El vacío de ideas y contenidos, no sólo
político sino también ideológico, mediático, intelectual y académico, es el
rasgo definitorio del actual momento. Se ha ido constituyendo en los últimos
años y seguirá creciendo, quizá 3 o 4 años más, hasta que los estrategas del
Estado produzcan una nueva propuesta política, organizativa e ideológica para
las masas. Pero hoy el poder está sin los instrumentos más apropiados para la
intervención política, lo que es diferente a hace sólo cinco años.
Las últimas elecciones (las generales
de 2019, las de Cataluña, Madrid y otras), ponen de manifiesto tal vacío y
agotamiento. Los partidos[1]
no conectan con esa minoría de individuos políticamente conscientes y activos
que mueven y dinamizan a la sociedad. De ese modo, se ha formado un sector
social de personas en búsqueda, distanciadas de lo existente, enfrentadas con
las instituciones y abiertas a nuevas formulaciones. En consecuencia, la idea
estúpida y obtusa, de que la solución ha de venir de algún nuevo partido
político, o de intervención estatal en la sociedad, ha retrocedido bastante.
En el ámbito de lo intelectual y académico
la situación es la misma: repetición, penuria, no creatividad. Hay un agotamiento
y consunción múltiples. Dos son sus causas. Una es la falta de libertad, que
hace que políticos e intelectuales-funcionarios actúen al dictado de los
poderes constituidos hasta un punto tal que pierden el hábito de pensar. Otra
es sus privilegios monetarios, sobre todo la casta pedantocrática, ocupando su
tiempo en actividades hedonista, sin que apena nada les quede para investigar y
elaborar.
Hay una tercera, que es su descrédito
por el modo de afrontar los nuevos problemas. El silencio que ha mantenido y
mantiene la intelectualidad ante la pandemia les ha puesto en evidencia, quizá
para siempre, como entregados al poder y poder ellos mismos. Con esto termina,
probablemente, la hegemonía social de los pedantes, que comenzó con los
ilustrados y “filósofos” del siglo XVIII, algo a celebrar.
E incluso una cuarta: las
contradicciones estructurales, inherentes, que ya coartan e incluso van estrangulando
al actual orden, no son nada fáciles de tratar discursivamente, dado que, en el
plano de lo objetivo, carecen de solución, aunque es cierto que admiten
paliativos y aplazamientos. Pero soluciones no.
Además, la descomposición de lo que han
sido el contenido principal de la acción política institucional desde hace dos
decenios, las religiones políticas, es un hecho. Enredadas en sus propias
contradicciones, rechazados por sectores crecientes de la masa popular, cuestionadas
una y otra vez por la realidad, convertidos en herramientas para que minorías impúdicas
y malvadas se enriquezcan, las religiones políticas se han deteriorado mucho en
el último decenio. Sustituirlas por otras, o incluso reelaborarlas (si ello es
posible), resulta difícil de realizar, es caro y requiere tiempo. Mientras no
tenga nada mejor el aparato de poder las seguirá utilizando, pero, muy
probablemente, se dotará de otros instrumentos nuevos, por el momento
desconocidos.
La cara negativa de la situación es el
alto grado de desmovilización, infantilización, soledad, nadificación e irresponsabilidad,
de confusión intelectiva, impotencia reflexiva, cobardía patológica, ignorancia
oceánica y debilidad emocional de la gran mayoría de los individuos en el
presente, situación aflictiva creada desde arriba. Pero he de insistir en que a
una sociedad no la dota de conciencia y mueve “las masas” sino minorías
conscientes, en definitiva, unos miles de personas, y a ellas hemos de
dirigirnos. Las multitudes se incorporan luego a la acción, en la fase final
del proceso.
