de revolución integral es
generadora de creatividad y otorgante de vitalidad. Y es más probable que haya
revolución integral en la práctica que se realicen los paquetes de reformas que
algunos fabrican al margen de la realidad, atrapados en el platónico mundo
de las Ideas.
¿Cuál es mi propuesta? Mostrar la
realidad del sistema académico hasta sus últimas consecuencias, en
la crítica de los reformistas demagogos, que prometen lo que saben no se
puede cumplir. Por otro, desarrollar el saber y el conocimiento
autogestionadamente, oponiendo a la mentira académica la modesta verdad
no-académica, popular. Además, hay que adoptar una posición ética, no con
sermones, sino haciendo de la propia vida un testimonio de rectitud, hoy que en
las universidades se alecciona al alumnado en la amoralidad y la inmoralidad.
Estatuir un sistema alternativo de
creación de saberes es la alternativa al mundo académico actual. Éste, además,
ya no es creativo, ya no produce nada que no sea palabrería vacía y mendaz. En
dos decenios se ha degradado de una manera que horripila. En otros dos será el
hazmerreir de todos.
Ha llegado, pues, el momento de
realizar la autogestión del saber y el conocimiento.
Con afecto
Félix Rodrigo Mora