Por Félix
Rodrigo Mora
Ponencia
presentada en
“Euskera eta
demografia Jardunaldia”
Durango,
Euskal Herria, 9-11-2019
La emigración sigue
siendo tema tabú, prohibido. Sólo puede decirse lo que al poder/poderes
constituido le interesa que se diga, debido a que es asunto absolutamente decisivo
para el actual sistema, pues afecta a lo más básico, abastecerse de mano de
obra muy barata, permitiendo, además y sobre todo, sustituir a la clase
trabajadora y población europea en general, indócil y combativa debido a motivos
culturales, por la foránea, bastante más dócil y sumisa[1]. Mi
criterio es vulnerar la prohibición y ofrecer al público datos, análisis y
propuestas. Ya lo he hecho en mi libro de reciente publicación, “Erótica creadora de vida. Propuestas ante
la crisis demográfica”, y lo continuaré haciendo. Ha llegado el momento de
hablar claro y alto. El miedo a la persecución, la marginación, la censura, las
calumnias y los linchamientos mediáticos no puede cerrar nuestras bocas.
La libertad de
expresión es sagrada y tenemos que hacer que sea respetada. En estos asuntos la
niegan los totalitarios de nuevo tipo. Por ejemplo, aquellos que reproducen y
aplauden la exigencia de la patronal vizcaína, formulada a mediados de 2019, de
que el Estado español “acoja” 300.000 nuevos emigrantes por año durante 30
años, que serán 500.000 anuales con el reagrupamiento familiar. Unos meses
después, diversas organizaciones patronales y estatales españolas han demandado
que esa cifra se quintuplique… Es decir, 2,5 millones por año durante 30 años, en
el periodo 2020-2050, en total 75 millones en un país hoy con 47 millones. Eso
equivale a la aniquilación étnica, cultural y lingüística de todos los pueblos
ibéricos, que quedarán reducidos a minorías marginadas y perseguidas en su
propia tierra. Eso sólo tiene un nombre, genocidio[2].
[1]
Mi interpretación de este asunto está contenido
en el video, editado en mi canal de YouTube, “¿Por qué están exterminando a los pueblos europeos?”.
[2] Etimológicamente, el vocablo genocidio viene del
griego “genos” raza” y del latino, “cidio”, matar, de manera que significa
asesinato o exterminio de una raza y, por extensión, de un grupo humano dotado
de singularidades reconocibles, lingüísticas, culturales, históricas y,
también, étnicas, genéticas o físicas. Ciertamente, las proclamas de las
organizaciones patronales españolas, del gobierno de la Unión Europea, del
clero católico, de las ONGs, de la casta progresista política y de las
instituciones estatales españolas en pro de: 1) reducir a cifras irrelevantes
los nacimientos nativos, 2) traer masivamente población foránea, encajan bien
con la definición usual de exterminio intencionado, de genocidio. Por eso es
pertinente hablar de genocidio europeo. Éste viola dos prerrogativas naturales,
una es la libertad para reproducirse, otra la libertad para ejercer la
soberanía sobre el propio solar ancestral, sobre la propia tierra. Ambas son hoy
conculcadas en Europa con impunidad, arrogancia y virulencia.
La esencia de la lengua binomio con la cultura, una no puede ser sin la otra, para cualquier tipo de lengua, es esencial la pertenencia a una etnia. Poner un ejemplo, como me ocurrió en mi estudio de bachiller ´(12 años) cuando el profesor de "lengua" me corrigió la palabra en español canarión "rebogado" de judías por rehogado, que es en el castellano no español sino en el Estatal unificador, hecho que me pareció incomprensible, que lo entendía como algo ajeno a mi cultura canaria, pues mi familia y mis allegados no lo comprenderían y me alejarían de ello, de mi pertenencia canaria, no es casual que los canariones decíamos "se ha vuelto peninsular o godo".
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