En el plano de lo objetivo, las
contradicciones y antinomias inherentes al actual modelo de sociedad, continúan
profundizándose, como expongo en el libro “Autoaniquilación. El hundimiento
de las sociedades de la última modernidad”[2]. Por eso, si hace
sólo unos pocos decenios el futuro inmediato era percibido de color rosa hoy
casi todos lo contemplan, especialmente la juventud, de color negro. La
percepción, creciente, es que: 1) las estructuras sociales no tienen otra
finalidad que la concentración del poder, el mando y la riqueza en cada vez
menos manos, 2) no hay solución a nada importante dentro del sistema, desde el
vigente orden, que es irreformable. Esto lleva a un estado de ánimo
potencialmente revolucionario, aunque, al mismo tiempo, si no hay una propuesta
transformadora, empuja a la desesperación, la depresión y el suicidio.
El periodo de estabilidad y prosperidad
de la última modernidad ha abarcado desde 1955 a 2009, 54 años, medio siglo. En
2009 irrumpe la crisis económica, nunca superada, y en 2020 se abre el ciclo explícito
del estallido de las contradicciones, muchas y graves, que se han ido
acumulando, que incluirá decenios, tantos al menos como el tiempo previo de bonanza.
Se equivocan, por tanto, quienes creen que las cosas van a continuar como en el
medio siglo precedente, que no sucederá nada diferente y decisivo. Que pueden
seguir dormitando a la sombra de un sistema que consideran seguro y garante de
sus necesidades básicas. Tales tendrán un muy duro despertar más pronto que
tarde…
Lo primero y principal, ante lo
descrito, es afirmar la voluntad de revolución que nos mueve a quienes estamos
en el proyecto de revolución integral. Lo nuestro no es meramente oponerse y
criticar, ni tampoco suscitar algunos movimientos de protesta contra expresiones
extremas de despotismo e injusticia, mucho menos cavilar sobre qué programa
reformador, sistema de alternancia, caudillo redentor o nuevo partido político
puede “arreglar las cosas” desde dentro del poder instituido. No. Nuestra
intención, hoy igual que el primer día, es lograr un cambio total suficiente de
la estructura de la sociedad, el régimen económico, el sistema de valores, los
criterios morales, la cosmovisión fundante y la calidad, autoconstruida y
construida, de la persona. Aceptamos el reto y sostenemos que nos motiva el
propósito de crear una nueva civilización y un nuevo ser humano, no el lograr
tal o cual reformita o limosna que deje todo como está al mismo tiempo que nos
degrada como personas.
Es posible vencer, no sólo por nuestros
méritos sino sobre todo porque el sistema lleva dentro de si los elementos,
cada día más activos y potentes, de su propia destrucción. Quienes lo tienen
por perfecto, inamovible e invencible solo manifiestan su propia ignorancia de
la realidad.
Para ello hemos ido formulando un
ideario, proyecto y programa de la revolución, aún sin completar, todavía por
terminar, en efecto, pero ya con decisivos logros[3].
Ahora, en el actual momento táctico, debemos establecer una línea de actuación
que nos aproxime a nuestro proyecto estratégico, el hecho revolucionario.
Trabajamos en pro de un cambio decisivo, histórico, que va a abrir una nueva
edad en la historia de la humanidad. Lo vamos a realizar porque hemos escogido
realizarlo, y porque, en definitiva, el actual sistema se está aniquilando a sí
mismo. Así pues, sólo hay dos opciones para el futuro, sobrevivir entre sus
ruinas, en un escenario de desastre holístico en multiplicación quizá ilimitada,
o hacer la revolución.
Tareas para esta fase táctica
El sistema de poder reconstruirá su
aparato en 3 a 4 años, reclutará mercenarios políticos, en la forma de un/os
nuevo/s partido/s, y se lanzará a una nueva ofensiva. Es cierto que en torno
suyo todo está tan deteriorado que resulta imposible imaginar cómo y con qué lo
hará, pero lo hará. Mientras, debemos aprovechar con inteligencia las
condiciones actuales.
Lo primero es comprender la
situación creada, tal como está formulada en la parte primera de este
documento. Sin estudiarla, debatirla, analizarla de manera individual y
colectiva, no podemos avanzar.
Lo segundo consiste en terminar
de formular el proyecto y programa estratégico, en lo que aún no ha sido
tratado o lo ha sido de manera insuficiente: renacimiento demográfico, economía
(con una alternativa global compleja al capitalismo), Unión Europea, situación
internacional, tecnología, epistemología popular, espiritualidad moral y
programa axiológico, teoría del esfuerzo, la potencia de la voluntad y el
combate, ética convivencial, naturaleza concreta y compleja de la libertad,
régimen de deberes autoimpuestos del individuo, supervivencia personal/grupal en
la fase de caos y derrumbe social que se avecina, trabajo asalariado y trabajo
libre, movimiento obrero, cultura y estética, estrategia para la juventud,
completar el programa para la mujer, afirmación creativa de la cultura europea
y algún otro. Un apartado muy especial es recomponer la noción de revolución
desde las condiciones actuales, desde el siglo XXI.
Lo tercero es formar y
autoformar a las personas que están con nosotros ya, así como a las que se irán
uniendo. Satisfacer su anhelo de conocimientos y su necesidad de habilidades
para desenvolverse en la acción comunicativa. Este es nuestro principal punto
débil, a ir resolviendo mediante: a) el estudio individual y colectivo, b) los
debates internos en los grupos de afinidad y activismo, c) la participación en
las acciones y luchas sociales, d) la autoconstrucción y construcción
individual, e) los Cursos, f) el compromiso propio con prácticas
transformadoras una vez reflexionado.
Lo cuarto estriba en una
estrategia comunicativa que lleve nuestro ideario, proyecto y programa a la
opinión pública con un máximo de calidad expositiva, variedad de
procedimientos, pluralidad de actores y abundancia de elementos tanto como de
actos comunicativos: libros, videos, artículos, folletos, revistas digitales y
en papel, charlas y conferencias, tertulias, panfletos, audios, webs,
televisión, blogs, grupos de estudio, equipos de activismo, tertulias privadas,
etc.[4]
Hay que establecer talleres para transmitir en tales quehaceres. La meta es
lograr que en 3 o 4 años unas 500.000 personas conozcan razonablemente bien el
ideario y programa de la revolución integral, y que el 5% de ellas, unas
25.000, lo conozcan de manera profunda y dediquen tiempo y esfuerzo personal a
su difusión. Para ello, la edición del “Manifiesto de la Revolución
Integral” es determinante.
Lo quinto es el ejercer la
crítica, para superar la confusión, fijar las ideas decisivas y delimitar
campos. En sus tres formas: crítica constructiva, critica severa y critica
denuncia. Ahora es el momento de la crítica, mañana será el de los acuerdos y
alianzas, en la siguiente etapa táctica, en 3 o 4 años.
Lo sexto es la participación en las
acciones de resistencia y lucha popular, practicando el activismo social. A
través de ello hay que fomentar formas de organización en la base que vayan
estableciendo un régimen de democracia directa con rudimentos de economía
comunal.
Lo séptima consiste en promover
formas efectivas de autosubsistencia y ayuda mutua en el campo y en la ciudad,
para sobrevivir al desplome de la sociedad actual.
Lo octavo es el esfuerzo
organizador, buscando el contacto personal con todas las personas y colectivos
que se interesen por el proyecto y programa de la transformación integral,
brindándolas apoyo y formación, y estimulando su creatividad.
Lo noveno se sustancia en dotar
al movimiento de revolución integral de una forma organizativa normalizada,
sencilla, operativa y de abajo a arriba, con Estatutos. Todo ello sin
ensombrecer o dañar en lo más mínimo la centralidad del individuo.
Lo décimo es difundir por Europa
e Iberoamérica el ideario y programa de la transformación integral, de un modo
planificado.
Conclusión final
Se han celebrado hasta ahora cuatro
encuentros de revolución integral. Para el verano de 2021 habría que efectuar
otro.
28 de abril de 2021
[1] En muy
poco tiempo, todos los partidos políticos han dejado de tener militantes para
estar constituidos por mercenarios -sus afiliados- y votantes. Eso les hace
poco peligrosos por escasamente eficaces.
[2] He de
insistir que la nocividad peor de todas ellas es la demográfica, que pone en
riesgo la continuidad biológica de la especie humana. Su causa principal es la
manipulación, ignorante y malvada, de la vida erótica y sexual instintiva de la
especie, tarea en la que el feminismo de Estado, en tanto que instrumento de
los poderes económicos y políticos más agresivos, ha desempeñado una función
primordial, espantosa. En mi libro “Erótica creadora de vida” se expone.
[3] En lo
propositivo y constructivo, mi mayor aportación, hasta ahora, a la formulación en
positivo de un proyecto y programa revolucionario está en el Prólogo a la
Cuarta Edición de “La democracia y el triunfo del Estado”. Queda
pendiente la obra decisiva, “Manifiesto de la Revolución Integral”, un
texto breve pero intenso.
[4] La
experiencia muestra que en las condiciones actuales sólo una masa notable de
actos comunicativos, efectuados durante mucho tiempo y por muchos individuos o
colectivos, puede ser eficaz. Lo dice el refrán, una golondrina no hace verano…
Necesitamos alcanzar una masa crítica en lo comunicativo.
El vacío de ideas y contenidos, rasgo característico del actual momento, es consecuencia del hedonismo y la inacción de los individuos singulares capaces de despertar y liderar a las masas, que han confiado su futuro todo a los servicios y dádivas del Estado en tiempos de bonanza.
ResponderEliminarHoy es noticia en todos los medios que la gestión del Covid se ha basado en un tremendo error de diagnóstico: Lo dañino del Covid no es el virus, si es que siquiera existe, sino la corona de espigas S que ataca a los epitelios de los vasos sanguíneos, produciendo una enfermedad vascular.
Vale la pena leerlo en maldita.es, que se ha caracterizado por linchar a todos los médicos y biólogos que lo avisaban:
https://maldita.es/buloteca/contenido-buloteca/la-muerte-por-coronavirus-no-es-por-neumonia-sino-por-coagulacion-intravascular-diseminada
La vacunas, todas ellas, van en la dirección equivocada: crear más y más espigas S. Son, pues, vectores de la enfermedad que provoca trombosis. SON LA ENFERMEDAD. Vacunarse es un error gravísimo. Te hace un enfermo en potencia y un "gran contagiador" de la "pandemia".
El Estado no da marcha atrás en su plan de vacunación masiva, sin embargo. Atento sólo a las órdenes que reciba de la OMS, propiedad del Club de los Filántropos encabezado por Soros y Gates, espera órdenes, mientras dichos filántropos se deshacen de sus acciones de las Big Pharma que fabrican las vacunas y éstas ceden sus patentes "al mundo".
¿Por qué cuento todo esto, ya intuido, si no conocido por todos los lectores? Porque, a pesar de que se ha publicado los resultados de trabajo científico en todos los medios de prensa (ABC, LaSexta, la SER, etc), lo españoles siguen yendo a vacunarse en cuanto les llega el SMS del Estado para que lo hagan. El espíritu crítico de los españoles como individuos no existe, ni siquiera cuando está al servicio del instinto de conservación.
Los españoles ya no despertarán de su sueño estatolátrico hasta que tengan que enfrentarse con la muerte y el caos, con el genocidio generalizado, ya en marcha.
Entonces huirán de las ciudades infectadas de muertos al campo, llevando al mismo la violencia y la depredación.
Espero que la formación de colectivos que regrresan ahora al medio rural incluya la defensa, como en el siglo V. Porque va a ser necesaria. Que nadie espera seguridad por parte de los CCyFFSSE, porque sus efectivos serán precisamente los que dirigirán a esas hordas depredadoras con sus armas de fuego.
En RESUMEN y lamento muchísimo haber de escribir esto, pero es lo que sé que es la verdad:
Escapar de las ciudades ya, organizarse en pequeñas comunidades, formarse rápidamente en ideales y convicciones, crear vínculos de comunicación y coordinación con comunidades vecinas y procurarse armas. Exactamente repitiendo lo que sucedió en las pequeñas villas creadas por los bagaudas en la Alta Edad Media para defenderse de musulmanes por el Sur y reyes por el Norte.
Un afectuoso saludo a todos.